Convencer al consumidor de las bondades de la lana.
Los bajos ingresos de la lana se explican por la preferencia por los sintéticos. Corregir eso requiere de dos herramientas: que el consumidor conozca los beneficios de usar lana y que los sintéticos paguen un arancel.
Wellington, Nueva Zelanda | Todo El Campo | En Nueva Zelanda, al participar de un concurso de ideas innovadoras, Matthew Coogan, estudiante de agronegocios, obtuvo el tercer lugar por presentar un material aislante alternativo hecho de lana. “Los consumidores pagan más por el café y el chocolate de origen ético. Por tanto, es necesario abordar los productos de lana de la misma manera: convencer al consumidor cotidiano de que la lana es un producto premium, que vale un precio superior”, expresó.
Dado que el precio de la lana se mantiene bajo, tanto los agricultores como los fabricantes están buscando formas innovadoras de mejorar su valor.
Al igual que el estudiante de la Licenciatura en Agronegocios, Matthew Coogan, quien recientemente obtuvo el tercer lugar por presentar un material aislante alternativo hecho de lana de Nueva Zelanda en la Competencia de Grandes Ideas organizada por la Universidad de Massey en setiembre.
Coogan, que tiene una ferviente pasión por el sector de los alimentos y las fibras, dijo que su idea se originó en la pequeña ciudad en la que se crió, a 10 minutos al norte de Taihape, una ciudad ubicada en la Isla Norte de Nueva Zelanda y con mucha actividad agropecuaria.
“Conocer el trabajo que requiere producir esta increíble fibra, y al mismo tiempo saber que está tan infrautilizada, los que estamos en la industria y yo nos sentimos frustrados”, contó. Por eso, su esfuerzo, entre muchas personas, para abordar algunos de los problemas que enfrenta la industria del sector.
El aislamiento a base de lana mejoró la experiencia de los instaladores, aisló naturalmente las casas y ayudó al medio ambiente, resaltó.
“Los consumidores ahora están dispuestos a pagar una prima por el café y el chocolate de origen ético”, por tanto también “necesitamos abordar los productos de lana de la misma manera: convencer al consumidor cotidiano de que la lana es un producto premium, que vale un precio superior”.
ARANCEL PARA EL SINTÉTICO.
Daryn Pedersen, propietario y operador de Wool Wairarapa, con sede en Waingawa (Isla Norte), dijo que los precios de la lana son bajos, pero que han mejorado ligeramente desde un mínimo de diez años en 2022.
Agregó que el aumento no llega a colocar los precios ni cerca de donde deberían estar.
Dado que cada oveja produce de dos a tres kilogramos de lana y la esquila cuesta alrededor de 5 dólares por animal, sigue habiendo pocos incentivos monetarios.
Atribuyó los bajos ingresos de la lana a las alternativas sintéticas.
A menos que haya una transformación radical en la regulación gubernamental o en la innovación, dijo que no habrá un cambio significativo en los precios.
“Necesitamos un ángulo completamente diferente porque tradicionalmente las lanas fuertes solo se encuentran en las alfombras, la tapicería y el aislamiento”, planteó, y dijo que los sintéticos llegaron a los mercados y seguían cortando la industria de la lana por los pies.
Explicó que sus clientes querían usar lana en sus casas, pero optaron por la versión sintética “porque era como la mitad del precio”, y criticó que “las políticas gubernamentales permiten el uso de fibra sintética para competir contra ella”.
“Necesitamos una regulación gubernamental: la fibra sintética va a tener que tener un arancel o algo parecido”, sugirió.
Pedersen dijo que ciertos nichos de mercado hacen más atractivo el uso de lana y citó sus propiedades biodegradables. La lana, “si se tira, se convierte directamente en tierra”, pero “la alfombra sintética tarda unos 400 millones de años en descomponerse”. En base a artículo de Kate Judson en Stuff, con adaptaciones para Todo El Campo.