¿Por qué la ganadería pasó de ser un problema para el ambiente a ser una esperanza para frenar el cambio climático?

¿Por qué la ganadería pasó de ser un problema para el ambiente a ser una esperanza para frenar el cambio climático?

Diferentes especialistas mostraron que mediante el uso de aditivos para alimentos, digestores anaeróbicos y genética es posible cerrar la canilla de emisiones de metano en las vacas y ayudar así a otras industrias a compensar sus emisiones.

Las vacas están en la mira de todo el mundo, desde que se instaló el tema de su contribución al cambio climático por las emisiones de metano. Sin embargo, podrían ser todo lo contrario. Haciendo los deberes, son una esperanza para frenar el recalentamiento de la Tierra. Esa fue la conclusión del Foro de Metano -realizado en la primera semana de mayo- en la producción de carne que reunió en Sao Paulo (Brasil) a los principales referentes del mundo en ciencias del clima y nutrición animal.

El evento fue organizado por JBS, el mayor productor de proteínas animales del mundo y la empresa Silvateam, líder a nivel mundial en la producción de taninos, dos compañías con fuertes compromisos ambientales. En el caso del procesador de carne, ha sido la primera empresa en el segmento de las proteínas animales en comprometerse a ser carbono neutral para 2040, mientras que Silvateam cuenta con certificaciones de manejo de bosques sustentables y hace uso de los conceptos de economía circular, al procesar los residuos de la industria para producir energía renovable en diferentes partes del mundo, incluyendo su central en La Escondida, provincia de Chaco, donde exporta al sistema eléctrico nacional 10 MW de potencia eléctrica.

Durante los últimos años, las vacas han estado en el centro de la esfera ambientalista por ser los máximos responsables de las emisiones de metano, el segundo gas de efecto invernadero en abundancia detrás del dióxido de carbono, pero con efectos sobre el cambio climático 28 veces más potentes. Varias organizaciones han impulsado la reducción en el consumo de carne como una forma de abordar la crisis climática.

Sin embargo, los especialistas coincidieron en Sao Paulo en que, si bien las vacas son emisores naturales de metano por ser rumiantes, el comportamiento de este gas al liberarse en la atmósfera tiene una mecánica química completamente diferente a la de los otros gases de efecto invernadero, y el aumento de su concentración no estaría relacionado con los bovinos, sino con las mayores emisiones causadas por la quema de combustibles fósiles.

Aun así, interesa reducir la formación de metano de las vacas ya que podrían jugar un papel fundamental para la descarbonización del planeta.

Frank Mitloehner, profesor especialista en Calidad de Aire en el Departamento de Ciencias Animales de la Universidad de California en Davis, explicó que el punto de partida de este enfoque es que el metano liberado por las vacas se recicla al cabo de un tiempo en dióxido de carbono y agua: los dos compuestos que por acción de la fotosíntesis producen los carbohidratos que sirven de alimentos para la ganadería. De este modo se produce un ciclo biogénico cerrado donde no hay aporte adicional de carbono. Una situación totalmente inversa a la que ocurre al extraer y quemar hidrocarburos, donde permanentemente se está inyectando al sistema carbono que antes no interactuaba con la atmósfera.

Según el especialista, limitar las emisiones de metano podría tener un impacto muy rápido en reducir el calentamiento global, ya que el metano generalmente se descompone en unos 12 años, a diferencia del dióxido de carbono, que permanece en la atmósfera por más de 1.000 años. Esto provoca que las emisiones de dióxido de carbono sean aditivas en el tiempo. Aunque se reduzcan, mientras sigan existiendo habrá una mayor concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. En cambio, la capacidad de descomponerse del metano y su permanencia limitada en la atmósfera, hace posible que al reducir las emisiones en la ganadería se logre un efecto positivo en el clima.

“Puedes verlo como una bañadera, agregar CO2 a la atmósfera es como abrir la canilla de la bañadera con el tapón de desagote cerrado: el nivel nunca bajará. El metano es como tener la canilla abierta, pero con el desagote también abierto. Si abres poco la canilla, el nivel del agua bajará”.

A lo largo de las dos jornadas del evento, diferentes especialistas mostraron que mediante el uso de aditivos para alimentos, digestores anaeróbicos y genética es posible cerrar la canilla de emisiones de metano en las vacas y ayudar así a otras industrias a compensar sus emisiones.

La alternativa más efectiva e inmediata es trabajar sobre la nutrición de la vaca con aditivos que limitan la formación de metano en el rumen. En todo el mundo se están estudiando y ensayando diferentes alternativas como algas, taninos, lípidos y nitratos entre otros. Los taninos fueron señalados como una de las opciones más prometedoras, con la gran ventaja de que son naturales, otra de las demandas de los consumidores. Aunque los especialistas son cautos a la hora de dar cifras sobre el potencial de reducción de emisiones de metano, los ensayos están demostrando que el uso de taninos puede llegar a reducir hasta 30% las emisiones de metano entérico.

“La industria de los combustibles fósiles no puede hacer lo que hace la agricultura, no puede secuestrar carbono y no tiene formas significativas de reducir las emisiones. Con las nuevas herramientas, la agricultura animal es parte de la solución climática”, dijo Mitloehner.

Informe de Emiliano Huergo en BioEconomía | Manager BioEcomomia.

El sector energético sigue sin corregir sus emisiones.

El sector energético sigue sin corregir sus emisiones.

Aunque muchos ponen la mira en la agropecuaria, el sector energético sigue causando estragos. El Banco Mundial dice que falta voluntad política para reducir la quema y el venteo de gases, lo cual tiene como resultado un doble perjuicio por la quema en sí misma como por la liberación de gases que podrían usarse con fines productivos.

Hébert Dell’Onte | En el mundo parece haber una creciente conciencia medioambiental. Eso es lo que leemos en las resoluciones de los organismos multilaterales, en los documentos de la mayoría de los gobiernos, en las exigencias para cerrar acuerdos comerciales entre bloques, en todos los medios de comunicación y masivamente en las redes sociales. La sensibilización ambiental es algo que parece no tener retorno, algunos la asumen por una convicción ética y hasta moral de respeto a la vida y la naturaleza en todas sus formas y expresiones, otros pensando en sus hijos y nietos, pero también hay quienes manifiestan temor por lo que nos puede pasar si la naturaleza se enfurece y arremete con sus desastres naturales y la propagación de enfermedades altamente contagiosas. Sin embargo, en los hechos los seres humanos nos comportamos de forma diferente a lo que expresamos.

Lo anterior es la primera conclusión que se puede sacar del Informe de seguimiento de la quema de gas en el mundo de 2022 del Banco Mundial que llegó a la redacción de Todo El Campo.

Concretamente: En la última década se observó que los avances en la reducción de la quema de gas se estancaron.

El texto explica que la quema de gas (práctica de la industria que consiste en quemar gas natural asociado con la extracción de petróleo) se produce por tres causas: Primero, las restricciones económicas y del mercado; segundo, la falta de regulaciones adecuadas; tercero la falta de voluntad política. El resultado es que “los importantes avances logrados en algunos países no han compensado los aumentos en la quema de otros”.

Los 10 principales países que queman gas representan el 75% de todo el gas que se quema en el mundo, afirma el documento 2022 Global Gas Flaring Tracker Report (que es el Informe de seguimiento de la quema de gas en el mundo de 2022) elaborado por la Asociación Mundial para la Reducción de la Quema de Gas (GGFR) del Banco Mundial.

Hay que recordar que el 75% de los gases de efecto invernadero en el mundo se originan en el sector energético particularmente en los combustibles fósiles.

En el caso concreto de Uruguay, la producción de energía eléctrica es totalmente renovable y casi la mitad de toda la energía que se consume en el país es renovable, por tanto estamos en inmejorable condición de reclamar que los otros países también avancen en ese sentido.

La ganadería también produce gases de efecto invernadero, es verdad, pero lo hace de forma mucho más reducida y los países avanzan responsablemente en los estudios con el fin de producir con carga negativa cero. También en eso Uruguay se destaca, prueba de ello es la certificación de carbono neutro de Minerva Foods y los estudios que se llevan a cabo tanto en ovinos como vacunos, con la participación de diferentes sociedades de criadores e instituciones como el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).

LA QUEMA “INNECESARIA” DE GAS.

Volviendo al Informe de seguimiento, éste hace hincapié en que “los 10 principales países que queman gas representaban el 75% de la totalidad de la quema de gas y el 50% de la producción de petróleo mundial en 2021. De esos 10 países, 7 han ocupado esa posición de manera constante durante la última década: Rusia, Iraq, Irán, Estados Unidos, Venezuela, Argelia y Nigeria. Los otros tres, México, Libia y China, han mostrado importantes aumentos en la quema de gas en los últimos años”.

Una palabra clara que surge del texto es “innecesaria”: “En 2021, se quemaron innecesariamente 144.000 millones de metros cúbicos de gas en instalaciones de prospección y extracción de petróleo y gas de todo el mundo, lo que generó alrededor de 400 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono equivalente; 361 millones de esas toneladas se emitieron en forma de dióxido de carbono y 39 millones de esas toneladas en forma de metano”.

Parece evidente que la comunidad internacional debe presionar para que el sector energético global corrija ese comportamiento, y el Banco Mundial advierte que “muchas veces es subestimada la importancia de integrar la descarbonización del sector del petróleo y el gas en iniciativas y debates sobre el clima más amplios”.

En ese sentido es clave reducir la contaminación por la quema, pero también el venteo (liberar gases) y las emisiones fugitivas: “Es fundamental poner fin a la quema de gas en los establecimientos de producción petrolera, tanto para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como para conservar el gas para fines productivos; por ejemplo, para generar electricidad en comunidades pobres que satisfacen sus necesidades energéticas con combustibles más contaminantes”.

Informe de seguimiento de la quema de gas en el mundo de 2022 (en inglés): 2022-Global-Gas-Flaring-Tracker-Report.pdf (worldbank.org)

Solo diez países del mundo comparten con Uruguay su distintivo de mejora ganadera.

Solo diez países del mundo comparten con Uruguay su distintivo de mejora ganadera.

INIA y las sociedades de criadores son protagonistas en la mejora de la ganadería nacional en un proceso que pocos países del mundo han comenzado a recorrer en ganado vacuno lechero, de carne y ovinos.

La visión integral del animal en el sistema, las evaluaciones genéticas de larga data y la sinergia de la investigación con los productores son algunas de las cualidades que diferencian el trabajo que ha hecho Uruguay para que su ganadería progrese y sea más competitiva. También son las características que llamaron la atención de diferentes comitivas extranjeras de referencia que visitaron el país entre abril y mayo y que no dudaron en afirmar que “como máximo habrá diez países en el mundo que están haciendo lo que está haciendo Uruguay”.

El Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) es, junto con las sociedades de criadores, uno de los protagonistas en este tema, ya que es responsable de las evaluaciones genéticas que se realizan en el país en bovinos lecheros, de carne y ovinos. Mediante información productiva y genealógica que es relevada hace décadas los sistemas nacionales de evaluación genética estiman las diferencias esperadas en la progenie, es decir, el mérito genético que cada animal tiene para determinadas características de interés y que transferirá a su descendencia.

“Con las evaluaciones se provee la información para identificar a los animales que son genéticamente superiores en las características de interés económico y ahora también ambiental. Eso es de gran utilidad para las cabañas y los productores ya que disponen de información objetiva para seleccionar a los mejores animales para que sean padres de la siguiente generación y así contribuir al progreso de la producción a través de la genética”, explicó la Ing. Agr. Elly Navajas, investigadora principal de la Unidad de Biotecnología y del Programa de Carne y Lana de INIA.

Las características que se miden son las que tienen incidencia en aspectos productivos y en la calidad del producto, como ser el peso al nacer y al destete, el área del ojo del bife, la grasa intramuscular y el espesor de la grasa, la habilidad lechera, la fertilidad y el peso y diámetro de la lana, entre otros. 

Sin embargo, con una visión anticipada de las demandas que actualmente exigen los mercados de alto nivel, desde 2014 en la Central de Prueba de Toros de la Sociedad de Criadores de Hereford INIA también comenzó a medir la eficiencia de conversión, es decir, a identificar los animales que producen igual, pero comiendo menos alimento; y a cuantificar el metano que emiten. Estas características son relevantes, entre otras cosas, por su contribución a la mitigación de los gases de efecto invernadero, y se miden además en varias razas ovinas en INIA La Magnolia.

Además de estas mediciones, INIA extrae muestras de ADN y cuenta con información genómica de los animales que, sumada a los registros de eficiencia y emisiones de metano, conforman una población de entrenamiento o de referencia para hacer selección. Ya está funcionando en Angus, Hereford y Holando, y permite que, a partir de una muestra de ADN de un animal, se pueda predecir su mérito genético.

“Con esa base de datos que denominamos población de referencia se traduce la información contenida en el ADN del animal en una estimación de su valor genético para las diferentes características. Esto se hace con una ‘ecuación de predicción’”, dijo la investigadora.

“Incluir información del ADN en los sistemas de evaluación permite acelerar el progreso genético de las razas por selección porque se logra una estimación más precisa y a una edad más temprana de las cualidades que el animal trasladará a su descendencia. Además, facilita que las cabañas puedan elegir a los futuros padres basándose en características nuevas de difícil medición como la eficiencia de conversión y las emisiones de metano”, agregó Navajas.

Para explicar la posición de Uruguay en el contexto mundial respecto al estudio de estos temas, la investigadora se remitió a las impresiones de los diferentes expertos de la Fundación Bill y Melinda Gates, del CLEAR Center de la Universidad de California-Davis y de la comitiva especializada en clima enviada por Estados Unidos que visitaron el país y conocieron de primera mano algunos de los experimentos de INIA.

“La reacción de los visitantes que recibimos en los últimos dos meses expresan el lugar en el que está Uruguay. Lo que los sorprende gratamente son las mediciones, la infraestructura, el histórico de las evaluaciones, la sinergia de la ciencia con el sector productivo y la visión integral que tenemos del ganado y los sistemas de producción. Uno de los expertos extranjeros que vino comentó que ‘como máximo habrá diez países en el mundo que están haciendo lo que está haciendo Uruguay’”, apuntó Navajas. Esa lista se completa con Nueva Zelanda, Australia, Canadá, Francia, Irlanda y otros países europeos.  “INIA trabaja en conjunto con algunos de estos países en proyectos internacionales como Smarter y GrassToGas”, agregó.

Finalmente, con una visión a futuro la experta señaló que “los aspectos que tienen que ver con la visión global del animal productivo, resiliente y eficiente implica estar siempre atentos y considerar características relacionadas con el desempeño productivo y reproductivo, con el manejo global de la salud del animal y con la adaptación al cambio climático”.

Asimismo, concluyó que el país puede “hacer mucho más y mejor”. “Así como la selección genómica acelera y fortalece el proceso de mejoramiento, creo que podemos tener iniciativas que nos fortalezcan en forma contundente y en más corto plazo, en mitigación de gases de efecto invernadero, sin perder de vista la producción. Eso requiere financiación, revisar la estrategia y ver cómo reagruparnos para poder dar un paso más sustancial que siga sumando al progreso genético y su aporte a la competitividad de la ganadería uruguaya”, finalizó.

Fonterra estudia algas marinas para reducir la emisión de metano en tambos.

Fonterra estudia algas marinas para reducir la emisión de metano en tambos.

Investigaciones realizadas por una agencia australiana demostraron que es posible reducir las emisiones más del 80% en ensayos de laboratorio. Ahora hay que trasladar ese logro a los tambos y que sea comercial y productivamente beneficioso.

Sea forest, una compañía australiana, y la cooperativa láctea Fonterra están estudiando el potencial de las algas Asparagopsis (foto) para reducir el metano en un sistema de cultivo alimentado con pasto. Csiro, una agencia australiana de investigación demostró que las emisiones se reducen considerablemente (más del 80%) en ensayos de laboratorio.

Jack Holden, gerente general de sostenibilidad de Fonterra, dijo a Dairy Reporter que el uso de las algas debe probarse fuera del laboratorio: “Necesitamos averiguar si podemos usar este suplemento de una manera que sea segura para las vacas, segura para los consumidores y para garantizar que no haya impacto en el sabor o la calidad de la leche”.

Los estudios llevan ya dos años y se ha trabajado con 900 vacas lecheras en Australia, las que “han sido alimentadas con pequeñas cantidades del suplemento de algas marinas y los resultados han sido prometedores en cada etapa. Ahora estamos expandiendo la prueba a través de tres tambos adicionales, para probar la aplicación del suplemento a escala comercial”, explicó sobre el avance de la investigación.

Además de lo expresado en el párrafo anterior, es importante que el uso de las algas sea “fácil de implementar y beneficioso para los agricultores” porque de lo contrario los productores no podrán adoptar su uso. “Si el ensayo resulta exitoso, hemos acordado con Sea Forest que los agricultores de Fonterra tendrán primero acceso a la solución comercial de Asparagopsis”.

El CEO y fundador de Sea Forest, Sam Elsom, comentó que “Asparagopsis es un alga común nativa de las aguas de Tasmania y Nueva Zelanda” y que esa empresa es “la primera en el mundo en cultivarla a escala comercial a través de la acuicultura marina y terrestre”.

OTRAS TECNOLOGÍAS Y HERRAMIENTAS EN LA FASE INVESTIGATIVA.

Asimismo, desde Fonterra se es consciente que la lucha contra el metano no será sólo a través de una herramienta, sino que deberán ser varias tecnologías, y el uso de las algas es una de ellas.

Asparagopsis sería una de las varias soluciones que se están investigando, publicó Dairy Reporter. (En base a artículo de Jim Cornall. Foto de Fonterra).

INIA trabaja en la oveja más deseada: Eficiente, resiliente y con menos metano.

INIA trabaja en la oveja más deseada: Eficiente, resiliente y con menos metano.

“Habitualmente el foco está en características de producción y calidad de producto, pero con las mediciones que hace INIA se evalúan también variables de salud, bienestar animal, comportamiento, eficiencia y emisiones, entre otras”, dijo el Ing. De Barbieri de INIA.

Para estar preparados ante los desafíos que impone el mercado, responder a las exigencias cada vez mayores de los consumidores y capitalizar los beneficios económicos, ambientales y sociales que implica, el Programa de Carne y Lana del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) lleva adelante múltiples proyectos que, de manera integral, apuntan a obtener ovinos más eficientes, resilientes, productivos y que emitan menos metano.

Estos proyectos responden a dos de las metas que se propuso el instituto en su Plan Estratégico en base a las demandas recogidas en el sector y que se desprenden de las exigencias de los mercados de primer nivel donde quieren posicionarse. Una de ellas es disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y la otra es aumentar la eficiencia de conversión de los ovinos, es decir, que produzcan igual, pero comiendo menos alimento.

Para lograrlo, los investigadores de INIA en conjunto con instituciones como la Universidad de la República y el Secretariado Uruguayo de la Lana, realizan mediciones en diferentes puntos del país que les permiten conocer múltiples características de las poblaciones de las razas Merino Australiano, Merino Dohne, Corriedale y Texel que están bajo su evaluación genética.

“Habitualmente el foco está en características de producción y calidad de producto, pero con las mediciones que hace INIA se evalúan también variables de salud, bienestar animal, comportamiento, eficiencia y emisiones, entre otras. Así logramos una visión integral del animal y también del sistema donde está produciendo, ya que se realizan mediciones de características medioambientales en los propios predios comerciales de los productores de lana y carne ovina. Ese es un diferencial”, explicó el Ing. Agr. Ignacio De Barbieri, investigador del Programa de Carne y Lana de INIA.

Para evaluar la productividad, uno de los proyectos que lidera el instituto busca generar y poner a disposición herramientas de selección objetivas y precisas que promuevan el mejoramiento genético en aquellos rasgos económicamente relevantes para los diferentes sistemas de producción.

En lo que refiere a rasgos de resiliencia en condiciones ambientales cambiantes y desafiantes, actualmente INIA tiene proyectos en los que evalúa el temperamento del ovino y su sistema inmunológico, y otro en el que trabaja para desarrollar herramientas para el control de los parásitos gastrointestinales que lo afectan.

De manera complementaria, los proyectos Smarter, Rumiar y Grass2Gas son los que permiten al instituto cuantificar las emisiones de metano de los ovinos e identificar cuáles son los que producen igual que otros, pero comiendo menos alimento, es decir, los más eficientes.

Los beneficiarios de que los ovinos sean más productivos, eficientes, resilientes y que emitan menos metano son los productores, los consumidores y el Uruguay en general. Para el productor implica reducir costos y valorizar el producto y el sistema, lo que podría redundar en mayores ingresos. “También hay un componente de motivación para la gente, porque trabajar con animales enfermos o con complicaciones es difícil”, apuntó De Barbieri.

Desde el punto de vista del consumidor final, “si pensamos en el más exigente, que se interesa por el animal, el ambiente y la mano de obra, va a acceder a productos derivados de animales que, al ser más resilientes, han sobrellevado una vida mejor ante el estrés; que fueron producidos en un sistema donde el ambiente se cuidó, y donde las personas involucradas en el proceso accedieron a buenas condiciones de trabajo”, destacó Ciappesoni.

Para Uruguay, en tanto, “si hay buenos precios y el producto se coloca en destinos competitivos, eso repercute en la economía nacional. Además, si proyectamos en el tiempo sistemas de producción que cuidan el ambiente, esto también beneficia a toda la población”, agregó De Barbieri.

Para que estas ventajas alcancen a todos los beneficiarios es clave que, en primer lugar, la información y el conocimiento obtenidos por INIA se trasladen al sector. Ciappesoni explicó que “los resultados obtenidos en los proyectos por diferentes vías se comparten con las cabañas, que son quienes producen genética y quienes luego derraman esa genética en la población comercial que es a la que se quiere llegar. El reto está en generar estrategias para que lleguen más rápido de las cabañas a esos productores comerciales”.

Finalmente, se refirieron al tiempo que tomará alcanzar el “ovino del futuro”. “El punto de llegada se va corriendo porque las demandas cambian y eso hace que el camino no termine nunca para los investigadores. Por ejemplo, hace 20 años el desafío que teníamos era afinar el diámetro de la fibra y se generaron las herramientas para hacerlo posible. Hoy es lograr animales más eficientes, resilientes y que cuiden el ambiente. El trabajo de años en INIA nos permite tener datos muy valiosos sobre los ovinos que reúnen estas cualidades. Aun así, que esos rasgos se extiendan a toda la majada va a llevar años, pero estamos en el proceso. Y embarcarnos en el proceso es estar transitando ese futuro”, concluyó De Barbieri.

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