INIA aporta elementos para comprender la relación entre los pastizales y las aves, orientando a la vez sobre condiciones de pastoreo y gestión del campo natural que permiten una relación ganar – ganar entre productividad y conservación.
Ing. Agr. Oscar Blumetto* | Montevideo | INIA | Todo El Campo | El sistema de producción ganadera pastoril, basado en campo natural, es un ecosistema potencialmente muy rico en términos de especies de aves. Este artículo de la revista del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), N° 72, de marzo de 2023, aporta elementos para comprender la relación entre los pastizales y las aves, orientando a la vez sobre condiciones de pastoreo y gestión del campo natural que permiten una relación ganar – ganar entre productividad y conservación.
INTRODUCCIÓN.
La biodiversidad de plantas, animales y otros organismos vivos es esencial para el sostenimiento de diversos servicios ecosistémicos que contribuyen al bienestar, como por ejemplo la producción de biomasa; el ciclado de nutrientes, la formación del suelo, la fijación de nitrógeno, la polinización, el control de plagas y enfermedades, la regulación del clima, etc.
Uruguay alberga un elevado número de especies de animales y vegetales (2.750 especies de plantas superiores y alrededor de 859 vertebrados) que habitan una gran variedad de ambientes como pastizales, bosques, sabanas arboladas, humedales y dunas arenosas. Entre estos ambientes, los pastizales, conocidos como campos naturales, son los más importantes en cuanto a extensión y, a su vez, son el principal recurso forrajero de la ganadería.
La ganadería, al igual que otras actividades agropecuarias, genera impacto ambiental a través de la modificación de los hábitats naturales y de las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático.
Sin embargo, la ganadería basada en pastizales naturales y manejada con adecuado ajuste de intensidad de pastoreo, puede tener también impactos positivos y mitigar varios efectos negativos. La producción extensiva mantiene hábitats de pastizales seminaturales que sustentan a un gran número de especies silvestres y que proveen importantes servicios ecosistémicos.
El sector ganadero enfrenta el desafío de aumentar la producción y limitar sus impactos negativos sobre la biodiversidad. En el caso de los impactos positivos, para que estos sean tenidos en cuenta, es necesario cuantificar el impacto de la actividad productiva y generar información científica válida que pueda ser utilizada para comprender qué opciones existen para mejorar la sostenibilidad general de la producción ganadera.
El presente artículo es una adaptación de la reciente publicación “Los agroecosistemas ganaderos, importante hábitat para las aves: análisis cualitativo del efecto del manejo productivo en especies prioritarias para la conservación en Uruguay” (Blumetto, 2022) de la Revista Recursos Rurais, al cual puede accederse libremente. Para agilizar su lectura, hemos realizado una síntesis y minimizado las citas bibliográficas (**).
El objetivo es dar una referencia de la riqueza de especies que utilizan hábitats dentro de estos sistemas productivos y realizar un análisis cualitativo de la presencia de algunas especies especialistas de pastizal, prioritarias para la conservación, en función de condiciones de manejo ganadero.
¿DE DÓNDE PROVIENE LA INFORMACIÓN?
Este trabajo resumió los datos obtenidos en 30 establecimientos ganaderos y cuatro campos experimentales del INIA distribuidos por el territorio uruguayo (Figura 1). Los estudios se efectuaron en el transcurso de siete proyectos de investigación realizados durante 15 años. Los establecimientos dedicados a la ganadería representaron varios sistemas de producción, desde criadores a ciclo completo, con producción mixta de bovinos y ovinos y superficies entre 18 y 5.500 hectáreas. La base de alimentación del ganado es el campo natural, con la presencia variable de siembras de leguminosas en cobertura y pasturas sembradas. La sustitución de campo natural por estas pasturas sembradas osciló entre un mínimo de 0% a un máximo de 30%.
Por tratarse de un análisis cualitativo del uso de hábitat por diferentes especies, se pudieron considerar diferentes metodologías empleadas en los diferentes proyectos (desde listados a conteos).
Se consideró la presencia de las especies que utilizan hábitat dentro de los límites de los establecimientos y, dentro de estas, se determinaron las especies prioritarias para la conservación (Soutullo et al, 2013). Esa prioridad para la conservación está definida por nueve criterios: (1) Especies globalmente amenazadas según la Lista Roja de la UICN, (2) Especies nativas de Uruguay cuya distribución global no exceda los 175.000 km2, (3) Especies migratorias que utilizan parte del territorio nacional en alguna etapa de su ciclo anual, con una fracción mayor al 10% de su población global o biogeográfica presente en Uruguay, (4) Especies con área de distribución restringida en Uruguay (menos del 10 % del territorio), (5) Especies que han sufrido una disminución significativa en el tamaño de su población nacional, (6) Especies únicas desde el punto de vista taxonómico (únicas de una familia u orden, especies únicas de un género en el mundo) y/o ecológicas (papel destacado en el funcionamiento del ecosistema) con problemas de conservación, (7) Especies con valor cultural y/o económico (actual o potencial) con problemas de conservación, (8) Especies raras (pero de presencia regular) con problemas de conservación y (9) Especies amenazadas a nivel nacional según la Lista Roja de aves de Uruguay.
ANALIZANDO LOS RESULTADOS.
En la totalidad de sitios de estudio se registraron 274 especies de aves, de las cuales, 37 cumplen al menos uno de los criterios de prioridad. En el cuadro 1 se presenta la totalidad de especies prioritarias para la conservación registradas.
De esta lista, las especies marcadas con asterisco son consideradas especialistas de ambiente de pastizal. De estas especies, en función del conocimiento ecológico disponible, enfatizando en sus preferencias de hábitat, se analiza la posibilidad de lograr las condiciones de hábitat necesarias para estas especies en sistemas ganaderos.
Para simplificar el análisis se clasifica las especies en tres grupos por sus necesidades de hábitat. El grupo “A” se refiere a aquellas que requieren tapices herbáceos bajos, menores a 10cm de altura promedio, el grupo “B” son especies que pueden alimentarse de pastizales relativamente bajos, pero necesitan perchas y parches de pastizales de matas altas para refugiarse y anidar y el grupo “C”, especies que necesitan pastizales altos (altura de 0,8 a 1,5m) donde cumplen todo su ciclo biológico.
En el grupo A se encuentran el Ñandú (Rhea americana) y varios chorlos como el Chorlo cabezón (Oreopholus ruficollis), Chorlo pampa (Pluvialis dominica), Playerito canela (Tringites subruficollis) y el Batitú (Bartramia longicauda). Son especies que prefieren pastizales naturales con pasto corto (Aldabe et al, 2019), situación muy común en los sistemas ganaderos tradicionales. Todos pueden utilizar eventualmente pasturas sembradas para alimentarse cuando la altura del tapiz es baja, pero algunas como el ñandú prefiere los pastizales naturales para nidificar.
Las especies de chorlos mencionadas son especies migratorias, no nidificantes en Uruguay, y solo requieren esas condiciones específicas para alimentarse (insectos y otros pequeños invertebrados).
En el grupo B se incluyen especies que requieren otro tipo de condiciones ambientales. Por ejemplo, el Dragón (Xanthopsar flavus) y la Viudita blanca grande (Xolmis dominicanus) son especies que pueden alimentarse de pastizales relativamente bajos, pero necesitan perchas y parches de pastizales de matas altas o caraguatales para refugiarse y anidar. Las comunidades de caraguatá de bañado (Eryngium pandinifolium), son muy importantes para la nidificación del dragón; estas comunidades son comunes en zonas húmedas y la especie es tolerante al pastoreo. Sin embargo, en sitios donde no se dan las condiciones para este caraguatá, puede nidificar en pastizales altos, condiciones que necesitan de pastoreo de baja intensidad. En el caso de la viudita blanca grande la nidificación se produce mayoritariamente en matas de especies de gramíneas cespitosas como, por ejemplo, las pajas mansas (Paspalum spp.) o paja estralladora (Erianthus angustifolius).
Las condiciones aptas para estas especies de aves pueden alcanzarse en sistemas ganaderos, cuyo manejo procure mantener disponibilidades de forraje altas en el campo natural la mayor parte del año. Esto es lograble con la aplicación de tecnología de procesos disponible (Jaurena et al, 2021), con bajos costos y resulta además en un aumento de la productividad ganadera (Aguerre y Albicette, 2018). En la evaluación de este proceso, denominado intensificación ecológica, se detectó una gran heterogeneidad en la estructura y esta heterogeneidad era aún mayor a medida que aumentaba la altura media del tapiz, acompañando la mejora de los resultados productivos (Aguerre y Albicette, 2018). Este manejo implica el aumento de matas, parches de pasto alto y arbustos, lo cual probablemente es el efecto más importante para este grupo de aves. Estas condiciones ambientales son las ideales para otras especies prioritarias como la martineta (Rynchotus rufescens), ratonera aperdizada (Cistothorus platensis) y monterita de cabeza gris (Donacospiza albifrons).
Existe un caso particular que podríamos considerar en este grupo que es la Loica pampeana (Leistes defilipii). Esta especie es considerada en peligro de extinción y su población ha disminuido dramáticamente en las últimas décadas. La permanencia de los pastizales naturales con buena conservación es la principal determinante de la presencia de la Loica Pampeana (Aspiroz et al, 2017).
Según nuestras observaciones, las necesidades de anidación de la Loica pampeana, que es colonial, implican pastizales densos con alturas de pasto superiores a 10 cm en áreas amplias y homogéneas. Aunque hay menos información, es asumible que dichas condiciones son las que requiere también la Cachirla dorada (Anthus nattereri), especie considerada vulnerable.
Estas características del campo natural son raras en los sistemas ganaderos tradicionales de la cuesta basáltica, donde hoy se encuentran las escasas poblaciones de ambas especies. Normalmente, las condiciones se logran en planicies no inundables de suelos profundos, con pastoreo de baja intensidad. Esta situación tradicionalmente solo se observaba en potreros reservados para categorías de ganado de engorde (novillos) y en condiciones de buena disponibilidad de humedad en el suelo en primavera. Las nuevas propuestas de manejo de baja intensidad de pastoreo en campo natural, podrían lograr esas condiciones en forma más amplia.
Por último, podemos considerar un tercer grupo de especies “C” que necesitan pastizales altos (altura de 0,6 a 1,5 m) en donde cumplen todo su ciclo biológico. Un ejemplo son el grupo de los Capuchinos (Sporophila spp.), el Volatinero (Volatinia jacarina), Tachurí canela (Polystictus pectoralis) y los Coludos (Emberizoides herbicola y Emberizoides ypiranganus).
Estas características del pastizal son muy raras en las áreas de pastoreo y se encuentran en parches aislados, zonas de humedales o exclusiones de mediano plazo. Como estas especies pueden usar parches relativamente pequeños y en el caso de los capuchinos y volatinero son migradores estivales, pueden aprovechar oportunidades de relictos de pastizales altos que producen rinconadas naturales o provocada accidentalmente por la infraestructura. Sin embargo, dado lo aleatorio que pueden ser la ocurrencia de estos ambientes, se constituye en otra presión adicional sobre las aves que pueden arribar de su migración y no encontrar ambiente propicio.
La razón de la poca frecuencia de la situación de pastizales requerida, es que suele implicar pastos altos y espigados. Estos pastizales tienen una gran disponibilidad de forraje, pero su calidad es menor por lo cual los productores no promueven esas situaciones.
CONSIDERACIONES FINALES.
El sistema de producción ganadera pastoril, basado en campo natural, es un ecosistema muy rico en términos de especies de aves, al incluir muchos tipos de pastizales, árboles dispersos y bosques asociados. Entre ellas se destacan un gran número de especies prioritarias para la conservación.
El manejo tradicional, con alturas del tapiz bajas, puede proporcionar un hábitat adecuado para varias especies prioritarias para la conservación clasificadas en el grupo A, como el ñandú o varias especies de chorlos. Sin embargo, hay algunas especies, principalmente las que dependen de pasto alto o parches de vegetación cespitosa (grupo B), que son favorecidas por manejos ganaderos tendientes a aumentar la disponibilidad media de biomasa herbácea (trabajar con más pasto). Esta condición de menor intensidad de pastoreo genera condiciones que permiten una relación ganar-ganar entre productividad y conservación, generando oportunidades a las aves tanto del grupo A como el B.
Para el caso del grupo C con necesidades de hábitat con pastizales altos, aunque fueron detectadas en algunos establecimientos, es difícil pensar que las mismas se den en un manejo que propenda a aumentar la productividad. Estas condiciones necesitan medidas especiales como exclusiones parciales o temporales, lo que podría tener un costo de renuncia productiva que debería considerarse para poder favorecer su ocurrencia. Para este grupo particular de aves deben generarse manejos especiales, y ello solo puede ocurrir con políticas públicas que contribuyan a generar esos ambientes, ya que estas especies están declinando en forma importante. Otra posibilidad, es generar esas “pequeñas reservas” en esquemas de certificación de los sistemas, de manera de poder permitir la valorización comercial de ese manejo.
En la actualidad se viene realizando investigación nacional para mejorar el conocimiento de las relaciones entre el desempeño productivo y la biodiversidad, de modo de poder orientar la toma de decisiones de productores, técnicos y autoridades.
BIBLIOGRAFÍA
Aguerre, V. y Albicette, M.M., (2018) Eds. Co-Innovando para el desarrollo sostenible de sistemas ganaderos familiares de Rocha-Uruguay. Serie Técnica INIA Nº 243, 146p. ISBN: 978-9974-38-393-7
Azpiroz, A. B., Jiménez, S. & Alfaro, M. (2017) (eds.). Libro Rojo de las Aves del Uruguay. Biología y conservación de las aves en peligro de extinción a nivel nacional. Categorías “Extinto a Nivel Regional”, “En Peligro Crítico” y “En Peligro”. Dinama y Dinara, Montevideo. ISBN: 978-9974-91-784-2
Blumetto,O. (2022). Los agroecosistemas ganaderos importante hábitat para las aves: análisis cualitativo del efecto del manejo productivo en especies prioritarias para la conservación en Uruguay. Recursos Rurais, (18), 5-15. https://doi.org/10.15304/rr.id8567
Brazeiro, A., M. Achkar, C. Toranza, & L. Bartesaghi. (2020). Agricultural expansion in Uruguayan grasslands and priority areas for vertebrate and woody plant conservation. Ecology and Society, 25(1): 1-15. https://doi.org/10.5751/ES-11360-250115
Jaurena, M., Durante, M., Devincenzi, T., Savian, J., Bendersky, D., Moojen, F. G., et al., 2021. Native grasslands at the core: a new paradigm of intensification for the campos of Southern South America to increase economic and environmental sustainability. Front. Sustain. Food Syst. 5:547834. doi: 10.3389/fsufs.2021.547834
(*) Ing. Agr. PhD. Oscar Blumetto del Área de Recursos Naturales, Producción y Ambiente.
Aún no se conoce la lista de países que se encuentran oficialmente en riesgo alto, pero ya hay indicios, quizás Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, México.
RFI | Todo El Campo | La Unión Europea selló este martes 06/12 a las 4 de la mañana un acuerdo histórico para prohibir la importación de productos que hayan contribuido a la deforestación. Este acuerdo se produce en vísperas de la COP15 de la Biodiversidad en Canadá.
El texto fue propuesto en noviembre de 2021 por la Comisión Europea y asumido en términos generales por los Estados miembros, pero los eurodiputados votaron en setiembre para reforzarlo con la ampliación de productos afectados, por ejemplo el caucho.
Los productos incluidos en esta nueva regulación europea son el aceite de palma, el cacao, el café, el caucho, el ganado, la madera y la soja, así como sus derivados. También están incluidos la carne de ganado vacuno, productos de cuero o de papel impreso, muebles, cosméticos o chocolate.
Sobre esta pionera ley, conversamos con el eurodiputado socialista riojano, César Luena, vicepresidente de la Comisión de Medioambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria de la Eurocámara.
Luena explica cómo va a funcionar este acuerdo en la práctica: “El Parlamento ha añadido (a la lista) el caucho, el carbón vegetal y productos de papel impreso también. Se va a prohibir que esas materias sean adquiridas porque la Unión Europea va a rastrear su origen y demostrar si están vinculadas a la destrucción del medioambiente, a la degradación de los bosques o directamente a la deforestación ilegal. La impunidad se va a acabar”.
Según un informe de Global Witness, los bancos radicados en la Unión Europea otorgaron, entre 2016 y 2020, unos 30.000 millones de euros en financiación a 20 gigantes de la industria agroalimentaria responsables de deforestación. Es por ello que a partir de ahora se va a aplicar un control basado en riesgos.
Lo anterior, así lo explica César Luena: “La Comisión va a clasificar a los países en riesgo bajo, estándar o alto. Eso lo va a hacer en los próximos 18 meses, a la entrada en vigor del reglamento. Al país que se considere en riesgo alto y que pueda estar involucrado en esta comercialización, se le va aplicar un 9% de controles a todas las transacciones que realicen”.
QUÉ PAÍSES ESTÁN EN “RIESGO ALTO”.
Aún no se conoce la lista de países que se encuentran oficialmente en riesgo alto, pero ya hay indicios, como adelanta Luena: “Quizás Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, México…son países donde hay mucha deforestacion. Se debe determinar si está ligada a la producción y comercialización de productos”.
La UE es responsable del 16% de la deforestación mundial a través de sus importaciones (sobre todo de soja y de aceite de palma, según cifras de 2017), y el segundo mayor destructor de bosques tropicales detrás de China, según WWF.
La importación de productos a la UE se prohibirá si estos proceden de tierras deforestadas después de diciembre de 2020. Las empresas importadoras, responsables de su cadena de suministro, deberán probar la trazabilidad mediante datos de geolocalización de los cultivos y fotos satelitales.
La presión judicial y social se hace sentir cada vez con más fuerza en Europa frente a los desafíos del cambio climático y la degradación ambiental.
En la mira de muchas acciones se hallan los productos procedentes de la selva amazónica, donde la deforestación, en la parte brasileña, tuvo un avance de 60% durante el mandato del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro. (RFI con AFP).
Los objetivos actuales de metano son erróneos y deben revisarse. Los objetivos deben basarse en la ciencia, no en la política.
Nueva Zelanda | La decisión del Gobierno neozelandés liderado por Jacinda Ardern, de imponer un impuesto a las emisiones ganaderas como medida para favorecer el combate al cambio climático, continúa causando debates en el país cuya ganadería vacuna duplica y la ovina quintuplica el número de habitantes que es de 5,1 millones. Si no hay cambios, el llamado “impuesto a las vacas” regirá a partir de 2025.
El viernes 11 de noviembre DairyNZ (organización que representa a los productores lácteos de Nueva Zelanda); Beef + Lamb New Zealand Inc (responsable de la promoción de carne de vacuno y cordero); y Federated Farmers (Agricultores Federados de Nueva Zelanda), mantuvieron una reunión en la que discutieron sobre los precios de emisión de la producción y reafirmaron la posición común entre las tres organizaciones, para permitirles avanzar juntas y abogar fuertemente en nombre de los agricultores.
Jim van der Poel, presidente de DairyNZ, dijo que una voz unida para tratar los precios de las emisiones es la mejor manera de garantizar resultados políticos positivos para los agricultores.
There’s been a lot of noise and misinformation about the Govt’s ag emissions pricing proposal, and we know it is causing real concern for rural communities. We wanted to make our position clear for farmers, so here’s a quick message from DairyNZ chair Jim van der Poel. pic.twitter.com/TqiK7oIo74
“Las tres organizaciones han reafirmado los nueve principios básicos que todos plantearemos en nuestras presentaciones y a través de la asociación He Waka Eke Noa” (Un viaje simple en maorí). He Waka Eke Noa es una asociación de acción climática del sector primario que “apoya a los agricultores y productores para proteger, restaurar y mantener nuestro medio ambiente y mejorar nuestro bienestar y el de las generaciones futuras”, según se lee en la web de la entidad.
DairyNZ, Beef + Lamb New Zealand (BLNZ) y Federated Farmers considera que la propuesta del Gobierno de fijación de precios de emisiones del Gobierno difiere significativamente de las recomendaciones de He Waka Eke Noa, que fueron diseñadas como un enfoque de sistema de toda la producción para reducir las emisiones, cumplir con los objetivos y dar un reconocimiento justo y una recompensa por la siembra en los establecimientos.
“Nuestras organizaciones están unidas en nuestra determinación de obtener el mejor resultado posible que podamos y continuaremos trabajando en estrecha colaboración mientras abogamos por los agricultores”, dijo el presidente de Beef + Lamb NZ, Andrew Morrison.
El presidente de Federated Farmers, Andrew Hoggard, dijo que las organizaciones individuales continuarían planteando problemas específicos del sector.
LOS NUEVE PRINCIPIOS BÁSICOS DE HE WAKA EKE NOA.
Los nueve principios básicos que se plantearán directamente al Gobierno son:
Los objetivos actuales de metano son erróneos y deben revisarse. Los objetivos deben basarse en la ciencia, no en la política, y tratar de evitar un calentamiento adicional.
El precio del metano debe fijarse en el nivel mínimo necesario y fijarse durante un período de cinco años para dar seguridad a los agricultores.
Cualquier ingreso del impuesto debe ser delimitado y solo debe usarse para la administración del sistema, la inversión en investigación y desarrollo, o volver a los agricultores como incentivos. Los costos de administración deben minimizarse.
El precio futuro debe ser fijado por el ministro con el asesoramiento de una junta de supervisión independiente designada por todos los socios de He Waka Eke Noa.
El sistema debe incentivar a los agricultores a adoptar tecnología y adoptar buenas prácticas agrícolas que reduzcan las emisiones globales.
Se debe contar todo el secuestro que se pueda medir y sea aditivo. Respaldamos lo propuesto por la asociación He Waka Eke Noa sobre el secuestro.
Los agricultores deberían poder formar colectivos para medir, gestionar y reportar sus emisiones de una manera eficiente.
Los agricultores que no tienen acceso a mitigaciones o secuestros deberían poder solicitar un alivio temporal de gravámenes si la viabilidad de su negocio se ve amenazada.
No aceptaremos fugas de emisiones. La forma de evitar que eso suceda es obtener los objetivos, el precio, el secuestro, los incentivos y otras configuraciones correctas.
Todo El Campo en base a Farmers Weekly | Foto El Confidencial.
El proyecto lleva unos años y ha permitido formar metodología para poder estimar el balance de carbono a nivel predial.
En la ciudad de Osorno, sur de Chile, se realizó un seminario sobre el análisis de los sistemas agropecuarios del sur y el carbono, determinándose los avances que ese país ha logrado al respecto.
El seminario, denominado “Balance carbono en sistemas agropecuarios del sur de Chile, hacia la carbononeutralidad” se indicó que “existen predios en las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos con más capturas de gases de efecto invernadero que emisiones”.
Determinar el balance de carbono en predios agrícolas y ganaderos, identificando medidas de mitigación que fortalezcan la generación de sistemas de producción carbono neutrales, fue el objetivo del proyecto de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), ejecutado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) junto al Instituto Forestal (Infor).
Los resultados se dieron a conocer en el citado seminario y se determinó que “a pesar de las diferencias entre los distintos rubros y explotaciones en la zona sur hay predio agrícolas y ganaderos que ya son carbono neutrales”.
Francine Brossard, directora ejecutiva de FIA, explicó las investigaciones “para revisar las emisiones de carbono en algunos rubros importantes como la leche, la carne, los cereales”.
Además de FIA, INIA de Chile e Infor, también participaron agremiaciones como Fedeleche, Fedecarne, Consorcio Lechero, Corpcarne, Sofo y Avellanos Patagonia.
Francisco Salazar, investigador de INIA, dijo que el proyecto lleva unos años y “ha permitido formar metodología para poder estimar el balance de carbono a nivel predial, es un tremendo avance nacional e internacional”, consideró.
Lo establecido por la investigación es que la agricultura representa el 10,5% de la emisión de gases invernadero del total país, de los cuales, aproximadamente, dentro del sector agrícola y ganadero, 40% proviene de la fermentación entérica, 38% de suelos agrícolas y 17% por gestión de estiércol.
Las plantaciones forestales son muy valoradas por los numerosos servicios ecosistémicos que brindan, entre los que se destaca, la capacidad de secuestrar gases de efecto invernadero (GEI) y almacenar carbono orgánico del suelo (COS)
En Argentina, un estudio realizado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INAT) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de ese país analizó la capacidad de los suelos en los diversos ambientes del país determinó la alta capacidad de las plantaciones forestales para almacenar carbono orgánico.
Las plantaciones de pino son las que registran el mayor almacenamiento de carbono orgánico. Se trata de información clave para el diseño de estrategias de mitigación de gases de efecto invernadero y la obtención de certificaciones ambientales.
El siguiente es el reporte de INTA.
Argentina | Como base para la producción de alimentos, fibras y muchos servicios ecosistémicos esenciales, el suelo representa un componente importante de los sistemas productivos y un recurso clave para la mitigación y adaptación al cambio climático por su capacidad de almacenar compuestos carbonados tanto orgánicos como inorgánicos.
En esta línea, las plantaciones forestales son muy valoradas por los numerosos servicios ecosistémicos que brindan, entre los que se destaca, la capacidad de secuestrar gases de efecto invernadero (GEI) y almacenar carbono orgánico del suelo (COS). Frente a esto, un equipo de investigación del INTA y la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación estimaron las reservas de carbono orgánico del suelo con plantaciones forestales y otros usos de la tierra, en diversas regiones de Argentina.
De acuerdo con Pablo Peri -coordinador del Programa Nacional Forestal del INTA-, “este estudio constituye una referencia para organismos gubernamentales, instituciones, sector productivo, certificadoras y ONG del sector forestal a escalas local, regional o nacional”.
Entre los principales resultados, Peri explicó que “a escala nacional, en los primeros 30 centímetros de suelo de las plantaciones forestales, se almacenan unas 69.398,2 gigagramos de COS -entendiendo 1 Gg como 1.000 toneladas-, es decir unos 70 millones de toneladas de carbono orgánico”.
Además, se pudo estimar que, la región mesopotámica representa el 74% de la reserva nacional de COS de las plantaciones forestales, en correspondencia con la mayor superficie de bosques cultivados que concentra esta región. Por su parte, la región Patagonia, Pampeana y Delta del Paraná almacenan el 20,2% del total. Al expresar los valores a escala nacional, por género o especie forestal, se obtuvo que el 69% del COS se encuentra almacenado en plantaciones de pino.
En esta línea, Peri aclaró que “esa capacidad de almacenamiento puede ser modificada con el cambio de uso de la tierra, la puesta en producción -ya sea agrícola, forestal u otra- y la implementación de diferentes estrategias de manejo de suelos, cambiando la dirección de los flujos de carbono en el sistema suelo-atmósfera”.
Según Peri, “cuantificar el COS es el primer paso para dimensionar las reservas de un suelo y tomar decisiones sobre cómo mejorar el secuestro de C y/o reducir su pérdida, analizando la respuesta de los ecosistemas ante cambios ambientales como producto de la variación climática o ante decisiones relacionadas con el manejo”.
“Así, se ha tomado en cuenta la capacidad de los sistemas forestales de almacenar carbono tanto en biomasa como en compuestos orgánicos del suelo, para desarrollar políticas que favorezcan la instalación de plantaciones con el propósito de mitigar emisiones de GEI”, afirmó el coordinador.
Por su parte, Ana Lupi -investigadora del Instituto de Suelos del INTA- agregó: “La Selva Paranaense presenta los valores de carbono orgánico de la línea base más altos, 71 toneladas de carbono por hectárea, y no se encontraron diferencias significativas comparando los usos del suelo y las clases de uso”.
En contraste, “en el Chaco Húmedo la mayor cantidad de COS se observó en la línea base, aproximadamente 74.000 kg/ha, seguido de las plantaciones forestales, 62 toneladas por hectárea, y con un menor valor, el uso alternativo productivo, 54 toneladas por hectárea”.
Del estudio, surgió una tendencia a que el COS promedio varíe en el sentido: forestaciones-línea base-uso alternativo. Las plantaciones con pino mostraron ser más eficientes en acumular COS que las realizadas con eucaliptus, sobre todo en las ecorregiones que presentaron valores medios de COS.
“Para cada región forestal descripta para la Argentina se determinaron ecuaciones que permiten estimar el carbono orgánico en base a una o a múltiples variables ambientales (temperatura, precipitación, contenido de arcilla en el suelo) y de manejo silvícola (género y edad de la plantación)”, especificó Lupi.
EL ESTUDIO, AL DETALLE.
La estimación fue realizada por el Programa Nacional Forestal del INTA y la Dirección Nacional de Desarrollo Foresto Industrial de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Para el desarrollo del relevamiento intervinieron profesionales de ambos organismos, diversas facultades, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), y profesionales de los gobiernos provinciales.
Se analizó la cantidad de carbono orgánico del suelo a 0-30 cm de profundidad de las plantaciones forestales del país y se generó una base de datos con 862 casos, de los cuales 321 corresponden a plantaciones forestales, 356 a líneas base –sitios con cobertura vegetal natural– y 185 referidos a usos alternativos del suelo –usos productivos no forestales–.
El primer paso fue la elaboración de protocolos y la propuesta de sitios –12 ecorregiones de la Argentina–, para luego pasar al trabajo de campo y envío de muestras al laboratorio. El último paso fue la organización y depuración de datos y el análisis de los resultados.
Las ecorregiones elegidas fueron Selva Paranaense, Yungas, Esteros del Iberá, Campos y Malezales, Chaco Húmedo, Chaco Seco, Pampeana, Delta del Paraná, Espinal, Monte, Estepas y Bosques Patagónicos.
Además del relevamiento de campo, se realizó una búsqueda de datos publicados en revistas científicas e informes de INTA relacionados con el almacenamiento de carbono en suelos forestales para incrementar la capacidad de analizar las diferencias entre usos del suelo.
PROMOVER POLÍTICAS DE SECUESTRO DE CARBONO, LA META.
“Los resultados obtenidos muestran la necesidad de reforzar la intensidad de muestreo para obtener una base de datos más robusta y poder establecer conclusiones más claras en algunas regiones”, indicó por su parte Javier Gyenge, investigador de la AER Tandil del IPADS (Instituto de Innovación para la Producción Agropecuaria y el Desarrollo Sostenible).
En esa línea, recomendó “establecer una estrategia de monitoreo que permita cuantificar el estado y la evolución de las reservas de COS en suelos con plantaciones forestales, a escala nacional”.
Gyenge hizo hincapié en que “definir un esquema de monitoreo del carbono orgánico del suelo se torna indispensable para diseñar, evaluar y promover políticas de secuestro de carbono atendiendo tanto a las posibles respuestas productivas como así también, cumpliendo con los objetivos de reducción de emisiones de GEI a escala nacional”.
El estudio recomendó hacer foco en las plantaciones forestales haciendo coincidir los muestreos de suelos con las campañas de mediciones de parcelas de inventario forestal que dispone la DNDFI de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, tomando como base una frecuencia de 1 dato cada 10 años.
“Se deberían priorizar los muestreos en suelos forestales en las regiones o cuencas en donde hay poca base de dato (por ejemplo, región chaqueña y delta del Paraná) para, en segundo lugar, establecer sitios testigos en todas las regiones buscando establecer esta evolución de los suelos forestales”, señalaron los expertos.