El MGAP a través del programa La Bujía aportó US$ 10.000, pero el grupo de jóvenes puso su trabajo haciendo invernáculos y preparando la tierra. Ahora tienen el desafío de producir más y venderlo, como han hecho hasta ahora.

La producción agropecuaria bien encarada es una fuente laboral importante con posibilidades reales de crecimiento para los jóvenes. Son varias las instituciones que ofrecen programas financieros, de formación técnica, asesoramiento, etc., para todo los que quieran incursionar en un sector de la actividad que desde hace mucho se convirtió en el motor económico del país.

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y sus direcciones juegan un rol fundamental en el desarrollo rural y la incorporación de jóvenes de todo el país, incluso Montevideo. Hace unos días la página web de esa Secretaría de Estado publicó la historia de un grupo de jóvenes que desde hace algunos años llevan adelante la producción hortícola. Todo lo producido lo venden a la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM), ferias o comercios del barrio. El trabajo los ha llevado a ampliar su producción con lo cual enfrentan nuevos desafíos.

Ian Tadich es estudiante de Agronomía, egresado de la Escuela Agraria de Montevideo vive en Puntas de Manga (Montevideo) y forma parte de un grupo de cuatro jóvenes que en 2018 se presentaron a la quinta edición de la convocatoria del programa Somos de Acá trabajando en la producción hortícola y posteriormente se presentan a un llamado de La Bujía.

Cabe recordar que la primera convocatoria del programa La Bujía -que lleva adelante la Dirección General de Desarrollo Rural (DGDR) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP)- se realizó en octubre de 2019 poniendo el foco en los jóvenes rurales ya que su fin es convocar jóvenes rurales e instarlos a presentar propuestas productivas y de desarrollo de servicios para la producción agropecuaria. Además, La Bujía ofrece apoyo económico no reembolsable para financiar propuestas productivas y de desarrollo de servicios. Como requisitos, los jóvenes deberán tener entre 18 y 29 años, y presentar las propuestas en grupos de al menos 5 integrantes, con el apoyo de un técnico privado de las ciencias agrarias, habilitado por el Registro y Habilitación de Técnicos Privados de la DGDR-MGAP.

CRECER Y EXPANDIRSE.

Ian dijo que el grupo buscaba expandirse: “Queríamos crecer, queríamos arrendar un campo y conseguir financiamiento para comprar más terneros para dedicarnos a un negocio de ese tipo. Fue cuando le propusimos al grupo presentar esa idea” y “fuimos a hablar al Ministerio”, contó.

El desafío “no era fácil”, reconoció. Las dificultades pasan “por las complicaciones que lleva arrendar el campo; al mismo tiempo sufrimos robos y tuvimos que dejar la actividad ganadera. Pero ya que veníamos trabajando con el grupo en el tema hortícola, presentamos un proyecto”.

“Decidimos presentar proyecto para hacer cultivo bajo invernáculo. La idea era construir dos invernáculos de 40 metros por 10, que era lo que nos cubría el proyecto. Entre que se formula el proyecto, se presenta, se aprueba y se dan los fondos, pasó un año y algo, nosotros continuamos con el proyecto en la cabeza, hablando con uno y con otro y consiguiendo precios, y así logramos pasar de tener dos invernáculos, a tres. En este momento tenemos los dos que habíamos presentado en la idea original y estamos haciendo un tercero, gracias a que el grupo se movió, consiguió contactos, la madera más barata, nylon de mejor calidad y más barato”, agregó.

El grupo cortó en el monte cerca de la mitad de la madera de los dos primeros invernáculos. La cortaron, pelaron e hicieron todo el trabajo sobre la madera, lo que les permitió llegar con los fondos para cubrir un tercer invernáculo: “Fue un plus del llamado La Bujía, presentamos la idea de dos y terminamos con tres invernáculos. Es algo a valorar. Como grupo logramos adaptarnos y conectar con gente que ya tenía invernáculos, lo que nos favoreció para conseguir mejores precios”.

Los invernáculos los instalaron en la quinta del abuelo de Guillermo, otro integrante del grupo, que queda en Peñarol viejo.

El MGAP a través de La Bujía aportó 10.000 dólares, pero el grupo de jóvenes puso su contrapartida: donde se hicieron los invernáculos había un monte de pelones que hubo que arrancar, árbol por árbol, prepararon el terreno sacando las raíces, tierra que hacía años no se movía, nivelaron el suelo, hicieron el tratamiento de los palos, el pozo para los postes, abonaron la tierra.

Al momento tienen plantado tomates en invernáculo y ya están por empezar a cosechar. Además, están preparando la tierra para plantar alguna verdura más, a campo.

“Desde que nos presentamos al llamado tuvimos que aprender muchas cosas en cuanto al seguimiento, la presentación, la rendición.  Siempre teníamos contacto con la gente del Ministerio, teníamos una duda y nos respondían enseguida. Tuvimos mucho apoyo. Una cosa que fue muy buena en este proyecto fue la posibilidad de haber contado con un técnico, que es nuestro Ingeniero. Las jornadas que el Ministerio nos cubría nos permitió tener un cultivo excelente. Todo el apoyo del Ministerio fue excelente. La experiencia fue muy enriquecedora”, subrayó.

Si bien Ian y Guillermo ya estaban vinculados a la producción, los otros dos jóvenes integrantes del grupo, Cinthya y Germán, que no estaban vinculados, comenzaron su con este proyecto y les sirvió muchísimo: “Fue muy enriquecedor para ellos, para su vida profesional y laboral”, valoró Ian. “Trabajar en grupo tiene algo bastante lindo. El tema de los consensos, y además saber que siempre estás contando con alguien que además de ser tu compañero de trabajo, es tu amigo”, apreció el joven.

UN MUNDO NUEVO, CON NUEVOS DESAFÍOS.

Su idea es continuar produciendo, crecer y vincularse más al tema agroecológico. Descubrieron allí un mundo nuevo: “Algo a lo que queremos apostar. Nuestra idea es seguir en el tema y vincularnos aún más a la parte agroecológica para disminuir al máximo cualquier uso de químicos que se pueda tener en la producción”.

Un volumen muy grande de lo que producen, lo venden en la UAM, una parte se vende a feriantes de la zona y otra, directamente al consumidor. “Todo lo que se produce, hasta ahora se ha podido vender. No hemos tenido grandes descartes”.

Ahora que van a tener un invernáculo más, la idea que tienen es lograr un volumen de producción mayor y diversificar la producción. También esperan poder presentarse para vender en alguna cadena de supermercados: “Es difícil cumplir con los requerimientos que ellos tienen, pero lo venimos conversando. Tenemos el tema en mente”, dice el joven.

Sus sueños, como jóvenes rurales, son seguir vinculados a la producción y terminar la Facultad. “Quieras o no, el estar vinculados a la producción te da un plus para cuando trabajás con la gente. Una llegada más a los productores y una llegada más a lo que vivimos los productores día a día”.

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