En todo el mundo, mensajes sin fundamento y engañosos van minando la confianza del consumidor. Está en el productor, en las asociaciones de productores y en la industria, revertir esa tendencia, brindando información de calidad y con sustento testimonial como científico.
Montevideo | Todo El Campo | En el mundo entero, y Uruguay no escapa a esa realidad, la comunicación agropecuaria no ha encontrado la forma de llegar a la opinión pública de forma adecuada para que ésta entienda la importancia de esa actividad. Quizá haya algún país donde se valore correctamente, pero es la excepción.
En los últimos años se suma un nuevo factor adverso: los influencers que en la mayoría de los casos opinan sin ningún sustento científico, generan opinión, y muchas veces conducen a preconceptos equivocados.
Un artículo de Spud Smart -publicación especializada en temas de producción, industria, tecnología y políticas vinculadas a la papa- refiere al tema y alerta sobre la pérdida de espacio del sector productor ante esas nuevas y ya instaladas tendencias, la de los influencers.
“Los agricultores están perdiendo sus audiencias frente a personas influyentes en las redes sociales más llamativas y accesibles. Como resultado, los consumidores están perdiendo la confianza en sus alimentos”, observa.
Un caso concreto de esa afectación negativa se ve en Canadá. El Centro Canadiense para la Integridad Alimentaria (CCFI) realizó una encuesta que resulto en que solo tres de cada 10 canadienses creen que el sistema alimentario del país está en el camino correcto, lo que debe interpretarse como una fuerte disminución de la confianza que la cadena productiva no puede permitirse ignorar.
Ashely Bruner, directora de Investigación y Participación de las Partes Interesadas de CCFI, afirmó en seminario web recientemente realizado que “por primera vez en siete años, los canadienses están bastante polarizados sobre si el sistema alimentario del país va en la dirección correcta o incorrecta”.
Atribuyó ese declive de confianza a los crecientes niveles de pesimismo en general, que no es exclusivo de Canadá o del sector alimentario. Eso no significa que la industria deba dormirse en los laureles, agregó, reclamando acciones para contrarrestar esa situación.
PAPEROS RESPONDEN AL DESAFÍO.
Productores de Papas de Alberta (PGA) -institución fundada en 1966 y que representa a los paperos de la provincia de Alberta, Canadá- recogió el guante y lanzó un nuevo video de la serie Story of Us (videos al pie del artículo).
Terence Hochstein, director ejecutivo de PGA, reconoció que “los canadienses están cuestionando la seguridad de sus fuentes de alimentos”, por eso, con esos videos, lo que “realmente queremos mostrar al público en general” es que la producción “es segura; “queremos mostrar de qué se trata nuestro trabajo”.
Los videos son breves, duran 7 minutos y muestran cómo se trabaja con el cultivo de papas, abordando temas que son de interés público. Por ejemplo, el tercer video tratará sobre el uso, conservación y procedencia del agua que utilizan los productores. También muestra todo lo que se hace para minimizar el uso del recurso agua y al mismo tiempo maximizar la producción.
Hay un cuarto y quinto videoa. El resultado es una serie de películas que tienen un gran impacto emocional y cuentan una historia completa sobre cómo se cultivan las papas.
AMPLITUD E EL MENSAJE.
La difusión de videos es una buena idea, pero insuficiente, sobre todo porque hay una variedad de medios de comunicación, redes y canales (YouTube, Instagram, TikTok, Snapchat, Facebook, X, etc.) que deben ser cubiertos para llegar a todos los públicos, de todas las edades, de todas las preferencias alimenticias, de todas las posiciones sociales, ideológicas y políticas, porque este también es un tema que se debe entender y abordar desde el punto de vista político e ideológico.
El canal de transmisión importa, el contenido también, siempre pensando en la multitud de perfiles a los que se quiere y se debe llegar.
Otro dato destacado, es que si se busca hacer conciencia en la opinión pública y masivamente, no se logra a través de los sitios web corporativos, hay que llegar a través de los canales que el consumidor usa porque confía en ellos o porque simplemente le gusta su formato.
Por eso, cada vez más, las redes sociales se han convertido en una herramienta esencial para que los agricultores comercialicen sus productos y generen lealtad a la marca. En el clima social, económico y político actual, encontrar formas de educar a los consumidores sobre sus alimentos se ha vuelto primordial, y para algunos, eso puede significar desenterrar la contraseña de esa página de Facebook que comenzaron hace 10 años.
SUGERENCIAS.
Sobre el final del artículo publicado por Spud Smart, se agregan algunas recomendaciones para los productores que quieran mejorar su comunicación con sus clientes.
Publique fotos o videos rápidos de sus campos, temporada de siembra o días de cosecha. Muestre el viaje de la tierra a la mesa: a la gente le encanta ver la personalidad de la granja. No te preocupes por la perfección; El contenido auténtico y relacionable gana.
Actualice el contenido, pero no abrume: apunte a tres o cuatro publicaciones a la semana, lo suficiente para mantener a sus seguidores comprometidos sin inundar sus feeds. Combínalo con actualizaciones sobre lo que está sucediendo en la granja, ofertas especiales o datos divertidos sobre las papas.
Use hashtags relevantes, para que los nuevos clientes puedan descubrir su granja fácilmente.
Interactúe con su comunidad: responda a comentarios y preguntas, comparta los comentarios de los clientes o comente las publicaciones de otras granjas locales. Construir relaciones en línea ayuda a hacer crecer su base de clientes del mundo real. Siga a productores y organizaciones de ideas afines.
Encuentre el mejor momento para publicar: verifique sus análisis de redes sociales o experimente publicando en diferentes momentos del día. Por lo general, las primeras horas de la mañana, el almuerzo o las primeras horas de la noche ven más actividad. La constancia es la clave, publica con regularidad para mantenerte en la mente de la gente.
Comercialice sus productos de manera efectiva: publique fotos y videos atractivos de su última cosecha. Comparta lugares donde los clientes puedan comprar sus papas: mercados de agricultores, puestos agrícolas o tiendas locales. Invite a los clientes a compartir recetas, por ejemplo en el caso de las papas, muéstrelas asadas, cortadas en comida de olla, el contenido generado por el usuario difunde la conciencia. Responda preguntas sobre el cultivo o ayude a los clientes a seleccionar las mejores variedades. Destaque los eventos agrícolas, los festivales de la cosecha o las ventas especiales. Comparta testimonios de clientes satisfechos para generar confianza. Dé un paseo por su granja con su teléfono y tome fotos. El contenido auténtico resuena más que los videos altamente profesionalizados y editados.
En base a artículo de Spud Smart con consideraciones de Todo El Campo, acceda al artículo original: Spud Smart
Foto de portada de Potato Growers of Alberta @AlbertaPotatoes
Los influencer crecen y cada vez adquieren más peso como formadores de opinión en diversos asuntos y temas. Importantes marcas han puesto la mira en ellos, por lo que cabe estar atentos para evitar publicidad engañosa.
Montevideo | Todo El Campo | El 22 de noviembre Todo El Campo publicó un artículo titulado “Influencers cobran por promocionar alimentos que hacen mal”*, en el cual se citaba un informe de la revista Cambio 16 que advertía sobre “nutricionistas populares” estadounidenses y canadienses con millones de seguidores en redes sociales habían “recibido pagos por publicar videos invitando al consumo de refrescos y alimento” supuestamente sanos pero cuestionados por “especialistas por sus posibles daños en la salud de los consumidores”.
Además, los influencers estaban vinculados a la salud (eran nutricionistas) y no advertían a sus seguidores que habían cobrado por recomendar esos alimentos y bebidas, por lo que ya no era una opinión sincera, sino el resultado de un contrato de publicidad. Esa práctica engañosa encendió las alarmas.
El fenómeno de la publicidad paga y engañosa para los seguidores de estos nuevos canales de comunicación que son las redes sociales también se detectó en España. En 2020, la influencer Paulina Eriksson, con miles de seguidores en Instagram, fue denunciada por hacer publicidad de un producto a cambio de dinero, sin aclarar que recibió un pago. Pero no es el único, aunque Eriksson saltó a los medios porque fue la primera en recibir una advertencia por esas conductas indebidas.
Hace dos años la consultora Media Kix estimó que el negocio de los influencers llega a los 15.000 millones de euros en todo el mundo, y otro estudio de Infoadex2020 calculó que en España el marketing de los influencers creció 67%, solo en 2021 (datos publicados por La Vanguardia).
Otros informes indican que los influencers son seguidos por adolescentes y jóvenes, pero últimamente ha crecido la edad del público que les presta atención y confía en sus consejos o comentarios porque los cree de ayuda para tomar algunas decisiones. Pero si el mensaje está dado porque detrás hay un pago por publicidad, deja de ser transparente y sincero, ya que pasa a primar el contrato y lo que debe decir por determinado producto a cambio del pago.
ESPAÑA AVANZA EN EL CONTROL DE INFLUENCERS.
Ante esa nueva situación, el Ministerio de Consumo de España anunció que va a investigar las “publicaciones de los influencers y creadores de contenido para determinar si cumplen con la legislación de la Unión Europea (UE) sobre prácticas comerciales desleales y evitar así la publicidad engañosa”.
Para hacerlo, la Comisión Europea (CE) y las autoridades españolas de la red de Cooperación para la Protección del Consumidor (CPC) de la Dirección General de Consumo “realizarán un barrido online y examinarán las publicaciones de influencers y creadores de contenido para comprobar si cumplen con las obligaciones legales fijadas en las directivas europeas relativas a las prácticas comerciales desleales y al comercio electrónico”, se señala en un comunicado al que accedió Todo El Campo.
Se busca que el comercio online “sea igual de seguro y ofrezca las mismas garantías a las personas consumidoras que el offline, ya que la legalidad de la publicidad en redes sociales es una de las prioridades comunes de las autoridades europeas en materia de protección al consumidor”.
Asimismo, la CE lanzó Influencer Legal Hub (o Centro Legal de Influencers)**, “un espacio que proporciona información clave sobre la legislación europea en el ámbito de la protección al consumidor”.
Habrá que ser más críticos -mucho más críticos- con lo que vemos en internet, y enseñar a los más jóvenes a no tomarse como cierto lo que el influencer de moda diga. Ese es un gran desafío para padres y educadores.
Montevideo | Todo El Campo | En esta cosa loca que tiene la modernidad con sus tecnologías y las redes sociales que dan voz a cualquiera y cualquiera con un poco de carisma es seguido por miles de personas aunque diga cosas sin fundamento, en tanto los científicos o profesionales de cualquier actividad pueden ser no escuchados o incluso ignorados, mientras tanto, a nivel global advierten que influencers (esa nueva especialidad que mueve y motiva a millones de personas) cobran por promocionar alimentos que hacen mal.
Así es. Aunque parezca imposible de que eso pudiera suceder ya que estamos en un mundo en donde hasta ahora venía triunfando (o eso creíamos) la conciencia de una dieta sana, surgen estos protagonistas de redes sociales para tirarlo todo por tierra y comenzar a promover el consumo de bebidas gaseosas y alimentos ultraprocesados a cambio de pagos de las compañías que los fabrican.
Un informe de la revista española Cambio 16 advierte que “nutricionistas populares” estadounidenses y canadienses, con millones de seguidores en TikTok e Instagram, “han recibido pagos por publicar videos invitando al consumo de refrescos dietéticos, alimentos procesados con altos niveles de azúcar y otros suplementos alimenticios que los especialistas cuestionan por los posibles daños a la salud de los consumidores”.
“Lo grave no solo es llamar al consumo, sino que restan importancia a las advertencias de estudios serios que advierten sobre los daños a la salud que pueden aparecer si se incluyen estos alimentos a la dieta diaria”, dice el artículo.
Además no aclaran ni dicen que sus consejos son pagos por las empresas que elaboran esos alimentos o bebidas, convirtiéndose en “publicidad encubierta que envía mensajes falsos sobre el peligro que representan estos productos”, según un análisis de The Washington Post y The Examination que cita Cambio 16.
Si eso ya es grave, más lo es que las compañías que están detrás de los mensajes de los influencer reconocieron pagar con el fin de aumentar las ventas y “sembrar otras ideas”. O sea que aceptan la realización de campañas que confunden a la población.
Y más aún: los influencers contratados no son ajenos a la salud, sin que se han posicionado por estar dentro del rango de “influencers de la alimentación saludable” con lo cual el engaño se hace aún mayor.
“El monitoreo de The Washington Post y The Examination concluyó que de 68 influencers de la alimentación sana con 10.000 seguidores o más en las redes sociales, como TikTok o Instagram, aproximadamente la mitad promociona alimentos, bebidas o suplementos alimenticios entre sus seguidores combinados”, dice la publicación española.
ALGUNOS EJEMPLOS.
El artículo pone el ejemplo del aspartamo: “Cuando la Organización Mundial de la Salud hizo públicas varias interrogantes sobre los riesgos de un popular edulcorante llamado ‘aspartame’, un número significativo de hashtag comenzaron a circular en las de redes sociales de muchos influencers de la alimentación sana: #safetyofaspartame (#aspartamoseguro).
La nutricionista de Oakton, Virgina (EE.UU.) Steph Grasso usó el hashtag y les dijo a sus más de dos millones de seguidores en TikTok que las advertencias de la OMS sobre los edulcorantes artificiales eran un “cebo de clics” basado en “ciencia de baja calidad”.
Cara Harbstreet, otra dietista pero de Kansas City (EE.UU.), aseguró a sus seguidores de Instagram que no se preocuparan por los “titulares que infunden miedo” porque hay suficiente evidencia que descarta que su consumo sea un motivo de preocupación para la salud.
Mary Ellen Phipps, nutricionista de Houston (EE.UU.), especializada en el cuidado de la diabetes, tomó un sorbo de un vaso de refresco dietético y les dijo a sus espectadores de Instagram que los edulcorantes artificiales “satisfacen el deseo de dulzura” sin afectar los niveles de azúcar en sangre o insulina.
En ningún momento se informó sobre el pago del grupo American Beverge para que realicen esa publicidad disfrazada en un posteo más, entre otros seguramente hechos con sinceridad y sin interés económico de ningún tipo.
Si hasta aquí todo ha sido muy grave, la realidad se empaña más si consideramos que el público objetivo son los más jóvenes, adolescentes, la llamada Generación Z y padres milenials acostumbrados a encontrar noticias y consejos de salud en las redes sociales.
LA OTRA PARTE.
En su defensa American Beverage dijo que los nutricionistas informaron adecuadamente sus relaciones con la asociación comercial al marcar las publicaciones como asociaciones pagadas o incluir el hashtag #safetyofaspartame o el sitio web safetyofaspartame.com.
También argumentaron que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos y otras autoridades sanitarias habían asegurado que el aspartamo era seguro y expresaban su desacuerdo con las advertencias de la OMS.
Como sea, desde ahora habrá que ser más críticos con lo que vemos en internet y enseñar a los más jóvenes a no tomarse como cierto lo que el influencer de moda diga.
LOS LÍMITES ÉTICOS.
La pregunta es dónde queda la ética de los profesionales.
El código de ética de la Academia de Nutrición y Dietética dice que los dietistas deben revelar los conflictos de intereses y evitar “aceptar obsequios o servicios que potencialmente influyan o que puedan dar la apariencia de influir en el juicio profesional”.
Cambio 16 cita a Lauri Wright, presidenta de la Academia, que dijo se educa a sus miembros “para que sepan hasta dónde pueden llegar en materia de acuerdos con grandes compañías de alimentos. Es esa línea y cómo no cruzarla”.
Quienes crucen la línea ética podrán ser sancionados, incluso anulando la licencia, pero antes de actuar debe recibir una queja o denuncia, y eso no ha pasado, agregó Wright.