Para luchar contra el cambio climático, una empresa de biotecnología ha modificado genéticamente un álamo, pero el árbol transgénico de rápido crecimiento se enfrenta a un largo camino hacia el uso en el mundo real.

En San Francisco, estado de California, Estados Unidos, una compañía de biotecnología trabaja en árboles de rápido crecimiento que puedan absorber rápidamente el dióxido de carbono atmosférico, y los primeros resultados experimentales ya se conocen. Son los álamos genéticamente mejorados que tuvieron un crecimiento 1,5 veces más rápido que los no modificados. La ciencia vegetal celebró la noticia, pero advirtieron que se necesita seguir investigando para que esos ejemplares puedan comenzar a trabajar en frenar el cambio climático.

Sophie Young, bióloga de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) que no participa del trabajo, dijo que sus colegas han dado “un gran primer paso”, pero hay que probar cómo resultan los álamos en la naturaleza: los árboles crecieron en un invernadero cuidadosamente controlado en lugar de al aire libre.

El artículo publicado en la revista científica Science explica que “científicos y ambientalistas promueven la plantación de árboles como una forma prometedora y fácilmente expandible de reducir los niveles atmosféricos de dióxido de carbono, la principal causa del calentamiento global. Los árboles, que son aproximadamente la mitad de carbono en peso seco, absorben el gas del aire y lo convierten en formas estables de carbono como la madera y las raíces”.

No hay dudas sobre el papel que cumplen los árboles en el cuidado del medio ambiente, pero el problema está en la rapidez con que pueden absorben carbono. “Una restricción clave es la tasa de fotosíntesis, el proceso bioquímico que utilizan los árboles para convertir el dióxido de carbono en azúcares y, en última instancia, en madera. Casi todos los árboles utilizan una forma relativamente ineficiente de fotosíntesis que produce un subproducto tóxico llamado fosfoglicolato, que las plantas deben eliminar a través de un proceso llamado fotorrespiración. Eso utiliza energía que de otra manera podría ir hacia el crecimiento”, dice el artículo fechado el 23 de febrero cuyo autor es Gabriel Popkin, periodista científico independiente.

Para atender ese problema y corregirlo, la compañía Living Carbon utilizó una bacteria para insertar genes de calabaza y algas verdes en álamos, esos genes extraños “permitieron a los árboles tener tasas de fotorrespiración más bajas y reciclar el carbono del fosfoglicolato en azúcares esenciales para el crecimiento”.

Stevee Strauss, genetista forestal de la Universidad Estatal de Oregón, Covallis, dijo que es la primera vez que ese mecanismo se aplica en árboles. Strauss integra el consejo asesor científico de Living Carbon y está colaborando con la compañía en la investigación.

Living Carbon, fundada en 2019, cultiva los álamos en lo que fue un estudio de grabación de música adaptado para el estudio científico, en San Francisco. Algunos de los árboles han crecido tanto que chocaron contra el techo.

Los ensayos duraron 4 meses, tiempo en el que los álamos incrementaron su peso 53% más que los árboles sin tratamiento genético.

Los datos son “alentadores, pero no son abrumadores”, opinó el biólogo de plantas Donald Ort de la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign, quien dirigió un proyecto similar de mejora del tabaco.

Pero Ort advierte que aunque los resultados de laboratorio son buenos, pueden fallar pruebas más realistas. “Los árboles mimados que crecen rápido en interiores pueden marchitarse en condiciones exteriores más duras o necesitar mucha agua y fertilizante para mantener altas tasas de crecimiento. Y una vez que los árboles cercanos comienzan a bloquear la luz solar, el crecimiento a menudo se ralentiza. Para probar la resistencia de los álamos de Living Carbon, Strauss ha comenzado a cultivar algunos en un campo en Oregón” y los resultados estarán en el próximo verano del norte (junio, julio, agosto).

En caso de que las pruebas de campo resulten como se desea, Living Carbon “podría enfrentar un largo proceso regulatorio para vender los árboles. En los Estados Unidos, los reguladores federales nunca han aprobado la liberación de un árbol diseñado para un crecimiento rápido”.

LOS INCONVENIENTES Y EL TIEMPO QUE NO TENEMOS.

Como ocurre siempre en estos casos, se han levantado voces contrarias a los árboles transgénicos. “Temen los impactos ecológicos no deseados”, además “la mayoría de los programas que certifican los productos forestales como sostenibles actualmente prohíben el uso de especies modificadas”, explica el artículo

Strauss dijo que esa situación crea “una prohibición de mercado casi de facto”; y considerando todas esas circunstancias y problemas, Ort estimó que el despliegue comercial de los árboles de Living Carbon puede estar a 10 o 15 años de distancia.

La urgencia de abordar la crisis climática supera los riesgos potenciales asociados con los árboles transgénicos, dijo Strauss: “No podemos darnos el lujo de esperar 30 años y asegurarnos de que nada pueda salir mal”, enfatizó.

GABRIEL POPKIN.

Los artículos de Popkin en Science se pueden leer siguiendo el siguiente enlace: Gabriel Popkin | Ciencia | AAAS (science.org)

También se puede seguir la web del periodista: Gabriel Popkin

Foto de Science.

Pin It on Pinterest

Compartir

Comparte este contenido en tus redes sociales!