El intercambio de niños del interior visitando Montevideo, como los de Montevideo el interior, son experiencias formativas que se marcan a fuego, nunca se olvidan, y quedan en lo mejor de la memoria por toda la vida.

Hébert Dell’Onte | Aunque en Montevideo hay muchas personas que desean poder retirarse al interior para disfrutar de su calma, en el interior son muchos quienes viviendo en ciudades, pueblos o parajes de cualquier punto del país quisieran tener la posibilidad de conocer la capital. En la vida se dan esas situaciones permanentemente, unos que quisieran poder ir y otros venir.

El escritor uruguayo Juan José Morosoli (1889 – 1957) describió algo de eso en el cuento “El viaje hacia el mar” que años después (2003) fue llevado al cine con la participación de destacados actores como Hugo Arana, Diego del Grossi, Julio César Castro, César Troncoso, Héctor Guido y Julio Calcagno.

El argumento del cuento y su adaptación hecha película que logró reconocimientos internacionales, trata de un grupo de amigos que no conocen el mar. Ese mar es la forma simbólica de decir que nunca viajaron, que nunca salieron de su lugar, de ahí donde viven y han pasado todos sus años.

Morosoli nos muestra cómo los personajes se sorprenden por la inmensidad del mar. Pero en el mundo real también hay quienes se sorprenderían por la inmensidad de nuestros campos.

Hoy el mundo cambió, es más fácil ir o venir, pero de lo que se trata es de que los niños crezcan conociendo todo cuanto sea posible el país en el que viven. Que aquellos niños que nunca salieron del cemento puedan disfrutar de lo que el interior tiene para ofrecerles, y a cuanto más interior accedan mejor. No hay como despertar al amanecer con el canto de los pájaros, ni el atardecer escuchando el mugido o el relincho lejano, son cosas que no se pueden contar y que sólo se sienten si se viven.

Tampoco se puede contar el sonido ni el olor del mar, subir al Mirador Municipal, disfrutar de la vista desde el Cerro de Montevideo, o emocionarse en el estadio Centenario cuando ves jugar a tus ídolos entre miles en un solo corazón.

Algo de esto último fue lo que sucedió el jueves 24, día en que la selección de Uruguay enfrentó a la de Perú y clasificó para el Campeonato Mundial en Catar. En un esfuerzo de varias instituciones un grupo de niños de escuelas rurales de Durazno se reunieron en Blanquillo para desde allí partir a Montevideo. Fueron 40 niños de siete escuelas que tuvieron la oportunidad de visitar la capital, conocer el Palacio Legislativo y alentar a Uruguay en un Centenario colmado.

Álvaro Aguiar, periodista de Durazno, informó el hecho a través de su cuenta de Twitter donde también publicó fotografías. Las siete escuelas son Cerrizuelo, La Alegría, Paso Castro, Sauce de Herrera, Chileno Grande y Chico y Rolón.

El viaje fue posible gracias a la Sociedad Rural de Durazno y la colaboración de la Asociación Uruguaya de Fútbol, la Intendencia de Durazno, Anep y empresas privadas entre otros, informó Aguiar que también destacó la financiación gracias al bono que se vendió en el ingreso a la última edición de la Expo Durazno.

Los niños ya están en sus casas y el lunes retomarán sus estudios, la vida seguirá igual para todos, pero ellos nunca olvidarán esa experiencia.

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