La guerra y la situación alimentaria mundial.

La guerra y la situación alimentaria mundial.

Artículo del representante de la FAO en Paraguay: El mundo no pudo recuperarse aún de la pandemia del Covid-19 pero ya ha entrado a otra preocupación humanitaria: la situación alimentaria mundial.

Jorge Alberto Meza Robayo | Asunción, Paraguay | El mundo no pudo recuperarse aún de la pandemia del Covid-19 pero ya ha entrado a otra preocupación humanitaria: la situación alimentaria mundial. Aunque es un tema en el que se viene trabajando desde hace bastante tiempo con la intención de lograr el hambre cero, nuevas aristas hacen que este drama esté en el centro de discusión.

De acuerdo con las proyecciones del World Economic Outlook de enero 2022 del Fondo Monetario Internacional (FMI), las prospectivas de crecimiento a nivel mundial han ido a la baja en el 2022, principalmente como consecuencia de la guerra en curso en Ucrania y las sanciones a Rusia.

Tras una fuerte recuperación en 2021, siempre según la misma fuente, se prevé que el crecimiento mundial estimado disminuya 0,8% en 2022 y 0,2% en 2023 de lo estimado en enero de 2022, para dichos años.

El índice de precios de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) registró en mayo de 2022 un promedio de 157,4 puntos; esto es, un 0,6% menos que en abril. Sin embargo, el índice, que refleja la variación mensual de los precios internacionales de una cesta de los productos alimenticios más comercializados, seguía estando un 22,8 % por encima del nivel de mayo de 2021.

El índice de precios de los cereales aumentó un 2,2 % respecto del mes anterior, impulsado por los del trigo, que subieron un 5,6% desde abril y un 56,2% respecto de su valor de hace un año. Además, los costos internacionales del trigo, que en promedio se ubicaron apenas un 11% por debajo del récord alcanzado en marzo de 2008, subieron como consecuencia de la prohibición de las exportaciones anunciadas por la India y de la preocupación por la situación de los cultivos en varios de los principales países exportadores, así como de las perspectivas de disminución de la producción en Ucrania, debido a la guerra.

Los precios internacionales del arroz también aumentaron de manera generalizada, mientras que los de los cereales secundarios disminuyeron un 2,1%. El descenso fue aún mayor en el caso del maíz, cuyos precios cayeron en vista de la ligera mejora de la situación de los cultivos en los Estados Unidos de América, los suministros estacionales en la Argentina y el comienzo inminente de la cosecha principal de maíz en el Brasil.

El conflicto entre Rusia y Ucrania está afectando tanto la economía como la producción de alimentos para el mundo, debido a los incrementos sustanciales de los costos de insumos agrícolas como los fertilizantes. El aumento del costo de los fertilizantes, como es de esperarse, genera el incremento de la inseguridad alimentaria, en varias regiones del mundo, y desde luego, también en América Latina y el Caribe.

El economista jefe de la FAO, Máximo Torero, advirtió hace poco tiempo que, como Rusia es uno de los principales proveedores de fertilizantes a nivel global, está considerando suspender indefinidamente las exportaciones de agroquímicos, lo que ahondará aún más la crisis.

Este año, los precios de los fertilizantes se incrementarán junto con las tensiones geopolíticas, y el uso de estos, a nivel global, podría bajar un 3% según la Asociación Internacional de Fertilizantes. A decir de Torero, la caída en la demanda podría ser aún más pronunciada. Para 2022/2023 se tendría un menor uso de fertilizantes, lo que significará una menor producción de cultivos y una menor calidad de alimentos.

Otro dato no menor es que Ucrania y la Federación Rusa producen el 30% de los cereales y oleaginosas del mundo y, al paralizar las exportaciones de estos países, automáticamente eso se verá reflejado en el precio de los alimentos que es lo que actualmente se está viendo, según la explicación del economista jefe de la FAO.

Es probable que el conflicto tenga un impacto prolongado en los precios de las materias primas, afectando al petróleo y los precios del gas más severamente en 2022 y los de los alimentos hasta bien entrado 2023 (debido al impacto rezagado de la cosecha en 2022), según vaticina el FMI. Para 2022, la inflación se proyecta en 5,7% en economías avanzadas y 8,7% en economías de mercados emergentes y en desarrollo (1,8 y 2,8 puntos porcentuales más que las proyecciones de enero 2022).

La FAO viene observando esta situación y ha planteado un amplio debate sobre las acciones que se podrían implementar para tratar de evitar un fuerte impacto. Entre ellas se encuentran: mantener el comercio abierto para evitar las restricciones de importaciones; contar con mejores datos para hacer una mejor inteligencia de mercado; mantener una energía verde a bajo precio y considerar nuevas fuentes de energía sostenible bajas en carbono; mejorar la eficiencia en el uso de los fertilizantes; revisar los subsidios a los fertilizantes, así como mejorar las prácticas agronómicas, la calidad de la tierra y trabajar en servicios de extensión rural dirigida.

El director general de FAO, Sr. Qu Dongyu, en la pasada 37ª Conferencia Regional de la Organización realizada en Ecuador, fue claro al mencionar que “¡La paz es esencial para proteger a las personas del hambre!” y que “ningún país es lo suficientemente grande, o poderoso, para solucionar este problema por sí solo”. Es preciso, entonces, identificar medidas multilaterales claves que puedan adoptarse para reducir las repercusiones de esta nueva crisis.

América Latina y el Caribe es considerada como la canasta de alimentos del mundo, por lo cual tiene que analizar esta situación alimentaria no solo por su efecto para la región, sino por su impacto global. Este conflicto, que pareciera ser lejano, se está convirtiendo en una crisis de alimentos a escala global.

Más allá de cómo se siga desarrollando el enfrentamiento armado, es imperioso que empecemos a poner sobre la mesa una serie de ideas en relación a qué acciones se pueden prever y consensuar. El desafío es enorme. Hay que enfrentar y superar la más compleja crisis económica y social de las últimas décadas.

EL AUTOR – Jorge Alberto Meza Robayo | Representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Paraguay.

En las puertas de la crisis alimentaria mundial.

En las puertas de la crisis alimentaria mundial.

Como pasa siempre, los pobres serán los primeros y más afectados, pero luego seguirán quienes estén en el escalón inmediato, y así podría seguir hasta que el mundo encuentre la estabilidad otra vez.

Hébert Dell’Onte | Que la invasión de Rusia a Ucrania disparó los precios de los insumos, afectó el mercado mundial de granos, generó una disparada en la inflación empobreciendo a todos los países del mundo y con ellos sus economías y las de todos los habitantes del planeta, es algo que ya sabemos, hemos oído hasta el cansancio y sufrimos como país productor e incluso como ciudadanos consumidores. Hasta ahora los gobiernos, sean poderosos o humiles, no han sabido cómo manejar la situación con sus múltiples afectaciones.

De lo que se habla poco -al menos no lo suficiente como para crear conciencia- es la inminente crisis alimentaria que aún no se ha manifestado en todo su potencial, pero lo hará pronto si las cosas siguen tal cual están ahora. Y nada indica que pudiera haber un cambio en el mediano plazo aunque en temas bélicos nunca se sabe qué conversaciones o negociaciones pueden estar desarrollándose en secreto por actores relevantes de la geopolítica global.

Lo que sí sabemos es que Qu Donguy, el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), advirtió que la guerra genera “perturbaciones de la cadena de suministro y la logística de la producción de cereales y semillas oleaginosas” de los países enfrentados sí, pero también de todo el mundo afectando la seguridad alimentaria global.

El último Informe global sobre crisis alimentarias de la FAO, reportó que el año pasado 193 millones de personas de 53 países y territorios sufrieron inseguridad alimentaria aguda, 40 millones de personas más que en 2020.

Es lógico pensar que la duración de la guerra agudizará la crisis restringiendo más el acceso a los alimentos, encareciéndolos y llegando en menor cantidad -o simplemente no llegando- a las personas más pobres de los países pobres.

Como pasa siempre, los pobres serán los primeros y más afectados, pero luego seguirán quienes estén en el escalón inmediato, y así podría seguir hasta que el mundo encuentre la estabilidad otra vez.

Máximo Torero, economista jefe de la FAO consideró que la crisis agroalimentaria mundial podría agravarse en 2023 y que hay mucha incertidumbre.

“LO PEOR ESTÁ POR LLEGAR”.

Martin Qaim, director del alemán Centro de Investigación para el Desarrollo dijo a Deutsche Welle que “lo peor está por llegar” porque son muchos los países que dependen de lo que producen Rusia y Ucrania.

Como se ha informado, en el mundo hay países que importan hasta el 90% de materia prima de Rusia y/o Ucrania. Líbano y Egipto, por ejemplo, compran a esos países casi el 80% y 85%, respectivamente, del trigo que consumen. Lo mismo puede decirse de países africanos como Nigeria o Túnez y ya sabemos lo vital que es el trigo en la dieta básica de las personas.

A su vez comienzan a aparecer resoluciones de países que prohíben las exportaciones de sus productos para asegurar el abastecimiento interno o evitar la disparada de precios, como recientemente hizo India que eliminó el trigo -del cual es importante productor mundial- de los productos exportables.

ACTOS PIRATAS.

En otro orden pero no del todo ajeno, Ucrania ha denunciado verdaderos actos de piratería por parte de los invasores.

Este mes se conocieron dos hechos significativos. El primero, CNN informó sobre un buque ruso cargado de grano robado en Ucrania, el Ministerio de Defensa ucraniano estimó el hurto en 400.000 toneladas.

A su vez el diario ucraniano The Odessa Journal publicó esta semana que Rusia destruyó el Banco Genético Nacional de Plantas (foto), uno de los más grandes del mundo. La publicación se sustenta en los anuncios realizados por Sergey Avramenko, de la Academia Ucraniana de Ciencias Agrarias.

Dicha Academia trabajaba en el programa Recursos Fitogenéticos el que estaba operativo desde la independencia de Ucrania en 1992. El objetivo del programa del que participan 28 instituciones de investigación, es conservar información genética y material relevante, llegando a poseer más de 160.000 variedades de semillas de plantas e híbridos de cultivos agrícolas de todo el mundo en condiciones adecuadas para que las generaciones futuras pudieran restaurarlas.

Las muestras destruidas incluían especies y tipos de genética ya no existente en Europa ni en el mundo. La guerra se focaliza en un punto del planeta, el este europeo, pero ya está impactando en todos los países y en todos los ciudadanos del mundo con mayor o menor intensidad. Nadie sabe hasta dónde llegará esa afectación, apenas somos conscientes que es el comienzo.

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