Destacada científica: “Nada de lo que comemos es natural”.

Destacada científica: “Nada de lo que comemos es natural”.

Raquel Chan, investigadora del Conicet y que la BBC destacó como una de las diez científicas más destacadas de América Latina. Además, opinó que oponerse a los transgénicos es como ser antivacunas.

Argentina | La Dra. Raquel Chan (foto) es argentina, bioquímica, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) especializada en biotecnología vegetal y directora del Centro Científico Tecnológico del Conicet Santa Fe. Recientemente su nombre, muy común en las publicaciones y artículos científicos, saltó a los medios de comunicación generalistas por ser la responsable de desarrollar la soja transgénica argentina aprobada por China.

En una conferencia que dictó en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Rafaela, donde se refirió respecto a los transgénicos y comparó a sus críticos con los antivacunas, agregó que lo que comemos no es natural.

“A mucha gente no les gusta los transgénicos porque no entiende, así como no quieren una vacuna”, afirmó, y agregó que hay una fantasía sobre los alimentos naturales. Son muchos “los que creen que lo que comemos es natural si no es transgénico, y eso no es verdad. Nada de lo que comemos es natural ni estaba así en la naturaleza. Nada”, enfatizó.

Argumentó que todo lo que comemos fue mejorado por la acción humana: “Dos plantas tienen una serie de hijas, algunas más lindas, otras más feas. El productor se queda con las lindas, las cruza con otras lindas y así, a lo largo de 500 años de agricultura, tenemos lo que compramos hoy en el súper”. Eso es lo que se llama selección.

Para que quede claro: “El maíz no existía en México, sino que es hijo de las mutaciones del teocintle (son los antecesores directos de los cuales se domesticó el maíz como cultivo). El brócoli no existía en la naturaleza, así como la coliflor, el kiwi y tantos otras frutas y verduras. Son producto del trabajo de mejoradores a lo largo de la historia”, subrayó.

LA FANTASÍA DEL ALIMENTO NATURAL: “NATURAL NO HAY NADA”

Es una fantasía creer que no comer transgénico es comer natural. “En realidad uno come bastante bien, pero hay que diferenciar entre orgánico y natural. Natural no hay nada, y orgánico quiere decir que no se usó herbicida en su producción. El problema con lo orgánico (salvo para algunos cultivos que se han logrado) es que como se muere todo, porque las plantas son atacadas por hongos, insectos y malezas, la producción es muy baja y el costo es muy alto”.

En Europa venden manzanas “preciosas y orgánicas, pero a 5 euros cada una.¿Quién puede pagarlas. El tema no es que esté en contra de la producción orgánica, sino que mientras tenga esos costos se nos va a morir de hambre más gente que hoy”.

LA FANTASÍA EUROPEA: “TODO ES NATURAL”.

Chan explicó la posición “naturalista” de Europa como el resultado de un conflicto estratégico con Estados Unidos.

Lo que sucedió fue que Estados Unidos le ganó a Europa la batalla de los transgénicos. Como respuesta los europeos “inventaron a los verdes” que se oponen a los transgénicos, pero “se les fue la mano” y ahora “no los pueden controlar”.

El resultado es que en Europa “no usan transgénicos salvo en lugares muy acotados”, sin embargó “sí usan glifosato, sí usan herbicida”.

Decir que Europa es natural “es una fantasía” porque se tienen que sacar de encima las malezas y lo hacen con glifosato, un producto sobre el cual “cada 5 años renuevan el permiso por otros 5 años”, y eso pasa “porque la ciencia no ha podido encontrar algo mejor” y difícilmente lo hagan en algún momento, “aleluya si se encuentra algo mejor”.

Con datos de INTA.

Relación cercana de agricultores y científicos favorecerá producción de alimentos, dijo bioquímica argentina Raquel Chan.

Relación cercana de agricultores y científicos favorecerá producción de alimentos, dijo bioquímica argentina Raquel Chan.

Chan concedió una entrevista al programa Agro América, que emite el canal de TV brasileño AgroMais, luego de haber recibido el título “Cátedra IICA en Biotecnología y Desarrollo Sostenible” por sus contribuciones para el fortalecimiento de los sistemas nacionales de ciencia y tecnología.

Los agricultores y los científicos deben acercarse más y conocerse mejor para garantizar que la investigación se oriente de manera concreta a resolver los problemas y necesidades de quienes producen alimentos, consideró Raquel Chan, bioquímica argentina especializada en biotecnología vegetal, quien lideró el desarrollo del gen HB4, proveniente del girasol, que le confiere tolerancia a la sequía al trigo y a la soja.

Chan concedió una entrevista al programa Agro América, que emite el canal de TV brasileño AgroMais, luego de haber recibido el título “Cátedra IICA en Biotecnología y Desarrollo Sostenible” por sus contribuciones para el fortalecimiento de los sistemas nacionales de ciencia y tecnología.

“La Cátedra IICA es un honor enorme, pero también significa una responsabilidad. He asumido con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) el compromiso de difundir los resultados de nuestro trabajo y contar lo que hacemos en otros países de las Américas. Se trata de acercarnos a los productores y darles una mano en la medida que podamos. A veces los científicos resolvemos problemas que no son prioritarios para los agricultores. Tiene que haber una mejor comunicación de los científicos con los productores y con el público en general”, dijo Chan.

La experta explicó que el HB4 es un gen del girasol, que cuando es puesto en otras especies de plantas hacen que sean más tolerantes a la falta de agua.

“Si bien todas las plantas necesitan agua -afirmó-, las que tienen este tipo de gen toleran períodos mucho más largos de déficit hídrico sin perder productividad. Argentina, como muchos otros países, ha sufrido innumerables sequías y en esas ocasiones la producción agrícola ha sido muy inferior a cuando hay disponibilidad de agua”.

“El trigo y la soja HB4 ofrecen mayor productividad en todas las regiones que tienen regímenes de lluvia escasos o en las que ocasionalmente atraviesen sequías, según nuestros ensayos realizados en muchos lugares de la Argentina y también de Brasil”, agregó.

Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, Chan reveló que el gen también confiere tolerancia a temperaturas extremas en el tiempo de la floración: “Habitualmente, cuando hay picos de calor al momento de floración las pérdidas son muy grandes y lo que estuvimos viendo experimentalmente es que la soja con el gen HB4 los soporta mucho mejor”.

La científica consideró que el trigo y la soja HB4 son ejemplos de transgénicos favorables al ambiente, ya que posibilitan la producción con menor uso de agua.

“Esto es muy importante debido a que el agua es el recurso más preciado que tenemos sobre la Tierra. Utilizando menos agua, además, uno fija más dióxido de carbono y baja la huella de carbono. También hay otros ejemplos de transgénicos positivos para el ambiente. Por ejemplo, la introducción del gen BT en maíz y otros cultivos los ha dotado de resistencia a insectos, con lo que posibilitó un menor uso de insecticidas que son muy tóxicos para el ambiente”.

Chan precisó que la soja HB4 fue aprobada de manera condicional por el Ministerio de Agricultura de su país 2015. Su uso comercial quedó supeditado a la aprobación de China, que es el máximo comprador de soja argentina, y el país asiático no se expidió todavía.

En el caso del trigo HB4, se aprobó en 2020, pendiente de la aprobación de Brasil, principal destino de las exportaciones del cereal. La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio) brasileña dio su aprobación en noviembre de 2021.

La científica explicó que la modificación genética puede ser utilizada en una diversidad de cultivos, pero que Argentina se concentró en desarrollarla en aquello en los que tiene mayor productividad.

“El país vive de la soja y el trigo y también del maíz, aunque allí los resultados de la introducción del gen HB4 no fueron tan fantásticos, por lo que no seguimos adelante. Sucede que el trámite regulatorio exige muchos ensayos en todo el país y requisitos de sanidad humana y animal, además de pruebas ambientales, que tienen costos muy altos. Entonces, los transgénicos sólo son viables en aquellos cultivos de mucha importancia económica”, explicó.

De todas maneras, la profesora titular de la Universidad Nacional del Litoral, de la central provincia de Santa Fe, reveló que está trabajando para el maíz con un gen que también es del girasol, llamado HHB11, que se espera que ofrezca mayor diferencia de productividad, no en sequía, sino en inundaciones y con vientos fuertes.

La científica dijo que los cultivos HB4 podrán ser utilizados también por pequeños productores, porque si bien la tecnología tiene un costo alto, este se compensa con la mayor productividad: “Es como plantearse si tener un tractor es barato o caro. Comprarlo cuesta dinero, por supuesto, pero permite hacer el trabajo en menos tiempo. La tecnología HB4 es una inversión para producir más y mejor”.

Chan se explayó en la entrevista sobre las ventajas que los avances biotecnológicos pueden ofrecer para una producción mayor y más sostenible de alimentos y acerca de las complejidades del trabajo científico en ese campo.

“Hay muchas investigaciones en el mundo –puntualizó- que apuntan a reducir las pérdidas en la producción agrícola debidas a déficit hídrico y otros problemas climáticos. El HB4 no es el único gen que confiere tolerancia a la sequía; es el que ha ido más lejos desde el laboratorio a los ensayos de campo y en forma repetida demostró que da ventajas. En las investigaciones suele trabajarse en pequeñas escalas, en plantas modelo, y, cuando se quiere transferir la tecnología a cultivos de interés agronómico en condiciones de campo, muchas veces la sorpresa es que no funcionan igual. Por eso, hasta hoy, países desarrollados con muchísimo más presupuesto para investigación no han alcanzado tecnologías que brinden tolerancia al déficit hídrico como la nuestra, que es del 20 o 25% y ha sido probada en casi 100 lugares muy inhóspitos”.

“La pérdida de productividad es un problema muy serio no solo para los productores, sino también para los consumidores, porque si se produce poco, el alimento cuesta más caro”, concluyó.

 —

Agro América es un programa emitido por el canal brasileño de TV Agro Mais, del Grupo Bandeirantes de Comunicación, cuya producción es fruto de una alianza con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

La emisión presenta la actualidad del sector agropecuario y la ruralidad en los países miembros del IICA, con el objetivo de promover el intercambio de experiencias y una discusión sobre desafíos y oportunidades de América Latina y el Caribe en el área de desarrollo agropecuario y rural. (IICA).

Pin It on Pinterest