En un sector con alta dependencia del mercado global, el Ing. Tardáguila analiza las medidas que permitieron desarrollar nuevos negocios y alcanzar una producción récord en 2021-2022. El impacto de la actual desaceleración de la demanda y el retraso cambiario en un país donde la hacienda se vende en dólares.
Liliana Rosenstein* | Valor Carne | Todo El Campo | “Para la ganadería uruguaya, los últimos dos años fueron los mejores de su historia, desde el punto de vista de los volúmenes que logró producir y los precios que recibió. Y eso se debe a decisiones que se han ido tomando en las últimas décadas, tendientes hacia la liberación del mercado”, afirmó el Ing. Agr. Rafael Tardáguila, director de una de las publicaciones referentes de la industria cárnica uruguaya: Fax Carne.
En diálogo con Valor Carne, analizó los cambios en la política sectorial de las últimas décadas que resultaron en una producción récord en el ejercicio 2021-2022 y los desafíos que enfrenta el ganadero en una actividad en la que el valor medio de exportación define el precio de la hacienda.
Sobre esas decisiones que Uruguay ha tomado en los últimos años, dijo que hace unos 40 años, entre otras medidas intervencionistas, Uruguay mantenía un stock regulador de carne con la idea de estabilizar la oferta interna en invierno. “Se buscaba asegurar el consumo, pero eso desestimulaba la inversión del productor. ¿Para qué iban a producir más, si sabían que le bajarían el precio al momento de la salida del gordo?”, planteó.
Por eso, prosiguió, “pienso que las recetas que aplican en Argentina con el objetivo de cuidar el abastecimiento doméstico, en base a prohibiciones e impuestos a la exportación, en realidad logran lo contrario, hacen que haya menor disponibilidad de producto a mediano plazo”.
En Uruguay todo ese tipo de regulaciones se han ido dejando de lado y eso se transformó en una política de Estado. ¿Cómo lo lograron? “La realidad es que somos 3 millones y pico de habitantes y el 70% de la carne que produce el país se destina al exterior. Entonces, forzosamente tenemos que trabajar con normas que nos permitan producir de forma fluida y estable”, respondió.
LOS CAMBIOS.
Para Tardáguila, uno de los hitos fue la liberación de la exportación de animales en pie a mediados de la década de los ´90. “Es algo que desde la industria se miró con mucho temor, ante la posibilidad de que escaseara la materia prima. Pero más allá de algunos años en que hubo picos de embarques, lo que ocurrió fue un incremento sustancial en la cantidad de terneros producidos”, reveló.
En los ´90, se obtenían en promedio algo más de 2 millones de terneros y en los últimos 10 años, se alcanzó a 2.800.000, o sea, cerca de un 40% más. “Creo que una de las razones de este salto es la seguridad que le da al criador el hecho de que, si la demanda de la industria local no tracciona, por H o por B, está la salida de la exportación en pie, que le da un piso a los precios del mercado”, explicó.
Hay que tener en cuenta que “aquí dos empresas concentran cerca del 50% de la faena, algo similar a lo ocurre en Paraguay y Brasil y por supuesto en los Estados Unidos, el caso atípico es el argentino, donde la industria está sumamente atomizada”, aclaró.
Así las cosas, con más terneros y un mejor acceso sanitario a los destinos internacionales, se fue avanzando en varios de los principales indicadores de la ganadería. “El 70% de los novillos que se faenan hoy son jóvenes, no llegan a boca llena, cuando 20 años atrás, el 50% eran de cuatro años. En cuanto al peso de las carcasas alcanzó a 280 kilos, podrían llegar a 320 kg, pero venía de 255- 260 kg”, detalló Tardáguila, justificando porqué la producción de carne pasó de menos de 500.000 t a más de 600. 000 t (base con hueso).
Otro cambio que apoyó este crecimiento fue el acceso a la cuota 481 de animales terminados a grano en 2014. “Fue un antes y un después porque les permitió a los feedlots cerrar el precio de venta previo a la compra de la invernada, o sea, con unos 100 días de antelación, lo cual les dio una gran previsibilidad. Esto dinamizó muchísimo el engorde a corral, donde hoy en día se terminan más de uno de cada cuatro novillos, a pesar de que no hay tanta producción local de maíz y se debe importar desde la Argentina y Paraguay”, indicó.
En tanto, una medida que aportó transparencia al negocio fue el Decreto 310/16 que estableció el máximo que se pueden retirar durante la operatoria de dressing. “Había un resquemor entre los productores en cuanto a la manera en que la industria trataba a sus animales. Pero con el sistema de cajas negras, que implica el seguimiento de todo el proceso dentro del frigorífico, sumado al decreto que determinó qué se puede y qué no se puede sacar, ese ya no es un tema de discusión”, aseveró Tardáguila. En tal sentido, las plantas deben informar semanalmente el rendimiento y el dressing y sus datos individuales son publicados en la web del Instituto Nacional de Carnes (INAC).
Un capítulo aparte es el acceso a mercados y en este aspecto desde lo sanitario Uruguay tiene la mejor nota, a pesar de que vacuna contra la aftosa y cuenta con ovinos que son susceptibles al virus y no se inmunizan. “Es un país pequeño lo cual hizo posible la trazabilidad universal. Entonces, sí, accede a Japón y a Corea, los mercados más exigentes del mundo, pero para colocar su producto carga con 38,5% y 40% de aranceles, respectivamente, e incluso en China paga 12%”, alertó.
Uruguay pretendió hacer un acuerdo de libre comercio con China, como tiene Australia, su mayor competidor, que año a año irá disminuyendo sus aranceles, y en un primer momento el primer importador del mundo dio el ok. “Pero después, viendo los reparos que ponían los dos países más grandes del Mercosur para que un miembro avanzase de forma solitaria, metió al freezer esa posibilidad. Estamos atados al bloque regional”, subrayó.
¿Cómo siguió el tema? “Nuestro gobierno solicitó la adhesión al Acuerdo Transpacífico que está integrado por 11 países de Asia-Pacífico, algo que Brasil y la Argentina no hicieron. Y ahí podría haber una mejora en el acceso a los mercados que forman parte de esa alianza, entre ellos, nada menos que Japón donde, si se aprueba, los aranceles podrían disminuir bastante”, sostuvo.
LOS RESULTADOS.
Volviendo al récord 2021-2022, Tardáguila resaltó que no solamente se faenó la mayor cantidad de animales en la historia, 2.700.000 cabezas, sino que la carne se vendió a valores nunca vistos, superando los US$ 5.500 por tonelada y eso tuvo su correlato tranqueras adentro.
“En Fax Carne habitualmente hacemos un ejercicio, calculamos la facturación anual por concepto de ventas finales, o sea, el dinero que les ingresa a los productores por la comercialización de sus ganados, tanto para faena como para engorde. Y en el último año se llegó a un máximo de prácticamente US$ 3.000 millones”, reveló.
¿Y la actual desaceleración de la demanda China? La economía mundial está funcionando a un ritmo bastante inferior a la prepandemia y el impacto en el precio de la hacienda es importante. “En el otoño del año pasado, los animales llegaron a valer US$ 5,50 por kg carcasa, y hoy promedian menos de US$ 4. Si bien pueden incidir otros factores, como la sequía, la principal definición del precio de la hacienda en nuestro país es el valor medio de exportación, la correlación es altísima”, apuntó.
En este contexto se suma un problema adicional ya que la ganadería uruguaya está dolarizada y hoy el retraso cambiario es significativo. “Tanto el ternero como el animal terminado se venden en dólares, pero el poder de compra de esta moneda se redujo un 10% respecto al año pasado. Además, habrá que esperar hasta que se recupere el mercado internacional, fundamentalmente la demanda de China, para que se vuelvan a dar valores interesantes”, finalizó.
(*) La Ing. Agr. Liliana Rosenstein es editora de Valor Carne | Artículo de Valor Carne con algunas adaptaciones para Todo El Campo.
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