El pastoreo conjunto de ovinos y vacunos, además de ser una herramienta de manejo parasitario, conduce a una utilización más eficiente de los recursos forrajeros y así elevar la rentabilidad de la producción ganadera

José Francisco Ramos | Montevideo | SUL | Todo El Campo | En Uruguay, al igual que en los principales países productores de ovinos como Australia y Nueva Zelanda, ha habido una marcada reducción en el stock. Los datos oficiales más recientes reportan que el stock ovino ha alcanzado mínimos históricos con 6,1 millones de animales (Dicose, 2022).

Entre los múltiples factores que contribuyeron a la caída en la población ovina uruguaya pueden citarse: 1) La existencia de otros rubros de producción que se perciben como más rentables y de menor riesgo para los productores, que desplazaron al ovino hacia los suelos más superficiales del país. 2) Desinterés por parte de los productores agropecuarios en general hacia el rubro, aduciendo falta de mano de obra especializada y altos costos, problemas de abigeato y predadores, dificultades sanitarias con parásitos internos y externos, problemas de manejo e infraestructura en esquemas de pastoreo “racional”, volatilidad en el precio de la lana y más recientemente valores muy bajos o imposibilidad de concretar negocios en lanas medias y gruesas e incertidumbre y/o dificultades en la colocación de la carne ovina, entre otros.

Más allá de todos estos problemas y restricciones, hay productores muy entusiasmados, que han obtenido excelentes resultados productivos y económicos en 2022, fundamentalmente a partir de la venta de lana fina de alto valor y/o capitalizando los excelentes precios para la carne ovina que se registraron entre julio, agosto y septiembre (con máximos de US$ 5,059 y US$ 4,395 para corderos y ovejas, respectivamente). Sin embargo, no son pocos los sistemas ganaderos que actualmente no tienen a los ovinos entre sus alternativas productivas. Resulta llamativo, en muchos casos, la ausencia de ovinos en esquemas de ganadería extensiva o semiextensiva, con importante participación del campo natural. En la mayoría de estos esquemas, el consecuente aumento en la carga vacuna, no paga el costo de oportunidad de prescindir de los ovinos.

El campo natural es el principal patrimonio nutricional y fuente de estabilidad para la ganadería de cría y la producción de lana en Uruguay. La oferta de alimento y la capacidad para recuperarse de periodos climáticos adversos convierten al campo natural en un recurso forrajero estratégico. Las principales variables que afectan tanto el desempeño de los animales, así como la producción de forraje sobre el campo natural en orden de importancia son: el número de animales por unidad de superficie (carga animal), la relación lanar/vacuno y los sistemas de pastoreo.

El pastoreo conjunto de ovinos y vacunos, además de ser una herramienta de manejo parasitario, conduce a una utilización más eficiente de los recursos forrajeros y así elevar la rentabilidad de la producción ganadera. Una ventaja adicional de los sistemas mixtos es que al incrementarse la diversidad se reduce la magnitud del riesgo. En tiempos en que la sequía golpea, con mayor o menor severidad, distintas zonas del país, este es un elemento central. En situaciones de déficit hídrico es indudable que los ovinos tienen, frente a los vacunos, una mayor capacidad de sobrevivir y de sostener su productividad ante condiciones limitantes de disponibilidad y valor nutritivo de forraje y de disponibilidad de agua.

Por otra parte, el ovino en pastoreo simple no puede controlar ciertas especies de la comunidad del campo natural, por lo que se produce un endurecimiento progresivo de la pastura. Por su parte, el vacuno en pastoreo simple no puede controlar arbustos, subarbustos y malezas de campo sucio (carqueja, senecios, etc.), por lo que la pastura se ensucia en forma progresiva y presionan a las especies mejores del tapiz por espacio, luz, agua y nutrientes. Las modificaciones ocurridas en la vegetación según la relación lanar/vacuno tienen una incidencia en el desempeño animal tanto desde el punto de vista productivo como sanitario, donde una especie se ve favorecida a expensas de otra en determinada situación, o ambas se complementan en estratos de pastoreo que permiten amortiguar los efectos del clima.

Si alcanzar un registro de 1 ovino por hectárea de campo natural fuera un objetivo para un plan de aumento del stock ovino, en el entendido que mejora el aprovechamiento del recurso y contribuye a aumentar la rentabilidad de las empresas ganaderas, pueden identificarse diferentes zonas del país con distintos potenciales para el crecimiento del rubro ovino.

En el siguiente cuadro, se presenta la superficie total, superficie de campo natural, población ovina y vacuna, carga ovina por hectárea de campo natural, y relación ovinos/vacunos para cada uno de los departamentos del país.

Salto, sin considerar Montevideo, es el único departamento que alcanza el registro de 1 ovino por hectárea de campo natural. Los departamentos que están más próximos son Artigas y Paysandú, que constituyen junto a Salto, la zona más ovejera del país.

De la investigación nacional, sobre campo natural, en distintas regiones del país, surge que relaciones lanar-vacuno de 2-3 a 1, conducen a tapices con un mejor balance de gramíneas estivales y gramíneas invernales perennes. Un adecuado balance entre ovinos y vacunos resultará en una coexistencia productiva y no en una exclusión competitiva. Las ventajas del pastoreo mixto para controlar las especies duras y obtener un tapiz saludable han sido extensamente documentadas. En general, hay acuerdo en señalar que cargas ovinas moderadas conducen a un mejor aprovechamiento del recurso campo natural y constituyen un excelente complemento productivo y económico para la ganadería vacuna.

Por su versatilidad, capacidad de diversificar ingresos, complementariedad con el vacuno y otros rubros, competitividad en diversas zonas agroecológicas y desempeño en épocas de déficit hídrico, hay espacio para que crezcan en número y cantidad los sistemas ovinos dentro de las áreas ganaderas del país. Más ovinos, mejor aprovechamiento de los recursos, más ingresos para los sistemas ganaderos.

EL AUTOR. José Francisco Ramos es ingeniero agrónomo, técnico del SUL.

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