El enfoque para reducir el metano no es producir menos carne y leche, sino mejorar la productividad para que, a través de una mayor eficiencia, haya menos kilos de metano por kilo producido.
Montevideo | Todo El Campo | En Uruguay los productores aprovechan menos del 50% del pasto que se produce, lo que limita la eficiencia y la rentabilidad de la ganadería y la lechería. Para reducir esta brecha, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) anunció en Expo Prado que formará parte de Time2Graze, un proyecto apoyado por el Global Methane Hub (GMH) que promueve el desarrollo de herramientas digitales orientadas a optimizar la planificación y gestión del pasto.
“GMH es una organización sin fines de lucro que nuclea los aportes de más de 30 fundaciones internacionales que destinan sus fondos a la reducción de las emisiones de metano en el mundo. En el agro, y particularmente en nuestra región, en Asia y en África, el enfoque para reducir el metano no es producir menos carne y leche, sino mejorar la productividad para que, a través de una mayor eficiencia, haya menos kilos de metano por kilo producido. En los sistemas pastoriles esto se logra con más pasto cosechado y a eso apunta el proyecto Time2Graze, a desarrollar y mejorar la adopción de tecnologías que puedan aumentar esa cosecha”, explicó Santiago Fariña, responsable del Programa de Agricultura y Ganadería del GMH.
Según detalló durante la actividad, el proyecto está en cuatro países de África, dos de la zona tropical de Sudamérica y dos de la zona templada de Sudamérica. En esta última región, uno de ellos es Uruguay y quien liderará la iniciativa será INIA, “porque es una organización destacada entre los institutos de investigación y transferencia en la región; tiene muy buena llegada con el sector, que es fundamental en estas iniciativas de adopción tecnológica, y trabaja fuertemente en procesos de innovación y desarrollo de tecnología”, destacó Fariña.
“La iniciativa se apoya en la experiencia que acumulamos en INIA en el desarrollo y aplicación de la plataforma 3RWeb. El sistema 3R (Recorrida, Rotación y Remanente) es una metodología que diseñamos para mejorar la gestión del pastoreo, permitiendo a los productores tomar decisiones basadas en información objetiva sobre la disponibilidad y el uso del pasto. Luego se creó la herramienta digital 3RWeb, que integra los datos de campo y facilita la toma de decisiones en tiempo real”, detalló Nicolás Baráibar, técnico de INIA que lideró este trabajo.
Con un horizonte de tres años, el cometido de Time2Graze será adaptar y fortalecer la herramienta 3RWeb mediante la integración de datos satelitales y nuevos módulos (nutrición animal, calidad de forrajes y estimación de emisiones), así como validar y escalar su uso en predios piloto con participación de productores y asesores. Además, se capacitará a técnicos, productores y estudiantes para generar capacidades locales que aseguren su sostenibilidad en el largo plazo y la adopción en el territorio.
Para lograrlo, INIA contará con el apoyo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina (INTA) a nivel regional, y de Progan y la Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC) a nivel local. Progan apoyará la implementación en predios piloto y facilitará el vínculo con productores referentes, y UTEC contribuirá a la formación de personas en el uso de la tecnología.
“Planificar el pastoreo en base a datos y a herramientas digitales, no solo mejora la productividad y ayuda a mitigar las emisiones de metano, sino que también impulsa la digitalización del sector y abre oportunidades laborales a técnicos y profesionales vinculados a la producción”, valoró Baráibar.
En este sentido, desde 2023 INIA realiza capacitaciones con el fin de especializar a los participantes en la gestión del pastoreo. “Desde entonces, ya son cuatro las capacitaciones realizadas, 100 profesionales, técnicos y estudiantes avanzados formados y cerca de 70 acreditados”, destacó Sofía Stirling, directora del Sistema Lechero de INIA.
Durante la actividad, se entregaron las acreditaciones a quienes participaron de la cuarta edición de la capacitación, que tuvo lugar este año. “La formación fue muy enriquecedora e interesante. Valoramos la interacción con nuestros colegas y con los técnicos de INIA. La herramienta es muy innovadora y útil, nos gusta porque la podemos aplicar en los sistemas en los que trabajamos. También”, destacó Andrea Amarillo, una de las acreditadas.
Santiago Minarrieta, otro de los acreditados, resaltó que para él “fue una experiencia muy buena. Es una herramienta muy práctica para ordenar la gestión del pasto en los establecimientos, tanto lecheros como ganaderos. Nosotros ya lo estamos aplicando en un tambo en Paysandú y la verdad que sentimos que está dando buenos resultados”.
El mundo incorpora nuevas exigencias y Uruguay ocupa un posicionamiento de liderazgo. ¿Cómo llegamos a ese reconocimiento?, parte de eso se conocerá el 29 de agosto en INIA Tacuarembó.
Montevideo | Todo El Campo | Tacuarembó será sede, el 29 de agosto, del seminario Celebrar, conectar y proyectar: Crilu, evento que tendrá lugar en el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) Tacuarembó, y cuyo objetivo es reconocer la trayectoria del Consorcio Regional de Innovación de Lana Ultrafina (Crilu), compartir los principales avances técnicos y proyectar los desafíos futuros.
El Ing. Agr. Gabriel Ciappesoni (INIA), que el 29 presentará la exposición “Merino del Uruguay: avances genéticos para una producción sustentable”, dijo que en nuestro país hay trabajos desde hace 25 años en busca de mejorar la genética en la raza, y ahora se incorporan otras características, pasando de un enfoque productivo (más lana) a un enfoque que también atiende la sustentabilidad, “básicamente estamos hablando del consumo de alimentos, eficiencia y mediciones de metano que Uruguay lidera en el mundo ovino internacional y especialmente en la raza del Merino Australiano”.
Estas mediciones comenzaron en 2018 con el proyecto Rumiar vinculado a otros proyectos internacionales. Hoy hay dos proyectos que son SustainSheep y GreenBreeding y este último es liderado por Australia con la participación de Nueva Zelanda, Reino Unido, Irlanda y Uruguay. En SustainSheep son prácticamente los mismos socios con la incorporación de Noruega y Francia. “Todos estamos más o menos en lo mismo, midiendo metano” de forma individual de cada ovino. Uruguay tiene la particularidad que los ovinos consumen de forma individual, y en 2024 se lanzó con el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) la evaluación genómica con todas estas características”.
Un dato positivo es que el “mejorar la eficiencia de los animales no se afectan otras características productivas”.
Otro aspecto es que “en la raza Merino eso está asociado a algunos sistemas de venta de lanas, especialmente la de altísima calidad”.
Todos esos datos se publicaron y se van a presentar el 29 de agosto, incluyendo un texto con todos los artículos publicados en los últimos 10 años de Crilu, no solo de INIA, también del SUL y privados, además de encuestas realizadas a los privados.
El entrevistado destacó que Crilu no es solo lana, sino también carne.
Elegir la genética como herramienta central, en la que Uruguay tiene mucho para aportar a nivel regional e internacional.
Montevideo | Todo El Campo | Con el objetivo de reducir las emisiones de metano en el ganado vacuno y ovinos, contemplando además características productivas y reproductivas, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) llevará adelante dos proyectos que se financiarán a través de una propuesta global respaldada por el Bezos Earth Fund y el Global Methane Hub. Más de 50 centros de investigación, de más de 25 países formarán parte de esta iniciativa, que contará con un presupuesto total de 27,4 millones de dólares y contribuirá a identificar y ampliar la ganadería climáticamente eficiente en el mundo.
El proyecto forma parte del programa Global Methane Genetics, una colaboración mundial que busca que la disminución de emisión de metano sea un componente estándar en la mejora genética del ganado. Entre sus cometidos, se evaluarán a más de 100.000 animales entre todos los países, se recopilarán datos sobre las emisiones de metano y se integrarán los resultados en los programas de mejora para generar beneficios climáticos a largo plazo y de bajo costo.
“Esta iniciativa es una piedra angular de un esfuerzo global más amplio para acelerar la investigación de bien público sobre el metano entérico”, dijo Hayden Montgomery, director del Programa de Agricultura del Global Methane Hub. “Junto con el Bezos Earth Fund, como parte del Enteric Fermentation R&D Accelerator, estamos construyendo una base abierta y coordinada que abarca países, razas y especies, y brindando soluciones prácticas que reducen las emisiones y apoyan a los ganaderos de todo el mundo”.
En este contexto, INIA liderará un proyecto sobre vacunos de carne en Latinoamérica, junto con Brasil, Argentina y México; y será socio en un proyecto sobre ovinos, liderado por Australia, junto con Irlanda, Nueva Zelanda y Reino Unido. Ambos se extenderán hasta por cinco años.
La línea de trabajo en ganadería vacuna permitirá registrar aproximadamente 7.000 animales, 2.000 de ellos de la raza Hereford en Uruguay, y tendrá como principal beneficio para los cabañeros y productores comerciales la posibilidad de disponer de indicadores genéticos (diferencia esperada de progenie – DEP) vinculados a metano para elegir los animales que emiten menos.
El Instituto uruguayo cuenta con una década de trabajo conjunto con la Sociedad de Criadores de Hereford en materia de consumo y eficiencia de conversión de alimentos, con base en la Central de Pruebas de Kiyú. En los últimos años, gracias a proyectos financiados por INIA, se añadieron los registros de emisiones de metano, comenzando el desarrollo de una población de referencia para este rasgo.
En base a una colaboración público-privada de largo plazo se ha construido una plataforma que conecta la Central de Pruebas de Kiyú con otros rodeos para poder generar datos de emisiones de metano integrando condiciones de pastoreo y confinamiento.
En el caso del proyecto de ovinos, INIA es la contraparte de Uruguay, siendo el único socio de un país en desarrollo. La iniciativa incluye las razas Corriedale, Merino Australiano, Merino Dohne y Texel, y pretende medir, al menos, 16.600 animales en cuatro años, de los cuales 3.000 serán de la majada nacional.
Gracias a diferentes proyectos locales financiados por INIA (Rumiar, y Genera) e internacionales (Smarter, GrassToGas y Sustain Sheep) se ha desarrollado una plataforma de registros (fenotipado) en INIA La Magnolia donde, desde 2018, se evalúan el consumo y la eficiencia de conversión de alimento y las emisiones de metano. Además, hace tres años que se registran animales de los núcleos del Instituto y de las cabañas comerciales, en colaboración con las sociedades de criadores de las diferentes razas.
Asimismo, a partir del año pasado INIA y el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) publicaron la evaluación genómica de la raza Merino Australiano. Esta incluye la evaluación de consumo de alimento, eficiencia de conversión y emisiones de metano, entre otras características. Tanto el SUL, como las sociedades de criadores de cada raza serán socios locales claves para desarrollar este proyecto.
“En INIA nos comprometemos a promover una producción ganadera más eficiente y sostenible, y la investigación y desarrollo en genética es una herramienta clave para lograrlo. Formar parte de esta iniciativa internacional afianza nuestros esfuerzos para reducir las emisiones de metano en ovinos y vacunos, combinando ciencia de vanguardia con un profundo conocimiento de nuestros sistemas pastoriles. Nos enorgullece contribuir, desde el sur de Latinoamérica, a una solución global basada en la innovación y la colaboración”, afirmó el Dr. Miguel Sierra, presidente de INIA.
“Reducir el metano del ganado es una de las soluciones más ingeniosa que tenemos para frenar el cambio climático”, afirmó el Dr. Andy Jarvis, director del Futuro de los Alimentos del Bezos Earth Fund. “Gracias a la colaboración con el Global Methane Hub, apoyamos una iniciativa que utiliza prácticas de selección tradicionales para identificar y promover el ganado que naturalmente tiene bajas emisiones, asegurando así beneficios climáticos para las generaciones futuras”.
Desde INIA destacaron el foco de la iniciativa, que apunta a reducir las emisiones de metano, en equilibrio con la productividad, para poder incorporarlo en los planes de mejora genética ya existentes. También apuntaron que elegir la genética como herramienta central, en la que Uruguay tiene mucho para aportar a nivel regional e internacional, demuestra el enfoque a largo plazo y de mejora continua.
Con el tiempo, este enfoque podría reducir las emisiones de metano del ganado de los países involucrados entre un 1,0 % y un 2,0 % cada año (lo que sumaría una reducción del 30 % en las próximas dos décadas) sin cambiar las dietas, la infraestructura, ni la productividad.
A nivel local, desde INIA destacaron que esta iniciativa permitirá desarrollar y fortalecer las evaluaciones genéticas nacionales; robustecer las plataformas de registros (fenotipado), unificando los protocolos a nivel internacional, así como metodologías para la evaluación genética, y expandir la mejora a otras poblaciones no registradas, gracias a la inclusión de información molecular (genómica), entre otros beneficios esperados.
Los sistemas integrados de producción forestal y ganadera pueden compensar las emisiones mediante captura de CO2 en la biomasa de los cultivos forestales.
Montevideo | Todo El Campo | Un artículo publicado en la última edición de la revista INIA (setiembre 2024) señala que “para compensar emisiones” se debe forestar “entre 1,6% y 10,1% del área”. Esa es una de las conclusiones a la que arriba el trabajo realizado por un equipo de investigadores compuesto el Ing. Agr. Juan Manuel Soares de Lima, la Ing. Agr. Cecilia Rachid; BQ Leonidas Carrasco-Letelier; y el Ing. Agr. PhD. Fabio Montossi.
El texto señala que el aporte de Uruguay al calentamiento global es “extremadamente bajo”, de apenas 0,08%; pero “el metano de origen entérico del ganado constituye la principal fuerte de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) del país”.
Sin embargo, “los sistemas integrados de producción forestal y ganadera pueden compensar las emisiones mediante captura de CO2 en la biomasa de los cultivos forestales”, y para demostrarlo se presentó un estudio realizado en la empresa Forestal Caja Bancaria en la zona de El Carmen, en el departamento de Durazno. “donde se combina la forestación comercial con ganadería semi-intensiva”.
LAS CONCLUSIONES.
Como suele realizarse en este tipo de artículos de información científica, se explican las características del establecimiento y la metodología, para luego llegar a las siguientes conclusiones:
Se requiere tener forestado entre 1,6 y 10,1% del área en un predio con integración ganadero-forestal, para compensar las emisiones de un sub-sistema ganadero similar al estudiado.
Expresado en cabezas de ganado, 1 ha de eucaliptos destinado a celulosa podría compensar la emisión de 20 a 70 animales y 1 ha de pinos para madera aserrable podría compensar la emisión de 11 a 32 cabezas, según el coeficiente utilizado.
Los diferentes coeficientes usados para expresar las emisiones de GEI impactan significativamente en la magnitud de las huellas de carbono. Esto no sólo puede llevar a la confusión de los usuarios, sino también tener efectos sobre políticas públicas y el agronegocio del carbono. Por esta razón se recomienda el uso simultáneo de al menos dos de estos coeficientes y así proveer estimaciones claras y comparables.
El estudio evidencia el impacto potencial de diferentes plantaciones forestales sobre la producción ganadera y los beneficios ambientales y comerciales que ello podría generar.
Este trabajo explora el potencial de compensación de emisiones ganaderas de las especies forestales desde un enfoque físico y biológico. Cuestiones asociadas a los mercados de C como políticas locales e internacionales, el concepto de adicionalidad o la doble contabilidad en la reducción de emisiones son aspectos que trascienden a este trabajo pero deben ser consideradas cuidadosamente antes de plantear cualquier emprendimiento asociado a este tema.
Los satélites y aviones de teledetección pueden inspeccionar rápidamente grandes áreas de forma rutinaria. Algunos satélites pueden acercarse a sitios individuales en alta resolución.
Arizona, Estados Unidos | Todo El Campo | La tecnología utilizada en satélites podrá permitirá enfocar las cuencas productivas de petróleo, gas, carbón y agropecuaria, como zonas urbanas con refinerías, plantas de tratamiento de aguas residuales y vertederos, todo para determinar con la mayor certeza posible las emisiones de metano.
Un artículo que Riley Duren, científico e investigador de la Universidad de Arizona, publicó en The Conversation (publicación de académicos y periodistas especializados), explica el uso de satélites con ese fin. Duren es director ejecutivo de Carbon Mapper, una la organización sin fines de lucro que lanzará satélites para poder medir de mejor manera el metano que liberan cada actividad.
Según el artículo, el metano es el segundo contaminante más común del calentamiento global después del dióxido de carbono. No permanece en la atmósfera tanto tiempo, solo alrededor de una década en comparación con los siglos que pasó con el dióxido de carbono, pero tiene un gran impacto.
La capacidad del metano para calentar el planeta es casi 30 veces mayor que la del dióxido de carbono en 100 años, y más de 80 veces en 20 años. Se puede pensar en el metano como una manta muy eficaz que atrapa el calor en la atmósfera, calentando el planeta, escribió.
¿Por qué son necesarios los satélites para detectar fugas de metano? Porque el metano “es invisible e inodoro”; y sin instrumentos adecuados “no sabrías que tienes una enorme columna de metano al lado tuyo”.
¿CÓMO SE CALCULAN LAS EMISIONES? CON EL INVENTARIO.
La contabilización del metano se hace con un método del siglo XIX llamado inventario. El cálculo de las emisiones se hace en función de la producción reportada en los pozos de petróleo y gas o la cantidad de basura que va a un vertedero, donde los desechos orgánicos generan metano a medida que se descomponen. Hay mucho margen de error en esta contabilidad basada en supuestos; Por ejemplo, no tiene en cuenta las fugas desconocidas o la ventilación persistente.
Sin embargo, los satélites y aviones de teledetección pueden inspeccionar rápidamente grandes áreas de forma rutinaria. Algunos de los satélites más nuevos pueden acercarse a sitios individuales en alta resolución, por lo que es posible identificar superemisores de metano en la plataforma de pozo, la estación de compresión o la sección específica de un vertedero.
Un ejemplo del poder de la teledetección se puede ver en el reciente artículo en la revista Science.org. El artículo refiere al estudio del 20% de los vertederos a cielo abierto en Estados Unidos con aviones y descubrimos que las emisiones en promedio eran un 40% más altas que las emisiones informadas al gobierno federal utilizando una contabilidad basada en suposiciones.
Lo importante es que si los científicos pueden monitorear las regiones con frecuencia y de manera consistente desde los satélites, entonces pueden señalar la actividad de los superemisores y notificar al operador rápidamente para que el operador pueda encontrar el problema mientras aún está sucediendo y reparar cualquier fuga.
¿QUÉ PUEDEN HACER LOS NUEVOS SATÉLITES QUE CARBON MAPPER PLANEA LANZAR QUE OTROS AÚN NO LO HAYAN HECHO?
Los nuevos satélites que Carbon Mapper planea lanzar tienen capacidades diferentes y, a menudo, complementarias: MethaneSat es como una lente gran angular que producirá una imagen muy precisa y completa de las emisiones de metano en grandes paisajes. Los satélites de Carbon Mapper Coalition complementarán a MethaneSAT actuando como una colección de teleobjetivos: podremos acercarnos para identificar emisores individuales de metano, como si nos acercáramos a un pájaro que anida en un árbol.
Se podrá enfocar los satélites de la Carbon Mapper Coalition en las cuencas de producción de petróleo, gas y carbón; las principales zonas urbanas con refinerías, plantas de tratamiento de aguas residuales y vertederos; y las principales regiones agrícolas.