Como un relojito que funciona bien, cada “primavera de clima o de precios hay lío en Conaprole, no erra”, siempre pasa.

“Para lograr ganar lo mismo que un empleado de Conaprole en un año, un tambero debe tener 269 has., mitad propias, mitad arrendadas, más un millón de dólares de activos entre ganado, maquinaria, equipos y capital de giro”, a esa conclusión arribó el Ing. Agr. Gonzalo Ducos, coordinador agrícola ganadero de Fucrea en el marco del conflicto lechero que lleva ya un tiempo extremadamente largo sin encontrar una solución.

Ducos también tiene experiencia en el rubro lechero porque también se ha dedicado a él y lo ha estudiado.

No conozco a casi ningún productor lechero que pueda entender los reclamos y los problemas que vienen hace más de dos meses en el sector, puntualmente entre la empresa Conaprole y su sindicato”, escribió en una columna de análisis publicada en el diario El País.

Además de ser incomprensible, al parecer se trata de una conflictividad programada estratégicamente porque siempre se da en determinado momento del año. Sin embargo este año se adelantó. “Si uno mira la prensa de años anteriores siempre que llega la primavera, se arma lío en Conaprole, es como el súper gas, primera ola de frío y hay lío con las garrafas”. Mucha casualidad que cada año la conflictividad se dé como relojito, a Ducos le faltó mencionar los paros en la enseñanza cada marzo, otra rama de la actividad que afecta y mucho a la sociedad.

El relojito funciona bien: “Hay primavera de clima o de precios y hay lío en Conaprole, no erra”, señala.

LOS NÚMEROS QUE SORPRENDEN.

Con el marco de la conflictividad habitual, el técnico de Fucrea se pregunta: “¿Cuántas hectáreas debe tener un tambo para lograr ganar lo mismo que el salario mínimo que tiene un empleado Conaprole por año?”

La respuesta: “Según una nota de prensa de El Telégrafo y una comunicación personal, el salario mínimo de ingreso para un trabajador de Conaprole es de 64.000 pesos nominales por una jornada de seis horas y 50 minutos efectivos de trabajo. A eso, hay que agregarle un montón de beneficios, que no vamos a detallar”.

Si eso lo anualizamos y lo pasamos a dólares de hoy, nos da el número de 22.333 dólares, más beneficios. Hace unos días, en la jornada de lechería de INIA Fucrea se mostró un cuadro que resumía los resultados de las empresas CREA Lecheras en los últimos años. Si tomamos los datos desde el año 2015 a la fecha, mirando el ingreso de capital (ingresos globales del tambo, menos todos sus costos antes de renta e intereses) nos da que necesitamos 89 has. de lechería, que debieran ser propias, para poder igualar el sueldo de un empleado que recién ingresa a trabajar a Conaprole”.

Agrega que en Uruguay -según la última encuesta de DIEA-Inale del 2020- “el área destinada a la lechería abarcaba una superficie de unas 75.000 hectáreas (ha). De este total, 352.000 has estaban bajo algún tipo de arrendamiento, lo que significa el 46,6% del área. Según DIEA-MGAP la renta que se pagó por una hectárea destinada a la lechería fue de 148 US$/ha”.

Si al ingreso de capital se le resta la renta y el pago de intereses sobre una deuda promedio de US$ 500 por hectárea explotada, “necesitamos un tambo de 269 hectáreas”.

En el siguiente cuadro vemos que “entre el 2015 al 2020 se perdieron 110 tambos por año y con evoluciones diferentes según su escala de superficie. En los tambos pequeños de menos de 50 has, se perdió un 30% de los mismos y para el siguiente escalón se perdieron, en 5 años, el 15% de los predios lecheros”.

En definitiva, “hay que tener un tambo de 269 has, mitad propio y mitad arrendado y agregarle a eso 1 millón de dólares de activos entre ganado lechero, más maquinaria y equipos y el capital de giro necesario, para la operación diaria del tambo. En un trabajo en donde, si el dueño titular o un colaborador se muere, igual alguien va a tener que ordeñar las vacas porque si no se enferman. Y que nadie se haga el loco de ordeñar una sola vez ese día, de noche y de día, con barro frío o calor intenso”. Hasta ahí los cálculos económicos. Ducos finaliza con una reflexión final, que es más un deseo: “Esperemos que algún día los productores lecheros de este país puedan sentir que, llegó la primavera y no hay lío en Conaprole”.

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