Aunque no siempre se valora, el agro juega un destacado rol de integración política, de apertura a todas las ideas, sabiendo escuchar, elogiar y criticar, pero siempre desde el respeto y sin excluir a nadie.

Hébert Dell’Onte | Montevideo | Todo El Campo | Solemos ver al sector rural en su función productora y generadora de riqueza, lo cual es cierto y muy importante para el funcionamiento y el desarrollo del país. El agro cumple también un rol social clave por las fuentes de trabajo directo e indirecto que genera, por lo que aporta a las políticas de Estado a través de los impuestos, porque arraiga a las personas y las familias en el medio rural contribuyendo a la descentralización y a mantener el campo poblado. La idiosincrasia uruguaya sería otra si no fuéramos el país agropecuario que somos.

Esas apenas son las aristas más visibles y evidentes de ser un país de fuerte componente rural. También hay otras que no siempre se ven tan claramente, pero que están ahí y alcanza con acercarse y observar. Me refiero, por ejemplo, a la investigación y el nivel de científicos que Uruguay tiene en todo el país desarrollando sistemas y métodos que luego resultan en un beneficio para todos. Nada del prestigio productivo que ganamos en el mundo es fruto de la casualidad, sino que todo es resultado de programas donde se conjuga lo público y lo privado gracias a que tienen un mismo norte y empujan hacia un mismo fin.

Pero la ruralidad tiene una cara que no siempre es analizada y aprovechada en su potencial, porque quizá tiene poco que ver con la producción, aunque es fundamental para el país que queremos lograr: la integración política.

No estoy pensando en la política de los intelectuales que plantean las bases ideológicas, menos en la doctrina o filosofía política, sino la política que hacen los políticos del llano, los que salen a recorrer el país en busca de los votos que le den el triunfo y los conviertan en legisladores y quizá en presidente de la República, el más alto honor que alguien puede recibir de su país y de sus ciudadanos.

Sin importar quien esté en el Gobierno, las actividades rurales siempre consideran y convocan al sector político, en el más amplio sentido de la palabra, incluyendo a oficialistas y opositores, personalidades de Gobierno o ajenos a él.

En los congresos de la Federación Rural, en los actos de la Expo Prado o Expo Melilla de la Asociación Rural, en la Expo Activa de la Rural de Soriano, en la inauguración de la zafra ovina del Secretariado Uruguayo de la Lana, en el lanzamiento de la cosecha de arroz de la Asociación de Cultivadores, en el inicio de la zafra del trigo de la Agropecuaria de Dolores, en los eventos de las Cooperativas Agrarias Federadas (como se ve en la foto), incluso en asambleas de avicultores o tamberos, etc., siempre el campo ha invitado a los políticos de todos los partidos, a escuchar y muchas veces también a exponer, y son los partidos -o los políticos- los que optan por ir o no, pero nunca es el agro quien cierra las puertas. Por el contrario, las abre y los convoca.

Los que han participado de esos eventos siempre fueron bien recibidos. En la crítica o el elogio el respeto y la valoración humana como a la investidura nunca faltó. Eso habla de una cultura democrática, de tolerancia y sentido de integración nacional que debe ser aplaudida de pie.

La foto que ilustra este artículo ya fue publicada muy recientemente por Todo El Campo, pero merece exponerla una vez y muchas veces más, porque muestra en los hechos lo que estas casi 700 palabras intentan explicar.

Invitados por CAF ahí están. Son seis candidatos a la Presidencia de partidos que algunos de ellos protagonizaron luchas armadas y derramamiento de sangre porque así eran las cosas en el pasado. Pero supimos construir una sociedad donde cambiamos las batallas cruentas por las ideas planteadas con respeto y tolerancia.

Y lo más importante, quienes asistimos al acto vimos cómo, previo a la foto y después de ella, esos mismos candidatos que muchas veces debaten y polemizan con firmeza, también intercambiaron saludos, expresiones de respeto y en algún caso hasta de estima personal.

Ese y no otro es el país que queremos, y el que se merecen las nuevas generaciones. Vamos a ver si dura.

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