La próxima semana INIA y Crilu renovarán la alianza para dar inicio a la segunda etapa de trabajo que potenciará la innovación y el agronegocio de lanas y carne Merino de alto valor.
El próximo martes 19 de julio el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), la Sociedad de Criadores de Merino Australiano del Uruguay y los productores consorciados fundacionales que conforman el Consorcio Regional de Innovación de Lana Ultrafina (Crilu) renovarán esta alianza para iniciar una segunda etapa de trabajo que se enfocará en potenciar la innovación y el agronegocio de lanas y carne Merino de alto valor.
Crilu es una alianza público-privada creada en el año 2010 con el principal objetivo de valorizar la lana Merino nacional y hacerla más competitiva. Con una visión integral de la ovinocultura, el consorcio no solo se centró en el afinamiento de la materia prima, sino que también trabajó en conjunto con otras instituciones en la capacitación de productores, el control de enfermedades, la mejora de la presentación del producto y en alternativas para comercializarlo.
Esta segunda edición se extenderá por seis años y uno de sus enfoques será el agronegocio. “La idea no solo es tratar de mejorar la productividad y la calidad vía la investigación e innovación, sino también ser un facilitador y articulador de nuevas oportunidades y alternativas comerciales para el sector ovino”, explicó Juan Pérez Jones, presidente del Crilu. Asimismo, señaló que la transferencia de tecnología será otro eje central, “y para eso nos interesa capacitar a productores, técnicos y colaboradores, para que se especialicen en la producción de este tipo de lana y carne ovina”.
Otra de las líneas de acción que cobrará relevancia en este periodo del consorcio será la vinculada a la carne. “Una forma de valorizar estos sistemas y ofrecerle más beneficios al productor es incorporar la carne como otro producto de relevancia. Creemos que puede haber un público similar al de las lanas superfinas y ultrafinas que esté dispuesto a pagar por carne de calidad producida en ambientes naturales, sostenibles y éticos”, señaló Fabio Montossi, investigador principal referente del Programa de Carne y Lana de INIA.
“Esto requiere no solo trabajar en el sabor, la terneza y otros atributos intrínsecos de la carne, sino también a nivel de los procesos de producción, probando que realmente más del 95% del área donde se produce es campo natural y/o mejoramientos extensivos, donde hay muy poca aplicación de agroquímicos, se conserva el ambiente y la biodiversidad y se cuida el bienestar animal”, agregó el experto.
Actualmente, el consorcio está conformado por 42 productores de entre 115 y más de 5.000 hectáreas que producen 400.000 kilos de lana en total con un promedio de menos de 18 micras. En esta segunda etapa, el objetivo será llegar a más productores ovejeros, creciendo hacia todas las regiones ganaderas del Uruguay. Para eso, se abrirá un llamado a interesados que se extenderá desde el 19 de julio al 19 de agosto. En ese plazo deberán comunicarse al correo secretaria@crilu.org.uy, al teléfono 4632.24.07 interno 1306 o al celular 099.969.392.
A nivel país, Pérez Jones señaló que “Crilu es una excelente propuesta de valorización de la producción ovina y podría ser parte de una política público-privada que apunte a ese objetivo”. En ese sentido, afirmó que “si el Poder Ejecutivo quiere buscar un proceso para mejorar la competitividad de este sector, lo puede encontrar en Crilu. Es una propuesta tecnológica muy competitiva, con lógica de agronegocio que puede crecer en el país rápidamente y cambiar la realidad del rubro”.
Importantes hitos.
En los primeros diez años de funcionamiento, esta alianza alcanzó importantes hitos. “Una de las metas era llegar a un millón de kilos por debajo de 20 micras y eso se logró antes de la primera década del proyecto. Desde que comenzamos, la majada Merino del Uruguay bajó de 22 a 19 micras promedio, los lotes de lana de los consorciados rondan las 18 micras promedio y hay casos por debajo de las 17 micras o menos donde se captura más valor”, dijo Pérez Jones. También destacó que a nivel país, en los últimos 20 años las lanas por debajo de las 20,5 micras aumentaron en cantidad (+134%) y representan en la actualidad el 32% de la producción nacional.
“Desde el punto de vista tecnológico, científico y productivo se cuestionaba si en Uruguay se podía generar una nueva versión del Merino con ese valor agregado y con Crilu se pudo. De hecho, hoy con la producción de lana de dos ovejas por hectárea de menos de 18 micras y cuatro kilos de vellón, el productor ovejero puede pagar la renta de una hectárea ganadera en este tipo de campos”, destacó Montossi.
También subrayó que las tecnologías propuestas por el consorcio “han permitido aumentar 40% la producción de carne y 20% la lanera por hectárea”. En forma adicional, estudios de la Federación Uruguaya de Grupos CREA con Crilu muestran que se aumenta sustancialmente el ingreso con lanas por debajo de las 18 micras y el ovino se transforma en un componente esencial de la economía del productor. En un periodo de varios años y múltiples empresas analizadas, se observó una correlación directa entre la reducción de finura del lote de lana y el ingreso de capital de dichas empresas.
Sostenibilidad.
La sostenibilidad fue otro tema prioritario de la primera década de trabajo y se mantendrá para este período. “En materia ambiental tenemos en marcha los proyectos Rumiar y Smarter, donde el mayor número de animales evaluados son las progenies del núcleo de la Unidad Experimental de Glencoe, y se ha evidenciado que es posible seleccionar a los animales que producen carne y lana de altísimo valor, pero consumiendo menos alimento y emitiendo menos metano. Además, en los predios de algunos productores consorciados estamos midiendo la huella de carbono y biodiversidad en la producción de carne y lana, y de todo el establecimiento”, explicó Montossi.
Sobre el final, Pérez Jones destacó que, “según un estudio realizado por Equipos Consultores y financiado por la Agencia Nacional de Desarrollo el impacto económico de Crilu en los beneficiarios directos se valuó en 50 millones de dólares”. En ese sentido, concluyó que “es una plataforma de investigación e innovación que ha cambiado la visión del negocio ovino y el resultado económico de las empresas de muchos productores que hoy en día tienen ingresos interesantes y una producción que pueden seguir desarrollando y valorizando cada vez más”.
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