No es fácil, hay que ser muy campero y escuchar a los que saben.

Horacio Jaume | Todo El Campo | Mauro era un moreno que trabajaba de campero en la estancia que mi padre tenía con sus hermanos. La cincha del recado de Mauro siempre estaba floja, casi bailando, sin embargo no se corría ni un centímetro las hebras.

Hombre, recado y animal parecían estar de acuerdo para que se pudiera hacer el trabajo sin que nadie sufriera. Indudablemente el mago era Mauro que lograba hacer fácil algo tan difícil.

Si en una de esas recorridas aparecía un animal que había que enlazar Mauro bajaba, tanteaba la cincha, afirmaba el recado y terminado el trabajo todo volvía a su lugar. Cómo me gustaría tener a Mauro hoy en medio de este bochinche para que tanteara la cincha y en definitiva se discutiera lo que hay que discutir, sin tratar de sacar ventajas de la situación.

No es fácil, hay que ser muy campero y escuchar a los que saben.

Los campos que cuidaba Mauro no tenían piques rotos ni zarzos sucios. Lo que hacía era simplemente mantener las cosas.

El pique roto lo cambiaba, era un maestro en la llave de alambrar, atillar y desatillar era un ratito y piques para cambiar siempre tenía uno.

Sus caballos no tenían mataduras en el lomo, estaban siempre gordos y prolijos, también tusados, eran buen campero o peón recorredor.

Si un animal se atrasaba lo sacaba y lo llevaba para las casas, al piquete de los abichados u hospital, allí se curaba todos los días.

Mauro usaba espuelas, el pigüelo no era muy largo, las rodajas redondas casi sin dientes, pero iban tintineando en aquel trote recorredor como poniéndole música al tranco.

He visto muchos camperos y muy buenos, pero como Mauro ninguno. A nuestro país le falta emprolijarse, evitar los problemas, es un trabajo de todos los días para que éstos no se amontonen, pero hay que hacer lo que hay que hacer y no es tan fácil.

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