Además de Uruguay fueron llamados científicos de otros países con el común denominador de “representar tres países que cuentan con una larga tradición de instituciones sólidas” en investigación agropecuaria, “y que han servido de inspiración a muchas instituciones” del continente.

“La agricultura es una de las mayores actividades económicas del mundo y sostiene el desarrollo económico y el tejido social de muchos países. En el caso de América Latina y el Caribe (ALC), esta representa más del 5% del producto interno bruto (PIB) en veinte naciones. Sin embargo, la forma convencional de medirlo subestima la contribución del sector agropecuario al crecimiento y a la reducción de la pobreza, particularmente, cuando se tienen en cuenta todos los vínculos y sus efectos multiplicadores asociados, en los que el impacto y la contribución del sector es mucho mayor”. Así comienza el documento “Recomendaciones de buenas prácticas de gobernanza y gestión para las organizaciones modernas de I+D+i agropecuaria de América Latina y el Caribe”.

El texto de más de 40 páginas pertenece a la División de Medio Ambiente, Desarrollo Rural y Administración de Riesgos por Desastres del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y sus autores son Tom Richardson, Josep Monfort, Fabio Montossi, Gonzalo Muñoz y Álvaro García Negro.

Estudios realizados en 2007, 2008 y 2012, últimos años en que hay datos de insumo-producto desagregados, “el valor añadido del sector en porcentaje del PIB fue del 7,3 % en Perú, del 3,8% en Chile y del 2,9% en México”, sin embargo, “cuando se tuvieron en cuenta todos los vínculos del sistema agroalimentario, su valor añadido en porcentaje del PIB ascendió al 11,3%, 6,4% y 11,9%, respectivamente”.

“ALC es hoy la mayor región exportadora neta de alimentos del mundo, más que la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá juntos” con un crecimiento de la actividad agroalimentaria en la región.

El documento agrega que “el impacto esperado de la actividad agroalimentaria en la región está creciendo” y actualmente “se espera que los sistemas agroalimentarios de la región contribuyan a múltiples objetivos que trascienden la producción de productos primarios. Entre esos objetivos, se destacan cuatro”, dice, y los enumera: “1) el crecimiento y la diversificación de la economía, 2) el aumento del empleo y la reducción de la pobreza, 3) la mejora de la seguridad alimentaria y de la nutrición, y 4) la implementación de servicios ecosistémicos para promover una mayor capacidad de resiliencia frente al cambio climático”.

AVANCES TECNOLÓGICOS.

Por otra parte, en el inicio del libro, se subraya que “afortunadamente, se están produciendo muchos avances tecnológicos” en áreas nuevas como tradicionales. “Desde la data science, la biociencia, la agricultura digital, el machine learning y los sistemas de información geográfica, se están abriendo nuevas y apasionantes vías para que científicos y organizaciones científicas aborden estos retos”.

Pero ese avance tiene su contrapartida: “A casi ningún instituto de investigación le resulta fácil adaptarse, mantenerse relevante y mejorar su contribución positiva a los avances económicos, sociales y ambientales”. Pero es una “necesidad imperativa” para las instituciones de investigación el poder “alcanzar estos objetivos, el compromiso con la mejora y evolución continua”.

BID REUNIÓ DESTACADO EQUIPO DE INVESTIGADORES.

En base a las consideraciones anteriores, entre otras, el BID presentó un informe técnico que “pretende desmitificar las dificultades del proceso de transformación del ecosistema de la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) a partir del conocimiento de las buenas prácticas globales de tres expertos cuyos países han emprendido un largo viaje para mejorar sus sistemas nacionales de I+D+i agropecuaria”.

Para eso el BID reunió al equipo de consultores formado por Fabio Montossi, Josep Monfort y Thomas Richardson, quienes fueron directores generales durante muchos años del INIA de Uruguay (www.inia.uy), el Instituto de Investigación y Tecnología Alimentarias (IRTA) (www.irta.cat) y Scion (www.scionresearch.com), y AgResearch (www.agresearch.co.nz) en Nueva Zelanda, respectivamente.

Los científicos mencionados “representan tres países que cuentan con una larga tradición de instituciones sólidas de I+D+i agropecuaria y que han servido de inspiración a muchas instituciones de ALC. Pero aún más importante es que estos países han querido transformar sus instituciones y estos autores han desempeñado un papel clave en hacer efectiva esa transformación.

ACCEDA AL DOCUMENTO.

El siguiente enlace permite acceder a “Recomendaciones de buenas prácticas de gobernanza y gestión para las organizaciones modernas de I+D+i agropecuaria de América Latina y el Caribe”: Recomendaciones de buenas prácticas de gobernanza y gestión para las organizaciones modernas de I+D+i agropecuaria de América Latina y el Caribe | Publicaciones (iadb.org)

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