Un instituto de investigación como INIA no puede tener insolvencia económica, ni una financiación sinuosa que ponga en riesgo o genere incertidumbre sobre el desarrollo de los trabajos que hace su personal técnico y científico.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | En el marco de la discusión sobre el presupuesto, y la importancia -todos estamos de acuerdo con esto- que tiene la investigación y la ciencia, es oportuno recordar la comparecencia de una delegación del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) a la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Senado, el día 4 de setiembre pasado.
Miguel Sierra, presidente de INIA, destacó la agropecuaria representa, en su eslabón primario, más del 6% del PBI, pero si se le agrega la industria y los servicios ese guarismo llega al 14% o 16%, con 217.000 trabajadores.
A la luz de esos números reflexionó: “Cuando se cierran empresas lácteas o hay conflictos en frigoríficos significan muchos puestos de trabajo”, además de que en exportaciones el sector agroindustrial y servicios “representa el 78%”, convirtiéndose en “una de las fuentes principales de divisas para el país”.
Un reciente informe de la FAO da cuenta de que “el sector agroalimentario contribuye a reducir todos los costos ambientales que le implican al Uruguay más de US$ 4.700 millones en temas de erosión de suelo, contaminación de agua, emisiones y un montón de efectos que requieren de políticas específicas para su atención”, dijo Sierra en la Comisión.
Por la tarea de investigación y difusión de conocimientos que realiza INIA a través de sus técnicos e investigadores, es claro el papel clave que cumple esta institución para mejorar la producción agropecuaria en general.
DESFASAJE EN LA FINANCIACIÓN.
¿Pero cómo se financia toda esa investigación que impulsa el desarrollo agropecuario nacional, desde la producción y se materializa en productos de calidad que consumen los mercados del mundo, incluso los más exigentes?
Sierra dijo ante los legisladores que “desde 2005” los aportes que corresponden a INIA están “desfasados con rentas generales corriendo de atrás en relación al aporte del Imeba” (Impuesto a la Enajenación de Bienes Agropecuarios).
Explicó que a partir de 2016 “se fijó un tope a la parte de rentas generales de 600 millones de pesos que estuvo congelado. Entre enero y diciembre de 2024 ese importe no lo hemos recibido, quiere decir que tenemos una falta de 600 millones”.
La actual propuesta del Ministerio de Economía y Finanzas implica un tope en $ 800 millones, “un incremento de 33%, que es positivo”, pero “tenemos una deuda que viene de este desfasaje entre rentas generales y el Imeba que acumulando es de US$ 36,8 millones” que se suman a los 600 millones antes mencionados.
Si no se atiende la financiación de INIA, “podría tener repercusiones en su gobernanza”, lo cual “sería un peligro porque puede derivar en lo que pasa en otros países y que el INIA se fragmente en varios institutos, como el instituto forestal, el de la carne bovina, de la carne ovina y el de frutas y hortalizas. Tener un instituto con una visión sistémica e integral es una fortaleza de Uruguay”, aseguró.
INIA EN EL PAÍS.
INIA posee “cinco estaciones experimentales con 750 personas, el 94% de nuestras capacidades están distribuidas en el territorio, solo somos 40 personas en Montevideo y el resto están en las cinco estaciones experimentales”.
Esa distribución es clave: “Aunque seamos un país de un tamaño que no es muy grande, sí tenemos realidades muy heterogéneas porque no es lo mismo la zona del este, que la zona de Tacuarembó, de Salto, de Colonia o de Canelones. Cada una de esas regiones se fue adaptando a distintas formas de producir y sistemas de producción lo que repercute también en la investigación que hacemos que tiene que ser adaptada a nuestro suelo, clima, temperatura, horas de frío, plagas, enfermedades y todo eso requiere de una investigación de contexto específica”, enfatizó Sierra.
“De los 750 funcionarios, hay 149 que hacen investigación”, constituyendo así “una de las capacidades de ciencia y tecnología más descentralizadas que hay en Uruguay. Un 90% de ellos cuentan con doctorados y realizan un trabajo muy intensivo en distintos proyectos de investigación que siempre se focalizan en los problemas del sector productivo por la propia modalidad de gobernanza del INIA”.
“INIA trabaja en red” con otras instituciones de investigación, producción o de gobierno (como ministerios) en una amplia área de actividades.
RETORNO QUE NO ES SOLO ECONÓMICO.
Los dos estudios de impacto realizados, uno en 2011 el otro en 2024, concluyen que “si no existiera INIA, habría que crearlo” por varias razones, una de ellas económica: “Por cada dólar que se invierte en INIA retorna 1,25 o 1,28 a la sociedad uruguaya”, lo que está en sintonía con importantes instituciones similares de varios países del mundo (Inrae de Francia, del IRTA de Cataluña, del Embrapa de Brasil y del INIA de Chile).
“Estamos al nivel de los mejores institutos del mundo”, subrayó. Ese retorno no es solo es económico “, es múltiple”, ya que “también hay un retorno porque existe gente capacitada en todo el territorio del país, soluciones ambientales y adecuadas a nuestro territorio y se evitan importaciones de muchos alimentos y tecnologías que, de lo contrario, habría que importar”.
Por ejemplo: “El 70% de los cultivares del área sembrada de arroz los genera INIA; Uruguay está entre el segundo y el tercer nivel de productividad de arroz a nivel mundial”.
Asimismo, “INIA Merín representa el 43%; esto le implicó a Uruguay US$ 60 millones en relación al cultivar que había por mayor rendimiento, menor uso de agroquímicos y por respetar los estándares de calidad de exportación”.
Como otros ejemplos mencionó las investigaciones de las lanas ultrafinas; la erradicación por control biológico de los gusanos de las manzanas y las peras; el menor uso de agroquímicos; el uso de tecnología en aplicaciones informáticas, gratuitas que se pueden descargar en todos los celulares; soluciones tecnológicas en ganadería, nutrición, metodologías de coinnovación, salud animal, entre otras de aplicación en el programa Procría; y control de la chicharrita, entre muchos más que se podrían mencionar.
GENERACIÓN DE INFORMACIÓN CIENTÍFICA.
Pero hay otro aporte importantísimo para los debates que se realizan al más alto nivel internacional, y es la generación de información científica, con respaldo científico y demostración científica sobre la producción sostenible y natural de Uruguay. “Muchas veces son ensayos de largo plazo que llevan 10, 15, 20 años” y aún más.
Esas investigaciones son necesarias porque permiten a Uruguay “demostrar en las grandes ligas, con indicadores científicos robustos, que tratamos la huella ambiental, la huella de carbono, la erosión de suelo, las emisiones”. Para hacerlo “precisamos plataformas en todo el territorio. No se puede hacer en Montevideo, hay que hacerlo en sistemas vivos” y en experimentos que llevan décadas, “con equipamiento de última generación, gente capacitada que tiene que ir al exterior y volver al Uruguay. Son inversiones que el país está haciendo y que requieren estabilidad en el tiempo”.
Si no se investiga para mejorar la producción y/o solucionar los problemas que tenemos, las pérdidas para el país son segura y posiblemente irán incrementándose.
Por salud animal, Uruguay pierde US$ 800 millones más otros US$ 224 millones, lo que totaliza “US$ 1.000 millones de pérdida en temas de salud animal; y estamos invirtiendo unos US$ 5 millones. Por tanto, hay un desfasaje entre lo que invertimos para conseguir soluciones y los problemas que tenemos”.
PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA.
El presidente de INIA enfatizó en “la planificación estratégica” que INIA hace “convocando a los sectores sociales” de donde “salen los temas que luego decimos que están muy focalizados porque invitamos a los referentes del sector productivo, los técnicos asesores, la academia y a actores de los ministerios a que nos ayuden a priorizar las temáticas”.
Más adelante, Sierra agregó que el mensaje a transmitir es que “la inversión en INIA tiene un retorno avalado por consultores internacionales, no es que lo decimos nosotros”, y que “invertir en INIA retorna con creces”, por lo que “como estrategia país, está fundamentado poner el dinero acá; es una inversión, no un gasto”.
En segundo lugar, explicó que “la inversión agropecuaria tiene sus tiempos de desarrollo: un cultivar, una mejora genética animal, un bioinsumo lleva de diez a doce años generarlo, y ahí viene el impacto y el retorno económico”.
“Precisamos estabilidad en el financiamiento para que el impacto sea el que uno busca. Si cortamos la financiación o tenemos las fluctuaciones que estamos teniendo, nos estamos pegando en la línea de flotación en una inversión que es rentable. Si no fuera rentable y con retorno, uno podría cuestionarlo, pero sabiendo que es con retorno y que tiene tiempos de maduración, corresponde y tenemos que hacer el máximo esfuerzo como sociedad”.
LA PROPUESTA DEL EJECUTIVO ES INSUFICIENTE.
Reconoció “la situación económica compleja”, del país; pero lo propuesto por el Ejecutivo es insuficiente. “El tope de 800 millones de pesos es un incremento de 33% con relación a 600 millones. Este primer año quisiéramos más, nos parece que se podría dar un poco más, pero lo que nos preocupa es a futuro. No podemos estar con estos vaivenes de que el dinero viene o no viene y con estos desfasajes que se siguen incrementando entre el lmeba y rentas generales, porque eso va a afectar la gobernanza del INIA”, vaticinó.
De continuar con el desfasaje, “en algún momento se va a empezar a cuestionar la solidez institucional. Ahí perdemos todos”, subrayó.
INIA EN LA COMISIÓN DE PRESUPUESTO DE DIPUTADOS: SIN PREGUNTAS.
Lo expuesto por el presidente de INIA fue en la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Senado, un ámbito diferente a la Comisión de Presupuesto que actualmente está analizado la el proyecto de ley de presupuesto nacional en Diputados. A esta última el INIA concurrió con una nutrida delegación el día 19 de setiembre realizando planteos del mismo tenor. Allí presentó el documento que se adjunta a continuación (al final del artículo).
Un dato curioso: en la Comisión de Presupuesto de Diputados, los legisladores no hicieron ninguna pregunta a la delegación de INIA, que se limitó a realizar su planteo. La presentación del Ing. Miguel Sierra, tuvo una duración menor a los 25 minutos: la delegación de INIA ingresó a sala a las 14.33 horas y la sesión se levantó a las 14.57 horas.
Dicha delegación estuvo integrada por: Ing. Agr. Miguel Sierra, presidente; Ing. Agr. Diego Bonino, integrante de la Junta Directiva; Ing. Agr. Elly Navajas, directora de Sistema Ganadero Extensivo; Dra. Sofía Stirling, directora de Sistema Lechero; Ing. Agr. Sebastián Mazzilli, director de Sistema Agrícola Ganadero; Ing. Agr. Fabio Montossi, investigador principal referente Sistema Ganadero Extensivo; Lic. María Inés Fornos, directora de la Unidad de Comunicación y Transferencia de Tecnología; Dra. Victoria Bonnecarrére, coordinadora del Área de Mejoramiento Genético y Biotecnología Vegetal; Lic. Guadalupe Tiscornia, coordinadora del GRAS -Sistemas de información y transformación digital; Irvin Rodríguez, presidente de la Federación de Funcionarios; Lic. Juan Mechelk, delegado de la Asociación de Funcionarios Universitarios.

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