La mayoría de las propuestas de la agenda ambiental progresista apuntan a resolver ‘problemas’ generando otros mucho más graves”, por ejemplo, incrementando la inseguridad alimentaria.
Hébert Dell’Onte | Montevideo | Todo El Campo | “Las severas limitaciones argumentales de la agenda ambiental progresista” puede ser el título a una serie de tuits (hilo, debí decir) publicados recientemente por el ingeniero agrónomo santafesino José Jauregui, con los cuales aclara conceptos y responde a equivocaciones que se toman como verdades y se repiten sin ningún fundamento científico, arrastrando a las personas a equivocaciones serias.
“La mayoría de las propuestas” de la agenda ambiental progresista “apuntan a resolver ‘problemas’ generando otros mucho más graves”, como por ejemplo incrementando la inseguridad alimentaria, agrega.
Una de las instituciones más emblemáticas de lo que Jauregui llama “seudoambientalismo” es Greenpeace que se opone a muchas cosas que son buenas para la humanidad y suele utilizar un marketing impactante, muy bien estudiado. Pero instituciones como esa, que pretenden tener una base científica deberían ser eso, científicas y convencer desde la ciencia y no porque una imagen publicitaria bien hecha sea capaz de llegar a las fibras más profunda de los ciudadanos. Afortunadamente no se trata de marketing, porque si así fuera multinacionales como Coca-Cola o McDonald’s sería los adalides medioambientales contemporáneos.
Pero vayamos a lo que dice el Ing. Jauregui que se refiere a Greenpeace, pero evidentemente sus observaciones y comentarios valen para esa como tantas otras instituciones similares que hay en el mundo, y que introducen conceptos equivocados con la ilusión de que son correctos para salvar al planeta y la humanidad. Solo son una ilusión.
ENERGÍA NUCLEAR. Greenpeace (y sus similares) “se opone a la energía nuclear” que es “la más limpia, eficiente y segura de todas las energías”. Los países europeos siguieron los lineamientos contrarios a la energía nuclear, pero resulta que la invasión de Rusia a Ucrania llevó a que los países europeos incrementaron el uso de combustibles fósiles, principalmente carbón”.
GANADERÍA. El ambientalismo progresista “se opone a la ganadería, una actividad que otorga seguridad alimentaria a cientos de millones de personas en los lugares más vulnerables del mundo. Y que utiliza 1.200 millones de hectáreas que son improductivas para el hombre”, afirma, y sustenta su posición en la web de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que destaca: “El ganado contribuye a casi el 40% de la producción agrícola total en los países desarrollados y el 20% en los países en desarrollo, apoyando los medios de vida de al menos 1.300 millones de personas de todo el mundo”.
También, que “el 34% del suministro mundial de proteínas procede del ganado”.
La FAO subraya que “el 86% de la ingesta mundial de alimentos para el ganado está constituido por recursos que no son comestibles para los seres humanos. Los cereales representan alrededor del 13% de la ingesta, y alrededor de un tercio de la producción mundial de cereales”. (*)
TRANSGÉNICOS. También “se oponen a los transgénicos, que han probado ser seguros, incrementar el rendimiento y mejorar la seguridad alimentaria de productores a nivel global. Más de cien premios Nobel han criticado fuertemente la postura antitransgénicos. Incluso llamándola un ‘crimen contra la humanidad’”, escribió Jáuregui.
FITOSANITARIOS Y DEFORESTACIÓN. “Se oponen al uso de fitosanitarios para la producción agropecuaria, ignorando su importancia en la seguridad alimentaria”, por ejemplo, “entre 1845 y 1852 murieron más de un millón de personas en Irlanda a causa del ataque de un hongo a cultivos de papa. Ese hongo se controla hoy con fungicidas”.
Curiosamente, y en contra de lo que afirman los ambientalistas progresistas, oponerse a los transgénicos y a los fitosanitarios es perjudicial para la naturaleza: “Al oponerse a transgénicos y fitosanitarios, y ante la necesidad de alimentar una población global, esto llevaría a hacer más ‘extensiva’ la producción agropecuaria. Es decir, a usar más tierra para compensar las pérdidas de rendimiento por superficie por el menor uso de insumos”.
Pero también se oponen a la deforestación, lo cual es lógico, “entonces, si la población mundial crece, la demanda de alimentos también, la gente quiere vivir en ciudades, ¿cómo hacemos para compatibilizar todo esto siguiendo los lineamientos de Greenpeace? La respuesta es que no es posible”.
Por lo tanto y como conclusión Jáuregui tuiteó: “El camino para un mundo más sustentable es usando energía nuclear, intensificando el uso de la tierra (para liberar el resto para áreas protegidas), aprovechando tierras improductivas y usando la biotecnología”. Todo eso es “lo contrario a lo que propone el ambientalismo champagne”.
OTRO TEMA DE DISCUSIÓN.
Un tema de discusión aparte es cómo los seudoambientalistas logran tan alto grado de consideración por parte de la opinión pública. Ésta se limita a aceptar como cierto afirmaciones que no tienen sustento científico, o en todo caso de dudoso rigor, tan dudoso que fácilmente debería llevar al descreimiento. Pero no, muchos siguen creyendo lo que dicen y lo amplifican en las redes sociales, a pesar de las pruebas y los hechos que demuestran lo contrario. Pero ese ya no es un tema de la ciencia únicamente sino de comprender los cambios de rumbo que han tomado muchos seres humanos para mal. Pero ese es otro tema de discusión.
La agenda ambiental progresista padece severas limitaciones argumentales. La mayoría de las propuestas apuntan a resolver "problemas" generando otros mucho más graves (por ejemplo inseguridad alimentaria). Abro hilo sobre el pseudoambientalismo y sus incongruentes propuestas. pic.twitter.com/ZLjMDIAxFg
La declaración que cuenta con la firma del ministro uruguayo Fernando Mattos, señala que los temas de biotecnología deben ser tratados en sus ámbitos específicos y dentro del alcance del Convenio sobre Diversidad Biológica.
Montevideo | Todo El Campo | Los ministros de Agricultura de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, países integrantes del Consejo Agropecuario del Sur (CAS) señalaron que los temas de biotecnología agropecuaria deben analizarse y resolverse desde una mirada científica y descartaron la adopción de políticas que afecten injustificada o arbitrariamente el comercio internacional de productos agroalimentarios.
El CAS, es un foro ministerial de consulta y coordinación de acciones regionales de importantes países productores y exportadores de alimentos, que tienen la responsabilidad de seguir contribuyendo decisivamente a la seguridad alimentaria global, señaló en una declaración que es necesario lograr un desarrollo sostenible y competitivo de la agricultura, incorporando los avances científicos y tecnológicos de forma segura.
La declaración que cuenta con la firma del ministro uruguayo Fernando Mattos, señala que los temas de biotecnología deben ser tratados en sus ámbitos específicos y dentro del alcance del Convenio sobre Diversidad Biológica, adoptado en 1992.
Según ese Convenio, la comunidad internacional reconoce los beneficios de la biotecnología y que, a través de análisis de riesgo, es posible hacer un manejo seguro, imprescindible “para evitar políticas o normativas que puedan afectar de forma injustificada o arbitraria el comercio internacional de los productos agroalimentarios y generar perjuicios a los países productores y exportadores, en especial a los países en desarrollo, como los de nuestra región”, informó el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) en su página web.
25 AÑOS DE EXPERIENCIA EN BIOTECNOLOGÍA.
La declaración, que además de Mattos la firmaron Juan José Bahillo (secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina), Marcos Montes (ministro de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento de Brasil), Esteban Valenzuela (ministro de Agricultura de Chile) y Santiago Bertoni (ministro de Agricultura y Ganadería de Paraguay), señala que los países firmantes tienen más de 25 años de experiencia en el análisis de riesgos de organismos genéticamente modificados (OGM) y tienen marcos regulatorios que velan por el uso seguro de las nuevas tecnologías sobre la base de principios científicos sólidos, que garantizan la bioseguridad de sus productos.
Actualmente, estas naciones promueven la adopción de nuevas tecnologías de mejoramiento genético, llamadas en su conjunto New Breeding Techniques (NBT), incluyendo la edición génica, las que no necesariamente derivan en productos genéticamente modificados.
Las NBT son nuevas herramientas para contribuir a la producción agroalimentaria, que permiten una mayor eficiencia en el uso de los recursos, mejoran la calidad de los productos y ayudan a alcanzar el desarrollo sostenible, tanto en su aspecto ambiental, como económico y social.
Además, existe una democratización en el desarrollo de estas tecnologías, ya que son aplicadas tanto por el sector público como por las pequeñas y medianas empresas.
PREOCUPACIÓN.
Los ministros expresaron su preocupación por la connotación negativa a la utilización de la biotecnología moderna que implica la utilización sesgada de ciertos conceptos en los documentos de trabajo de la COP 15, que no tienen en cuenta las oportunidades de mejora del uso bioseguro que estas tecnologías representan.
Por lo anterior el documento señala: ““Exhortamos a los organismos internacionales a brindar cooperación técnica y apoyo financiero para el desarrollo de las agrobiotecnologías, de acuerdo con las necesidades y prioridades de nuestros países del CAS”.
CAS tiene como misión definir las prioridades de la agenda agropecuaria y tomar posiciones comunes sobre temas de interés regional. El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) ejerce la secretaría ejecutiva del organismo.
Cabe consignar que Uruguay está ejerciendo la presidencia pro tempore de CAS.
Un arroz editado genéticamente para tolerar la alta salinidad del agua, podría ser el primero de cultivos básicos sembrados en el mar.
¿Alguna vez te has preguntado por qué no aprovechamos el agua de mar para la agricultura? Aunque es una buena idea, la excesiva salinidad de estas aguas hace imposible que las plantas puedan crecer y prosperar en este ambiente. Sin embargo, una nueva star-up quiere aprovechar la tecnología Crispr/Cas9 para cultivar arroz editado genéticamente en el mar.
Si bien puede sonar como una locura, lo cierto es que esto ya ha sucedido en el pasado.
Todos sabemos que la vida se originó en el océano hace cerca de 500 millones de años. Por eso, algunos pastos marinos tuvieron que adaptarse a crecer en un ambiente de salobridad excesiva.
De acuerdo con Luke Young, cofundador de la start-up Alora, los mismos genes que permitieron a este tipo de plantas florecer en el mar, permanecen dormidos en cultivos terrestres actuales como el arroz, el trigo y el maíz.
“Pude encontrar un patrón particular en ocho genes de plantas, como pastos marinos y manglares, que trabajan juntos para permitir que la planta no solo se defienda contra el ambiente salino, sino que efectivamente la usa para su propio beneficio como forma de potenciar el crecimiento”, explica cofundador y también biólogo de la Universidad de Durham en Reino Unido.
Precisamente, el objetivo que tiene Alora es lograr activar estos genes en el arroz, el tercer cultivo más importante del mundo, después de la caña de azúcar y el maíz.
“Podemos activar esos genes en cultivos terrestres con el mismo patrón que estas plantas marinas sin introducir nada más de ningún otro organismo”, añade. Esto es posible utilizando la edición genética con Crispr/Cas9, una tecnología que permite editar el genoma de un organismo sin ADN foráneo.
PRIMERAS PRUEBAS PARA SEMBRAR ARROZ EDITADO GENÉTICAMENTE EN AGUA.
El arroz es especialmente susceptible a la salinidad, un fenómeno que se presenta cada vez más en el mundo debido a la extracción de agua del subsuelo de la Tierra y al aumento de los niveles del mar debido al cambio climático.
Esto es especialmente notorio en varios países del sudeste asiático, como China, Bangladesh o Vietnam. Justamente en este último país, la empresa Alora planea comenzar sus primeros cultivos de prueba en agua, específicamente en las aguas del delta del río Mekong.
Si bien este río recibe agua de mar naturalmente, sequías continuas y las represas en su cause, han afectado la capacidad del río para desalinizar sus aguas. Esto ha impactado negativamente en la producción de arroz en Vietnam que, en 2021, fue el quinto mayor productor del cereal en el mundo.
“La sal produce dos cosas en plantas. Primero saca el agua, reduciendo la habilidad de crecer de las plantas y de defenderse contra los elementos. También ralentiza el metabolismo de la planta y perjudica su habilidad para hacer fotosíntesis, reduciendo el rendimiento”, explica Young.
Tras estos primeros cultivos de prueba, el plan de Alora es comenzar a sembrar arroz editado genéticamente en el océano. Para conseguir esto, primero se siembra el arroz durante dos a tres semanas en tierra y luego se transfieren a plataformas en granjas acuáticas.
Ante esta iniciativa, Young afirma que otras pruebas pilotos comenzarán en 2023 en Singapur, pero otros países han mostrado interés en el desarrollo, como Kenia, Namibia, Sudáfrica, Filipinas, Indonesia y Tailandia. (CRISPR en plantas)
La producción mundial de trigo es un 51% menos eficiente de lo que podría ser pero, precisamente, podría duplicarse al disminuir estas “brechas genéticas”, sin necesidad de aumentar la frontera agrícola.
Agro Bio | El trigo es el segundo cultivo de mayor consumo en el mundo, solo por detrás del arroz. Sin embargo, el planeta se está quedando sin trigo. A la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha desabastecido de cereal a muchos países en el mundo, se le suma un decrecimiento en la producción del cereal en Estados Unidos, uno de los mayores productores en el mundo, que tendrá la segunda cosecha más baja de trigo en 20 años. Afortunadamente, una nueva investigación sugiere que el trigo mejorado con biotecnología moderna podría duplicar la producción mundial del cereal.
De acuerdo con el estudio “Global wheat production could benefit from closing the genetic yield gap”, publicada en la revista Nature a comienzos de julio, “cerrar las brechas de rendimiento existentes mediante mejoramiento genético, podría incrementar el rendimiento potencial y la producción global”, se lee.
A esta posibilidad, los investigadores lo conciben como “liberar el potencial genético” de la basta variedad de trigo que existe en el mundo. Esto implica desarrollar variedades genéticas hechas a la medida de cada región del planeta utilizando técnicas de biotecnología moderna como la edición genética y la crianza rápida.
Para los investigadores del Rothamsted Research, Mikhail Semenov y Nimai Senapati, el potencial genético de una planta se entiende como tener variedades de trigo con un genoma óptimo que les permita capturar nutrientes, luz solar y agua más eficientemente que cualquier otra variedad.
“Los cultivos actuales están, en promedio, a la mitad de su capacidad en lo que tiene que ver con los rendimientos que podrían producir, dadas las discordancias que hay entre sus cualidades genéticas y las condiciones locales de producción de trigo”, explicó Semenov en un comunicado de prensa.
“La producción mundial podría duplicarse mediante el mejoramiento genética de cultivos locales de trigo, sin incrementar el área mundial de trigo”.
TRIGO MEJORADO CON BIOTECNOLOGÍA: ¿CÓMO LLEGARON A ESTA CONCLUSIÓN?
Para llegar a esta conclusión, los investigadores tuvieron la ayuda de Sirus, un modelo computacional de simulación de última tecnología que permite analizar diferentes escenarios de este cultivo.
Primero, Semenov, Senapati y sus equipos analizaron 53 regiones de cultivo en 33 países y utilizaron datos sobre cómo afectan distintos genes a rasgos individuales del trigo, como su tamaño, forma, metabolismo y crecimiento. Así, calcularon el rendimiento potencial de las 28 variedades de trigo más comúnmente usadas en estas regiones.
Con estos datos, entonces, ‘idealizaron’ variedades locales de trigo dentro de Sirius, que optimizó varios rasgos que contribuirían al rendimiento y cuyo genoma le permitiría mejorarlas a los fitomejoradores. Así, lograron diseñar la planta de trigo “perfecta” para cada región en las que se cultiva.
Los resultados les mostraron que, al optimizar estos rasgos, las “brechas genéticas” del trigo están entre el 30% y el 70% dependiendo del país; aunque el promedio mundial fue de 51%.
Esto significa que la producción mundial de trigo es un 51% menos eficiente de lo que podría ser pero, precisamente, podría duplicarse al disminuir estas “brechas genéticas”, sin necesidad de aumentar la frontera agrícola.
Antes de esta investigación, las posibilidades de mejora del rendimiento del trigo eran desconocidas, pero Senapati afirma que “para sorpresa de nadie, los países con los menores rendimientos actualmente son quienes más ganarían al optimizar los cultivos”.
Sin embargo, Senapati también sostiene que incluso en países con menor margen de mejora genética, pero con áreas más grandes de cultivo, como Rusia, China, Estados Unidos o Canadá, este mejoramiento de la genética del trigo podría tener un efecto sustancial en la producción mundial de trigo.
“El trigo fue domesticado hace cerca de 11.000 años, pero, a pesar de esto -sin mencionar la secuenciación completa de su genoma en 2018-, el cultivo aún está lejos de ser su ‘mejor versión genética’”, concluyó el investigador.
Raquel Chan, investigadora del Conicet y que la BBC destacó como una de las diez científicas más destacadas de América Latina. Además, opinó que oponerse a los transgénicos es como ser antivacunas.
Argentina | La Dra. Raquel Chan (foto) es argentina, bioquímica, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) especializada en biotecnología vegetal y directora del Centro Científico Tecnológico del Conicet Santa Fe. Recientemente su nombre, muy común en las publicaciones y artículos científicos, saltó a los medios de comunicación generalistas por ser la responsable de desarrollar la soja transgénica argentina aprobada por China.
En una conferencia que dictó en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Rafaela, donde se refirió respecto a los transgénicos y comparó a sus críticos con los antivacunas, agregó que lo que comemos no es natural.
“A mucha gente no les gusta los transgénicos porque no entiende, así como no quieren una vacuna”, afirmó, y agregó que hay una fantasía sobre los alimentos naturales. Son muchos “los que creen que lo que comemos es natural si no es transgénico, y eso no es verdad. Nada de lo que comemos es natural ni estaba así en la naturaleza. Nada”, enfatizó.
Argumentó que todo lo que comemos fue mejorado por la acción humana: “Dos plantas tienen una serie de hijas, algunas más lindas, otras más feas. El productor se queda con las lindas, las cruza con otras lindas y así, a lo largo de 500 años de agricultura, tenemos lo que compramos hoy en el súper”. Eso es lo que se llama selección.
Para que quede claro: “El maíz no existía en México, sino que es hijo de las mutaciones del teocintle (son los antecesores directos de los cuales se domesticó el maíz como cultivo). El brócoli no existía en la naturaleza, así como la coliflor, el kiwi y tantos otras frutas y verduras. Son producto del trabajo de mejoradores a lo largo de la historia”, subrayó.
LA FANTASÍA DEL ALIMENTO NATURAL: “NATURAL NO HAY NADA”
Es una fantasía creer que no comer transgénico es comer natural. “En realidad uno come bastante bien, pero hay que diferenciar entre orgánico y natural. Natural no hay nada, y orgánico quiere decir que no se usó herbicida en su producción. El problema con lo orgánico (salvo para algunos cultivos que se han logrado) es que como se muere todo, porque las plantas son atacadas por hongos, insectos y malezas, la producción es muy baja y el costo es muy alto”.
En Europa venden manzanas “preciosas y orgánicas, pero a 5 euros cada una.¿Quién puede pagarlas. El tema no es que esté en contra de la producción orgánica, sino que mientras tenga esos costos se nos va a morir de hambre más gente que hoy”.
LA FANTASÍA EUROPEA: “TODO ES NATURAL”.
Chan explicó la posición “naturalista” de Europa como el resultado de un conflicto estratégico con Estados Unidos.
Lo que sucedió fue que Estados Unidos le ganó a Europa la batalla de los transgénicos. Como respuesta los europeos “inventaron a los verdes” que se oponen a los transgénicos, pero “se les fue la mano” y ahora “no los pueden controlar”.
El resultado es que en Europa “no usan transgénicos salvo en lugares muy acotados”, sin embargó “sí usan glifosato, sí usan herbicida”.
Decir que Europa es natural “es una fantasía” porque se tienen que sacar de encima las malezas y lo hacen con glifosato, un producto sobre el cual “cada 5 años renuevan el permiso por otros 5 años”, y eso pasa “porque la ciencia no ha podido encontrar algo mejor” y difícilmente lo hagan en algún momento, “aleluya si se encuentra algo mejor”.