Dic 23, 2024 | Opinión
José Batlle y Ordoñez nunca imaginó que 107 años después del decreto que sustituyó la Navidad por el Día de las Familias, nuestra sociedad sigue relacionando el 25 de diciembre con la Navidad más que con la familia.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | Aunque cada vez más materializada, la celebración por la Navidad sigue marcando un punto de reflexión importante para millones de personas en todo el mundo que hacen de esa fiesta un momento de inicio hacia algo mejor.
Cada 25 de diciembre, el mundo entero, con excepción de un grupo de pocos países donde está prohibida -como es el caso de Corea del Norte- celebra el nacimiento de Jesús y lo hace renovando uno de los valores más importantes que las personas de todas las civilizaciones y culturas han tenido desde hace muchos siglos y conservan a lo largo de la historia: la familia.
La Navidad está íntimamente vinculada a concepto de familia. La expresión proviene del latín nativĭtas, -ātis, que significa “nacimiento”, y donde nace alguien es porque allí hay una familia, de ahí la relación con la reunión en familia cuando la celebramos.
En Uruguay la Navidad en el concepto religioso católico fue sustituida con la designación oficial del cada 25 de diciembre como “Día de las Familias” por decreto de 1917 cuando el entonces presidente José Batlle y Ordóñez dispuso que el 25 de diciembre fuera un día de feriado nacional para celebrar la familia.
Lo que José Batlle y Ordoñez seguramente nunca imaginó, fue que 107 años después de su decreto, el colectivo social de nuestro país sigue relacionando el 25 de diciembre con Navidad y el nacimiento de Jesús, más que con la familia.
Quizá eso se deba a que la Navidad contiene una carga espiritual superior: el encanto del 25 de diciembre está en su connotación espiritual que la hace diferente y única a cualquier otro día de celebración.
Esa vigencia tal vez se explique porque el ser humano, las personas, todos nosotros, no podemos prescindir de nuestro lado espiritual que siempre termina por aparecer, ayudándonos a llenar vacíos generados o causados por un ritmo de vida muy acelerado o por los avances tecnológicos que no se detienen y se multiplican a velocidad de vértigo.
Lo que sí es seguro, es que cada año, para muchos millones de personas, la Navidad se convierte en un oasis para sus almas, que les permite detenerse y mirar a su alrededor, hacer evaluaciones, para luego tomar viejas y nuevas decisiones, y así continuar su marcha por la vida.
Dic 21, 2024 | Economía, Noticias
El esfuerzo titánico que está haciendo Argentina -o sea los argentinos-, no se refleja al momento de preparar una mesa para festejar la Navidad. Bajó la inflación y otros indicadores, peor la plata rinde menos al momento de comprar un pan dulce.
Buenos Aires, Argentina | Todo El Campo | Argentina está haciendo un esfuerzo enorme para encausar su economía, lo que tiene un altísimo costo que pagan todos los argentinos, sean asalariados, jubilados, empresarios.
Los indicadores comienzan a dar señales en el sentido correcto, como baja de la inflación -aunque sigue alta en comparación con la región- o la baja del riesgo país, entre otras.
La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) se planteó el desafío de analizar qué pasa con la capacidad que tienen los argentinos para lograr una mesa adecuada a las fiestas y llegó a la conclusión que “el costo del brindis y la mesa dulce es dos veces lo que valía el año pasado”.
El informe se denomina “Changómetro, edición especial Fiestas”.
Natalla Ariño, economista de FADA dijo que esta “es una época que nos toca de cerca a todos y que en cierta medida sirve para ilustrar la inflación, porque elegimos productos que son típicos: sidra, turrón, garrapiñadas, pan dulce”, entre otros.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Argentina (Indec), en noviembre la inflación fue de 2,4%, la más baja en más de 4 años y medio, mientras que la interanual del 166%. Se espera que la inflación de diciembre sea en torno a 2,9% y cierre el año 2024 con una inflación cercana al 120%, según las proyecciones del mercado.
Según FADA, los artículos que hacen a una mesa navideña “presentan particularidades”, por ejemplo, “dentro de la mesa dulce, se pueden ver disparidades en los aumentos de cada producto: se vio un mayor aumento en las almendras con chocolate y menor en la sidra. Otro aspecto a destacar es que los productos analizados son productos estacionales y por lo tanto algunos pueden aumentar más que la inflación general o del rubro alimentos”.
La Ec. Ariño comentó: “Si pensamos en ese momento en el cual estamos todos esperando que se haga la medianoche, se nos vienen a la cabeza las garrapiñadas, el pan dulce, la sidra, las almendras con chocolate. Desde FADA calculamos que una mesa dulce y de brindis para diez personas cuesta hoy $A 37.600. Si lo comparamos con las fiestas del 2023 nos costaba $A 16.425 y $A 6.175 en el 2022”.
Otra manera de medir y arribar a conclusiones es determinar el poder de compra del billete de $A 10.000, de lo que surge que en 2024 “con ese billete compramos un pan dulce, un postre de maní y dos garrapiñadas”, dice el informe. En 2023 esos mismos $A 10.000 eran capaces de comprar 4 sidras, ahora 2; antes 9 paquetes de maní, ahora solo 4; o 5 panes dulces, ahora nada más que 2.
LOS NÚMEROS EN ARGENTINA.
En otro orden, los técnicos de FADA indican que en el año se pueden “visualizar algunos aciertos como la desaceleración de la inflación, la baja de las tasas de interés para créditos y el objetivo constante de equilibrar y ordenar las cuentas públicas”.
Y al analizar los salarios promedios frente a la inflación, “desde abril los salarios estuvieron aumentando más que la inflación mensual. El salario real promedio en setiembre es un 9% más respecto diciembre 2023, sin embargo, no alcanza a recuperar el poder de compra de un año atrás”.
El “consumo sigue debilitado y la reactivación de la economía es insuficiente para que se traduzca en el bolsillo de la gente o en un bienestar generalizado”.
Con ese escenario, “hay grandes desafíos por delante: reactivar el consumo, mejorar salarios, que muchos sectores de la economía puedan crecer para generar más empleo privado, entre otros.
Es necesario que la economía se dinamice, para “hacer crecer la torta, y que la porción que nos toca a cada uno sea aún mayor”, concluyen desde FADA.
Dic 24, 2021 | Opinión
Hubo un momento, no sé cuándo ocurrió ni de qué forma, en que me di cuenta que como no ocurre en ninguna época del año, con la Navidad todos parecían más felices, con una mejor disposición para enfrentar las vicisitudes de la vida, corroborando de forma tangible que aquello de “la magia de la Navidad” que veía en la publicidad de la televisión, era real.
Hébert Dell’Onte | Cuando era niño me pasaba todo el año esperando dos momentos que para mí era de un valor invaluable: el día de mi cumpleaños y las fiestas tradicionales que comenzaban con la Navidad, pasaban por el Año Nuevo y finalizaban con los Reyes Magos.
En el caso concreto de la Navidad, me gustaba porque las semanas previas eran de preparación para el festejo y eso era un festejo en sí mismo. Al comenzar diciembre mi madre armaba el tradicional árbol que no era de plástico como suele verse con tanta frecuencia hoy, sino una rama de pino natural que a mí me parecía gigante. Lo ponía en un tacho con arena y lo llenaba de globos hechos de un material tan frágil que ayudándola rompí varios con solo tocarlos. Y había algunos que por el valor sentimental que tenían no me dejaba ni siquiera sacarlos de la caja en que estaban guardados envueltos en diarios del año anterior.
“¿Cómo va quedando?”, me preguntaba desde la escalera mientras acomodaba los adornos en aquel pino enorme que mi padre conseguía cada año con unos amigos y a quien yo acompañé alguna vez. A mí siempre me parecía que quedaba fantástico. No había ninguna posibilidad de no quedar encantado de ver cómo, poco a poco, el verde oscuro del pino comenzaba a brillar con colores rojos y plateados mientras la casa se llenaba con el olor dulzón de la resina.
Luego colocaba las guirnaldas y las luces, y por último el puntero que para mí era inalcanzable.
Así eran los comienzos de diciembre y con diciembre el espíritu navideño se filtraba en mi vida y en la de mi familia incluyendo a los abuelos, tíos y primos.
También los amigos y vecinos estaban en el mismo ritual. Aún en las casas cuyos residentes no conocía se vivía algo similar, me di cuenta de eso sin dificultad porque al igual que mi madre alguien había armado, también allí, un árbol con sus guirnaldas y luces de colores. ¿Cómo no iba a ser esa la mejor época del año?
A su vez, y aunque yo era muy pequeño y no incidía en las decisiones, escuchaba conversar a mis padres sobre qué comer, dónde pasar, coordinar con los abuelos y el resto de la familia. La mesa grande es otro recuerdo imborrable de tiempos que mantengo vivos en mi interior.
Era el único momento del año donde todos teníamos la sana costumbre -aún vigente en la sociedad, afortunadamente- de saludar por las fiestas y todos contestaban de igual modo.
Hubo un momento, no sé cuándo ocurrió ni de qué forma, en que me di cuenta que como no ocurre en ninguna época del año, con la Navidad todos parecían más felices, con una mejor disposición para enfrentar las vicisitudes de la vida, corroborando de forma tangible que aquello de “la magia de la Navidad” que veía en la publicidad de la televisión, era real.
Ya un poco más grande pensé que “si los hombres estamos mejor dispuestos al bien, es porque en estas fechas navideñas algo hay que nos lleva a eso”, y no tardé en comprender el valor de la espiritualidad. Es curioso -me dije- como de una forma u otra y sin importar lo que cada uno crea, el nacimiento del Jesús, como el de ningún otro ser humano, trasciende nuestras propias vidas nuestro tiempo y lugar. Claro, no es un humano más, lo sabemos.
Hoy, con algunas generaciones arriba, y lejos de aquel niño, sigo creyendo que ésta es la mejor época del año. Es verdad que ya no voy con mi padre a buscar un buen pino, y tampoco le alcanzo los adornos a mi madre, pero no deja de ser un momento de reencuentro con los que están, y los que no. Feliz Navidad.
Dic 20, 2021 | Opinión
Horacio Jaume: «Todos los años nace una nueva esperanza, el mensaje seguirá siendo el mismo, sin estridencias, en silencio, y con mucha fe».
Horacio Jaume | La Navidad es de los niños, nada es tan puro como ellos. Desde su nacimiento lo único que buscan son los brazos protectores de su madre. Sabe que de ella dependen tanto para alimentarse como para protegerse del frío.
No hacen distingos entre el aliento de un animal o de la loza radiante.
Es después de esa lucha que mantuvo con su madre mientras lo parió que quedó muy cansado y lo que quiere es dormir, recobrar fuerzas para enfrentarse a ese mundo que lo está esperando.
Vienen sin nada, son totalmente dependientes de lo que sus padres le puedan brindar.
Todos los años nace una nueva esperanza, el mensaje seguirá siendo el mismo, sin estridencias, en silencio, y con mucha fe. El tratar de mantenerla está en nosotros, saber darles valor a las cosas. El saber aprovechar los momentos felices, entender los secretos de la naturaleza y no crearnos necesidades que poco aportan. Es disfrutar de la salida del sol o de un trabajo bien realizado.
¿Es posible que el amor exista? Es tan sencillo como eso.
Desde un pesebre en Belén partirá nuevamente el mensaje para todas las familias, no se necesita descodificarlo, es sencillo y se refleja en la palabra amor. Felices fiestas.