Uruguay se anima a dar los pasos que los temerosos vecinos y socios del Mercosur no.
Hébert Dell’Onte | Los avances de Uruguay respecto a un posible tratado de libre comercio (TLC) con China y la posición de nuestros socios en el Mercosur ha generado abundante información sobre ese país, su comercio, economía y otros aspectos variados. Se trata del motor del mundo, que a menor o mayor ritmo no ha dejado de funcionar en ninguna de las crisis que el mundo ha sufrido desde los últimos años incluyendo la pandemia. Cuando otros mercados se retrotrajeron, China continuó comprando y vendiendo.
El Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) publicó un recomendado análisis sobre China, fundamental para comprender el peso de su economía en el mundo y su proceso de crecimiento vinculado a la apertura al mundo que la convirtió en la segunda economía global.
Como comentario al margen, cada vez más analistas observan cómo el nuevo orden mundial se va conformando con Estados Unidos y China liderando en lo económico, tecnológico y militar.
Volviendo al CED, el análisis señala que “en 1990, la participación del país asiático en el PIB mundial era menor al 2%”, ahora “representa casi el 20% de la economía global, muy cerca de Estados Unidos”, y agrega: “Incluso, ajustando por paridad de poder de compra, el gigante asiático es la principal economía del planeta. Así como muchos analistas afirman que el siglo XIX fue de Gran Bretaña y el siglo XX de Estados Unidos, los datos sugieren que el XXI podría representar el siglo de China”.
“Entre 1982 y 2011, China creció a un promedio anual de 10%”, luego de lo cual hubo una disminución, “pero de todas formas se observaron variaciones superiores a 7% en promedio entre 2011 y 2018”. Desde ese año, a pesar de la guerra comercial con Estados Unidos, la pandemia y otros factores estructurales, las tasas fueron del entorno de 5%. “Cifras altas en cualquier comparación”.
El modelo de ese crecimiento, se basó en la “inversión, la manufactura industrial y la incidencia de sectores de baja tecnología”, pero “en los últimos años” eso cambió y el enfoque está en “el consumo, sectores industriales de alto valor agregado y los servicios”.
También se destaca el aumento de la población y de los ingresos per cápita, crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza.
China es “la aspiradora del mundo”, dice el CED, con importantes importaciones de materias primas y alimentos. “A modo de ejemplo, el gigante asiático tiene una incidencia cercana al 60% en las importaciones mundiales de soja o leche en polvo, así como casi el 40% de las importaciones de carne bovina, con Uruguay como origen destacado en el entorno del 15%”.
Los acuerdos comerciales con otros países o bloques han sido determinantes.
“En 2004, China firmó su primer TLC con la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (Asean), conformado por Tailandia, Indonesia, Malasia, Singapur y Filipinas. Posteriormente, tuvo lugar la firma de acuerdos con otros países asiáticos, algunos latinoamericanos (Chile, Perú y Costa Rica) y un par de europeos (Suiza e Islandia). Actualmente, China mantiene 16 TLC firmados (entre ellos con competidores uruguayos: Australia y Nueva Zelanda) y 6 en proceso de negociación, entre los que se encuentran Ecuador y Uruguay”.
Respecto a la relación Uruguay-China, el CED señala que “en 2021, el saldo de balanza comercial fue de US$ 1.307 millones, correspondiente a US$ 3.303 millones por exportaciones y US$ 1.996 millones por importaciones”.
EL RIEGO DE URUGUAY.
El problema para Uruguay -si es que se puede considerar problema- es que las exportaciones de bienes uruguayos a China han tenido poca diversificación.
Según el CED, indica que “el potencial riesgo es ganar concentración y dependencia con quién ya es nuestro principal cliente. No obstante, la escala de la economía china y sus crecientes demandas y necesidades, hacen de esta eventual limitante una ventana de oportunidad para ampliar nuestro comercio, diversificar nuestros productos y consecuentemente ampliar la frontera de posibilidades de producción de muchos sectores agroindustriales”.
LA OPORTUNIDAD PARA EL MERCOSUR.
El documento del CED también se refiere al anuncio hecho por el presidente Luis Lacalle sobre su intención de avanzar también con el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (CPTPP) que incluye a países como Australia, Nueva Zelanda, Japón, Canadá, México, Singapur, entre otros.
Por otro lado, “en las últimas décadas, el Mercosur, no logró prácticamente ningún acuerdo con países que representan destinos significativos para sus exportaciones” y aun hoy “continúa sin lograr ningún tipo de acceso preferencial” a mercados relevantes.
Dicho en otros términos -y analizando el texto del CED-, el Mercosur y Uruguay dentro del bloque, están muy rezagados respecto al mundo que ha ido tejiendo una serie de tratados que beneficia a sus países miembros, muchos de ellos competidores directos de lo que Uruguay y el Mercosur producen.
El liderazgo de Uruguay en ese sentido, convirtiéndose en el removedor de esta zona del mundo, lejos de ser una amenaza para el Mercosur es una oportunidad.
Uruguay se anima a dar los pasos que los temerosos vecinos y socios del Mercosur no.
Una cosa parece cierta y de sentido común: si logramos avanzar en un TLC con China y simultáneamente con el CPTPP, todo el Mercosur querrá sumársenos, habría que tener la mirada demasiada corta para no hacerlo y mirar desde afuera.
DOCUMENTO COMPLETO DEL CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL DESARROLLO.
Uruguay debe asumir que la “inestabilidad argentina se ha vuelto algo más estructural que coyuntural, más bien la regla y no la excepción”, y actuar en consecuencia.
Hébert Dell’Onte | Argentina tiembla, sus estructuras crujen y Uruguay ahí al lado, con un río ancho que se pone en el medio como barrera para que el cimbronazo no nos sacuda.
En lo tanto que somos iguales, afortunadamente no es así en términos políticos o económicos, y las tormentas que rompen la estabilidad argentina no nos llegan con la severidad que podrían, es que ya no es correcto aquel dicho “cuando Argentina estornuda, Uruguay se resfría”.
El último Boletín Macroeconómico del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) -Nr. 34, publicado el martes 19 de julio- llegó a la mesa de trabajo de Todo El Campo para poner luz en un tema sobre el cual todos nos preguntamos y muchos miramos con aprensión: ¿Hasta qué punto somos inmunes frente a lo que sucede en casa de nuestros vecinos?
El boletín, titulado “La situación económica en Argentina: Impactos en Uruguay y enfoque de la política pública” comienza con un resumen de puntos o consideraciones claves. El primero nos da tranquilidad: “Argentina ha perdido incidencia como destino de las exportaciones uruguayas y origen de las importaciones desde el vecino país”.
Más adelante menciona nuestro punto débil, el turismo: “Dos de cada tres dólares que ingresan al país por concepto de turismo provienen desde Argentina”, una situación instalada y afirmada desde hace décadas. Turísticamente somos dependientes de Argentina y por más que se realizan campañas internacionales para mostrar a Uruguay como destino, seguimos atados a nuestros vecinos.
El CED destaca “la diferencia de precios relativos con Argentina” que ahora “es la más grande de los últimos 20 años”. Y advierte que es un “fenómeno que comienza a ser más estructural que coyuntural”.
A su vez “Uruguay importa ‘deflación en dólares’ desde Argentina vía menor demanda de bienes y menor demanda de turismo; con potencial efecto negativo sobre el sector industrial no agrícola y el sector turístico”.
Mientras Argentina “se vuelve más ‘barata’ en terceros mercados en los que compite con exportaciones uruguayas”, se da la situación de que las políticas del Gobierno de Alberto Fernández restringen sus exportaciones, lo que nos favorece.
Pero “aumentan los incentivos de los uruguayos para comprar y adquirir servicios en el vecino país, con afectación directa e inmediata para el turismo local y el comercio fronterizo”.
LA REALIDAD ARGENTINA.
El CED aporta datos claves para conocer la realidad de nuestros vecinos: “Una economía estancada hace más de una década”, y complementa: “Desde 2011 la economía argentina incursionó en un proceso de sucesivos y acotados ciclos de expansión recesión”, luego de los cuales “comenzó un largo período recesivo caracterizado por las crisis financieras de 2018 y 2019 y la pandemia de 2020”.
Con ese panorama el Banco Central de la República Argentina señaló que las expectativas para 2022 son de un crecimiento de 3,2%, pero con una baja base del año 2021.
Por otra parte, la “inflación sin control” que se explica por la “monetización del déficit fiscal” debido a la “falta de acceso a mercados internacionales” y para poder enfrentar el desequilibrio fiscal se emite.
Otros datos impactantes son que “en el año móvil cerrado a junio, la inflación alcanzó su nivel más alto desde 1992 (64%)”; y “la brecha cambiaria alcanzó máximos históricos en los últimos días, lo que se traduce en mayores expectativas de devaluación futura del tipo de cambio oficial y por ende mayores expectativas de aceleración inflacionaria”.
¿DÓNDE NOS GOLPEA LA INESTABILIDAD ARGENTINA?
Qué impacto tiene la realidad argentina en Uruguay es lo que todos nos preguntamos y miramos con cuidado. El boletín del CED señala que “la compleja realidad del vecino país tiene impactos asimétricos en Uruguay”.
Uruguay “logró cierto desacople”, pero hay que “recordar que la recurrente inestabilidad del vecino país no es un factor positivo ni mucho menos”, y es “relevante comenzar a internalizar que dicha inestabilidad argentina se ha vuelto algo más estructural que coyuntural, más bien la regla y no la excepción”.
Son cuatro, por lo menos, los “canales de impacto desde el punto de vista real”: 1) el comercio de bienes, 2) el turismo, 3) la diferencia cambiaria y 4) el comercio de frontera incluido el contrabando.
¿QUÉ PUEDE HACER URUGUAY?
En la última parte del boletín el CED analiza las respuestas que puede dar Uruguay desde lo público “en la micro y no en la macro” política, comenzando por “un enfoque más de fondo y largo plazo en lugar de medidas puntuales de la coyuntura”.
Agrega que “poco sentido tendría subordinar la política monetaria-cambiaria a mitigar diferencias cambiarias con la región y/o eventuales problemas de competitividad del sector no agroindustrial. En este sentido, Uruguay debería comenzar a experimentar cambios a nivel microeconómico (y no macro)”.
La dirección de esos cambios va por la promoción de “una mayor competencia en sectores no transables y productos importados para permitir reducciones permanentes (aunque por única vez) del nivel de precios de la economía (no la inflación)”.
Segundo, elaborar nuevas estrategias para “captar turismo” de otros países y otra región sin descuidar el turismo interno que necesita incentivos.
Y tercero, “trabajar sobre los costos locales que impactan en la ecuación de costos de las industrias no agrícolas, promover su diversificación exportadora y eventualmente reconocer su dificultad en contextos de ausencia de ventajas competitivas con otros países trabajando en la recapacitación de sus trabajadores”.
“Uno de los datos más llamativos del comportamiento del empleo en la pandemia” es que los hombres sufrieron más el desempleo que las mujeres, y se recuperan más lentamente.
El Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) presentó el análisis del mercado de trabajo a partir de la Encuesta Continua de Hogares en el cual presenta detallados indicadores sobre la situación laboral del país.
A forma de resumen, CED destaca que en la comparación del mercado laboral por sexo de 2020 con 2021, “el empleo en las mujeres cayó en menor proporción que en los hombres, mientras que en 2021 vs 2020 también se recuperó de forma más rápida”.
La franja etaria de entre 18 a 24 años “registró una pérdida neta de 22.000 empleos entre 2019 y 2021”.
Los departamentos donde “más se crearon empleos” fueron Durazno y Maldonado; en tanto que el desempeño más magro fue de Montevideo y Soriano.
“La Encuesta Continua de Hogares (ECH) es por excelencia la más importante fuente de datos socioeconómicos del Uruguay” porque los microdatos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) “brinda la posibilidad de explorar en datos que son publicados una vez al año”, explica el informe de CED.
En el período julio-diciembre 2021 el INE “corrigió al alza los números de empleo”, en ese año “se crearon en promedio 59.000 empleos con relación a 2020 (aproximadamente 10.000 más que las cifras iniciales). Dicho cambio se dio en niveles, pero no afectó las variaciones mensuales reportadas regularmente”.
Por otra parte, si se compra con 2019, “el número de ocupados fue prácticamente idéntico, por lo que puede afirmarse que en promedio Uruguay había recuperado la casi totalidad del empleo durante la pandemia (60.500 en 2020)”.
“UNO DE LOS DATOS MÁS LLAMATIVOS”: LOS HOMBRES FUERON MÁS AFECTADOS QUE LAS MUJERES.
El CED destaca como “uno de los datos más llamativos del comportamiento del empleo en la pandemia” que los hombres sufrieron más el desempleo que las mujeres.
En 2020 vs 2019 “el empleo en las mujeres (-3,4%) cayó en menor proporción que en los hombres (-4,0%), mientras que en 2021 vs 2020 también se recuperó de forma más rápida (4,5% vs 3,2%)”. Llevado a números, resulta que “el número de ocupadas mujeres para el promedio de 2021 fue superior en 7.000 respecto al 2019, mientras que los ocupados hombres aún no recuperaron la totalidad del empleo perdido (8.000 empleos menos que en 2019)”.
Sin embargo hay que subrayar que “las mujeres presentan estructuralmente peores indicadores en el mercado laboral”.
LOS JÓVENES.
Los microdatos de la ECH “surgieren que la pandemia habría acentuado los problemas de empleo juvenil” con la franja de 18 a 24 años perdiendo 22.000 empleos entre 2019 y 2021. Ese es “el único tramo etario junto con las personas de 14 a 17 años y de 65 o más que no lograron recuperar la totalidad del empleo perdido en pandemia”
DISTRIBUCIÓN DEL EMPLEO.
Aunque en 2020 “se desconoce cómo fue la distribución sectorial del empleo”, es posible “reconstruir parcialmente la película con los datos de 2019 y 2021”, explica el documento, y agrega: “La pandemia no parece haber cambiado estructuralmente la distribución del empleo por sector de actividad”.
El informe del CED subraya que en el sector Informática y Comunicación se habrían creado unos 10.000 empleos netos en los últimos dos años, la mayoría en el área metropolitana.
Por otra parte, la Administración Pública y Defensa creó unos 15.000 empleos “lo cual dada la evolución reciente del número de trabajadores estatales (reportada por la ONSC), debería responder casi íntegramente al plan ABC de la Intendencia de Montevideo y al programa de Jornales Solidarios que se inició en junio de 2021”, observa el texto.
Los jornales “claramente también tiene una incidencia positiva en el número de empleos creados en los departamentos del interior (11.000 de 15.000 empleos del programa fueron en el interior)”.
“Respecto a los sectores más intensivos en mano de obra, la Industria recuperó en 2021 los niveles prepandemia, mientras que la Construcción (-6.500), el Comercio (-6.000) y el Agro (-4.000l) se ubicaron levemente por debajo, siempre referenciando a promedios anuales. Sin embargo, en la comparación semestral (del segundo semestre respectivo), estos dos últimos se situaron en torno al nivel prepandemia en línea con los datos de actividad de Cuentas Nacionales”.
“También se destacaron las Actividades profesionales, técnicas y científicas (+4.000), Enseñanza (+6.000), Salud y cuidados (+6.000), Actividades Profesionales, científicas y técnicas (+4.000), Actividades Administrativas (+2.500) y otros Servicios (+1.500).
Por último la Construcción. “Parece contra intuitivo que no se haya retomado al nivel prepandemia cuando los datos de cotizantes a la seguridad social indican que el sector opera en los máximos niveles desde 2015 al influjo de la construcción de UPM (y sus obras conexas) así como los proyectos de vivienda promovida. La razón de fondo, es que la Construcción como rama de actividad según la clasificación internacional CIIU es mucho más abarcativa”.
Por circunstancias ajenas a Uruguay, el petróleo se ha disparado y eso repercute en todos los países del mundo que han debido subir sus combustibles. En los últimos 12 meses Italia tuvo un incremento del 52,6%, Brasil 42,7%, Argentina 41,1% y Uruguay 28,3%.
Hébert Dell’Onte | A diferencia de lo que a veces se escucha en el debate sobre la Ley de Urgente Consideración (LUC) las variaciones que ha tenido el precio de los combustibles no se deben a lo que esa norma establece sino que responde a otras cuestiones más complejas que no se arreglan con derogar o modificar algún artículo de una ley.
CED, el Centro de Estudios para el Desarrollo publicó un documento titulado ¿Qué pasa con los combustibles en el mundo y en Uruguay?: un aporte al debate riguroso y de calidad en el que se analiza el tema del combustible en Uruguay que tiene “dos principales variables de referencia para Ancap”, que son “el precio del petróleo Brent y el tipo de cambio”. En base a ellas el ente petrolero fija “sus precios de venta al público en función de sus costos”.
En febrero, el promedio del barril Brent fue de US$ 97, esto es un 57% más que en febrero de 2021, y “en los últimos días de febrero y comienzo del mes de marzo, los precios se dispararon, superando los 100 dólares por barril, cifras no registradas desde 2014”.
Eso se da “en un contexto de fundamentos sólidos y consistentes con un precio internacional del petróleo elevado” en un marco de mayor demanda por “mayor consumo de combustibles”, entre otros factores relevantes.
Mientras tanto, “la oferta se adapta con lentitud”, presenta “problemas en el suministro para los países de la OPEP y niveles de inventarios en mínimos de los últimos años”.
A su vez inciden fuertemente “los conflictos geopolíticos desatados en los últimos días”, principalmente la invasión de Rusia a Ucrania. Rusia es el segundo principal exportador de petróleo del mundo.
Pero no es único conflicto preocupante, se debe sumar el de Estados Unidos e Irán, “en el cual el primero impuso sanciones sobre las ventas de petróleo iraní”, recuerda CED. Irán es el sexto exportador del mundo.
El escenario descrito parece inmejorable para que el petróleo siga fortaleciéndose “cual seguirá añadiendo presión sobre la oleada de inflación que está golpeando a casi todas las economías del mundo” por el generalizado aumento de los combustibles.
VARIACIÓN DEL PRECIO DEL COMBUSTIBLE EN EL MUNDO.
El siguiente cuadro muestra la variación del precio de la nafta en los últimos 12 meses de 9 países, con Italia encabezando la lista (52,6%), siguen Francia (51,5%), Alemania (49,8%), España (46,5%), Brasil (42,7%), Argentina (40,1%), Estados Unidos (36,4%), Chile (35%), y Uruguay (28,3%).
LA LUC NO GENERÓ CAMBIOS RELEVANTES.
El documento agrega que los artículos de la LUC referentes al combustible “no parecen haber generado ningún cambio relevante en la política de fijación de precios. También parece claro que su espíritu (precios que rápidamente reflejen las variaciones de los costos) está siendo dejado atrás por el gobierno”.
A esa conclusión lleva CED luego de observar que desde noviembre de 2021 “el Poder Ejecutivo decidió apartarse de la recomendación técnica de la Ursea que asumía ajustes al alza en noviembre, diciembre; así como ajustes mayores a los efectuados en febrero y marzo”.
Agrega que desde 2010 en adelante los precios del combustible al público “no reflejaron (en ningún sentido) los costos asumidos por Ancap para producir y distribuir los combustibles. Según estimaciones propias basadas en datos de ventas de combustibles (en litros) y series históricas de precios de venta al público y de PPI, se obtuvo el sobreprecio en millones de dólares pagado por los consumidores uruguayos o asumidos como pérdida por Ancap (subsidio) en los casos respectivos”.
Entre 2010 y 2014 “la nafta habría tenido un precio subsidiado por US$ 78 millones de dólares, mientras que, en caso contrario, el gas oíl evidenció un sobreprecio pagado por los uruguayos de aproximadamente US$ 1.181 millones”.
De 2015 a 2019 el sobreprecio de la nafta fue de US$ 443 millones, y del gas oíl de aproximadamente US$ 1.337 millones más que la referencia de precio de paridad de importación.
Y del 2020 al 2021 “se registraron sobreprecios en la nafta por US$ 14 millones y el gas oíl por US$ 67 millones. Sin embargo, los resultados son sustancialmente distintos entre 2020 (cuando ambos combustibles pagaron sobreprecios) y 2021 (donde se vendieron por debajo del PPI)”.