Muchas variedades de cultivos frutales europeos necesitan un invierno largo y frío para producir buenos frutos en verano, y el cambio climático está alterando sus ciclos naturales. Plantar variedad de frutales sería la solución.
Jeremy Wilks* | Euro News | Todo El Campo | El aumento de las temperaturas en todo el mundo, y en especial en Europa, está haciendo que los inviernos sean cada vez más cálidos, generándose así un problema que causa estragos en el sector agrícola de Francia.
Bénédicte Wenden, bióloga especializada en cultivos del Instituto Nacional para la Investigación Agronómica (Inrae), es clara al decir que si hay una helada más en las próximas semanas, «todas las flores se quemarán y no tendremos fruta este verano”.
La temperatura de enero en Europa ha aumentado unos 2,2 grados centígrados, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus.
Teniendo en cuenta los últimos datos del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, Europa tuvo su tercer enero más cálido registrado, con temperaturas mensuales de 2,2 grados Celsius por encima de la media 1991-2020.
MUCHA VARIABILIDAD A ESCALA GLOBAL.
A escala global hubo mucha variabilidad en enero.
En el mapa puede verse cómo el norte de Rusia, Afganistán y Pakistán fueron más fríos que la media en enero.
Luego, en el este de Estados Unidos, Canadá y Europa las temperaturas fueron más altas de lo habitual.
Ahora mismo es una época del año interesante para observar el hielo marino en los polos.
Empecemos por el Ártico, donde la extensión del hielo marino fue un cuarto por ciento inferior a la media en enero, el tercer nivel más bajo registrado.
Por lo tanto, cerca de la Antártida vimos la extensión de hielo marino más baja registrada para enero, un 31 por ciento por debajo de la media 1991-2020.
LOS CULTIVOS TRADICIONALES CONDENADOS A DESAPARECER.
Muchas variedades de cultivos frutales europeos necesitan un invierno largo y frío para producir buenos frutos en verano, y el cambio climático está alterando sus ciclos naturales.
En el suroeste de Francia, la científica Bénédicte Wenden busca variedades de manzana, cereza, albaricoque y melocotón capaces de prosperar en un mundo más cálido.
En su huerto de investigación cerca de Burdeos compara cinco variedades diferentes de cada especie. Su objetivo a largo plazo es identificar los rasgos de los distintos árboles que permitan crear variedades para el año 2050 y más allá.
«El problema que tenemos ahora es que, con el aumento de las temperaturas invernales, ya no se satisfacen las necesidades de frío de los frutales. Esto significa que ya no hay suficiente frío en invierno, por lo que la floración es irregular, lo que provoca grandes problemas en la producción», afirma la experta.
UN PROBLEMA SIN UNA SOLUCIÓN SENCILLA.
Este es un problema a largo plazo, ya que las temperaturas llevan aumentando desde 1950 y los científicos esperan que así continúe las próximas décadas.
En su laboratorio, Bénedicte expone ramas de muestra a las cálidas condiciones de la primavera para entender cómo responden los árboles a las distintas condiciones ambientales a nivel genético.
Dice que no hay una solución sencilla: “»Mi opinión es que es mejor tener una mezcla de variedades, por ejemplo, alguna variedad que sea buena cuando hay inviernos suaves, pero sin heladas. Otra que será buena si hay inviernos fríos con heladas. Así que es mejor tener una mezcla de variedades para garantizar la producción. Esto complica las cosas para los productores, pero les da un colchón en caso de variaciones en el clima”.
GARANTIZAR LA PRODUCCIÓN, EL NUEVO RETO DE LOS AGRICULTORES
Garantizar la producción es precisamente el reto del agricultor ecológico Philippe Sfiligoï, que perdió cosechas por heladas tardías dos años seguidos y teme que vuelva a ocurrir lo mismo este año.
Sfiligoï afirma: “Si hace mucho calor la semana que viene, hay riesgo de que el árbol empiece a crecer. Y el problema está en que cuando un árbol empieza no para. Es decir, ha iniciado su ciclo. Podría frenar un poco, pero no será capaz de parar. Así que si tenemos una helada dentro de unas semanas se acabó”.
Aunque no hay una solución ideal, Philippe ya está cambiando de variedad y preparándose para un planeta más cálido y plantó, por ejemplo, un tipo de árbol que “tolera un poco menos el frío en invierno. Es muy resistente a los veranos muy calurosos. Así que, poco a poco, todos nuestros árboles se adaptaran a los cambios climáticos”.
Artículo de Euro News en colaboración con Copernicus, un programa de observación científica de la Unión Europea.
(*) EL AUTOR. Jeremy Wilks es periodista científico de Euro News. Presentador de la serie Climate Now y del podcast Ocean Calls. Sus comentarios se pueden seguir en Twitter @WilksJeremy
Científicos de varios países participaron de la evaluación que determinaría la medida en que “el cambio climático inducido por el hombre alteró la probabilidad y la intensidad de las escasas precipitaciones que provocaron la sequía”.
Hébert Dell’Onte | Montevideo | Todo El Campo | Es común que los eventos meteorológicos extremos se atribuyan de forma rápida y sin ningún argumento científico al cambio climático. Como un latiguillo fácil políticos, periodistas, la población en general suele señalar las lluvias, la falta de éstas, las inundaciones, la sequía, el calor o el frío a cambio climático causado por la acción humana. Pero ¿hasta qué punto esa atribución es acertada o equivocada?
Uruguay atraviesa un período de ausencia de precipitaciones que lo convierte en una de las peores secas del siglo, según un análisis del Instituto Plan Agropecuario. En los distintos círculos en que uno se mueve es común que se recurra al cambio climático para explicar lo que nos está sucediendo. Sin embargo, el déficit hídrico que sufrimos no tiene otra explicación que la “variabilidad natural” y no se le puede “atribuir la escasez de precipitaciones al cambio climático”, define un análisis de World Weather Attribution (WWA), un centro de análisis académico que estudia la atribución de eventos extremos.
Con el fin de conocer qué incidencia tiene o no el cambio climático en la sequía, es que WWA elaboró el informe titulado La vulnerabilidad y las altas temperaturas exacerban los impactos de la sequía en curso en América Central del Sur, al que accedió Todo El Campo y que comienza así: “Desde 2019, grandes partes de Argentina y los países vecinos -esto evidentemente incluye a Uruguay- se han tambaleado bajo condiciones de sequía y los últimos cuatro meses de 2022 recibieron solo el 44% de la precipitación promedio: la precipitación más baja en 35 años”.
El reporte hace referencia explícita a Uruguay que “en octubre de 2022 declaró la emergencia agrícola (que se extendió en tiempo y alcance en enero de 2023), y el consiguiente deterioro de las condiciones de crecimiento está afectando a los agricultores y residentes ya vulnerables en el corazón agrícola del continente”.
Para el caso de Argentina establece que “la salud de los cultivos en Argentina es la más pobre en 40 años, con graves impactos esperados en las cosechas de trigo y soja”. Ese país “experimentó una disminución del 61% en los ingresos por exportación de granos y semillas oleaginosas entre enero de 2022 y enero de 2023”.
De forma “simultánea” a la sequía se da “una serie de olas de calor récord”. Sucede que “el calor continuo exacerba los impactos de la sequía en la agricultura, por ejemplo, poniendo estrés por calor además del estrés hídrico en los cultivos”.
WWA señala que científicos de varios países (Argentina, Colombia, Francia, Estados Unidos de América, Países Bajos y el Reino Unido) participaron de la evaluación que determinaría la medida en que “el cambio climático inducido por el hombre alteró la probabilidad y la intensidad de las escasas precipitaciones que provocaron la sequía, centrándose en los tres meses particularmente severos de octubre a diciembre de 2022”.
PRINCIPALES CONCLUSIONES.
La noticia es que lo que sucede obedece a la “variabilidad natural en la región”, esa es una de las “principales conclusiones” a la que se arribó.
Indica que “la sequía en curso ha provocado graves impactos en la agricultura, reduciendo a la mitad las cosechas anuales de trigo y soja en Argentina, lo que a su vez se espera que conduzca a déficits de exportación del 25-50%. Los impactos de la sequía golpearon a la población además de la ya alta inflación y el debilitamiento de la moneda local”.
Sobre Uruguay dice que “más de 75.000 personas sufren de falta de acceso al agua potable”, en tanto que “el acceso al agua para los cultivos y el ganado también es limitado”.
Agrega que “el déficit de precipitaciones” en esta parte del mundo “es en parte impulsado por La Niña”.
De las observaciones se puede indicar que hay “una tendencia de reducción de las precipitaciones en los últimos 40 años, aunque no podemos estar seguros de que esta tendencia vaya más allá de lo que se espera de la variabilidad natural en la región”.
“Para identificar si la reducción de las precipitaciones es una tendencia real más allá de la variabilidad natural que puede atribuirse al cambio climático, observamos una vez en los eventos de baja precipitación de 20 años en la misma región en los modelos climáticos y encontramos que los modelos muestran que los eventos de baja precipitación disminuyen, es decir, se vuelven más húmedos; lo contrario de la tendencia observada en la mayoría de los registros meteorológicos, aunque esta tendencia tampoco es significativa y es compatible con la variabilidad natural. Por lo tanto, no podemos atribuir la escasez de precipitaciones al cambio climático”, subraya.
No se descarta que el cambio climático haya afectado otros aspectos de la sequía. Otros análisis mostraron que no hay una señal “significativa de cambio climático en la precipitación efectiva”.
No obstante, “el cambio climático probablemente redujo la disponibilidad de agua” durante el período analizado, “aumentando así la sequía agrícola, aunque el estudio no puede cuantificar este efecto”.
Lo anterior quiere decir que la reducción de las precipitaciones “está dentro de la variabilidad natural” y que “las consecuencias de la sequía son cada vez más graves debido al fuerte aumento del calor extremo”. El reporte al que accedió Todo El Campo finaliza considerando necesario “reducir la vulnerabilidad a la sequía” a través de “la mejora de la eficiencia y la gestión del agua, la anticipación de la sequía utilizando pronósticos estacionales y los instrumentos de seguro”, de esa manera se podrá “ayudar a los agricultores a capear los años secos”, mejorando “la resiliencia a este tipo de eventos”.
Sistema B y la Dirección Nacional de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente lanzaron “Misión Huella”, una iniciativa público-privada para promover la acción climática en las empresas. El proyecto apunta a coordinar acciones del sector privado en cuanto a las estrategias nacionales en materia climática.
Apostar al compromiso y responsabilidad empresarial sobre los impactos en el medio ambiente es clave para mitigar el cambio climático. Es por eso que Sistema B se encuentra trabajando junto a la Dirección Nacional de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente (MA) para coordinar acciones del sector privado en cuanto a las estrategias nacionales en materia climática.
El Consejo Empresarial B, integrado por un grupo de empresarios, empresarias y referentes del país alineados al propósito del Movimiento B, impulsó junto a la Dirección Nacional de Cambio Climático la iniciativa “Misión Huella” con el objetivo de trabajar en la incorporación de la visión climática en los modelos de gestión empresarial. La iniciativa cuenta con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a través del proyecto “Fortalecimiento de las capacidades para escalar la financiación climática en Uruguay” del Fondo Verde para el Clima.
“Misión Huella” propone validar la metodología de articulación público-privada a partir de una experiencia piloto principalmente con empresas del ecosistema B, para la generación de aprendizajes e insumos para el diseño de un programa general de apoyo dirigido al sector privado.
Varias empresas se postularon para ser parte del piloto de “Misión Huella”. Las organizaciones que fueron seleccionadas ya están recibiendo acompañamiento y apoyo para estimar las emisiones de gases de efecto invernadero (huella de carbono); identificar las medidas que se pueden aplicar para reducir las emisiones; y recibir información sobre financiamiento para la implementación de medidas de mejora.
El director ejecutivo de Sistema B, Bebo Gold, destacó la importancia de la generación de alianzas para poder incorporar y fortalecer la incorporación de la visión climática en las empresas. “Este programa crea una mesa de diálogo multisectorial sobre cambio climático. Una de las cosas más difíciles es dar el primer paso y esto es Misión Huella; la posibilidad de contar con apoyo técnico que trabaje directamente con las empresas, identifique necesidades y las guíe en el trabajo para reducir las emisiones”, señaló Gold, en el lanzamiento del proyecto.
El proyecto es fruto de varios encuentros de conversaciones entre los miembros del Consejo Empresarial B, Sistema B y la Dirección Nacional de Cambio Climático y se consolidará como el primer paso hacia la acción en la articulación pública-privada sobre cambio climático.
Se apuesta a que los aprendizajes que surjan de “Misión Huella” sean útiles a largo plazo. En este sentido, serán considerados para evaluar la viabilidad, definir el alcance y mejorar el diseño del programa de apoyo al sector privado de la Dirección Nacional de Cambio Climático.
Diferentes especialistas mostraron que mediante el uso de aditivos para alimentos, digestores anaeróbicos y genética es posible cerrar la canilla de emisiones de metano en las vacas y ayudar así a otras industrias a compensar sus emisiones.
Las vacas están en la mira de todo el mundo, desde que se instaló el tema de su contribución al cambio climático por las emisiones de metano. Sin embargo, podrían ser todo lo contrario. Haciendo los deberes, son una esperanza para frenar el recalentamiento de la Tierra. Esa fue la conclusión del Foro de Metano -realizado en la primera semana de mayo- en la producción de carne que reunió en Sao Paulo (Brasil) a los principales referentes del mundo en ciencias del clima y nutrición animal.
El evento fue organizado por JBS, el mayor productor de proteínas animales del mundo y la empresa Silvateam, líder a nivel mundial en la producción de taninos, dos compañías con fuertes compromisos ambientales. En el caso del procesador de carne, ha sido la primera empresa en el segmento de las proteínas animales en comprometerse a ser carbono neutral para 2040, mientras que Silvateam cuenta con certificaciones de manejo de bosques sustentables y hace uso de los conceptos de economía circular, al procesar los residuos de la industria para producir energía renovable en diferentes partes del mundo, incluyendo su central en La Escondida, provincia de Chaco, donde exporta al sistema eléctrico nacional 10 MW de potencia eléctrica.
Durante los últimos años, las vacas han estado en el centro de la esfera ambientalista por ser los máximos responsables de las emisiones de metano, el segundo gas de efecto invernadero en abundancia detrás del dióxido de carbono, pero con efectos sobre el cambio climático 28 veces más potentes. Varias organizaciones han impulsado la reducción en el consumo de carne como una forma de abordar la crisis climática.
Sin embargo, los especialistas coincidieron en Sao Paulo en que, si bien las vacas son emisores naturales de metano por ser rumiantes, el comportamiento de este gas al liberarse en la atmósfera tiene una mecánica química completamente diferente a la de los otros gases de efecto invernadero, y el aumento de su concentración no estaría relacionado con los bovinos, sino con las mayores emisiones causadas por la quema de combustibles fósiles.
Aun así, interesa reducir la formación de metano de las vacas ya que podrían jugar un papel fundamental para la descarbonización del planeta.
Frank Mitloehner, profesor especialista en Calidad de Aire en el Departamento de Ciencias Animales de la Universidad de California en Davis, explicó que el punto de partida de este enfoque es que el metano liberado por las vacas se recicla al cabo de un tiempo en dióxido de carbono y agua: los dos compuestos que por acción de la fotosíntesis producen los carbohidratos que sirven de alimentos para la ganadería. De este modo se produce un ciclo biogénico cerrado donde no hay aporte adicional de carbono. Una situación totalmente inversa a la que ocurre al extraer y quemar hidrocarburos, donde permanentemente se está inyectando al sistema carbono que antes no interactuaba con la atmósfera.
Según el especialista, limitar las emisiones de metano podría tener un impacto muy rápido en reducir el calentamiento global, ya que el metano generalmente se descompone en unos 12 años, a diferencia del dióxido de carbono, que permanece en la atmósfera por más de 1.000 años. Esto provoca que las emisiones de dióxido de carbono sean aditivas en el tiempo. Aunque se reduzcan, mientras sigan existiendo habrá una mayor concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. En cambio, la capacidad de descomponerse del metano y su permanencia limitada en la atmósfera, hace posible que al reducir las emisiones en la ganadería se logre un efecto positivo en el clima.
“Puedes verlo como una bañadera, agregar CO2 a la atmósfera es como abrir la canilla de la bañadera con el tapón de desagote cerrado: el nivel nunca bajará. El metano es como tener la canilla abierta, pero con el desagote también abierto. Si abres poco la canilla, el nivel del agua bajará”.
A lo largo de las dos jornadas del evento, diferentes especialistas mostraron que mediante el uso de aditivos para alimentos, digestores anaeróbicos y genética es posible cerrar la canilla de emisiones de metano en las vacas y ayudar así a otras industrias a compensar sus emisiones.
La alternativa más efectiva e inmediata es trabajar sobre la nutrición de la vaca con aditivos que limitan la formación de metano en el rumen. En todo el mundo se están estudiando y ensayando diferentes alternativas como algas, taninos, lípidos y nitratos entre otros. Los taninos fueron señalados como una de las opciones más prometedoras, con la gran ventaja de que son naturales, otra de las demandas de los consumidores. Aunque los especialistas son cautos a la hora de dar cifras sobre el potencial de reducción de emisiones de metano, los ensayos están demostrando que el uso de taninos puede llegar a reducir hasta 30% las emisiones de metano entérico.
“La industria de los combustibles fósiles no puede hacer lo que hace la agricultura, no puede secuestrar carbono y no tiene formas significativas de reducir las emisiones. Con las nuevas herramientas, la agricultura animal es parte de la solución climática”, dijo Mitloehner.
Informe de Emiliano Huergo en BioEconomía | Manager BioEcomomia.
Más de una veintena de negociadores de 17 países, entre ellos Uruguay, coordinaron perspectivas sobre cómo la agricultura puede aportar soluciones frente al cambio climático, como parte de los preparativos hacia la COP 27 que se realiza a finales de año.
Representantes del sector agropecuario de 17 países de las Américas intercambiaron perspectivas sobre cómo debe actuar y posicionarse la agricultura en las negociaciones internacionales sobre cambio climático de cara a su participación en la Conferencia de las Partes 27 (COP 27) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre este tema (CMNUCC), que se realizará en noviembre en Egipto.
Los representantes, 25 en total, fueron parte de un taller organizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la secretaría ejecutiva del Consejo Agropecuario Centroamericano (CAC) y la Plataforma de Acción Climática en Agricultura de Latinoamérica y el Caribe (Placa).
Los negociadores representaron a Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Dominica, Estados Unidos, El Salvador, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.
En la apertura del taller participaron el ministro de Agricultura y Ganadería de Costa Rica, Renato Alvarado; el subdirector del IICA, Lloyd Day; y Lucrecia Rodríguez (por CAC).
“Cuando negocien los recursos que el mundo tiene para la protección ambiental piensen que lo que están negociando es la vida de seres humanos que están en el campo todos los días, esperando un apoyo para salir adelante, para tener un negocio rentable, porque la gente que está en el campo tiene dignidad y merece de nosotros, los que tenemos las oportunidades y potestades de dirigir y cambiar el rumbo de la historia, que lo hagamos con ese pensamiento”, instó Alvarado.
El taller se realizó en la Sede Central del IICA en Costa Rica y tuvo como eje central la Labor Conjunta de Koronivia sobre la Agricultura, iniciativa que reconoce la particular vulnerabilidad de la agricultura al cambio climático y las amenazas para la seguridad alimentaria, establecida en la COP del 2017.
En este proceso se abordan temas relacionados con suelos, uso de nutrientes, agua, ganadería, métodos para evaluar la adaptación y las dimensiones socioeconómicas y relativas a la seguridad alimentaria del cambio climático en los sectores agrícolas.
Lloyd Day hizo un llamado a los negociadores agrícolas de los 17 países de las Américas representados para encontrar consensos y destacar en foros internacionales como la COP 27 el papel clave que juega la agricultura, al ser parte de la solución a los desafíos climáticos, así como la relevancia y avances que está dando el sector para fomentar la transición hacia sistemas agroalimentarios más inclusivos, resilientes y sostenibles.
“La agricultura de las Américas tendrá un asiento importante en las negociaciones climáticas con los líderes del mundo, vamos a encontrar consensos en el hemisferio y con otras partes del mundo que enfrentan los mismos desafíos. La agricultura hasta ahora se había visto en la arena del cambio climático como el problema, pero somos parte de la solución, debemos crear este espíritu de solidaridad entre negociadores y los técnicos que conocen el tema”, afirmó el subdirector del IICA.
La secretaría ejecutiva del CAC, Lucrecia Rodríguez, remarcó que propiciar eventos de esta índole es trascendental para unificar un mensaje claro del valor de la agricultura.
“Lo que pensamos es cómo fortalecemos a los equipos y a las personas que llegarán a negociar para ir con una sola voz, una misma visión y un mismo mensaje de lo que la agricultura representa para la producción de alimentos, y lo más importante, qué estamos haciendo para adaptar la actividad al cambio climático y contribuir a su mitigación”, concluyó.