Los fondos otorgados son insuficientes para alcanzar las metas comprometidas; no se contemplan los gastos de funcionamiento y operativa de cada sede, incluida la nueva en Lavalleja próxima a inaugurarse.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | El mayor avance hacia la descentralización de las últimas décadas es la concreción de la Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC), que comenzó a recorrer su historia en 2014 con tan solo 44 estudiantes.
Pasaron 11 años, y los alumnos se multiplicaron por 81 y hoy suman 3.580 (8.136% más) en todas las carreras que ofrece el centro de estudio en todo el país.
El número de alumnos habla por sí solo de la necesidad de contar con una institución como UTEC. Más alumnos significa que los jóvenes quieren estudiar y capacitarse, y que la oferta de UTEC está amoldada a las necesidades de las nuevas generaciones. No sería de extrañar que cuando pasen otros diez años el alumnado sea aún mucho mayor al actual.
Pero hay otros datos interesantes: de los 3.580 alumnos, 3.000 (el 84% del total) son la primera generación de universitarios en sus familias. Dicho de otra forma, unos 8 alumnos de cada 10 acceden a la formación universitaria por primera vez en sus familias.
Los números del párrafo anterior bien merecen un análisis sociológico respecto al impacto que eso tiene en los jóvenes, en la familia a la que pertenecen y en la sociedad, generando oportunidades para quienes antes no la tenían, y con carreras no tradicionales, sino en campos muy innovadores y acordes a los nuevos desafíos que debe enfrentar la sociedad. El salto cualitativo es claro y prometedor.
Además, UTEC fortalece el interior del país, porque brinda educación de calidad y rompe con aquello de que, como dice la canción de Pablo Estramín, “cuando quieras estudiar, morís en la capital”. Incluso se está dando, gracias a la UTEC, un proceso a la inversa. No solo los jóvenes tienen la posibilidad de quedarse en su lugar de nacimiento donde tienen a sus familias y amigos, sino que los de Montevideo viajan a estudiar a los departamentos del interior, como está ocurriendo en este momento con estudiantes de la capital y Canelones asistiendo a clases de robótica o inteligencia artificial en Rivera.
Nótese: robótica e inteligencia artificial, dos áreas sumamente potentes en el mundo en materia de desarrollo tecnológico, por lo que implican como generadoras de trabajo y potencial de desarrollo, ya que el mundo camina hacia allí. O ya estamos ahí y ahora necesitamos científicos que impulsen esas disciplinas para que Uruguay no quede rezagado ni dependamos de expertos extranjeros. Bueno, UTEC forma a nuestros jóvenes en eso, y este es solo un ejemplo.
Lo dicho apenas es la punta del iceberg, solo una muestra de lo que UTEC representa para Uruguay y los uruguayos. Sería muy torpe no prestarle atención, y muy sabio considerar sus necesidades en profundidad ahora que el Parlamento estudia el proyecto de presupuesto enviado por el Poder Ejecutivo.
NÚMEROS INSUFICIENTES.
El problema es que como ocurre siempre, los dineros nunca alcanzan. Del total que se asigna a la educación pública, UTEC recibe menos del 1%.
UTEC ha advertido que en el próximo quinquenio, con lo designado por el gobierno, no podrá desarrollar ninguna carrera de grado o posgrado adicional.
Un documento de UTEC dirigido al Parlamento advierte que se está “restringiendo la capacidad de UTEC para otorgar apoyos económicos y oportunidades laborales, impactando directamente en la inclusión y permanencia estudiantil, especialmente en los sectores más vulnerables, que constituyen la mayoría de la matrícula de UTEC”.
Agrega que los fondos otorgados son “claramente insuficientes para alcanzar las metas comprometidas”, y “no se contemplan los gastos de funcionamiento y operativa de cada sede, incluida la nueva sede de Lavalleja próxima a inaugurarse”. Concluye: el proyecto de presupuesto “permite apenas sostener el funcionamiento mínimo de la UTEC, pero impide desplegar su Plan 2026-2030: una apuesta estratégica para formar talento, dinamizar territorios y asegurar un desarrollo con equidad. Se frena así la expansión a 15 departamentos, no se avanza en el derecho de muchos jóvenes del interior a acceder a la educación superior, se compromete la continuidad de inversiones realizadas, se limita el acceso a becas y empleo juvenil, y se restringen capacidades clave de investigación e innovación”.

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