Javier Chá: En Uruguay el caballo “no conoce otra historia que estar asociado al ser humano y sus actividades. Esa sociedad le plantea algunos sacrificios, es verdad, pero le reporta enormes beneficios, en su salud, alimentación y cuidados”.
El caballo es “símbolo de unidad nacional, de entrega y nobleza, merece mucho más, que ser usado como otro motivo para enfrentarse y discutir sin perspectiva”, escribió Chá. El siguiente es el artículo completo.
¡VOLVIERON LAS JINETEADAS! Y VOLVEMOS A LAS DISCUSIONES QUE EMPOBRECEN.
Javier Chá | Hay 425 mil caballos en Uruguay.
Somos el segundo país en el mundo en la relación caballos por habitante 8 habitantes – 1 caballo.
Están dedicados al trabajo de campo, se producen para vender y exportar como animal deportivo, se dedican a exhibición y compañía. También es un animal de faena y su carne no se consume a nivel interno, es exportada en su totalidad a países europeos.
Una gran parte se dedica a los deportes ecuestres, el raid, el enduro, el turf, equitación, destrezas, marcha, etc.
Uruguay es primer país de toda América, en cuanto a la popularidad de los deportes de a caballo, fundamentalmente sus carreras.
El caballo es un símbolo nacional, su historia y sus deportes han generado una industria, una cadena productiva, una cultura y un movimiento social enorme de uruguayos que en su vida están relacionados con él.
El caballo no es un animal autóctono, al igual que el ganado, fue introducido. Y vive desde hace siglos asociado al hombre.
En el caso uruguayo, no conoce otra historia que estar asociado al ser humano y sus actividades. Esa sociedad le plantea algunos sacrificios, es verdad, pero le reporta enormes beneficios, en su salud, alimentación y cuidados.
En nuestro territorio, nunca se ha conocido al caballo como animal salvaje, ni hay espacio previsto para ello.
En algunos territorios de Estados Unidos y de Australia, viven en estado salvaje. Sin depredadores de porte, se reproducen libremente y se transforman en especie problemática, que compite por pasturas y genera perjuicios para otras especies.
En Australia, el caballo salvaje es considerado prácticamente una plaga, una especie invasora cuyo número pone en riesgo a una parte de la fauna autóctona.
Los propios científicos consideran la necesidad de limitar drásticamente su población mediante el sacrificio masivo.
La única forma de analizar de forma útil los problemas complejos, es poder desarrollar una mirada lo más amplia posible del fenómeno en su integralidad.
Si en Uruguay se prohibieran los deportes ecuestres, se produciría la desaparición de una enorme industria, se perderían decenas de miles de empleos, se desarticularía una actividad considerada positiva para el país y promovida por el Estado.
Sería un éxito total la faena, ya que la mitad de los caballos seguramente irían derecho al frigorífico, pues no tendrían lugar, ocupación ni destino.
Por tanto, ese camino sencillamente no existe, ni vale la pena imaginarlo.
Las jineteadas en Uruguay es un deporte nacional reconocido por Ley en el año 2006, que fue votada por unanimidad en el Parlamento. Se trata de una tradición muy arraigada y representativa de una cultura a la que hay que acercarse con respeto y vocación de diálogo, para poder avanzar en conjunto hacia mejores conceptos y mejores prácticas.
Reclamar al grito la prohibición no es un camino, al revés, es quedarse sólo en eso.
El empuje y el compromiso con el bienestar del caballo implica progresar de una forma socialmente positiva, no puede significar desarticulación social y económica, enfrentamientos culturales o territoriales y tampoco la negación que implica no valorar las consecuencias.
¿Por qué no encaminar nuestras energías en aprobar normas que protejan su bienestar asociado al ser humano, que mejore el trato, que actualice las prácticas, que limite conductas y sancione a quienes incumplen?
¿Por qué no apelar al diálogo y al consenso sobre normas acerca del caballo y sus derechos, el buen trato, sus deportes y los límites necesarios para apartar o aleccionar conductas no deseadas?
¿Por qué no proponer una ley que establezca en concreto los preceptos generales a seguir en el trato y respeto por al animal más representativo de nuestra historia?
Luego todos los reglamentos y prácticas de los distintos deportes deberían cumplir y aplicar lo legalmente dispuesto, para no ser sancionados.
¿Por quíe no designar una entidad de control que supervise los reglamentos y el desarrollo de la actividad para que se respeten las condiciones establecidas?
O sea, ¿por qué no regular aquello que puede ser regulable, mejorable y controlable?
¿Y por qué no discutirlo entre todas las entidades y aprobar un compromiso de todos a presentar en el Parlamento?
Sería un camino de progreso colectivo, de encuentro y mutua comprensión entre los actores, que beneficiaría mucho más al país y a sus caballos.
Prohibir las jineteadas, más allá del poder simbólico del titular, no beneficia a nadie, ni al propio animal.
En Uruguay existen otras actividades que tienen como sujeto al caballo y su sometimiento, que son muchísimo más crueles.
No hemos logrado liberar al caballo de ser un animal de tiro destratado hasta el hartazgo en nuestra propia realidad urbana.
Es un animal de faena y sigue siendo cuestionable la forma en que se les transporta y las condiciones que sufren en el período previo a ser sacrificados.
No hay una definición institucional seria y clara acerca de la práctica del sangrado de yeguas, que las propias autoridades responsables a nivel del Estado, eluden olímpicamente.
¿Qué opina la propia Facultad de Veterinaria? ¿Cómo se inscribe en su código de ética?
El camino posible y deseable, es informarse mucho, discutir, acordar y legislar desde una mirada integral.
Las soluciones progresistas deben tener la vocación y capacidad de integrar e integrarnos, como requisito básico para crecer como comunidad.
Por tanto, nos debemos y nos merecemos un debate más profundo y serio.
Porque además, el propio caballo como símbolo de unidad nacional, de entrega y nobleza, merece mucho más, que ser usado como otro motivo para enfrentarse y discutir sin perspectiva.
(*) EL AUTOR – Chá fue director general en Dirección General de Casinos del Estado, exdiputado suplente por el Frente Amplio. Ha declarado no ser adepto a las jineteadas, pero es un entusiasta defensor del caballo que cumple diversas actividades en conjunto con el hombre.
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