Funcionarios del servicio de sanidad argentino (Senasa) explicaron qué acciones piensan implementar para abordar y reducir el impacto causado por la garrapata.
Buenos Aires, Argentina | Todo El Campo | Durante una reunión con la Comisión de Ganadería de CREA Argentina, el Servicio de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Argentina (Senasa) informó que se lanzará, próximamente, una consulta pública no vinculante sobre el problema causado por la garrapata en la zona norte del país, y de esa manera garantizar la posibilidad de realizar despachos de hacienda.
Además, técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) anunciaron la producción de vacunos para el control de enfermedades vinculadas a la garrapata y dijeron que es un problema que también tienen Brasil y Uruguay.
Emiliano Gabriel Grave, director de Planificación y Estrategia de Sanidad Animal del Senasa, y Luciana Chaparro, responsable del Programa Nacional de Garrapata del Bovino de ese organismo, dijeron que se realizará la consulta pública al ser consultados por integrantes de la Comisión de Ganadería de CREA en el ámbito de la reunión mensual.
El proyecto contempla la posibilidad de despachar a frigorífico tropas parasitadas en cualquier nivel de afectación para garantizar la comercialización de hacienda y preservar la inocuidad alimentaria.
También se exigirá que los frigoríficos que reciban hacienda parasitada cuenten qué lavaderos han sido habilitados por Senasa para realizar una desinfección apropiada antes de abandonar la planta de faena y así reducir la posibilidad de propagación del problema a otras regiones.
Emiliano Grave dijo que “todos los frigoríficos que cuentan con habilitación de Senasa ya tienen un lavadero habilitado, por lo que no implicará ningún cambio en ese sentido en tales situaciones; sí vamos a propiciar que los frigoríficos provinciales y municipales habiliten su propio lavadero porque esa es la forma de garantizar que los camiones salgan limpios de los frigoríficos”.
Los funcionarios de Senasa están en conversaciones con integrantes de la Fundación de Lucha Contra Fiebre Aftosa (Fucofa) de Entre Ríos para poder compatibilizar la normativa que se pondrá en consideración con el programa de control de la garrapata presente en esa provincia.
“Una vez finalizada la consulta pública, que se extenderá por un plazo de treinta días, es probable que se requieran otros quince a treinta días más para la instrumentación efectiva de la normativa; es importante que todos participen en la consulta para brindarle legitimidad a la iniciativa”, explicó Grave.
Además, se realizará otra consulta pública relativa a un proyecto de actualización del Programa Nacional de Garrapata, el cual está regido por la Ley 12.566, el decreto reglamentario 7623 de 1954 y la resolución Senasa 382 de 2017.
Luciana Chaparro añadió que “la propuesta presentada es superadora del esquema vigente y, si bien mantiene algunas cuestiones, plantea un cambio de estrategias por implementar y de las zonificaciones”.
“No somos ajenos a todos los problemas que está habiendo con la garrapata y estamos en contacto permanente con los territorios a través de las sociedades rurales y entes sanitarios”, añadió.
VACUNAS CONTRA BABESIOSIS Y ANAPLASMOSIS.
También participaron de la reunión técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Santiago Nava y Nicolás Morel, quienes anunciaron que esa institución comenzó ya la producción de vacunas contra babesiosis y anaplasmosis, dos enfermedades transmitidas por garrapatas.
Nava precisó que “el problema no sólo está presente en el noreste argentino, sino también en Uruguay y el sur de Brasil. Las vacunas que tenemos disponibles, si bien tienen limitaciones, representan una ayuda importante porque en caso de no contar con las mismas los problemas presentes serían mucho más complejos”, remarcó.
El especialista recordó que, si la vacuna fue incorporada de manera adecuada, la inmunidad lograda en el vacuno debería superar el 90%. En caso de no poder verificar, por medio de un análisis, la inmunidad lograda, en ciertas situaciones se recomienda una revacunación con el propósito de asegurar la inmunidad ante una eventual falla de la primera dosis.
La retención de talento es una cuestión relevante en el agro. Los seguros de retiro son la herramienta adecuada. Permite ofrecer una compensación a los trabajadores valiosos si permanecen un determinado período de tiempo en la organización.
Buenos Aires, Argentina | Todo El Campo | La retención de talentos suele ser un problema en muchas empresas agropecuarias y es cada vez mayor el tiempo que se invierte para estudiar alternativas destinadas a evitar una elevada rotación del personal, algo que, si se transforma en algo permanente, puede poner en peligro los procesos productivos.
Frente a tales desafíos, la industria aseguradora creó los denominados seguros de retiro, por medio de las cuales es posible ofrecer una compensación a los trabajadores valiosos si permanecen un determinado período de tiempo en la organización.
“El seguro de retiro permite que un trabajador, luego de finalizar su vida laboral, pueda disponer de un capital que complemente el ingreso que recibirá por la jubilación; en las condiciones particulares presentes en el país, es un beneficio importante para retener talentos”, explica Leandro Seco, director de Vida e Inversiones de Asset Broker de Seguros.
La particularidad de los seguros de retiro diseñados como plan de incentivo laboral es que el tenedor de los aportes realizados por la empresa es la misma empresa hasta que se cumpla el plazo asignado, lo que implica que, si el trabajador renuncia antes del mismo, el capital retorna a la firma.
“Por lo general se establece un cronograma, en el cual, por ejemplo, en un plazo de diez años el trabajador no recibe nada si renuncia antes de los cinco años y si lo hace entre el año seis y nueve, recibe una parte del capital, mientras que, si permanece hasta el año diez, le corresponde el 100% del capital”, comenta Seco.
El costo de la prima -tal como sucede con otras coberturas- se puede deducir del Impuesto a las Ganancias. “La particular situación presente en Argentina hace que en la actualidad gran parte de un ajuste salarial se lo lleve el Estado en lugar del trabajador; con un seguro de retiro eso no sucede, porque todo el capital asignado al empleado será recibido por él al finalizar el plazo estipulado”, remarca.
EL COSTO DEPENDE DE MUCHAS VARIABLES.
¿Cuál es el costo de un seguro de tales características? Depende de muchas variables, la más importante de las cuales corresponde al período de tiempo asignado, dado que, cuando mayor sea el plazo, menor será el aporte mensual por realizar.
El seguro de retiro para empleados clave es, por un lado, una manera eficientizar los costos del capital humano de la empresa y, por el otro, un reconocimiento que la empresa realiza al trabajador por el valor generado en la organización y que está diseñado para permitir que la persona, una vez jubilada, pueda seguir gozando de una adecuada calidad de vida.
“Los problemas derivados de la alta rotación de personal, que afectan a muchos rubros económicos, también son un inconveniente en el sector agropecuario, dado que el costo de formar a un trabajador para que renuncie a los tres o cuatro años y que ese valor sea captado por otra empresa, es alto en términos económicos y emocionales y eso termina desgastando a las organizaciones”, apunta Juan Palmer, director de Agroindustria de Asset Broker de Seguros.
“La retención de talento es una cuestión relevante actualmente en el agro y, dentro de las diferentes estrategias que pueden implementar las empresas para consolidar equipos de trabajo, los seguros de retiro representan un instrumento muy valioso”, resume.
Asset Broker de Seguros, empresa integrante del Grupo Gaman, en el marco de un convenio firmado por CREA en 2018 viene desde entonces asesorando a empresas de la red de diferentes regiones productivas. En ese marco, la firma diseñó una cobertura integral para empresas agropecuarias CREA que contempla protección contra incendios, lesiones y daños a terceros, maquinaria agrícola, silobolsa, equipos electrónicos y robos.
“Habrá que ver cuál es la percepción de los consumidores cuando se enteren de las hormonas artificiales y antibióticos que son necesarios para poder elaborar una hamburguesa artificial”
Buenos Aires, Argentina | Todo El Campo | “Hablan de carne sintética, pero en realidad se trata de células musculares; se apropian del término carne porque se trata de un alimento que es bien visto por muchos consumidores”.
Así lo indicó el investigador del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INTA) Balcarce, Enrique Pavan, en referencia a los alimentos elaborados con células de carne cultivadas que están siendo desarrollados por la empresa holandesa MosaMeat.
Pavan recordó que una hamburguesa, a diferencia de un bife, es un alimento procesado. Y que una hamburguesa elaborada en base a células musculares constituye un producto que, además de ser procesado, es artificial.
“El precio de este alimento artificial, si bien viene bajando, es mucho más caro que el de carne de vacuno natural. Además, habrá que ver cuál es la percepción de los consumidores cuando se enteren de las hormonas artificiales y antibióticos que son necesarios para poder elaborar una hamburguesa artificial”, alertó.
El investigador del INTA además dijo que la “carne cultivada” es tejido muscular al que le deben agregar grasa para darle sabor. “La carne natural tienen proporciones equilibradas de proteínas, grasa y minerales”.
“El desafío que tenemos ante la alternativa de los alimentos artificiales es fortalecernos ofreciendo alimentos que sean accesibles, seguros y sustentables”, afirmó.
La carne aporta minerales y vitaminas. Pero también aminoácidos esenciales como el Omega 3 o ácido linoleico conjugado (CLA). “El reto está en reducir las grasas saturadas (un elemento perjudicial para la salud) y el aumentar el resto de los componentes beneficiosos para la salud. Y eso lo podemos hacer a través de la selección, el manejo, la nutrición o eventualmente la biotecnología”, aseguró el técnico del INTA.
BAJO EN GRASA Y CALIDAD.
Pavan dijo además para catalogar a un alimento como bajo en grasas se requiere que el mismo tenga un componente de ese factor inferior al 4%. “Muchos bifes magros tienen niveles inferiores a esa cifra y, por lo tanto, podrían ser catalogados como bajo en grasas”.
“En calidad de carne un aspecto importante es reducir la variación y para eso es necesario conocer las variaciones que tenemos. La dispersión de grasa intramuscular, por ejemplo, es bastante elevada. Conociendo las variaciones, podremos definir estrategias para reducirlas”, apuntó.
Pavan señaló que una alternativa para comenzar a unificar criterios de calidad sería implementar un nuevo sistema de tipificación similar al vigente en Australia (Meat Standards Australia), el cual se instrumentó en base a un estudio de campo realizado con 100.000 consumidores de nueve naciones que probaron 700.000 cortes diferentes de carne bovina y ovina para determinar cuáles resultaban los más apetecibles. Luego correlacionaron las preferencias de los consumidores con las características de las medias reses de las cuales proveían tales cortes para desarrollar un sistema que se emplea para premiar a los ganaderos que producen la hacienda más valorada por los consumidores. El sistema –que es voluntario– permite que los cortes derivados de esas medias reses lleven un sello de calidad normatizado.
En lo que respecta al impacto climático, Pavan indicó que la evaluación de la huella de carbono de la ganadería debería hacerse de manera integral, incluyendo todos los productos que se generan a partir de un novillo, tales como proteínas animales, cuero, sebo, huesos y sangre. “No es solo carne lo que se obtiene en ganadería”, concluyó.
Crea Argentina: El desastre productivo también incidirá en la actividad de los numerosos proveedores de bienes y servicios agrícolas, en las comunidades regionales de base agropecuaria y en las industrias dependientes del sector agroindustrial.
Buenos Aires, Argentina | Todo El Campo | Debido a las adversidades climáticas, las empresas agrícolas argentinas afrontarán este año un panorama complejo en términos económicos y financieros, señaló un informe del Área de Economía de CREA Argentina.
Según la institución, los daños relevados en cereales -con las cosechas ya concluidas de trigo y cebada- suman, si se considera el valor FOB promedio presente en la primera quincena del mes de enero, US$ 3.300 millones.
En el caso del maíz y la soja, las pérdidas brutas proyectadas, con los precios promedio esperados durante las cosechas de ambos cultivos, representan hasta el momento más de US$ 9.300 millones. En tanto, el girasol, cultivo que suele registrar un comportamiento más resiliente en situaciones de sequía, sería el menos afectado en la actual coyuntura climática.
Por su parte, las pérdidas productivas estimadas para maíz tardío y soja de segunda serían menores a las de los cultivos de siembras tempranas, aunque tales pronósticos están sujetos a la evolución del régimen de precipitaciones en las próximas semanas.
Mientras tanto, el precio de indiferencia de la soja en buena parte del centro del país supera con creces los valores futuros de la oleaginosa 2022/23, lo que implica que, en caso de no haber un ajuste alcista de precios luego de la cosecha, se registrarían quebrantos generalizados en las regiones afectadas.
En el caso del maíz, el precio de indiferencia es superior en litoral norte, litoral sur y norte de Santa Fe, mientras que en el resto de las regiones se mantiene por debajo. De todas maneras, vale tener en cuenta que hasta el momento el cálculo proyecta rendimientos aceptables de maíz tardío en muchas regiones, algo que aún está por verse en función de la evolución del incierto escenario climático.
Más allá de los ajustes que puedan experimentar en lo sucesivo tales proyecciones, es evidente que la mayor parte de las empresas agrícolas argentinas tendrá que afrontar este año un panorama complejo en términos económicos y financieros. Adicionalmente, el desastre productivo también incidirá en la actividad de los numerosos proveedores de bienes y servicios agrícolas, en las comunidades regionales de base agropecuaria y en las industrias dependientes de las divisas generadas por el sector agroindustrial.