Por Gianni Bianchi

El pasado 7 de mayo, en el marco de la cuarta edición del ciclo organizado por la ARU, Radio Carve y Rurales El País, se llevó a cabo el evento “Preguntas con respuesta de la industria frigorífica”. 

Ya sobre el final, ante una pregunta referida al futuro de la carne ovina, el director de Frigorífico Las Piedras, respondió, lamentándose, que no era optimista si no había un rápido acceso a mercados con hueso. Agregando (diría lapidariamente) que la producción de carne ovina en el país así era inviable.

Fundamentó su aseveración en la falta de trabajo más incisivo por parte de los servicios ganaderos del MGAP y del MRREE en desarrollar mercados que permitan el acceso al segmento de carne ovina con hueso, habida cuenta de que los altos costos del país hacen inviable el desosado.

Previamente había señalado que el productor estaba jaqueado porque no se le hincaba el diente al abigeato y al ataque de los perros.

Milano Comunicación Visual

El otro disertante, en este caso representando a Marfrig, además de hacerse eco de las palabras del director de Las Piedras, agregó que estaba seguro que de solucionarse el tema de los mercados la respuesta sería inmediata por parte del sector primario dado que existía –a su criterio- una ovinocultura fuerte y bien desarrollada en el país.

No sé exactamente qué piensan las autoridades del Frigorífico San Jacinto (que, de acuerdo a INAC, junto con Frigorífico Las Piedras faenaron en 2022 casi 6 de cada 10 ovinos enviados a frigorífico), pero si me remito a las señales recibidas por los productores de ovinos a la hora de comercializar sus corderos en los últimos 3 – 4 años, no tengo demasiadas expectativas de que el mensaje sea muy diferente.

Confieso que esperaba algún comentario, alguna respuesta o alguna otra reacción que no sea el silencio pasivo de alguna de las autoridades presentes: INAC, ARU, BROU, Unión de Vendedores de Carne, industriales, productores, criadores, empresarios.

Tampoco encontré en la prensa especializada ninguna reacción de alguna de las asociaciones de productores, sociedades de criadores de ovinos, del SUL (única institución del país y casi del mundo que está financiada, pensada y justificada para desarrollar la producción ovina nacional) o del propio MGAP.

El silencio ha sido absoluto, como suele ser cuando no hay capacidad de propuesta o, directamente, cuando a nadie le interesa, de verdad, dar vuelta la pisada. Claro a nivel dirigencial, para cualquier micrófono que se plante adelante, no han faltado (ni faltarán) quienes auguren que la carne ovina tiene muy buen futuro, cuando, en realidad, lo que urge es ocuparse del presente.

En reiteradas oportunidades he escrito en diferentes medios de prensa con el solo objetivo de que, al menos, se discuta con franqueza sobre qué hacer con la ovinocultura nacional que se cae a pedazos, con los productores ovejeros que siguen desapareciendo, con la ociosa capacidad topista instalada (que salva la petisa importando lana), con los falsos diagnósticos y soluciones (PENRO) que prometen el oro y el moro con tanto bombo como fracaso previsible, pero siempre el silencio ha sido la respuesta.

De haber estado en el evento hubiera, al menos, reformulado la pregunta considerando que, de acuerdo al INAC, desde 2018 el 70 del volumen de carne ovina exportada del país es con hueso (casi 80% del total en el 2022).

Vale decir que el fundamento central del director del Frigorífico Las Piedras (con quien coincidió su colega de MARFRIG) para afirmar que la carne ovina tal cual se exporta no tenía futuro en el país, se explicaría en el 20 – 30% restante que pasa por el proceso de desosado que, paradojalmente, entre otras cosas genera más trabajo.

Seguramente se precisen más mercados por aquello de que es mucho mejor para un país chico que depende del mercado internacional vender poco a muchos en vez de mucho a pocos (sobre todo cuando casi el 70% de la carne exportada tiene como destino China y Brasil). También es cierto que existen restricciones de tipo sanitario y arancelario para acceder al mercado internacional en plenitud, sobre todo al de la carne con hueso que es la de mayor valor. De acuerdo a información de INAC, el país no cuenta con habilitaciones a mercados con hueso relevantes, como Reino Unido, la Unión Europea y Canadá. Tampoco a Corea, Japón, Israel. Pero esto de ninguna manera inhibe el aprovechamiento de las oportunidades que el país posee en la materia. Es más, un informe de INAC[1] daba cuenta de ello hace menos de dos años, señalando que la demanda por carne ovina en el exterior era sostenida y creciente.  El mismo trabajo reportaba que el país poseía un nivel de acceso intermedio a los mercados internacionales de carne ovina: 43%del comercio mundial (OPYPA, 2020).  ¿Qué cambió para que en menos de dos años se pueda afirmar que la carne ovina no tiene más vuelta en el país?

Menos que menos esgrimir que lo que tiene en jaque al rubro es el abigeato o los perros. Si así fuera no existirían, como existen, productores de muy diversas escalas que son tan eficientes como los admirados -pero poco imitados- productores de Oceanía, paradigma de la producción ovina moderna si los hay.

¿Es que esos productores no padecen el ataque de perros, el abigeato y yo agregaría la bichera, cuya erradicación parecería ser la solución mágica que se pretende para el rubro?

Sí, están expuestos a eso y a otras debilidades del ovino, pero las contrarrestan con tecnologías -básicamente de procesos- disponibles y/o generadas en el ámbito nacional.

Claro esto no permite tampoco afirmar, ni por asomo, que la ovinocultura nacional es fuerte y está bien desarrollada. En realidad, se puede decir cualquier cosa, pero de ahí a fundamentarlo objetivamente hay un abismo. Ningún indicador, excepto que se incluya la autocomplacencia resiste esa afirmación.

La formación, estudio y experiencia en la oveja (cosa que no siempre se posee por quienes opinan a diario), permiten rebatir casi todo lo señalado en el escaso (casi nulo espacio) que se le dedicó a la carne ovina en el evento referido.

Lo del título, la oveja, en los hechos, en las que duelen, no le importa a nadie con capacidad de decisión. Lo que me lleva inmediatamente a afirmar que los productores ovejeros en Uruguay están totalmente desamparados, salvo que estén en el Basalto, tengan Merino fino y que esa lana se siga cotizando bien en el mercado internacional. Ah y, por supuesto, gracias a una industria local topista (surgida de cuando se pensaba con las luces largas) que siga demandando esa fibra de alta calidad (tal vez ayude que no pueden peinar otra cosa que no sea lana) y reflejen en el precio la realidad del mercado internacional. No es el caso de la inmensa mayoría de la industria frigorífica en este país, que, como los westerns, es vaquera.

[1] Carne Ovina: oportunidades y desafíos para Uruguay en el mercado internacional. INAC 2021. https://www.inac.uy/innovaportal/v/19255/17/innova.front/carne-ovina-oportunidades-y-desafios-para-uruguay-en-el-mercado-internacional


Pin It on Pinterest

Compartir

Comparte este contenido en tus redes sociales!