Si no hay quien esquile, no vale la pena pensar en la industria lanera.
“Sin esquiladores, la industria de la lana se encuentra con un dilema”, dice el título de un artículo publicado el domingo en un medio australiano. Desde hace 200 años han habido “muchos problemas que han amenazado la existencia de la industria de la lana”, son los mismos años en los cuales las ovejas merinas se han criado en ese país.
Pero ninguno de esos desafíos arrastrados por dos siglos presenta una amenaza tan grave como la falta de esquiladores: “Todos los problemas del sector palidecen al lado del único factor que causará el declive final de la industria lanera que Australia se ha enorgullecido de llamar suya durante más de dos siglos”, expresa la comuna de Esteban Burns en The Land.
“Ese problema es, por supuesto, la disminución del número de personas interesadas en trabajar como esquiladores o peones”, explicitó.
Recordó que “hubo un tiempo” muchas familias asumían “con orgullo el haber formado parte de equipos de esquila durante generaciones” y muchas de las localidades donde estos esquiladores vivían y tenían a sus familias y hogares “eran prósperas y vibrantes cuando la industria de la lana estaba en su apogeo, pero ahora están luchando por mantener un sentido y un propósito”, escribió Burns.
En los años 80 el número de ovejas disminuyó en el país y los esquiladores emigraron hacia otras actividades. Hoy “es difícil conseguir” quien haga ese trabajo, lo que lleva a que “los productores estén vendiendo las ovejas merinas e invirtiendo en el desprendimiento de ovejas, lo que agrava aún más la situación”.
En Australia, la industria ha llegado a “depender de esquiladores de Nueva Zelanda, pero la pandemia reafirmó la falta de esquiladores locales” y “sin esquiladores no hay lana”, subrayó.
Las consecuencias son que “no habrá corredores de lana en las ciudades rurales, ni empresas de transporte de lana que trasladen lana desde los galpones al centro de venta” y con eso “se habrá ido toda una infraestructura y mano de obra construida en torno a la compra y distribución de la lana en todo el mundo, por no hablar de industrias enteras de procesamiento y venta al por menor cuya existencia misma ha dependido de la lana australiana”.
Si no hay quien esquile, no vale la pena pensar en la industria lanera, concluye.
La foto: En una escuela de esquila, los estudiantes son enseñados en las habilidades de la esquila. Foto The Land.
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