La NASA reconoce los avances de Uruguay en la integración de la energía eólica.

La NASA reconoce los avances de Uruguay en la integración de la energía eólica.

A pesar de ser un país en desarrollo, el compromiso de Uruguay con las energías renovables supera el de muchos países de renta alta.

Montevideo | MercoPress | Todo El Campo | En un artículo reciente, la Dirección de Misiones Científicas de la NASA elogia los impresionantes avances de Uruguay en la rápida incorporación de la energía eólica a su red eléctrica, destacando el parque eólico Peralta en Tacuarembó, ubicado en el centro del país.

“Peralta, operativo desde 2015, ejemplifica el rápido progreso de Uruguay en energía eólica”, señala la NASA, destacando el notable aumento del país del 1% al 34% de energía eólica en su matriz energética entre 2013 y 2018.

Joel Jaeger, del Instituto de Recursos Mundiales, destaca el crecimiento sin precedentes de Uruguay, afirmando: “Uruguay ha superado a todos los demás países en el desarrollo de la energía eólica durante estos cinco años.”

A pesar de ser una nación en vías de desarrollo, el compromiso de Uruguay con las energías renovables supera al de muchos países de renta alta, según el análisis de Jaeger.

El artículo subraya la motivación de Uruguay para intensificar la producción de energía eólica, atribuyéndola a una prolongada sequía a principios de la década de 2000, que afectó a la eficiencia de la energía hidroeléctrica, de la que el país dependía históricamente.

La NASA reconoce el excedente de producción de energía eólica de Uruguay, que se traduce en exportaciones a Argentina y Brasil. Sin embargo, el informe destaca el reciente desafío planteado por la sequía de 2023, que llevará a Uruguay a importar electricidad debido a la reducción de la producción hidroeléctrica de las centrales de Río Negro y Salto Grande.

Ganadería argentina recibe el visto bueno de la NASA: tiene balance positivo de carbono

Ganadería argentina recibe el visto bueno de la NASA: tiene balance positivo de carbono

La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA), demostró que la ganadería argentina no contamina el medio ambiente.

Buenos Aires, Argentina | IPCVA* | Todo El Campo | Durante años se utilizaron enfoques tradicionales en la medición del dióxido de carbono basado en el recuento y la estimación de la cantidad de dióxido de carbono que se emite en todos los sectores de una economía, como el transporte y la agricultura. Estos permitían evaluar los avances en los esfuerzos de reducción de emisiones. Pero su elaboración deja de lado una parte más que importante de la historia: la incorporación del dióxido de carbono al suelo. Un enfoque descendente en el cual se considera a las diferentes actividades como parte de un ciclo permite diferenciar a las distintas producciones económicas generar inventarios. Es aquí que la ganadería argentina tiene todo por ganar.

Un estudio publicado en Earth System Science Data utilizó mediciones realizadas por la misión Orbiting Carbon Observatory-2 (OCO-2) de la NASA ofrece una nueva perspectiva al hacer un seguimiento tanto de las emisiones de combustibles fósiles como de los cambios totales en las «reservas» de carbono de los ecosistemas, incluidos árboles, arbustos y suelos. Los datos son especialmente útiles para seguir las fluctuaciones de dióxido de carbono relacionadas con el cambio de la cubierta terrestre. Aunque la misión OCO-2 no se diseñó específicamente para calcular las emisiones de los distintos países, los resultados de los más de 100 países llegan en un momento oportuno.

El hallazgo es que Argentina es uno de los pocos países que aparece con balance positivo (color verde) debido a la captura de carbono en las «tierras de pastoreo» (bosques, arbustales, pastizales, etc.).

Y es aquí la importancia que se le brinda a la producción ganadera específicamente en Argentina.  La ganadería argentina es parte del ecosistema natural y constituyen una de las actividades que lleva al agro argentino a ser un actor esencial en la gestión de la fotosíntesis y la recuperación del dióxido de carbono de la atmósfera en el ciclo natural del carbono.

El proceso se da a través del consumo de las vacas quienes se alimentan mayoritariamente en nuestro país de las pasturas y pastos naturales. Estos recursos forrajeros, han tomado del aire el dióxido de carbono como parte del ecosistema natural a través de la fotosíntesis. Las vacas digieren el carbono del pasto eliminando metano a la atmósfera. Pero el metano que ellas emiten esta “hecho” en base al carbono del pasto que consumieron y su duración es de entre 10 a 12 años en la atmósfera. Luego de ese tiempo el metano se transforma en agua y dióxido de carbono. El que es absorbido naturalmente a través de la fotosíntesis por las pasturas y pastos naturales. Y es así como el ciclo se repite una y otra vez. Es naturaleza pura. 

Argentina, es uno de los países con mayor superficie de pastizales naturales que existen en el planeta tierra. Se encuentra dentro de los cinco países con más disponibilidad de este recurso. El color verde del mapa elaborado con datos de la NASA encaja perfectamente con los sistemas de producción de carne de nuestro país, ya que comparando con otras ganaderías más industriales e intensivas propias como las que tienen lugar en otros países del mundo, nuestras vacas pastan en prácticamente todo el territorio y sus sustentos alimenticios se caracterizan por una baja utilización de insumos, agroquímicos y fertilizantes químicos.

Por otra parte la ganadería argentina es una de las pocas actividades que permite la trasformación de proteína vegetal no apta para el consumo humano en proteína animal de alto valor biológico indicado para el consumo humano. Si los sensores de la NASA se refinan aún más, estos avances serán clave para verificar qué países cumplen con los compromisos firmados en la COP 21 y posteriores. Un golazo para las vacas albicelestes.

Más información: IPCVA | Novedades | Diez datos que tenés que saber sobre la sustentabilidad de la carne argentina

(*) IPCVA es el Instituto de Promoción de Carne Vacuna Argentina.

Evapotranspiración: cuidando el uso del agua

Evapotranspiración: cuidando el uso del agua

A medida que ocurre la evapotranspiración, esta consume energía. Es como cuando pasamos por un aspersor en un caluroso día de verano: el agua se evapora y enfría nuestra piel.

Montevideo | Todo El Campo | A medida que el suelo y otras superficies se secan, el agua se transfiere al aire en forma de vapor de agua. Eso es evaporación. Las plantas liberan agua activamente, sacándola de sus hojas y tallos hacia el aire más seco. Eso es transpiración.

Combina los dos y eso es la evapotranspiración: el proceso por el que el agua sale de las plantas, los suelos y otras superficies.

Esta es una medida que los agricultores pueden usar para estimar la cantidad de agua que absorben o utilizan sus campos y cultivos. Saber cuánta agua se transfiere al aire permite a los agricultores calcular mejor las necesidades de agua de los cultivos, lo que les ayuda a utilizar el agua de un modo más eficiente y a planificar mejor el riego. Esto hace que la evapotranspiración sea una medida crucial para los agricultores y otros administradores de recursos hídricos, especialmente en el oeste de Estados Unidos, donde la mayor parte del agua se destina al riego de cultivos.

A medida que ocurre la evapotranspiración, esta consume energía. Es como cuando pasamos por un aspersor en un caluroso día de verano: el agua se evapora y enfría nuestra piel. Del mismo modo, la evapotranspiración enfría la superficie de la tierra, y las áreas con altos índices de evapotranspiración son relativamente más frías que las áreas circundantes con índices más bajos de evapotranspiración.

Estas diferencias en la temperatura de la superficie terrestre se pueden medir con sensores infrarrojos térmicos que funcionan según el mismo principio que los termómetros infrarrojos sin contacto que usan los médicos para detectar si hay fiebre.

DÓNDE ENTRAN LAS MISIONES DE LA NASA

La NASA tiene una variedad de misiones que monitorean y miden la salud de las plantas y la evapotranspiración; por ejemplo, está el Experimento de radiómetro térmico espacial ECOsystem en la estación espacial (Ecostress), así como instrumentos a bordo de las misiones satelitales de la NASA, Terra y Aqua.

Uno de los conjuntos de datos con mayor tiempo en funcionamiento sobre las temperaturas de la superficie en todo el mundo proviene del programa Landsat, con casi 50 años, que es un proyecto conjunto entre la NASA y el Servicio Geológico de EE.UU. Los satélites Landsat 7 y 8 orbitan actualmente la Tierra, y cada ocho días uno de estos dos satélites Landsat hace un sobrevuelo. Cada uno lleva un sensor térmico que puede medir la temperatura del suelo, los cultivos, las ciudades… todo lo que sobrevuelan. La franja, o ancho, de las imágenes es de 185 kilómetros (115 millas) y los datos de estas imágenes son proporcionados con una resolución de aproximadamente un cuarto de acre, o aproximadamente el tamaño de un campo de béisbol.

Al combinar estas mediciones satelitales de lo caliente o frío que está un campo con otros datos satelitales y meteorológicos, los científicos pueden calcular la cantidad de evapotranspiración que se produce. Esto proporciona una vista desde el espacio de la cantidad de agua que se utiliza a lo largo y ancho del paisaje, y permite obtener información para campos de cultivo y granjas agrícolas en forma individual aproximadamente una vez a la semana.

Los datos de Landsat son la piedra angular de OpenET, una plataforma web respaldada por la NASA que utiliza datos disponibles públicamente y modelos de código abierto para proporcionar datos sobre la evapotranspiración. La evapotranspiración es la “ET” en OpenET y es una nueva herramienta que pone estos datos de ciencias de la Tierra de la NASA en manos de agricultores, ganaderos, administradores del agua y otros. La información que proporciona se encuentra en áreas tan pequeñas como un cuarto de acre y en intervalos diarios, mensuales y anuales para 17 estados del oeste de EE.UU. Esta es una región que continúa sufriendo una sequía prolongada y, por lo tanto, poner esta información en manos de los agricultores, los administradores del agua y los grupos conservacionistas puede transformar la gestión del agua en el oeste estadounidense.

Por Aries Keck | División de Ciencias de la Tierra – Ciencias Aplicadas.

Fuente: Evapotranspiración: cuidando el uso del agua | Ciencia de la NASA

La NASA cultiva plantas en tierra recolectada en la luna

La NASA cultiva plantas en tierra recolectada en la luna

Investigadores de la NASA lograron cultivar plantas en tierra recolectada en la luna en las décadas del 60 y 70.  La tierra de la luna ha estado sin vida durante miles de millones de años.

Anna-Lisa Paul y su equipo publicó sus hallazgos en un nuevo estudio en la revista Communications Biology el martes 10 de mayo, argumentando que su experimento muestra que los astronautas lunares podrían hacer su propia agricultura de invernadero en un par de décadas, lo que los hace capaces de proporcionar algo de su propio sustento, y constituye un gran avance.

“Nos sorprendió que cada semilla germinara. Fue extraordinario y un poco impresionante”, dijo Paul, bióloga espacial y genetista de la Universidad de Florida. “Estábamos viendo las primeras semillas en la historia de la humanidad, en la historia del sistema solar, creciendo en material lunar”. Los investigadores no están afiliados a la NASA, pero la agencia ayudó a financiar su trabajo.

El suelo lunar, llamado regolito, que los astronautas recogieron en las décadas de 1960 y 70 es extremadamente difícil de trabajar. Los granos de arena son secos, afilados, abrasivos y extremadamente finos, tienen minerales e iones que las plantas de la Tierra nunca han encontrado antes, y no tienen ningún tipo de orgánico, porque ninguna planta ha crecido, y luego ha muerto y se ha descompuesto, en la luna. Para que se pareciera al suelo terrenal, los experimentadores necesitaban agregar algunos nutrientes y agua. (El agua también es difícil de conseguir en la luna, aunque existe).

Paul y su equipo aprovecharon al máximo su limitado suministro de regolito auténtico.

Las pequeñas plantas, conocidas como berros de thale (Arabidopsis thaliana), pertenecen a la misma familia que el berro y el brócoli, lo que las convierte en un buen modelo para los cultivos de hortalizas.

 Y, para los investigadores, tienen la ventaja de crecer rápidamente. Cuando las plántulas aparecieron por primera vez tanto en el suelo lunar como en las muestras de control, todavía estaban extrayendo nutrientes de las reservas almacenadas en las propias semillas. Pero después de una semana más o menos, surgieron diferencias. “Las plántulas en las muestras lunares comenzaron a crecer más lentamente, y algunas de ellas comenzaron a mostrar respuestas graves de estrés. Sus raíces estaban más dobladas y torcidas y no tan saludables. Fue difícil para ellos”, dijo Paul quien con su equipo, luego realizaron pruebas genéticas en todas las plantas para averiguar qué herramientas metabólicas usaban las plantas para adaptarse a su entorno. Descubrieron incluso las plántulas de aspecto más saludable tenían actividad genética, genes que se habían desactivado o activado, lo que indicaba estrés. Esta actividad es comparable a la de las plantas rodeadas de suelo con demasiados metales o sales, dice Paul.

Aun así, los investigadores tienen una perspectiva optimista para el futuro de los cultivos lunares, especialmente porque cualquier planta cultivada en regolito real mejoraría el suelo para las próximas generaciones.

“No tengo ninguna duda de que aprenderemos a cultivar plantas en suelo lunar”, dijo por su parte Robert Ferl, colega de Paul y coautor del estudio.

La NASA realizó algunos experimentos después de las misiones de alunizaje de las décadas de 1960 y 70 que trajeron material lunar, pero esos no se parecían en nada a lo que intentaron Paul y Ferl. “Una pequeña cantidad de material de regolito se puso en contacto con las plantas, y los datos mostraron que no hubo efectos negativos importantes”, dijo Sharmila Bhattacharya, científica jefe de astrobiónica de la NASA. Pero la nueva investigación de Paul y Ferl es más ambiciosa. “Este es un experimento único, para cultivar realmente esas plantas en el regolito, por supuesto con material complementario. Esta es la primera vez, y es por eso que estamos muy emocionados”, agregó Bhattacharya.

Hoy a la NASA no le queda mucho regolito para compartir con los científicos, pero lo han estado entregando gradualmente para la investigación de alta prioridad.

Aprender a cultivar alimentos fuera del planeta probablemente será importante, ya que cada gramo transportado al espacio ocupa espacio en una nave y aumenta sus costos y requisitos de combustible. Además, en un entorno remoto y aislado como una estación espacial o un hábitat lunar, un poco de vegetación también podría ser de gran ayuda para la salud mental de la tripulación, incluso si no proporciona una tonelada de comida. “Tener el tacto y la sensación de las plantas puede tener beneficios psicológicos”, subrayó Bhattacharya.

Por estas razones, los astronautas e investigadores ya han comenzado a probar diferentes formas de cultivar alimentos en la Estación Espacial Internacional.

La investigación de Paul y Ferl podría ser un importante paso adelante hacia la agricultura espacial. “Este es un estudio impresionante por dos razones. Están utilizando las muestras reales de Apolo, y están aplicando herramientas de biología modernas, comentó Kevin Cannon, geólogo e investigador de recursos espaciales de la Escuela de Minas de Colorado, que no participó en el artículo. Pero es posible que otras opciones para cultivar plantas y vegetales sin usar tierra, como hidroponía, aeroponía o células de cultivo en un reactor, puedan ser más eficientes para las misiones lunares, dice Cannon.

Por otro lado, viajar a Marte requerirá viajes largos y visitas prolongadas. Y dado que el planeta está tan lejos, será aún más difícil enviar suministros de alimentos, lo que podría convertirlo en un mejor lugar para intentar cultivar a mayor escala. Los investigadores ya han comenzado a cultivar plantas en suelo marciano simulado, y podrían tener la oportunidad de experimentar con lo real cuando la NASA devuelva muestras de la misión del rover Perseverance Mars. Si funciona, un botánico-astronauta como Mark Watney podría algún día cultivar papas en el planeta rojo, pero no hasta que alguien encuentre formas de ayudar a las plantas de la Tierra a prosperar, en lugar de simplemente sobrevivir, en el regolito espacial.

Aun así, para Paul y sus colegas, la agricultura espacial, o al menos la jardinería espacial, estará en nuestro futuro. “Aquí estamos introduciendo una porción de la luna a la biología, y funciona. Para mí, eso es muy simbólico. Cuando salgamos de la Tierra, llevaremos plantas con nosotros”, dijo.

En base a Wired, artículo completo Investigadores cultivaron pequeñas plantas en tierra lunar recolectadas hace décadas | CABLEADO (wired.com)

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