Científicos instan a cambiar la política de cannabis hacia un enfoque de salud pública.

Científicos instan a cambiar la política de cannabis hacia un enfoque de salud pública.

Los consumidores de cannabis a menudo carecen de información de calidad sobre sus efectos y la mejor manera de reducir el riesgo.

Ellen Goldbaum | Nueva York, EE.UU. | Universidad de Bufalo | Todo El Campo | Millones de estadounidenses consumen cannabis para tratar una gran cantidad de problemas de salud. Rara vez están bajo la supervisión de un proveedor de atención médica y su acceso a información de calidad sobre las sustancias que consumen y sus riesgos potenciales es, en el mejor de los casos, limitado.

Un artículo publicado el 23 de octubre en el American Journal of Public Health, la revista oficial de la Asociación Americana de Salud Pública, por investigadores de la Universidad de Bufalo (UB) llama la atención sobre esta situación preocupante y potencialmente peligrosa, que dicen es el resultado de un entorno político históricamente impulsado por la política, no por la ciencia.

El documento explica por qué es necesario un cambio en las políticas de cannabis hacia un enfoque de salud pública en lugar del enfoque predominante y más punitivo que impulsa la abstinencia en lugar de la educación pública. Ahora que el cannabis es legal hasta cierto punto en la mayoría de los estados, dicen que el caso de tal cambio es aún más urgente.

“El cannabis legalizado es un tren de carga que viene por las vías y la salud pública va a ser completamente atropellada si solo está configurado, como dice el eslogan, para ‘simplemente decir no’”, dice Daniel J. Kruger, autor principal del artículo y profesor asociado de investigación de medicina de emergencia en la Escuela Jacobs de Medicina y Ciencias Biomédicas de la UB. También es investigador del Instituto Clínico y de Investigación en Adicciones de la UB.

“Estamos diciendo que se debe avanzar hacia la reducción de daños y la promoción de la salud, utilizando las herramientas con las que los profesionales de la salud pública ya están familiarizados”, agrega.

Kruger y sus coautores entienden que el modelo ecológico social (SEM, por sus siglas en inglés) de la salud pública, que analiza comportamientos específicos en múltiples niveles, es adecuado como un marco integral con el que se deben desarrollar políticas para el cannabis. El modelo proporciona una forma de estudiar la gama de productos de cannabis, sus efectos en la salud humana, el comportamiento del individuo que los consume, así como el entorno social en el que funcionan, y las organizaciones y políticas que rigen esos comportamientos.

A DIFERENCIA DEL TABACO O EL ALCOHOL.

Descubrir cómo desarrollar políticas de cannabis que salvaguarden la salud pública es fundamentalmente diferente a desarrollar políticas para el tabaco o el alcohol, señalan los investigadores.

“Mientras que el alcohol, por ejemplo, es solo una cosa, hay cientos de compuestos psicoactivos diferentes en el cannabis y todos hacen cosas diferentes”, dice Kruger. “Es importante modelar los cannabinoides individualmente. Estamos empezando a saber en qué se diferencian unos de otros”.

La falta de información fidedigna sobre el cannabis y las grandes disparidades en la forma en que los diferentes estados lo regulan presentan un desafío adicional.

“Sería genial si hubiera políticas federales que no fueran la criminalización del cannabis”, dice Kruger. “En este momento (en Estados Unidos), hay más de 50 estados y territorios, todos los cuales tienen una mezcolanza de reglas y políticas que no se coordinan. Puede haber productos que ingresan a un estado desde otro que podrían no tener las mismas regulaciones».

Y a pesar del establecimiento de dispensarios regulados por el Estado, como en el Nueva York, muchos consumidores de cannabis siguen obteniendo el producto de forma ilegal.

El cannabis está clasificado por el Gobierno federal como una sustancia controlada de la Lista I, lo que indica que es probable que se abuse de él y no proporciona ningún beneficio médico, incluso bajo supervisión médica. El artículo señala que estas caracterizaciones contradicen directamente la evidencia empírica.

Los investigadores dicen que los consumidores de cannabis a menudo carecen de información de calidad sobre sus efectos y la mejor manera de reducir el riesgo. Pueden acceder a información de amigos o familiares, y la mayoría de los que la usan con fines medicinales nunca divulgan esa información a sus proveedores de atención médica.

EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA.

Por esa razón, señala Kruger, la educación pública debería desempeñar un papel importante, un punto que se destacó en el reciente informe sobre el cannabis de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (*).

La gente necesita saber cosas básicas, explica Kruger, como la cantidad de THC que hay en un producto específico y la cantidad que alguien debe tomar. Dice que los consumidores a veces comienzan con una dosis baja y luego toman más porque el cannabis puede tener un efecto retardado cuando se ingiere. Las dosis adicionales pueden causar efectos no deseados, como ansiedad, paranoia y pánico.

Utilizando el THC-O como caso de estudio, los investigadores muestran que con este producto, como con muchos otros productos de cannabis, es difícil encontrar información fiable. Aunque se ha recomendado que vaporizar cannabis o consumirlo comestible puede ser más seguro y producir efectos menos potentes que las técnicas de reducción de daños, en el caso del THC-O, vaporizarlo puede producir ketene, el gas tóxico que causa el mismo tipo de lesión pulmonar que causa el vapeo.

Los indicios recientes de que las agencias reguladoras de EE.UU. pueden cambiar el cannabis a una sustancia de la Lista III desde la Lista I es un paso positivo, dicen los autores, que puede, a su vez, hacer más probable que las políticas de cannabis puedan estandarizarse en todo el país.

“Necesitamos tener políticas científicamente informadas”, concluye Kruger, “y para eso necesitamos investigación; Necesitamos ensayos clínicos, pero no solo ensayos clínicos. Necesitamos hacer otros tipos de investigación para examinar cómo las personas están usando el cannabis y qué beneficios o daños están experimentando para cumplir con la verdadera misión de la salud pública: maximizar los beneficios y minimizar los costos, riesgos y daños para el individuo y la sociedad”.

Los coautores con Kruger incluyen a Jessica S. Kruger, profesora clínica asociada de salud comunitaria y comportamiento de salud de la Escuela de Salud Pública y Profesiones de la Salud, y Carlton CB Bone de la Universidad Estatal de Portland.

Artículo de University at Buffalo

Foto de portada: midiamax.com.br

(*) Acceda al informe sobre el cannabis de las Academias Nacionales

ONU publicó documento que refiere al fracaso de la legalización de la marihuana.

ONU publicó documento que refiere al fracaso de la legalización de la marihuana.

El objetivo era disminuir o eliminar el crimen organizado que se dedica a la venta de cannabis y no se ha logrado. El documento menciona o cita a Uruguay -donde la marihuana fue legalizada por el expresidente José Mujica en 2013- 50 veces.

Hébert Dell’Onte | Montevideo | Todo El Campo | Desde hace años la sociedad uruguaya debate sobre la pertinencia de legalizar el consumo de drogas, particularmente una que se supone es menos dañina, la marihuana, como forma de controlar su distribución. Sin embargo los resultados no han sido en el sentido de quienes impulsan esa media ya que todo indica que aumenta el consumo y no reduce los mercados ilegales, además de que disminuye la percepción del riesgo de consumirla.

El último “Informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes para 2022”, (*) un documento de más de 150 páginas al que accedió Todo El Campo señala que la legalización de la marihuana no redujo, allí donde se aprobó, el consumo de drogas ni los mercados ilícitos.

El documento sobre drogas, publicado este jueves 9 de marzo, se elabora anualmente por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), un organismo independiente y cuasi judicial constituido por expertos en la materia.

En el texto se expresa preocupación por la expansión de la industria del cannabis, que comercializa los productos a base de esa sustancia de una forma que atrae a la juventud y le resta importancia a los daños que puede causar el consumo del cannabis de potencia elevada.

Entrevistado por Noticias ONU, el vicepresidente segundo de JIFE, César Arce Ríos, expresó: “Vemos con preocupación la trivialización con respecto al uso no médico del cannabis, la tendencia a su legalización, principalmente en Latinoamérica y parte de Europa”.

Destacó que legalizar drogas con fines recreativos contraviene la Convención Única de Estupefacientes de 1961, en su artículo cuarto, que clasifica al cannabis como una sustancia altamente adictiva y prohíbe todo uso no médico o científico.

César Arce Ríos

INCONGRUENCIA DE DATOS.

La legalización “parece dar lugar a un incremento del consumo, sobre todo en la juventud”. Arce explica por qué se utiliza la palabra ‘parece’ que relativizaría la contundencia del análisis. Dijo que se usa ese término porque “no tenemos datos oficiales, tenemos datos oficiosos de países donde hay legalización y la información no es congruente”.

Explicó esa incongruencia: “Por ejemplo, tomamos los datos de un país que informa que se ha estancado o ha disminuido el consumo, pero por el otro lado hay mucha venta e importación de cannabis, es decir, no coinciden los datos. Y, por otro lado, tenemos informes de ONG que indican que el consumo ha crecido. Por eso usamos la palabra ‘parece’, hasta tanto no tengamos un informe oficial y congruente de los países, no queremos afirmar que el consumo ha aumentado”.

No obstante, los datos extraoficiales muestran que en las jurisdicciones donde se ha legalizado, el consumo de marihuana ha aumentado entre 9% y 15% con respecto a los lugares donde su uso lúdico sigue prohibido.

El informe de la JIFE destaca que los mercados ilegales de marihuana siguen activos en las jurisdicciones donde se ha legalizado el consumo, pese a que la legalización apostaba a desarticularlos. Según los datos disponibles representan el 40 % en Canadá, casi el 50 % en Uruguay y el 75 % en California.

Esos mercados prevalecen porque venden a precios más baratos y un producto con mayor contenido de THC, que es el componente psicoactivo del cannabis.

El estudio sostiene que el incremento del consumo y de la potencia de algunos productos del cannabis está trayendo consigo efectos negativos para la salud y comporta riesgos sanitarios para las personas de todas las edades, y añade que entre 2000 y 2018 las admisiones relacionadas con la dependencia y la abstinencia esa droga se multiplicó por ocho a nivel mundial, mientras que las admisiones debidas a trastornos psicóticos relacionados con la marihuana se cuadruplicaron.

NO SE HAN ALCANZADO LOS OBJETIVOS.

El vicepresidente de la JIFE insistió en que la legalización del cannabis no ha cumplido con lo que se proponía: “El objetivo era disminuir o eliminar el crimen organizado que se dedica a la venta de cannabis y no se ha logrado, inclusive ha crecido en algunos países. También se pretendía tener un mercado regulado y controlado para que el cannabis no llegara a los menores, y tampoco se ha cumplido”.

Respecto a Latinoamérica, donde el principal problema es el consumo de pasta básica de cocaína, Arce dijo que “podemos considerar que es una epidemia”, y añadió que es popular porque es barata y muy adictiva, pero también “muy nociva”.

Uruguay, donde se legalizó la marihuana con el argumento de sacarle mercado al narcotráfico, es uno de los países que se fracasó, dijo Arce.

*Acceda al documento completo: Report of the International Narcotics Control Board for 2021 (incb.org), en inglés.

Nacho Obes: Para ser rockero no tenés que drogarte.

Nacho Obes: Para ser rockero no tenés que drogarte.

“El rock no se demuestra con drogas. Acá no hay que probarle nada a nadie. Yo soy artista. Mi trabajo es viajar, tocar, cantar, ocasionalmente en televisión o radio y grabar. Mi trabajo no es ni fumar ni tomar. Un pibe de 15 años con un porro en la puerta del liceo, no lo festejo”.

Hébert Dell’Onte | Parte de la sociedad despotrica contra las redes sociales porque son un arma de agravios y ataques, cuando no insultos permanentes, a veces en un marco de intolerancia y hasta violencia de difícil digestión.

Pero la clave está en saber a quien leer, a quien seguir, de quien hacerse “amigo”. Los aportes de algunos políticos, artistas, actores sociales en general y de todas las disciplinas, incluso de ciudadanos anónimos que a veces opinan tras un seudónimo, pueden ser enriquecedores. Eso es lo bueno que tiene esta explosión de la comunicación a través de Twitter, Facebook, Instagram y muchas otras herramientas similares. Todo depende de lo que cada uno elige leer o mirar.

El martes 26 de abril, Nacho Obes (foto), reconocido artista uruguayo que además se abre camino dentro como fuera de fronteras, escribió en su cuenta de Twitter que cuando pasó frente al liceo 28 de Pocitos vio un grupo de adolescentes muy jóvenes fumando marihuana en la puerta de ese centro de estudio: “Pasé caminando por la puerta del liceo 28 en Pocitos. Los chiquilines de 14, 15 años fumando faso en la puerta literalmente. Son niños. ¿Estoy loco o algo anda muy mal?”, se preguntó.

Al momento de escribir este artículo, la publicación de Obes cuenta con casi 3.200 me gusta, casi 470 retweets y una larga fila de respuestas que van en todo sentido y todo color.

Hay quienes politizan el tema buscando responsabilidades, pero el fondo del asunto no pasa por ahí sino de una realidad que preocupa y que debe ser atendida, pues aunque no se informe debidamente es sabido que la marihuana hace mal y por supuesto que esos muchachos de 14 o 15 años se están haciendo un gran daño.

Lo paradójico e imperdonable de esto es que sea en la puerta de un liceo, “literalmente”, aclara y enfatiza el músico. Frente a eso uno se pregunta de inmediato dónde están los responsables de ese liceo, dónde el personal administrativo, el servicio de portería. Claramente no estaban cumpliendo con su trabajo.

Los centros de estudio deberían ser los lugares más seguros y sanos que una sociedad debe tener. Seguros y sanos en el sentido más amplio de esos conceptos.

Además de denunciar el hecho sobre el cual las autoridades de la educación deben tomar nota y actuar en consecuencia, Obes profundizó sobre el asunto con un par de comentarios más que bien valen la pena mencionar y que no necesitan explicación ni comentarios.

El miércoles 27 escribió: “El rock no se demuestra con drogas. Acá no hay que probarle nada a nadie. Yo soy artista. Mi trabajo es viajar, tocar, cantar, ocasionalmente en televisión o radio y grabar. Mi trabajo no es ni fumar ni tomar. Un pibe de 15 años con un porro en la puerta del liceo, no lo festejo”.

Y minutos después: “Querer copiar lo que hacía Ozzy Osbourne, o Axl Rose es querer copiar sus desgracias. Ellos tuvieron que cambiar sus vidas. En Dóberman había dos personas alcohólicas y así nos fue. Desaparecimos. Cuando quisieron tocar por la legalización de la marihuana me fui”.

No queda nada por decir, sólo que nuestra sociedad necesita referentes juveniles de esa talla, existen, están, hay que saber buscarlos y darles visibilidad.

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