Trump, podría usar su “influencia en la OPEP+” para convencer al grupo de que recupere el suministro, lo que afectará el precio de la materia prima.
Montevideo | Todo El Campo | Los analistas de Citi (*) han pronosticado que el crudo Brent promediará US$ 60 por barril el próximo año, impulsado a la baja por las políticas energéticas de la administración entrante de Estados Unidos.
El banco señaló que los aranceles a las importaciones y el aumento de la producción de petróleo son los factores impulsores de este pronóstico para los precios del petróleo.
Los analistas también sugirieron que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, podría usar su “influencia en la OPEP+” para convencer al grupo de que recupere el suministro, incluida la producción y el petróleo del almacenamiento flotante. También dijeron que la presidencia de Trump podría conducir a una disminución de las tensiones geopolíticas, lo que contribuiría aún más a la caída de los precios.
Al mismo tiempo, las políticas energéticas en el país podrían ver un mayor apoyo gubernamental a las inversiones en petróleo y gas, lo que podría impulsar la producción, escribieron también analistas de Citi, citados por Reuters. “Aun así, a pesar de la agenda de petróleo y gas más favorable, es probable que su impacto inmediato en los mercados físicos de petróleo sea limitado”, dijeron.
Por otra parte, analistas de Goldman Sachs (**) escribieron en una nota redactada antes de las elecciones, que “conceptualmente”, el impacto de un eventual segundo Gobierno de Trump en los precios del petróleo “es ambiguo, con cierto riesgo a la baja a corto plazo para el suministro de petróleo de Irán (…) y, por lo tanto, riesgo de precios al alza”. Sin embargo, agregaron que había un riesgo a la baja para la demanda y los precios derivado de las políticas comerciales declaradas de Trump.
También está la cuestión de los precios y la motivación del crecimiento de la producción, porque las políticas energéticas favorables al crecimiento pueden conducir a una mayor producción, pero también deprimirían los precios y eso, a su vez, conduciría a una menor producción, como ha sucedido desde que se creó la industria del petróleo y el gas.
“Si la administración Trump abre los arrendamientos federales para el petróleo y el gas, las tierras federales obtendrían un 25% por barril de ingresos. Tendrá muchos problemas para encontrar una compañía petrolera que pueda ganar dinero a US$ 52,50 por barril con lo que les queda de un barril de US$ 70”, dijo el presidente de Smead Capital, Cole Smead, a CNBC. (Artículo de OilPrice.com).
(*) Citi: creada en 1998 con la fusión de Travelers Group y Citicorop, Citi (o Citigroup) es la mayor financiera del mundo con la casa central en Nueva York.
(**) Goldman Sachs: otra importante financiera, también con sede en Nueva York, fundada en 1882.
El país vecino pasa de ser un importador de gas y petróleo a ser exportador neto. El gasoducto que antes era para importar gas, ahora será para venderlo al exterior. Se ha tenido que revertir el sentido de la inyección de gas del gasoducto.
Montevideo | Todo El Campo | En un remoto y denso desierto de Sudamérica está tomando forma un fenómeno por el que muy pocos habrían apostado hace unos años: Argentina se está convirtiendo en una auténtica potencia energética. El país ha pasado en pocos meses de ser un importador neto de energía a ser exportador, una tendencia que va en aumento y que no parece tener fin a corto plazo. Un hecho que revela este cambio se ha podido comprobar en las últimas horas con la inauguración de la ‘reversión de un gasoducto’ (le han dado la vuelta metafóricamente) que antes servía para importar gas de Bolivia y que ahora será utilizado para exportar gas desde Argentina a hacia sus regiones del norte y Brasil. Todo se debe al boom del gas y el petróleo de Vaca Muerta, (en la provincia de Neuquén)
Argentina inauguró este lunes (4/11) la obra de reversión del Gasoducto Norte, que durante casi dos décadas permitió las importaciones de gas natural de Bolivia y que ahora posibilitará abastecer al norte y el centro argentino y exportar a Brasil gas extraído de la colosal formación de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta.
La obra, iniciada el año pasado y terminada dos meses antes de lo previsto, implicó la ampliación en 62 kilómetros del Gasoducto Norte, la reversión del sentido de inyección de gas en cuatro plantas compresoras ya existentes, y la construcción de un gasoducto de 122 kilómetros en la provincia de Córdoba (centro).
ARGENTINA DEJA DE COMPRAR GAS A BOLIVIA.
El proyecto demandó una inversión de 710 millones de dólares, de los cuales 540 millones fueron financiados con un crédito de CAF Banco de Desarrollo de América Latina. El cambio del sentido del flujo en las tuberías permite ahora llevar gas desde Vaca Muerta, en el suroeste de Argentina, a las provincias de Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy, para abastecer la demanda de centrales térmicas de generación eléctrica, industrias y hogares. Además, hará posible que Argentina exporte gas natural a Brasil, usando primero el Gasoducto Norte y luego la red de ductos que van de Bolivia al territorio brasileño.
Tras dos décadas de contratos de compra de gas a Bolivia, Argentina dejó de importar desde ese país el mes pasado, un paso que fue posible gracias a los crecientes volúmenes de producción en Vaca Muerta, la segunda mayor reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo de este tipo.
El propio Ministerio de Energía lo anunciaba de esta manera: Argentina se ahorrará divisas por 1.000 millones de dólares anuales; se potenciará el desarrollo nuevas actividades industriales como la minería de litio; y, en una segunda etapa, se podrá exportar el gas nacional hacia otros países de la región.
«Argentina eligió dónde invertir 700 millones de dólares para que eso revierta en más riqueza. Con el gas seguro, no intermitente, se va a generar un bienestar que hasta el momento no teníamos. Vamos a usar nuestro gas, a un tercio del valor que usábamos hasta el momento para importar. Hemos venido para celebrar una obra de esta envergadura, que empezó y terminó en tiempo récord el gobierno de Milei», señala el jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
Por su parte, el ministro de Economía destacó: «Desde el Ministerio de Economía trabajamos junto a las empresas privadas para destrabar el primer tramo de la obra que estaba sin adjudicar y los otros dos tramos que ni siquiera se habían licitado. Vamos a recuperar el autoabastecimiento energético que fue destruido por la gestión anterior«. Pero no solo eso, Argentina también busca su propia revolución con el petróleo. Crudo y gas hacen tándem perfecto para lograr cientos de millones de dólares en ingresos que pueden ayudar a reconstruir las maltrechas reservas de divisas del país y recuperar la economía.
AHORA TOCA EL PETRÓLEO.
En setiembre, un equipo de 10 personas, que trabajaba en un rincón de la vasta formación de esquisto de Vaca Muerta, en la provincia occidental de Neuquén, terminaron de colocar los gigantes tubos de acero al carbono de 75 centímetros de espesor y los soldaron para construir un oleoducto. El objetivo es transportar crudo casi 600 km hasta el Atlántico. Vaca Muerta es el cuarto yacimiento de petróleo de esquisto más grande del mundo (el mayor de Sudamérica) y el segundo de gas. Está previsto que un oleoducto que se extienda hacia el sur llegue a la ciudad de Allen -al norte de la provincia de Río Negro, a 130 km de distancia- a finales de este año. Un segundo tramo, cuya finalización está prevista para 2026, transportaría crudo otros 440 km hasta Punta Colorada, en la costa sureste, según explican desde el Financial Times.
«Este es el primer oleoducto importante del país diseñado completamente para la exportación», dice Manuel Castillo, que gestiona el proyecto para la empresa energética estatal argentina YPF. «Con el tiempo, aumentaremos la capacidad de transporte de la cuenca en un 70%».
Vaca Muerta está a punto de cumplir la promesa que los sucesivos gobiernos han estado promocionando durante los 14 años transcurridos desde su descubrimiento, ya que la nueva infraestructura alivia los cuellos de botella del transporte que han obstaculizado durante mucho tiempo la producción.
Otro proyecto de un nuevo oleoducto, finalizado el año pasado, permitió reiniciar las exportaciones de petróleo a Chile después de 17 años. Otro, cuya finalización está prevista para 2025, aumentará los flujos hacia la costa de la provincia de Buenos Aires. La producción diaria de petróleo de la cuenca se ha cuadriplicado en los últimos cinco años, de 90.000 barriles por día en 2019 a 400.000 barriles diarios (bpd) en setiembre de 2024 y podría superar los 1,1 millones en 2030, según la cámara empresarial local de hidrocarburos CEPH. Eso permitiría exportaciones de casi 700.000 bpd.
La infraestructura más compleja para exportar mucho gas natural está todavía en marcha. Sin embargo, además del gasoducto inaugurado para llevar gas a Brasil, un nuevo gasoducto que va a Buenos Aires ha ayudado a duplicar la producción desde 2019, llevándola a 70 metros cúbicos por día en 2024, lo que ha aplastado las necesidades de importación. Se espera que este año Argentina, que ha tenido un déficit energético desde 2011, obtenga 5.000 millones de dólares netos por sus exportaciones, en un momento en que sus reservas de divisas están peligrosamente bajas.
No obstante, cabe recordar que la economía aún está sujeta a estrictos controles cambiarios y de capital y el país aún debe resolver sus desafíos macroeconómicos antes de poder atraer la inversión necesaria para convertirse en un exportador significativo, advierten los empresarios. Aun así, la elección, hace casi un año, del presidente Javier Milei, quien prometió levantar esos controles y desregular el sector, ha animado a los inversores.
Informe del Banco Mundial. Los precios mundiales de los productos básicos caerán de aquí a 2026 en el contexto de un excedente histórico de petróleo.
Washington, Estados Unidos | Todo El Campo | Según la última edición del informe Commodity Markets Outlook (Perspectivas de los mercados de productos básicos) del Banco Mundial, los precios internacionales de los productos básicos caerán en 2025 a su nivel más bajo en cinco años en el contexto de un exceso de petróleo tan grande que probablemente incluso limite los efectos que provocaría un conflicto más generalizado en Medio Oriente. Aun así, estos precios seguirán siendo aproximadamente un 30% más altos que en los cinco años anteriores a la pandemia de Covid-19.
Se prevé que el próximo año la oferta mundial de petróleo supere la demanda en un promedio de 1,2 millones de barriles diarios, un excedente que solo se ha superado dos veces antes: durante los cierres derivados de la pandemia en 2020 y durante el colapso de los precios del petróleo, en 1998. Este nuevo exceso de oferta refleja en parte un cambio importante en China, donde la demanda de petróleo se ha estancado prácticamente desde 2023 como consecuencia de la desaceleración de la producción industrial y el aumento de las ventas de vehículos eléctricos y de camiones propulsados a gas natural licuado. Además, se espera que varios países que no forman parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo o de sus aliados (OPEP+) aumenten su producción de petróleo. La propia OPEP+ mantiene una importante capacidad de reserva, que asciende a 7 millones de barriles diarios, casi el doble que en vísperas de la pandemia, en 2019.
Se prevé que, entre 2024 y 2026, los precios mundiales de los productos básicos se desplomarán casi un 10%. En el caso de los alimentos, caerán un 9% este año y un 4% adicional en 2025 antes de estabilizarse. De todos modos, sus valores seguirían casi un 25% por encima del nivel promedio registrado entre 2015 y 2019. Por su parte, los precios de la energía caerán según las previsiones un 6% en 2025 y otro 2% en 2026. La baja de los precios de los alimentos y la energía debería facilitar a los bancos centrales el control de la inflación. Sin embargo, una escalada de los conflictos armados podría complicar esos esfuerzos al interrumpir el suministro de energía y hacer subir los precios de los alimentos y la energía.
“La caída de los precios de los productos básicos y la mejora de las condiciones de la oferta pueden servir como factor de amortiguación frente a las crisis geopolíticas”, afirmó Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior del Grupo Banco Mundial. “Pero no lograrán aliviar las penurias que generarán los altos precios de los alimentos en los países en desarrollo, donde la inflación de esos precios duplica la de las economías avanzadas. Los precios altos, los conflictos, los fenómenos meteorológicos extremos y otras perturbaciones han provocado que más de 725 millones de personas sufrieran inseguridad alimentaria en 2024”.
Durante el último año, el conflicto en Medio Oriente ha provocado una considerable volatilidad en los precios del petróleo, en particular debido a la preocupación por los daños que podría sufrir la infraestructura de petróleo y gas de los principales productores de productos básicos si el conflicto se intensificara. Si esto no sucede, se espera que el precio promedio anual del crudo Brent caiga de los US$ 80 por barril registrados este año a los US$ 73 en 2025, su valor mínimo en los últimos cuatro años.
Pero en el informe también se evalúa lo que podría suceder si el conflicto se intensificara, y específicamente, si resultara en una reducción del suministro mundial de petróleo del 2%, o 2 millones de barriles por día para fines de este año. Esto supondría una interrupción de una escala similar a la que se generó con la guerra civil de Libia en 2011 y con la guerra de Irak en 2003. Si se produjera una perturbación similar, los precios del Brent aumentarían bruscamente en un principio hasta alcanzar un máximo de US$ 92 el barril. Sin embargo, los productores de petróleo que no se vean afectados por el conflicto podrían responder rápidamente incrementando la producción. En consecuencia, el alza de los precios podría durar relativamente poco, con un promedio de USS 84 el barril en 2025. Ese valor, de todos modos, se ubicaría un 15% por encima del pronóstico de referencia para 2025, pero sería solo un 5% más alto que el promedio de 2024.
“La buena noticia es que la economía mundial parece estar mucho mejor preparada que antes para hacer frente a una crisis petrolera importante”, dijo Ayhan Kose, economista en jefe adjunto y director del Grupo de Perspectivas del Grupo Banco Mundial. “Esto abre oportunidades poco frecuentes para quienes se encargan de formular políticas en las economías en desarrollo. En primer lugar, la caída de los precios de los productos básicos puede ser un complemento útil de la política monetaria para lograr que la inflación vuelva a los valores establecidos como meta. En segundo lugar, los responsables de formular políticas tienen una oportunidad para reducir los costosos subsidios a los combustibles fósiles”.
Se espera que el precio promedio del oro, una opción popular entre los inversionistas que buscan un “refugio seguro”, alcance un valor récord este año, elevándose un 21% por sobre el promedio de 2023. El oro ocupa una categoría especial entre los activos, ya que a menudo sube de precio durante períodos de incertidumbre geopolítica y normativa, como los conflictos. Se prevé que, en los próximos dos años, sus precios se mantendrán un 80% por encima del promedio de los cinco años anteriores a la pandemia de Covid-19, y solo disminuirán ligeramente. Por su parte, el precio de los metales industriales se mantendrá estable en 2025‑26, ya que la debilidad del sector inmobiliario de China se verá compensada con las limitaciones de la oferta y el aumento de la demanda de algunos metales derivada de la transición energética. Sin embargo, si el crecimiento de China mostrara resultados inesperados, podría generarse volatilidad en los mercados de metales.
En una sección especial del informe se examinan las razones por las cuales las fluctuaciones de los precios de los productos básicos a nivel mundial estuvieron tan sincronizadas durante la pandemia y en el período posterior. Allí se concluye que dichos precios se movieron a la par durante el período 2020‑23 debido a las repercusiones económicas mundiales de la pandemia y de las crisis de gran escala relacionadas con productos básicos específicos, como la invasión de Rusia a Ucrania. Los aumentos sincronizados de precios tienden a conducir a una mayor inflación y a un menor crecimiento económico a nivel mundial. Durante el último año, aproximadamente, los movimientos de precios se han vuelto menos sincronizados.
Artículo de Banco Mundial | Foto de World Energy Trade.
El ataque de Irán el 1° de octubre hizo subir el Brent, pero la respuesta de Israel de este fin de semana fue específica sobre objetivos militares y no petroleros, lo que mantuvo el precio.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | El ataque de Israel a Irán era un hecho que todos los analistas aseguraban que iba a suceder sin ninguna duda. Así lo había advertido Israel y ese es un país que no hace anuncios de ese tipo si realmente sus gobernantes no están seguros de cumplir con su palabra. La credibilidad es una de sus armas de persuasión más potentes en la zona más inestable del mundo.
Lo que nadie sabía y todos esperaban atentos era el cuándo, dónde y qué objetivos tendría Israel.
La operación israelí, en respuesta del ataque iraní del 1° de octubre finalmente se dio y además del obvio horror de cualquier guerra con sus pérdidas en vidas, lo que todo el mundo temió fue que hubiera una disparada del petróleo, lo que afectaría a todos los países del mundo, incluso a Uruguay tan lejano del conflicto.
La respuesta de Israel se dio el sábado 26. A diferencia de las acciones bélicas de Irán que dispara misiles a cualquier punto del país, sin importarle la población civil, la aviación israelí puso el foco en objetivos y bases militares, destruyendo los sistemas de defensa aérea, con lo cual el mensaje es claro: podemos volver a atacarlos y no tendrán capacidad de respuesta.
La incursión israelí fue puntual, y mientras duró generó una sacudida global que en el caso del petróleo se recompuso rápidamente y el temor de una suba desmedida se moderó: para alivio de los mercados parece estar estabilizado dentro de los márgenes “normales”.
En el último mes el barril del Brent tuvo un máximo superando los US$ 80, con la primera semana del mes empujado el precio por las tensiones en Medio Oriente, la suba fue de US$ 71 a US$ 81. A mediados de mes entró en una franja más moderada y lejana de los 80, para cerrar este lunes en los US$ 71, como se ve en la siguiente gráfica de Investing.com.
El lunes 28 Irán aseguró que no quedará pasivo y utilizará todos los medios a su alcance para responder a Israel: “Usaremos todos los medios a nuestra disposición para dar una respuesta decisiva”, dijo Ismail Baghaei, portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, según informó Press TV.
Paralelamente reconoció que en la región se están llevando a cabo conversaciones en las que también interviene Estados Unidos, lo que hace pensar que no hay una decisión de ataque asumida. “La diplomacia y el campo de batalla son complementarios”, comentó Baghaei.
¿Qué sucederá con el petróleo? Difícilmente la respuesta bélica de Irán se dé antes que finalice el mes por lo que no cabe esperar sorpresas sino hasta después iniciado noviembre.
A nivel local hay que esperar que el próximo informe de la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea) sea lo suficientemente moderado como para no sugerir una suba importante y por un mes más se mantengan incambiados los precios de los combustibles.
El día que no dependamos del Brent ni de las maniobras comerciales de los países productores de petróleo, seremos un país más libre.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | Aunque el mundo camina hacia la energía eléctrica en sustitución del petróleo, los problemas continúan siendo muchos, retrasándose la evolución a ese tipo de energía.
De todas formas, nadie duda que llegará el momento en que esas dificultades serán superadas y dejaremos de depender del petróleo, lo que tiene dos aspectos positivos fundamentales: el primero que es una energía limpia y por tanto sana para el medio ambiente; y segundo, lo más importante, impulsa la soberanía de los países independizándolas energéticamente de las potencias petroleras.
Uruguay es un ejemplo de eso último. El día que no dependamos del Brent ni de las maniobras comerciales de los países productores de petróleo, seremos un país más libre.
Por eso Uruguay y todos los países como el nuestro deben trabajar por la universalización de la energía eléctrica, y cuando antes llegue mejor.
Los únicos que se entiende tengan una posición contraria, son los países petroleros, que han construido su riqueza en base a lo que nos venden, y cuanto más nos venden más dependientes somos. Estos deberían estar preocupados porque en el futuro no tendrán esa fuente de riqueza que los ha sustentado durante décadas.
Sin embargo, esa universalización de la electricidad, aunque tan positiva para muchos, está llena de dificultades. En el caso de los países agropecuarios -Uruguay lo es por excelencia- uno de los problemas está en adaptar la maquinaria, y algo tan básico como un tractor es por el momento imposible.
Un análisis publicado en Future Farming señala que “los tractores eléctricos pueden ser y serán superiores a sus predecesores alimentados con combustibles fósiles. El problema es que necesitan una batería muy grande para tirar de una carga decente durante una duración significativa de al menos ocho horas a plena carga. Y una batería muy grande necesita una recarga frecuente con una gran potencia”.
En los países avanzados, Estados Unidos, por ejemplo, “la inevitable transformación de la maquinaria agrícola a energía libre de combustibles fósiles está causando un gran revuelo en la comunidad agrícola”.
Ese compromiso del sector “es inherentemente positivo. Participar en debates sobre lo que funcionará o no desde la perspectiva de los agricultores, la industria y los investigadores es constructivo y solo puede ayudar a acelerar la electrificación de la maquinaria agrícola”, señala el artículo.
Entre las preocupaciones que más se comenta está la duración la batería del tractor y el tiempo que demandará la carga, considerando las horas de uso que tiene la maquinaria todo el año, especialmente durante las zafras.
Al parecer, los grandes tractores eléctricos sólo funcionan unas seis horas.
Lo bueno es que todos los actores están convencidos sobre la irreversibilidad del proceso. La sociedad, la tecnología, la política, la industria, la academia, todo se mueve en el mismo sentido, con la convicción de que es menester avanzar en el desarrollo de los vehículos y la maquinaria eléctrica. Ese impulso es vital para que el mundo siga trabajando e investigando, superando las barreras que se van presentando.
Todo los desarrollos tecnológicos y científicos de la humanidad han demandado mucho esfuerzo para dejar atrás los inconvenientes, lo mismo ocurrirá con esto. No tendría por qué ser diferente.
En unos años -seguro menos de lo que imaginamos-, quiza ya no tengamos que comprar petróleo y seamos un país ambientalmente más limpio como energéticamente independiente, abasteciéndonos de nuestra propia energía eléctrica. Hacia eso va el mundo y nosotros no podemos detenernos.
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Imágenes diseñadas con inteligencia artificial Microsoft Copilot.