“La gravedad de estos impactos estará influenciada no solo por el tamaño del brote y el tiempo fuera de los mercados de exportación, sino también por la vulnerabilidad de una comunidad y su capacidad de recuperación”.

La fiebre aftosa es la espada de Damocles sanitaria de la ganadería mundial. Detectar la enfermedad en un establecimiento obliga a un importante despliegue para evitar su propagación. El impacto es sanitario, pero también productivo, comercial, de mercados e incluso sicológico, para el productor que lo sufre, su zona de influencia más inmediata, el país y la región.

Eso es lo que se ve hoy en Australia, importante productor ganadero, ante un foco detectado en indonesia, país próximo, aunque lo separan las aguas del océano Índico y el mar Timor.

Los funcionarios australianos responsables de cuidar la bioseguridad del país están en alerta máxima después de los informes de más de 2.000 casos de fiebre aftosa en Indonesia, hay temor de que un gran brote multiestatal afecte al país con costos millonarios en dólares, advierte el medio australiano ABR Rural.

El Consejo de Ganado de Australia emitió una declaración en la que manifiesta su compromiso con la ganadería de Indonesia: “Estamos comprometidos con Indonesia y también estamos trabajando en todas nuestras redes para establecer el apoyo que Australia y otras organizaciones globales y regionales pueden ofrecer para apoyar una respuesta rápida y efectiva”.

“Indonesia es nuestro vecino más cercano con quien compartimos una asociación comercial bilateral increíblemente importante. La proximidad de Indonesia tiene importantes implicaciones para nuestro sistema de bioseguridad y nuestro estado libre de enfermedades”, dijo el organismo.

Según ABC Rural, los informes de brotes de fiebre aftosa de Indonesia se producen en un momento en que los funcionarios de bioseguridad de Australia están poniendo recursos significativos en la enfermedad de la piel grumosa, que también se ha detectado en Indonesia.

En 2013, la Oficina Australiana de Economía Agrícola y de Recursos (Abares), divulgó una investigación que decía que un gran brote de fiebre aftosa en varios estados australianos generaría pérdidas millonarias, lo que se sumaría a un fuerte perjuicio financiero, impactos sociales, problemas de salud mental, reducción del bienestar, toda una serie de contrariedades para la cadena ganadera.

“La gravedad de estos impactos estará influenciada no solo por el tamaño del brote y el tiempo fuera de los mercados de exportación, sino también por la vulnerabilidad de una comunidad y su capacidad de recuperación”. Las últimas informaciones de la prensa australiana indican que Indonesia aún no declaró el brote oficialmente a la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE).

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