Daniel Kerner, director para América Latina de Eurasia Group, una consultora internacional de análisis político y económico, dijo que en nuestro continente la inflación tiene dos caras “importantes”, el lado político y el lado económico.

Hébert Dell’Onte | Pasaron dos años para lograr lo que queríamos, ganarle a la pandemia, pero resulta que cuando comienza a haber señales de que eso sucedió, estalló la guerra en el este europeo y las expectativas de comenzar a andar un camino hacia el crecimiento global se derrumbó frente a las nuevas dificultades causadas por el conflicto bélico motivado por la invasión rusa a Ucrania.

Es verdad y hay que tenerlo muy presente que aún no estamos totalmente liberados de la pandemia, los científicos advierten que puede surgir una nueva variante que cause estragos sanitarios y obligue a retomar las medidas de cuidado que ya conocemos. Ahora en China 13 ciudades han registrado casos y el Gobierno encerró 30 millones de personas como forma de combate a la enfermedad. Esa es la información oficial que damos por cierta, pero no podemos olvidar que se trata de un régimen con estricto control sobre disidentes, independientes, medios de comunicación y redes sociales, por lo cual no es fácil determinar la veracidad de la información que surgen fronteras adentro.

El hecho objetivo y comprobable es que las vacunas le van ganando a la enfermedad y en todo el mundo la vida vuelve a deseada normalidad.

Pero mientras eso empezaba a ocurrir y la humanidad creía que estaba ante un afloje de tensiones, el mundo dio un giro contra todo pronóstico y desafiando toda lógica: Rusia invadió Ucrania y desató un profundo desconcierto. A la muerte, costo evidente de toda guerra, se suma una crisis mundial múltiple que afecta todas las actividades humanas causando un gran caos como nunca vivió el mundo en toda su historia.

LAS ECONOMÍAS REGIONALES TIENEN POCOS RECURSOS PARA ENFRENTAR LA INFLACIÓN.

Una de las aristas de ese caos y que impacta gravemente en los países de América de Sur es la inflación que en Uruguay fue del 9,3% en los últimos 12 meses cerrados en marzo.

Algunos datos del ranking inflacionario en los últimos 12 meses a marzo: Argentina que ya arrastraba una situación compleja y la guerra agravó lidera con el 52,3%, le sigue Brasil (11,3%), Chile (9,4%), Uruguay (9,3%), Colombia (8,5%), México (7,4%), Perú (6,8%) y Ecuador (2,64).

América Latina es el continente donde el costo de vida subió más rápidamente, señala un informe de la BBC, y los gobiernos sufren serias dificultades para frenar la inflación. Eso se da en un contexto de creciente desconformidad por parte de la población de algunos países, como Perú cuyo Gobierno es blanco de diversas protestas sociales.

Daniel Kerner, director para América Latina de Eurasia Group, una consultora internacional de análisis político y económico, dijo a ese medio británico que en nuestro continente la inflación tiene dos caras “importantes”, que son el lado político y el lado económico.

“Uno es el descontento social, que ya era fuerte antes de la pandemia, pero que se agravó aún más con ella. Y después los países comienzan a recuperarse, pero con poco crecimiento y muy alta inflación. Los bancos centrales de América latina son de los que más han subido tasas de interés en el mundo”, señaló.

El problema es que “con la guerra se produce otro golpe inflacionario y esto se empieza a sentir muy fuertemente” porque los gobiernos tienen “pocos recursos para enfrentarla”.

Una muestra de esa situación es Perú, cuya situación conflictiva puede repicase en otros países: “Con esta inflación hay un alto riesgo de que las protestas en Perú puedan repetirse en otros países de América Latina”.

DESCONTENTO SOCIAL Y EL PROBLEMA DE LOS COMBUSTIBLES.

En ese sentido añadió: “Lo que vemos actualmente es que la discusión sobre qué hacer con el precio de los combustibles está en todos lados, está en Argentina, en Brasil, en México, en Perú y mientras siga el conflicto en Ucrania, que pareciera que va a continuar, la presión inflacionaria va a seguir” y “en ese contexto yo no veo que los gobiernos tengan mucho dinero para ayudar”.

Kerner comparó la situación actual con 2019 cuando estallaron conflictos sociales, solo que ahora es más grave: “Creo que ahora tenemos ese descontento (de 2019) agravado por la pandemia y por la inflación. Y por mucho que los bancos centrales suban las tasas de interés para controlar la inflación, ésta viene de afuera, entonces tampoco son muy efectivas. En general la mayor parte de los gobiernos de la región están en un contexto de reducir el gasto público”, comentó.

Además, no es sólo que “no están los recursos disponibles como para subir los subsidios” a los combustibles, sino que “a la gente no le importa si es por Ucrania o Rusia. Lo que siente la gente es que los combustibles están caros”.

La inflación no tiene por qué estar “desbocada”, alcanza con que se “mantenga en los altos niveles que tenemos ahora” para que haya “efectos” sociales y políticos, y “el efecto político más importante de una inflación alta es que aumenta el descontento social” de “los pobres y la clase media. Puede ser que algunos gobiernos lancen algunos programas sociales para ayudar a los más pobres pero las clases medias no van a recibir ninguna ayuda. Entonces yo creo que esto enoja a todo el mundo”.

PREPARARNOS PARA LO PEOR.

En la entrevista Kerner profundiza en las situaciones políticas y sociales de otros países, y cómo el descontento social incidirá en los diferentes gobiernos que tendrán que tomar decisiones como “más deuda y más impuestos” porque “la inflación tiene un impacto muy directo sobre la gente, sobre el electorado, y los gobiernos no pueden hacer mucho para contenerla y para dar soluciones”.

Además, los populismos tendrán tierra fértil y espacio para crecer con propuestas y promesas que no podrán cumplir, dijo.

En medio de todos esos fenómenos advertidos en la referida entrevista, Uruguay, país que cotiza todo su prestigio como serio y de medidas responsables, debe prepararse porque no somos inmunes a lo que pasa en el mundo o a nuestro alrededor y debemos tener el horizonte claro para que la tormenta no nos desvíe.

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