Annika Olson es la autora de este artículo publicado por la Universidad de Texas en Austin. Olson es subdirectora de investigación de políticas en el Instituto de Investigación y Análisis de Políticas Urbanas de la referida Universidad estadounidense.

Una usuaria de redes sociales escribió un meme diciendo: “¿Tienes leche? Bueno, las vacas bebés no”, con un ternero diciendo “¡Mi mamá hizo esa leche para mí!”. La leyenda de la imagen explicaba que no debemos beber leche “robada” y que inherentemente la leche es mala para nosotros.

Ese es solo un ejemplo de miles de cuentas de diferentes redes sociales que atacan a la industria láctea. Durante las últimas décadas, la leche de vaca ha sido difamada por todo, desde los niveles de azúcar y grasa hasta las prácticas de ordeñe y los antibióticos.

Este odio hacia la leche pone una carga increíble sobre los productores que trabajan duro en todo el país, y la desinformación sobre los sustitutos de los lácteos continúa engañando a los consumidores. Muchos de nosotros necesitamos examinar nuestra obsesión con las alternativas a la leche y comprender cómo afecta a los productores y al público.

Hace años, la leche estaba de moda. A principios de 1900, la leche de vaca era un producto nacional, y en 1946, el Congreso de Estados Unidos aprobó leyes para garantizar que la leche estuviera disponible con todos los almuerzos escolares. Los establecimientos lecheros han sido propiedad y operadas por familias durante generaciones, y esto sigue siendo cierto para casi el 95% de los tambos. En la década de 1930, la producción lechera se extendía desde Carolina del Norte hasta Wisconsin, y la producción incluso crecía en Texas, ya que Borden (Borden Dairy, industria láctea de EE.UU.) estableció plantas de procesamiento en todo el estado. En las décadas de 1950, 60, 70 y 80, la leche fue ampliamente vista como una buena fuente de calcio, vitaminas y proteínas. En la década de 1990, ¿got milk? (¿tengo leche), la campaña publicitaria de mi generación mostraba a Beyoncé y Britney Spears con bigotes de leche (como se ve en las siguientes fotografías).

Pero a finales de la década de 2000, las cosas comenzaron a cambiar y llegaron alternativas a la leche.

Blue Diamond Growers, una cooperativa de productores de almendras en California, aprovechó la oportunidad para ingresar al mercado no lácteo y superar a Silk que fabricaba y vendía leche de soja. El resultado, Almond Breeze (Brizas de almendras), fue un gran éxito. Solo en 2011, las ventas de leche de almendras aumentaron casi un 80%, y Almond Breeze se hizo cargo de la bebida vegetal más vendida en el país en 2013.

En los años siguientes, veríamos el aumento de la leche de cáñamo, arroz, anacardo y avena, por nombrar algunos. Las bebidas de origen vegetal representaron casi el 15% de la categoría de leche en 2019, y las ventas de “leche” de origen vegetal crecieron un 5%. Ese mismo año, las ventas totales de leche se redujeron en US$ 1.000 millones, y esto se atribuyó al crecimiento salvaje de productos alternativos de “leche”. El crecimiento realmente ha sido vertiginoso: el tamaño del mercado de la industria de alternativas lácteas se estimó en US$ 11.900 millones en 2017 y se espera que crezca cada año. El deseo de leche de avena, por ejemplo, era tan fuerte que hubo una escasez de la bebida en 2018, lo que llevó al mercado en línea oatly a vender cajas del producto por US$ 200 o más. ¿US$ 200?

En 2019, el comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos dijo que las “leches” de nueces no deberían llamarse así porque las nueces no lactan, un rasgo de identificación clave de cualquier tipo de leche: vaca, cabra, oveja, etc.

LA DESINFORMACIÓN DETRÁS DE LA “LECHE” VEGETAL.

Pero hay desinformación en torno a los sustitutos lácteos. Llamar a cada una de estas bebidas “leche” no es realmente exacto.

En 2019, el comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos dijo que las “leches” de nueces no deberían llamarse así porque las nueces no lactan, un rasgo de identificación clave de cualquier tipo de leche: vaca, cabra, oveja, etc.

Además, hay nutrientes clave en los productos lácteos que faltan por completo en los productos de origen vegetal. Por ejemplo, la leche de vaca contiene nueve nutrientes esenciales; algunas bebidas a base de almendras contienen cero. Si bien entiendo que algunas personas no pueden beber leche (tengo muchos amigos intolerantes a la lactosa), al menos debemos ser más conscientes de lo que hay en las bebidas de nueces y el impacto que tiene esta industria de bebidas.

Estoy cansada de ver memes de vacas bebés: Una amiga dietista me envió una foto de la granja lechera que visitó recientemente en Fort Worth (ciudad de Texas) y dijo que era increíble conocer a la familia de granjeros y aprender sobre su dedicación a su oficio. De hecho, la industria láctea de Texas contribuye con alrededor de US$ 50.300 millones en impacto económico estatal total y representa US$ 1.600 millones en impuestos estatales, con Texas ocupando el quinto lugar en producción de leche e insumos de vacas a nivel nacional.

Así que dejemos las tendencias #ditchdairy (#abandonarlos lácteos) y, en su lugar, reconozcamos la carga que esto supone para los productores de todo el país y comprendamos la información real detrás de los sustitutos lácteos.

Artículo de la Universidad de Texas: https://news.utexas.edu/2021/08/31/milk-alternatives-mislead-consumers-hurt-texas-dairy-farmers/

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