Fue durante el seminario sobre la contribución de la bioeconomía al desarrollo sostenible, realizado en la embajada de Argentina ante la Unión Europea, en Bruselas, Bélgica.
Montevideo | Todo El Campo | La bioeconomía tiene capacidad para generar empleos de calidad, aumentar la productividad y constituirse en parte integrante del desarrollo territorial de Argentina y otros países de la región, todo ello en un entorno de sustentabilidad, afirmó el nuevo secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina, Fernando Vilella, al exponer en un seminario acerca de la contribución de la bioeconomía al desarrollo sostenible.
El evento tuvo lugar en la embajada de Argentina ante la Unión Europea (UE), en Bruselas, Bélgica, y de él también participó el director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Manuel Otero.
La oportunidad fue propicia para exponer ante funcionarios de la UE los proyectos que se están desarrollando en materia de bioeconomía y agricultura sostenible en Argentina y otros países latinoamericanos.
IICA destacó que las exposiciones de Vilella y Otero pusieron de manifiesto el potencial que tiene la bioeconomía para promover la competitividad, sostenibilidad e inclusión de los sistemas agroalimentarios de las Américas y diversificar su matriz de exportaciones, en armonía con el cuidado del ambiente.
En ese sentido, Vilella definió a la bioeconomía como el aprovechamiento de la biomasa para la generación de productos e insumos, en un contexto de economía circular y de reducción de los impactos ambientales y sociales de la producción.
También hizo pública su decisión de que la cartera que encabeza cambie de nombre y en ese sentido explicó: “Hemos pensado que es oportuno transformar lo que tradicionalmente fue la secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca en una Secretaría de Bioeconomía. Esto tiene que ver con un proceso largo que empezó hacia la década de 1990, con la incorporación de tecnologías y procesos que nos fueron llevando a este momento”.
En ese sentido, dijo que la esencia de la bioeconomía es suministrar soluciones al sistema productivo, al mismo tiempo que se cuida a la población que produce y el ambiente en el que esta producción se genera.
“Tenemos -continuó- abundantes recursos naturales y diversos climas que nos permiten producciones de biomasa de múltiples características que puedan ser base de sistemas virtuosos con agregados de valor. Tenemos, además, una comunidad científica y tecnológica capacitada que ha demostrado a lo largo del tiempo su capacidad de inserción en la transformación productiva”.
Vilella consideró que la transformación de biomasas en distintos productos, como bioenergías, combinada con una ganadería pastoril de bajo impacto ambiental es parte de la solución a la crisis climática y ofrece a la Argentina una gran oportunidad para el desarrollo sostenible y la inserción en mercados exigentes desde el punto de vista ambiental.
El funcionario dio datos científicos concretos que revelan la baja huella de carbono que tienen en la Argentina cultivos como el maíz -con el que se produce etanol-, la soja -utilizada para biodiesel- y el trigo, en comparación con la producción en Europa. Esos datos fueron medidos de acuerdo con los estándares del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC).
“Queremos ir a una intensificación sustentable. Pretendemos demostrarla con certificaciones y contar con trazabilidad de todos los productos, de forma tal de ir construyendo una marca país. Requerimos, eso sí, de la eliminación de barreras comerciales. Nosotros estamos siempre proponiendo la libertad de mercado que nos permita acceder con productos amigables ambientalmente a la mayor parte posible del mundo.”
“SOMOS PARTE DE LA SOLUCIÓN Y SOMOS GARANTES DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA COMO DE LA ESTABILIDAD AMBIENTAL”
Por su lado, Manuel Otero aseguró que los países latinoamericanos ya cuentan con un gran número de desarrollos en bioeconomía, especialmente en los campos de la biotecnología, biorrefinerías, biocombustibles y bioinsumos.
“La bioeconomía –afirmó- es un proceso en curso en nuestra región. Y la política pública debe generar las condiciones para que esto se multiplique, escale y acelere. El objetivo es transformar la agricultura, dar una nueva cara a nuestro sector y mostrarlo al resto del mundo. Como decía Fernando Vilella, somos parte de la solución y somos garantes no sólo de la seguridad alimentaria sino también de la estabilidad ambiental”.
Otero consideró que las nuevas industrias de productos y servicios biológicos que ofrece la bioeconomía promueven no solo el incremento en la producción y la eficiencia de uso de los recursos biológicos, sino que también fomentan el desarrollo de los territorios rurales, donde se encuentra la biomasa, y contribuyen con los objetivos globales de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Explicó que los desarrollos tecnológicos y negocios de la bioeconomía sucedieron en la región sin que necesariamente los países contaran con estrategias o institucionalidad para su promoción. Solo muy recientemente Argentina y otros países -como Costa Rica, Colombia, y Brasil- arrancan con la formulación e implementación de políticas política.
“Desde el IICA -señaló- estamos convencidos que debemos incrementar los esfuerzos direccionados a construir institucionalidad que acelere las inversiones”.
Prohibir la edición genética generaría costos de 3 billones de euros. En cambio, adoptar las tecnologías modernas llevarían a la agricultura a una drástica reducción de pesticidas y fertilizantes, aumentando la seguridad alimentaria a través de la creación de variedades de plantas resistentes al clima.
Montevideo | Todo El Campo | En una carta abierta, 35 ganadores del premio Nobel y más de 1.000 científicos, piden a los eurodiputados que apoyen las nuevas técnicas genómicas, tan criticadas por grupos sin sustento científico.
La misiva ha tenido una difusión global ya que el miércoles 24 de enero, la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo votará si la Unión Europea (UE) debe mantener o suavizar las restricciones que frenan el uso de las nuevas técnicas genómicas (NGT) en Europa.
Según el sitio web Alliance for Science (Alianza para la Ciencia), la Comisión Europea propuso un nuevo sistema que permita a los científicos seguir avanzando en la mejora de cultivos utilizando Crispr y otras NGT sin infringir las regulaciones existentes que son altamente restrictivas sobre los organismos genéticamente modificados (OGM).
Ya en octubre de 2023, Alianza para la Ciencia y Breakthrough Institute publicaron un informe advirtiendo que una prohibición de facto de la edición genética de precisión en Europa podría tener costos económicos por un total de más de 3 billones de euros durante la próxima década.
Con esta nueva carta abierta se argumenta que el uso de Crispr en el fitomejoramiento tiene el potencial de reducir drásticamente el uso de pesticidas y fertilizantes en la agricultura, al tiempo que aumenta la seguridad alimentaria a través de la creación de variedades de plantas resistentes al clima.
TECNOLOGÍAS “INMENSAMENTE PROMETEDORAS PARA LA AGRICULTURA SOSTENIBLE”.
La carta está firmada por los coinventores de la tecnología Crispr, la bioquímica Emmanuelle Charpentier, y la microbióloga Jennifer Doudna, quienes compartieron el premio Nobel de Medicina 2020 por su trabajo pionero.
Otros de los firmantes de renombre mundial son Steven Pinker y Peter Singer. Para ellos “las NGT son inmensamente prometedoras para la agricultura sostenible, la seguridad alimentaria mejorada y las soluciones médicas innovadoras”.
Por lo tanto -agregan- “le animamos a que se comprometa con la inmensa mayoría de los agricultores y con los auténticos expertos, no con los grupos de presión anticientíficos reactivos de la burbuja de Bruselas. Les imploramos que voten a favor de las NGT”.
LA CARTA ABIERTA.
Los científicos firmantes se dirigen a los diputados al Parlamento europeo asegurando que en “tiempos de crisis climática, pérdida de biodiversidad y renovada inseguridad alimentaria, un enfoque científico y basado en la evidencia es esencial en todos los aspectos”, y llama a “elevarnos por encima de la ideología y el dogmatismo”.
“Les imploramos que voten a favor de las NGT, alineando sus decisiones con los avances en el conocimiento científico. El mejoramiento convencional para cultivos resistentes al clima (con cruzamiento de ciertos rasgos, selección posterior y luego retrocruzamiento para eliminar rasgos indeseables) requiere demasiado tiempo. Lleva años, incluso décadas. No tenemos este momento en una era de emergencia climática”, agregan.
Por otra parte, “hay muchas plantas que por características genéticas específicas, son muy difíciles de criar por medios convencionales”; además “resulta que estos cultivos requieren la mayoría de los pesticidas nocivos utilizados en la UE para protegerse contra plagas y enfermedades. Pero al igual que con la resiliencia climática, las NGT pueden mejorar drásticamente esta situación”, porque esas tecnologías “ayudan a que las plantas de cultivo sean resistentes a las enfermedades mediante ediciones precisas y específicas de su código genético, lo que hace posible nuestros ambiciosos y vitales objetivos de reducción de plaguicidas y, al mismo tiempo, protege los rendimientos de los agricultores”.
Por tanto, “los métodos de mejoramiento rápidos, específicos y favorables deben agregarse a la caja de herramientas del fitomejorador”.
Aseguran que “las NGT son muy prometedoras para la agricultura sostenible, la mejora de la seguridad alimentaria y las soluciones médicas innovadoras. Pero las oportunidades también podrían verse en nuevos empleos y una mayor prosperidad económica”.
Asimismo, advierten que “un informe reciente mostró que el hecho de no permitir las NGT podría costar a la economía europea 300.000 millones de euros anuales en ‘beneficios perdidos’ en múltiples sectores. Ese es el costo de decir ‘no’ al progreso científico”.
“CONJUNTO INEQUÍVOCO DE PRUEBAS CIENTÍFICAS”.
Sobre e final, los firmantes hacen un llamado a que haya un “compromiso con la inmensa mayoría de los agricultores y auténticos expertos, no con los grupos de presión anticientíficos reactivos de la burbuja de Bruselas”.
“Le pedimos que tenga en cuenta el conjunto inequívoco de pruebas científicas que respaldan las ONG y que tome decisiones que se ajusten a los intereses superiores de la Unión Europea y de sus ciudadanos”, agrega.
Si se toma ese camino, se fomentará la innovación”, pero también se “posicionará a la UE como líder en la elaboración de políticas responsables y basadas en datos empíricos en todo el mundo. Los líderes de África, por ejemplo, están observando de cerca lo que deciden, al igual que los científicos africanos que tienen listos para usar yuca, banano, maíz y otros cultivos básicos resistentes al clima”.
ALGUNOS DE LOS FIRMANTES.
Emmanuelle Charpentier, Premio Nobel de Química, 2020. Jennifer Doudna, Premio Nobel de Química, 2020. Richard John Roberts, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 1993. Steven Pinker, profesor de psicología de la familia Johnstone en la Universidad de Harvard. Peter Singer, Profesor de Bioética, Universidad de Princeton. Roger D. Kornberg, Premio Nobel de Química 2006. Craig Mello, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2006. Peter Doherty, Premio Nobel, Fisiología o Medicina 1995. Sheldon Glashow, Premio Nobel, Física 1979. Charles M Rice, Premio Nobel, Fisiología o Medicina 2020. Konstantin Sergeevich Novoselov, Premio Nobel de Física 1979. David Baltimore, Premio Nobel, Fisiología o Medicina 1975. John Mather, Premio Nobel de Física 2006. Randy W. Schekman, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2013. Gregg L. Semenza, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2019. Takaaki Kajita, Premio Nobel de Física, 2015. May Britt Moser, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2014. Edvard Moser, Premio Nobel, Fisiología o Medicina 2014. Jerome I. Friedman, Premio Nobel de Física, 1990. Christiane Nusslein Volhard, Premio Nobel de Fisiología o Medicina, 1995. F. Duncan M. Haldane, Premio Nobel de Física 2016. Lars Peter Hansen, Premio Nobel de Economía 2013. Eric S. Maskin, Premio Nobel, Economía 2007. Oliver Hart, Premio Nobel de Economía 2016. Edmund S. Phelps, Premio Nobel, Economía 2006. Mario R. Capecchi, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2007. Martin Chalfie, Premio Nobel de Química 2008. Barry J. Marshall, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2005. Harold E. Varmus, Premio Nobel, Fisiología o Medicina, 1989. George F. Smoot, Premio Nobel de Física 2006. Hartmut Michel, Premio Nobel de Química 1988. Erwin Neher, Premio Nobel, Fisiología o Medicina 1991. Barry Clark Barish, Premio Nobel de Física 2017. Eric F. Wieschaus, Premio Nobel, Fisiología o Medicina, 1995. Brian Kobilka, Premio Nobel de Química, 2012. Kurt Wuthrich, Premio Nobel de Química, 2002. Fynn Kydland, Premio Nobel, Economía 2004.
Eleni Stavrinidou, profesora asociada del Laboratorio de Electrónica Orgánica en la Universidad de Linköping (Suecia) es la investigadora principal de un proyecto que hacer crecer las plantas más rápido aplicando electricidad a las raíces en un cultivo hidropónico.
Montevideo | Todo El Campo | Los cambios meteorológicos (o climáticos) preocupan a la comunidad científica por varios motivos que se reducen a una verdad abrumadoramente absoluta: sin agua la vida es imposible, y aunque haya agua para beber la realidad es que se necesita mucho más que eso ya que es clave para la producción de alimentos.
En Uruguay lo sabemos, y aunque la última sequía -que causó pérdidas millonarias- nos dio una lección al respecto no hemos desarrollado políticas de Estado relativas al manejo del agua, tampoco de investigación científica. Pero hay países que sí dedican tiempo y dinero en buscar una solución a un problema que se agrava y que continuará agravándose.
Eleni Stavrinidou (foto), profesora asociada del Laboratorio de Electrónica Orgánica en la Universidad de Linköping (Suecia) es la investigadora principal de un proyecto que hacer crecer las plantas más rápido aplicando electricidad a las raíces en un cultivo hidropónico.
“No podemos decir que la hidroponía vaya a resolver el problema de la seguridad alimentaria, pero definitivamente puede ayudar, especialmente en áreas con poca tierra cultivable y con condiciones ambientales duras”, dijo al explicar un sistema en el que han creado un sistema hidropónico capaz de acelerar el crecimiento hasta un 50% en 15 días cuando las raíces de las plántulas de cebada se estimulan eléctricamente en eSoil.
“EL ‘SUELO’ ELECTRÓNICO MEJORA EL CRECIMIENTO DE LOS CULTIVOS”.
A fines de 2023 la Universidad de Linköping difundió un artículo titulado “El ‘suelo’ electrónico mejora el crecimiento de los cultivos” en el cual se explica que según una investigación desarrollada por su equipo de científicos las plántulas de cebada crecen en promedio un 50% más cuando su sistema radicular se estimula eléctricamente a través de un nuevo sustrato de cultivo.
El estudio fue publicado en la revista científica PNAS, allí explican cómo desarrollaron un “suelo” conductor de electricidad para el cultivo sin suelo, conocido como hidroponía.
Eleni Stavrinidou señaló que “la población mundial está aumentando, y también tenemos el cambio climático. Por lo tanto, está claro que no podremos cubrir las demandas alimentarias del planeta solo con los métodos agrícolas ya existentes. Pero con la hidroponía podemos cultivar alimentos también en entornos urbanos y muy controlados”.
Con ese fin, es que se desarrolló un sustrato de cultivo conductor de electricidad adaptado al cultivo hidropónico al que denominan eSoil. Las investigaciones mostraron que las plántulas de cebada cultivadas bajo ese sistema crecieron hasta un 50% más en 15 días cuando sus raíces fueron estimuladas eléctricamente.
CULTIVO SIN SUELO.
El cultivo hidropónico significa que las plantas crecen sin tierra, necesitando solo agua, nutrientes y algo a lo que sus raíces puedan adherirse: un sustrato. Es un sistema cerrado que permite la recirculación del agua para que cada plántula obtenga exactamente los nutrientes que necesita. Por lo tanto, se requiere muy poca agua y todos los nutrientes permanecen en el sistema, lo que no es posible en el cultivo tradicional.
La hidroponía también permite el cultivo vertical en grandes torres para maximizar la eficiencia del espacio. Los cultivos que ya se cultivan de esta manera incluyen lechuga, hierbas y algunas verduras. Por lo general, los granos no se cultivan en hidroponía, aparte de su uso como forraje. En este estudio, los investigadores demuestran que las plántulas de cebada se pueden cultivar mediante hidroponía y que tienen una mejor tasa de crecimiento gracias a la estimulación eléctrica.
“De esta manera, podemos lograr que las plántulas crezcan más rápido con menos recursos. Todavía no sabemos cómo funciona realmente, qué mecanismos biológicos están involucrados. Lo que hemos encontrado es que las plántulas procesan el nitrógeno de manera más efectiva, pero aún no está claro cómo la estimulación eléctrica afecta este proceso”, comentó Starvrinidou.
CONTRIBUIR A LA SEGURIDAD ALIMENTARIA.
La lana mineral se utiliza a menudo como sustrato de cultivo en hidroponía. Esto no solo no es biodegradable, sino que también se produce con un proceso que consume mucha energía. El sustrato de cultivo electrónico eSoil está hecho de celulosa, el biopolímero más abundante, mezclado con un polímero conductor llamado pedot. Esta combinación como tal no es nueva, pero esta es la primera vez que se utiliza para el cultivo de plantas y para crear una interfaz para las plantas de esta manera.
Investigaciones anteriores han utilizado alto voltaje para estimular las raíces. La ventaja del «suelo» de los investigadores de Linköping es que tiene un consumo de energía muy bajo y no hay peligro de alta tensión. Eleni Stavrinidou cree que el nuevo estudio abrirá el camino para nuevas áreas de investigación para desarrollar aún más el cultivo hidropónico.
“No podemos decir que la hidroponía resolverá el problema de la seguridad alimentaria. Pero definitivamente puede ayudar, especialmente en áreas con poca tierra cultivable y con condiciones ambientales adversas”, concluyó.
FINANCIACIÓN.
El estudio fue financiado por la Fundación Knut y Alice Wallenberg a través del Centro Wallenberg de Ciencias de la Madera, el Consejo Sueco de Investigación, el Programa Marco Horizonte 2020 de la UE, la Fundación Sueca para la Investigación Estratégica y la Investigación Estratégica de Materiales Funcionales Avanzados, AFM, de la Universidad de Linköping.
Montevideo/TodoElCampo-Mucho se habla de la fertilización, que es una parte importante del sistema, pero la nutrición de cultivos es un debe que tenemos en la agronomía del Uruguay.
Porque no han sido muchas las herramientas de seguimiento que teníamos en el pasado, al tiempo que hoy en día hay muchas más para diagnosticar.
POSADAS, Misiones.- En medio de un paisaje majestuoso rodeado de serranías verdes, monte residual y el espectacular río Uruguay que corre encajonado, se encuentra la localidad de El Soberbio, a 250 kilómetros de Posadas, y en el límite con Brasil. Esta localidad, fundada en 1946, también es conocida como la Capital Nacional de la Esencia, principalmente por el cultivo de la citronela, un pasto grueso y alto (puede llegar a los 2 metros) que viene del sudeste asiático y cuyo aceite se utiliza para la perfumería, desinfectante o como insecticida.
El cultivo, que ocupa a unas 400 familias de esta localidad y zonas aledañas, único lugar en el país, está a punto de desaparecer por falta de mercados. Los pequeños productores [el 90% no tiene más de 6 hectáreas de citronela], están abandonando la actividad para plantar yerba mate.
Hace diez años se retiró de El Soberbio la firma Henn, que se mudó a Corrientes para dedicarse a procesar resina de pino, entre otras actividades. Quedó el mercado de Brasil, a un cruce de canoa desde El Soberbio, pero los compradores brasileños en los últimos años dejaron de adquirir el aceite de citronela por la calidad defectuosa con la que se encontraron en algunas partidas.
“El mercado brasileño se perdió, me parece también que ellos encontraron otro material sintético para reemplazar a la citronela”, explicó a LA NACION el intendente Roque Soboczinski, quien también es productor y extitular de la Asociación de Plantadores de Tabaco de Misiones (APTM).
Una de las falencias que tiene la citronela es que la mayoría de las familias destila este pasto largo [que se corta con machete y solamente se cosecha a mano] utilizando viejos alambiques que funcionan quemando leña. Un método que hoy no es aceptado para mercados que exigen trazabilidad y normas que cuiden el medio ambiente. “El uso de leña generó depredación del monte y también daños en las cuencas”, explicó Soboczinski.
Según explicó a LA NACION el productor Ademar Galiano, la citronela tiene dos variedades: Lana Batu (Ceylán e India) y Moha Panagiri (Java y Malasia). “Esta última se cultiva en El Soberbio”, señaló. La citronela tiene 3 cortes al año y en una hectárea se pueden extraer 10.000 kilos con los cuales se hace entre 100 y 150 kilos de aceite de citronela.
Mercados
“Adulteraron mucho el producto, hubo un intermediario que compró a los productores 10.000 litros e hicieron varias cositas”, señaló Galiano, en referencia a una adulteración de mala fe del aceite, lo cual valió la pérdida de compradores. Galiano es uno de los últimos productores que resiste con la citronela, dice que puede sacar 1400 kilos de sus seis hectáreas, y produce y envasa en distintos formatos para vender la citronela como “desinfectante para piso, repelente, aromatizador en spray, pique para mascotas, pulgas, garrapatas y perfume”.
Una luz de esperanza que se vislumbra en el futuro inmediato es un plan del Gobierno de Misiones para crear un polo oleoquímico en El Soberbio, a partir de la citronela. Un proyecto que impulsa el diputado provincial Omar Olsson, un reconocido dirigente y productor tabacalero.
El tabaco es uno de los principales cultivos de esta zona de Misiones. Pero también una producción que está en retroceso en parte por la baja del consumo a nivel mundial [casi todo se exporta] y porque desde hace tiempo se buscan alternativas para que las chacras se diversifiquen con cría de cerdos, piscicultura y otras actividades.
Citronela por mercadería
En una época, los colonos [como se conoce aquí a los productores típicamente dueños de parcelas de 25 hectáreas] iban al pueblo y cambiaban la citronela por mercadería. “Hace 50 años me dedico a la actividad y con la tierra de mi madre, tengo 17 hectáreas de citronela”, contó Gilmar Flores, un productor de 56 años, al diario El Territorio.
Flores comentó con añoranza cuando su madre “compraba una bolsa de harina y una caja de grasa con lo que se ganaba con un kilo de esencia, era plataza”.
“Esta es la época más fea que nos tocó, tengo la citronela parada y hace dos años que no comercializo nada”, apuntó. “De la Capital de la Esencia quedó el nombre nomás”, apuntó.
Mato Grosso/TodoElCampo-Mientras en Mato Grosso pasó otro día con buenas lluvias sobre la mayor parte del principal Estado productor de granos de Brasil, en su informe mensual de estimaciones agrícola la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario brasileño, redujo hoy de 160,18 a 155,27 millones de toneladas su previsión sobre el volumen de la cosecha de soja 2023/2024, una cifra que, sin embargo, implicaría una nueva marca récord, al superar los 154,61 millones de la campaña 2022/2023.
Y si bien era difícil imaginar un recorte más profundo en la estimación oficial de Brasil, cuando las tareas de recolección recién avanzaron sobre el 0,6% de los 45,26 millones de hectáreas sembrados, las pizarras de la Bolsa de Chicago reaccionaron en modo bajista y acentuaron la debilidad de las cotizaciones de la soja, que se mantienen en lo más bajo desde principios de diciembre de 2021. En efecto, los ajustes de las posiciones marzo y mayo perdieron US$4,41 y 4,13 al terminar la rueda en 454,34 y en 458,38 dólares por tonelada.
“El mercado esperaba un recorte algo más significativo, dado que este número dado por la Conab quedó por encima de lo estimado por varias consultoras, entre ellas StoneX, donde auguramos una producción de soja de 152,80 millones de toneladas”, dijo a LA NACION João Pedro Lopes, analista de la filial Brasil de la firma estadounidense.
En virtud de la heterogeneidad de los cultivos, el especialista consideró que el organismo brasileño podría realizar nuevos ajustes en los próximos meses, cuando el avance de la cosecha haya brindado una visión más concreta de lo ocurrido con la problemática de base –el déficit hídrico en el centro-norte desde el arranque de la campaña– y con el impacto de las lluvias de se vienen dando desde finales de diciembre.
“En los últimos 15 días tuvimos lluvias más importantes y generalizadas en gran parte de las regiones productoras de soja, lo que presionó sobre los precios en Chicago. Además, los pronósticos anticipan una buena cantidad de precipitaciones sobre el cinturón sojero brasileño durante las próximas dos semanas, lo que traerá cierto alivio a los cultivos. Sin embargo, esta mayor disponibilidad de humedad debería impactar principalmente en lo que se plantó más tarde”, advirtió Lopez. Agregó que estas lluvias contribuyen a recomponer el estado de plantas que podían seguir perdiendo potencial de rinde, pero que es muy difícil que logren revertir la situación de los cultivos sembrados al inicio del ciclo.
Para Daniele Siqueira, analista de la consultora brasileña AgRural, la nueva estimación de la Conab es bajista para el mercado, pero no porque se trate de un organismo conservador, sino porque es el responsable de relevar el tamaño oficial de la producción de Brasil y porque, por el momento, no ve una producción tan baja como la que pronostican algunas firmas privadas. “Entre esas valoraciones de los privados, que a menudo buscan llamar la atención, complacer a clientes y generar titulares, y una cifra oficial del gobierno brasileño, el mercado parece más inclinado a creer en la cifra oficial, de ahí el impacto negativo en los precios de la soja tras el informe de la Conab”, dijo la especialista a LA NACION.
Agregó que los 155,27 millones de toneladas proyectado por la Conab constituyen un volumen “adecuado en este momento, considerando las pérdidas causadas por el clima cálido y seco en Mato Grosso (y, en menor medida, en algunos otros Estados) y las buenas condiciones registradas hasta finales de diciembre en buena parte de las regiones productoras de sur, que tienen un gran impacto en la producción total brasileña”.
Recordó que a principios de diciembre AgRural recortó su estimación de 163,50 a 159,10 millones de toneladas. “Estamos en el proceso de revisar esta cifra y es muy probable que en los próximos días hagamos un nuevo recorte. El tamaño final de la cosecha aún depende del clima hasta principios de marzo, debido a los retrasos en la siembra en zonas que normalmente tienen un calendario más tardío, como Rio Grande do Sul y algunos Estados del nordeste. Por lo tanto, y a pesar de que la recolección ya está comenzando en zonas puntuales, la producción de Brasil aún es un número abierto”, aseguró.
Sobre el cambio en el patrón climático, con el regreso de las lluvias al centro-norte, Siqueira señaló que limitará las pérdidas en Mato Grosso, al favorecer las áreas plantadas en forma tardía, pero que no servirá para revertir las pérdidas ya consolidadas por el clima cálido y seco visto entre septiembre y buena parte de diciembre. “Algunas regiones de otros Estados del centro-norte también perdieron productividad, pero esas mermas son menos graves que las registradas en Mato Grosso. Si el tiempo sigue siendo favorable durante enero y febrero esos otros Estados aún lograrían una buena cosecha (aunque no excelente)”.
Sin embargo, en opinión de la analista brasileña, es el sur del país el que aún podría hacer la diferencia en materia productiva, dado que allí se encuentran los Estados que ocupan el segundo y tercero de los escalones del podio de los máximos productores de soja: Paraná y Rio Grande do Sul. “El primero tiene perspectivas de una buena cosecha hasta ahora, pero las áreas sembradas más tarde están sufriendo con el clima más cálido y seco visto desde principios de año. Si este escenario persiste, podría sufrir pérdidas. En el segundo, los cultivos tienen muy buen potencial, pero recién se definirá el número de la cosecha en marzo”, detalló.
El otro número importante para el mercado es el volumen de soja en grano que exportará Brasil en el ciclo comercial 2023/2024. Y al respecto, la Conab ajustó hoy su estimación de 101,59 a 98,45 millones de toneladas, contra los 101,86 millones de la campaña anterior. “Para las ventas externas estamos trabajando en AgRural con un rango de 98 a 100 millones de toneladas, en línea con la expectativa de la Conab. Sin embargo, si la producción sigue cayendo también será necesario revisar a la baja las exportaciones”, dijo Siqueira.