La jornada “De la estrategia a la acción”, organizada por KPMG, reunió a referentes del sector privado, financiero y académico para compartir herramientas y perspectivas sobre cómo integrar la sostenibilidad en el corazón de los modelos de negocio.
Montevideo | Todo El Campo | La semana pasada se realizó la jornada “De la estrategia a la acción: liderar con impacto”, impulsada por la consultora KPMG.
El objetivo del encuentro fue promover el intercambio en torno a los desafíos y oportunidades que enfrentan las organizaciones al incorporar la sostenibilidad como eje estratégico.
La actividad se desarrolló en el hotel Hyatt Centric Montevideo y contó con la participación de referentes del ámbito empresarial y académico, quienes compartieron herramientas y experiencias orientadas a impulsar modelos de negocio más sostenibles.
Durante la jornada se abordaron distintas perspectivas sobre cómo pasar del diseño de estrategias a su implementación efectiva, con foco en la generación de impacto real en las organizaciones y su entorno.
También se conversó sobre la incorporación de la sostenibilidad en la estrategia organizacional, los requerimientos de los mercados más exigentes y su efecto sobre los modelos de negocio. Además, se trató la relevancia de medir la huella de carbono y las estrategias disponibles para avanzar hacia la descarbonización y la transición climática.
Otro de los ejes tratados fueron los mecanismos de financiamiento para impulsar esta transformación, así como las formas de comunicar de manera efectiva los esfuerzos en sostenibilidad a las partes interesadas.
“La sostenibilidad está en la agenda de todas las organizaciones. Es muy interesante e importante poder tener encuentros multisectoriales donde conversar sobre estos temas, ver cómo las organizaciones están incorporando esta agenda y hacia dónde va también el futuro de la sostenibilidad”, dijo Mariano Spitale, director de Servicios ESG en KPMG Argentina.
Por su parte, Aiblis Vidal, coordinadora del Observatorio de Reportes de Sostenibilidad de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración de la Universidad del a República, sostuvo que hoy la sostenibilidad “ha impregnado el mundo empresarial”. Y agregó: “Más que una moda pasajera, es una realidad que está pasando no solamente a nivel internacional, sino también en Uruguay.
Desde el Observatorio de Reportes de Sostenibilidad estamos analizando cómo las empresas comunican su desempeño en sostenibilidad y las tendencias en reporting” (recopilación, análisis y presentación de datos).
Francisco Márquez Álvarez de Toledo, country officer del International Finance Corporation (IFC) para Uruguay, dijo que desde IFC es posible seguir aportando al desarrollo sostenible del Uruguay. En ese contexto apuntó: “Hablar de ESG (Environmental, Social and Governance, en español Ambiental, Social y Gobernanza) y poner estos temas sobre la agenda contribuye a generar más conciencia sobre las acciones que debemos tomar hacia el futuro”.
“Para CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe), conocer cuál es el estado de avance de los aspectos de sostenibilidad integrales en los que las empresas, el sector público y el privado en Uruguay están trabajando es fundamental. Esto se alinea con nuestro compromiso como banco de la resiliencia y del bienestar social en la región”, dijo Jorge Concha Carballido, director de Operaciones y Financiación Verde de CAF.
Ítalo Elola, director de Advisory Services en KPMG Uruguay, sostuvo que las principales conclusiones de la jornada “muestran que el marco ESG llegó para quedarse”. Y añadió: “Se trata de agregarle un lente nuevo a todo lo que hacemos, para ser más sostenibles, generar impactos positivos y competir mejor. No solo protegemos el valor, sino que también construimos valor duradero”.
“Abordamos temas de estrategia, comunicación, reporting y los desafíos del financiamiento. Ahí es donde vemos una oportunidad muy grande para encontrar recursos que soporten transformaciones hacia procesos de bajas emisiones, alineados con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU) y con las metas de sostenibilidad”, dijo, por su parte, Magdalena Perutti, socia de Deal Advisory en KPMG Uruguay.
Montes del Plata participó en Agro en Punta y aportó claves para hacer una estrategia de sostenibilidad. La empresa forestal-industrial formó parte de la plataforma de negocios agroindustriales con un stand que permitió a los asistentes explorar su cadena de valor en realidad virtual y conocer su enfoque en la gestión de los recursos.
Punta del Este, Maldonado | Todo El Campo | Montes del Plata estuvo presente en Agro en Punta Expo & Business, evento realizado entre el 5 y el 7 de febrero en el Centro de Convenciones de Punta del Este, con un stand donde los asistentes pudieron conocer el proceso productivo de la empresa a través de lentes de realidad virtual.
Además, el miércoles 5 de febrero, Carolina Moreira, gerente senior de Sostenibilidad y Comunicaciones de Montes del Plata, ofreció una charla titulada “Claves para construir estrategias de sostenibilidad en el agro”.
Moreira destacó que la sostenibilidad es un modelo de negocios que permite a las empresas asegurar su continuidad en el tiempo. “La sostenibilidad organizacional es un modelo de negocios que crea valor a largo plazo, gestionando riesgos y oportunidades y considerando los aspectos económicos, sociales y ambientales», afirmó.
Repasó cómo ha evolucionado el concepto de sostenibilidad en el tiempo y enfatizó la importancia de comprender los impactos de cada actividad para poder gestionarlos de manera estratégica. “Cualquiera sea la empresa o la actividad humana, siempre hay impactos. Lo clave es identificarlos y abordarlos con planes concretos: potenciar los positivos y mitigar los negativos. Para quienes se preguntan por dónde empezar a construir una estrategia de sostenibilidad, la respuesta es clara: arranquen por la materialidad, identifiquen sus impactos y definan qué aspectos son clave para su empresa y su sector”, explicó.
“EL AGRO TIENE UN ROL CLAVE”.
Sobre el agro, Moreira destacó que la sostenibilidad no solo responde a estándares internacionales, sino que también genera beneficios concretos para el sector y su entorno.
“El agro tiene un rol clave en el desarrollo sostenible. La integración de prácticas responsables en la gestión del suelo, el uso del agua y la reducción de emisiones no solo responde a exigencias de los mercados internacionales, sino que también permite mejorar la eficiencia y la rentabilidad del sector. En Montes del Plata, por ejemplo, hemos desarrollado modelos de integración productiva con ganaderos, apicultores y recolectores de hongos, donde se generan sinergias que benefician tanto a la empresa como a los productores locales”, comentó.
Finalmente, subrayó la necesidad de escuchar y dialogar con los distintos actores involucrados en el sector: “La sostenibilidad no se construye de manera aislada. Es clave escuchar a los stakeholders, entender sus expectativas y preocupaciones, y trabajar en conjunto para generar soluciones. En Montes del Plata hemos implementado herramientas de diálogo con comunidades, productores y otros actores, lo que nos ha permitido construir relaciones de confianza”.
MONTES DEL PLATA Y SUPRA.
Además, la empresa acompañó la exposición de la Sociedad Uruguaya de Pastoreo Racional (Supra), con quien mantiene un acuerdo de trabajo para fomentar la ganadería sostenible en campos de la empresa mediante iniciativas conjuntas de capacitación, extensión y difusión.
Las certificaciones voluntarias de sostenibilidad parecen ser una herramienta valiosa para impulsar el comercio, en particular, el de los países en desarrollo que exportan hacia mercados más desarrollados.
Montevideo | Todo El Campo | Las normas voluntarias de sostenibilidad (VSS, por sus siglas en inglés) son certificaciones privadas que aseguran que los productos y procesos de producción cumplan con una amplia variedad de métricas de sostenibilidad, promoviendo prácticas sostenibles en las cadenas de suministro.
En una nota del Banco Interamericano de Desarrollo -BID- (que se publica a continuación) se analiza un reciente estudio de este organismo internacional regional que muestra que las certificaciones VSS pueden impactar positivamente las exportaciones agrícolas, particularmente en países en desarrollo como América Latina y el Caribe.
Marcelo Dolabella y Mario Saeteros son los autores del siguiente texto. Ambos son consultores de Investigación Económica en el Sector de Integración y Comercio en el BID.
El texto original tiene modificaciones para Todo El Campo.
EL IMPACTO DE LAS NORMAS VOLUNTARIAS DE SOSTENIBILIDAD EN LAS EXPORTACIONES AGRÍCOLAS: ¿AMIGAS O ENEMIGAS?
Los productos básicos agrícolas representan una proporción sustancial de las exportaciones de muchos países en desarrollo, particularmente en América Latina y el Caribe (ALC). Esto significa que cualquier cambio en las prácticas agrícolas puede tener un impacto significativo en los flujos de comercio.Las normas voluntarias de sostenibilidad (NVS) son certificaciones privadas que garantizan que los productos y los procesos productivos cumplen con una amplia variedad de métricas de sostenibilidad que persiguen fomentar prácticas sostenibles a lo largo de las cadenas de suministro. Estas normas tienen potencial de impulsar o restringir los flujos comerciales en la región.
¿De qué modo afectan al comercio internacional estas normas? ¿Son amigas o enemigas? Este artículo explora un estudio reciente del BID (*), que analiza datos referidos a 12 de los principales esquemas de NVS1 aplicadas a ocho productos básicos clave del sector agrícola entre 2013 y 2021, y que aporta nuevas reflexiones sobre su influencia variable en el comercio. En lugar de centrarse únicamente en normas específicas el estudio analiza 12 grandes regímenes de SSV para ofrecer una visión global de su papel en el comercio internacional.
LAS CERTIFICACIONES NVS: CARACTERÍSTICAS Y TENDENCIAS.
En 2021, había 25,7 millones de hectáreas certificadas en los países en desarrollo, de las cuales el 37 % pertenece a ALC. Si se observa más detenidamente la evolución de las áreas certificadas, se advierte una tendencia al alza en todos los casos (gráfico 1). Entre 2013 y 2021, la superficie certificada de ALC se incrementó un 37%, pasando de 6,8 a 9,3 millones de hectáreas. Sin embargo, en otras regiones en desarrollo, aumentó a más del doble.
El coeficiente de cobertura de las certificaciones NVS2 varía de un país a otro y para cada producto básico. Por ejemplo, en 2021, apenas el 1,7 % de la soja y el 2,7 % de las bananas de todo el mundo tenían una certificación NVS. Por su parte, el algodón y el cacao fueron los productos básicos más certificados, con al menos el 20,3 % y el 21,5 % de sus superficies cosechadas certificadas, respectivamente.
LOS EFECTOS EN EL COMERCIO.
Las razones por las cuales las NVS pueden tener efectos positivos o negativos en el comercio dependen de diversos mecanismos. Por lo tanto, los efectos globales de la adopción de las NVS en el comercio en los distintos países y productos deben ser estudiados y comprobados mediante datos y análisis empíricos.
¿Qué fuerzas inclinan la balanza?
Las NVS potencian las exportaciones agrícolas. Un aumento de un punto porcentual en las superficies con certificación NVS incrementa los flujos comerciales en un 1,9 %. No obstante, este efecto varía con la proporción de superficie ya certificada. El efecto es más pronunciado en superficies no certificadas o muy limitadas, y disminuye a medida que crece la superficie certificada. Esto sugiere que los productores pioneros en la adopción de las normas obtendrán mayores beneficios.
Las bananas, el aceite de palma, el té y el algodón son productos que impulsan los efectos positivos del aumento de las certificaciones NVS en el comercio. Por ejemplo, aumentar un punto porcentual en la cobertura de las NVS para las bananas y el aceite de palma genera un aumento del 4% en las exportaciones.
Los efectos en el comercio son más pronunciados en los países de ingresos más bajos que exportan hacia países de ingresos altos. Si un país de ingresos bajos aumenta su cobertura de las NVS un punto porcentual, es probable que sus exportaciones se incrementen más de un 20 %. Esto significa que las certificaciones NVS pueden cumplir una función muy importante al reducir las asimetrías de información entre consumidores y productores.
En el caso de los exportadores de ALC, los resultados sugieren que se produce un cambio de destinos de exportación. La adopción de las NVS para una mayor cantidad de productos genera un incremento de las exportaciones hacia países de ingresos altos y una disminución de los destinos de ingresos bajos.
La proliferación de los esquemas de NVS para un producto básico en particular reduce los beneficios de la certificación. Este efecto es más pronunciado en el caso de los grandes productores, lo cual puede atribuirse a los costos adicionales de cumplir con múltiples normas y requisitos divergentes. Del lado del consumidor, contar con más opciones puede generar confusión y la sensación de que se está frente a un ecopostureo o greewashing (prácticas engañosas donde las empresas fingen ser más ecológicas de lo que realmente son).
Los mercados globales menos saturados ofrecen un mayor potencial para exportar. Cuando la cobertura global de las NVS para un producto básico en particular es casi nula, aumentar la cobertura local de estas normas puede dar lugar a un incremento de las exportaciones en un 4,4 %. No obstante, a medida que aumenta el número de agricultores que certifican su producción, este efecto positivo empieza a menguar y, eventualmente, se torna negativo.
BALANCE Y RECOMENDACIONES.
La evidencia empírica sugiere que los efectos de la adopción de las NVS en el comercio tienden a ser positivos, aunque con una gran heterogeneidad y muchos matices.
Para traducir estos resultados en medidas de política se recomienda:
1. Incorporar los requisitos de las NVS en la legislación nacional. Para fortalecer la competitividad de los exportadores es preciso trabajar en estrecha colaboración con los organismos de certificación a fin de alinear las normas nacionales con los requisitos de las NVS reconocidas internacionalmente. Esto ayudaría al sector exportador de los países en desarrollo a estar mejor preparado para cumplir con las regulaciones medioambientales, como el Reglamento Europeo sobre Productos Libres de Deforestación aprobado por la Unión Europea.
2. Promover el reconocimiento mutuo y la coordinación entre las NVS. Simplificar el cumplimiento a través de acuerdos de reconocimiento mutuo entre las distintas NVS puede evitar la duplicación de costos y ampliar el acceso a mercados. Asimismo, los considerados “metarreguladores”, como la Alianza Internacional de Etiquetado Social y Ambiental (ISEAL, por sus siglas en inglés) pueden colaborar en este proceso.
3. Recurrir a los acuerdos comerciales bilaterales y multilaterales para promover la adopción de las NVS. Establecer preferencias arancelarias adicionales para los productos certificados y el reconocimiento mutuo de las reglas de las NVS entre los socios de un acuerdo mitigaría los costos que implican estas normas y promovería, al mismo tiempo, una producción sostenible.
CONCLUSIÓN.
Las certificaciones NVS parecen ser una herramienta valiosa para impulsar el comercio, en particular, el de los países en desarrollo que exportan hacia mercados más desarrollados. Estas certificaciones destacan la calidad y sostenibilidad de los productos, lo que impulsa la demanda, facilita el acceso a los mercados, reduce brechas institucionales y promueve el desarrollo económico. Sin embargo, los beneficios varían según el tipo de producto básico y tienden a disminuir a medida que proliferan las normas o que aumenta la producción certificada. Para maximizar el impacto de las NVS, los responsables de formular las políticas y las partes interesadas deben considerar el contexto específico y los desafíos asociados con los distintos productos básicos y mercados.
Al analizar la sostenibilidad y las exigencias europeas, Walter Baethgen reivindicó el nivel de los científicos Argentina, Brasil y Uruguay.
Buenos Aires, Argentina | Todo El Campo | El lunes 22, en la Expo Palermo, se reunieron expertos de distintos organismos argentinos y de Uruguay, los que analizaron la situación de los países de la región respecto a las exigencias internacionales de sostenibilidad y cómo demostrar el trabajo que ya se viene desarrollando en este tema.
La crónica la Sociedad Rural Argentina (SRA), organizadora de la Expo Palermo, señala que el Marcos Pereda, vicepresidente de la institución anfitriona realizó la apertura del evento.
Dijo que la sostenibilidad ambiental es un “nuevo concepto” que “tiene un rol importantísimo que abrazamos todos”, pero también significa “un desafío enorme, porque hay que alinear los intereses para que esto se pueda llevar adelante, y en ese sentido lo principal es saber adónde estamos parados, por eso la pregunta es si somos sostenibles, cuánto nos falta y hasta dónde queremos llegar”.
“HACER LAS COSAS DE LA MEJOR MANERA”
Uruguay estuvo representado por Walter Baethgen, vicepresidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA): “Se habla mucho de qué es sostenible y qué no, y en realidad hay mucha imprecisión, y a veces es muy difícil saber si lo que se está haciendo es sostenible. Para mí algo es sostenible si mis hijos y mis nietos van a poder seguir trabajando en la misma tierra que yo”, definió.
Razonó que “si lo que hago en mi tierra es ambientalmente negativo, al punto de generar su degradación, mis hijos no podrán vivir de eso. Si tenes una extracción que es socialmente despareja, muy poco igualitaria, eso genera tensiones. Y si las cosas no son económicamente viables, nadie va a querer vivir de eso”.
Por lo tanto, “en teoría, la cuestión es juntar esas tres dimensiones: la parte social, la económica y la ambiental, y hacer las cosas de la mejor manera posible”.
DEFINIR INDICADORES Y CÓMO SE LOS MIDE.
Para Baethgen falta “definir los indicadores y cómo se los mide, y al mismo tiempo ver cómo hacemos que el productor los pueda incorporar a su rutina, sin que sea algo abstracto, sino que sea útil y lo pueda usar desde un productor a un técnico”.
Puso sobre la mesa el origen de los actuales indicadores, que vienen desde Europa: “Yo tuve la suerte de trabajar en todo el mundo, y Argentina, Uruguay, Brasil, no tienen nada que envidiarle a Europa. La comunidad científica de nuestra región es tan capaz como la de cualquier parte del mundo. Por eso es hora de que empecemos a marcar la cancha nosotros. Hoy por hoy la agenda ambiental la definen los europeos y no sé por qué pasa eso. Creo que llegó la hora de que nuestra región influya más en la agenda, no puede ser que nos sigan dictando la agenda y nosotros tengamos que acatarla”.
ES NECESARIO QUE LOS PRODUCTORES ESTÉN INVOLUCRADOS.
Otro de los expositores fue Marcelo Torres, presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), quien expresó que “la agricultura y ganadería argentina tienen muy buenos parámetros de sustentabilidad, pero tenemos que contar con indicadores consensuados para poder demostrarlo y poder monetizarlo por parte de los productores”.
“Los productores pueden tener condiciones diferenciales de mercado o emitir certificados ambientales por contar con servicios ecosistémicos a alto nivel como son los de la agricultura y ganadería argentina”, agregó.
Paralelamente consideró que más allá de las discusiones que se están dando a nivel mundial, el consumidor es el que quiere tener cada vez más información sobre lo que consume y cómo están hechos esos productos: “Creemos que esta es una oportunidad, pero también una amenaza si no nos ocupamos de esa agenda. Es fundamental que el productor esté involucrado en estos procesos de cambio en forma directa, porque le dará alto nivel de adopción y un anclaje con la realidad muy importante. Eso es un patrimonio de la agricultura y ganadería argentina, porque los productores están muy inmersos en los procesos de innovación, y eso es para destacar”.
Para cerrar Torres planteó que el futuro está “en trabajar con indicadores de triple impacto, ambiental, social y económico, y que los productores estén involucrados en los procesos”.
Desarrollando la visión del triple impacto, puntualizó que “desde el punto de vista ambiental debemos tener baja huella, pero al mismo tiempo las producciones deben generar trabajo, y desde el punto de vista económico ser viables. Es decir, que el productor tenga niveles de producción y rentabilidad que le permitan sostener la actividad”.
Torres enfatizó sobre la necesidad de articular lo público y lo privado “para definir una estrategia de cómo vamos a capturar este valor que tiene nuestra producción”, y aseguró que “Argentina y la región son líderes en este tema, porque hemos dado varios pasos en una dirección que el mundo recién está empezando a recorrer”.
40 AÑOS QUE ARGENTINA REVOLUCIONA LOS SISTEMAS PRODUCTIVOS.
María Beatriz Giraudo, vicepresidenta del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), dijo que “Argentina tiene un posicionamiento muy interesante, anticipado a las grandes demandas actuales. Hace 40 años que Argentina viene en una revolución de los sistemas productivos que arrancó con detener las labranzas y encontrar en la siembra directa una tecnología que imita a la naturaleza, y en esa revolución empezó una red colaborativa de distintos organismos, públicos y privados, y estamos en un camino de mejora continua”.
“Hoy nos encontramos en una posición de privilegio para poder aprovechar todas estas exigencias. El camino pasa por tener indicadores, sistemas de medición, métricas que sean reconocidas universalmente”, aseveró.
La funcionaria también subrayó el valor de las Agtech en el desarrollo de nuevas tecnologías que “aceleran y facilitan los procesos, y por eso las vamos a estar acompañando”.
Se ha generado un interés creciente de empresas, industrias, productores y gobiernos que buscan establecer las métricas y clasificaciones de sostenibilidad.
Algunas voces medioambientales reclaman que las casas financieras no respalden proyectos empresariales o cualquier tipo de iniciativa que no sea amigable con el medio ambiente, y los las financieras reclaman parámetros y criterios para medir y determinar qué proyecto es y cuál no es amigable y sustentable. Los bancos no parecen ser el mejor instrumento para ese tipo de decisiones por lo que cada sector debería tomar su responsabilidad y asumirlas.
El sector alimentario mundial parece haberlo entendido, generándose un interés creciente de empresas, industrias, productores y gobiernos que buscan establecer las métricas y clasificaciones de sostenibilidad.
Esa es una tendencia que crece a impulso de la opinión de que los puntos de referencia y las clasificaciones de índices pueden crear conciencia sobre los factores de sostenibilidad, al tiempo que ayudan a guiar a los bancos, inversores y aquellos en la cadena de suministro a comprometerse con los sistemas alimentarios que no dañarán el planeta, afirma un artículo publicado en el Financial Times.
Gerbrand Haverkamp, director ejecutivo de la Alianza Mundial de Benchmarking (WBA, una organización sin fines de lucro que está construyendo métricas para ayudar a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU) dijo que esos puntos de referencia ayudarán a avanzar en las prácticas sostenibles.
“No hay magia en el punto de referencia”, explicó, y argumentó que mostrar qué organizaciones se están quedando atrás puede incitar a otros, como socios de la cadena de suministro, inversores y gobiernos, a actuar. También hay un elemento de presión de grupo que ayuda a promover el cambio, agregó en declaraciones publicadas por el citado medio británico.
En Reino Unido, el Sustainable Food Trust (SFT) está buscando elevar los niveles de sostenibilidad en los establecimientos agropecuarios utilizando su Global Farm Metric (Métrica Agrícola Global), basada en el principio de que “no se puede gestionar lo que no se puede medir”. Trabajando con una coalición de 35 organizaciones, incluidos minoristas líderes, bancos y ONG ambientales, la organización benéfica está construyendo una plataforma que mide la sostenibilidad en 11 categorías, como el uso del agua, la cría de animales y el capital humano.
Robert Craig, un productor lechero en Cumbria (norte de Inglaterra), ha estado trabajando estrechamente con el fideicomiso en el desarrollo de la Global Farm Metric, y expresa que en la era del comercio mundial de alimentos, los puntos de referencia también pueden permitir comparaciones transfronterizas informativas. “¿Cómo podemos medir la sostenibilidad y comparar la producción de leche en el Reino Unido y en Nueva Zelanda, Estados Unidos y América del Sur?”, se preguntó.
En otro orden, el artículo advierte que existe una creciente preocupación de que una proliferación de métricas sobre lo sustentable podría conducir a un cansancio que termine por evitar el cambio genuino que se pretende. “Se está volviendo muy desordenado por ahí”, dijo Craig, y agregó que los agricultores quieren un conjunto estandarizado de mediciones.
En base a artículo de Emiko Terazono | Financial Times.