Es un bono pionero porque es innovador, único en el país y en el mundo, destacó Arbeleche. Añadió que es la primera vez que las finanzas y el ambiente se entrelazan.
Del total de la emisión, unos 1.000 millones de dólares fueron realizados a cambio de efectivo y la demanda superó ampliamente el monto emitido, mediante 188 inversionistas de Estados Unidos, Europa, Asia, y Latinoamérica.
A pesar del contexto de alta incertidumbre global, Uruguay logró conseguir financiamiento de gran escala, a plazos intermedios, mediante un instrumento innovador, destacó la ministra Azucena Arbeleche.
Tal como informa el sitio oficial de Presidencia, Arbeleche realizó el anuncio en la tarde de este viernes 21 en Torre Ejecutiva, acompañada por los ministros de Ambiente, Adrián Peña, y de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini; el subsecretario de Ganadería Agricultura y Pesca, Ignacio Buffa, y la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Carolina Ache.
La emisión al mercado global de un nuevo bono indexado a indicadores de cambio climático (BIICC) fue realizada este jueves 20, en dólares, y con vencimiento final en 2034. Asimismo, se realizó una oferta de recompra de bonos globales en dólares de menor plazo.
Entre los objetivos de la operación están completar las necesidades de fondos del Gobierno en el mercado internacional, y vincular la estrategia de financiamiento soberana con los objetivos ambientales de Uruguay, con la implementación de un nuevo mecanismo simétrico de ajuste en la tasa de interés que indexa el costo de capital al logro de las metas climáticas y de conservación del capital natural del país.
Además, la operación apuntó a diversificar la base de inversionistas y mitigar el riesgo de refinanciamiento y aumentar los plazos promedio de la deuda.
En el diseño del bono participaron los ministerios de Economía y Finanzas; Ambiente; Ganadería, Agricultura y Pesca; Industria, Energía y Minería, y Relaciones Exteriores. El proceso obtuvo la asistencia técnica y financiera del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
La transacción se ejecutó en un solo un día y comprendió, además de la emisión de un nuevo BIICC global en dólares con vencimiento final en 2034, la oferta de recompra de los bonos globales en dólares con vencimiento final en 2024, 2027, y 2031, conocidos como «bonos elegibles».
La emisión alcanzó unos 1.500 millones de dólares, de los cuales 1.000 millones de dólares fueron a cambio de efectivo, mientras que el remanente fue emitido para recomprar bonos elegibles. La demanda total llegó a unos 3.960 millones de dólares, con interés de 188 inversionistas de Estados Unidos, Europa, Asia, Uruguay y otros países de Latinoamérica. Unas 40 cuentas participaron por primera vez en una operación de Uruguay y muchas de ellas con un foco específico en emisiones de bonos sostenibles.
Es un bono pionero porque es innovador, único en el país y en el mundo, destacó Arbeleche. Añadió que es la primera vez que las finanzas y el ambiente se entrelazan, y la primera vez que en Uruguay se define un costo de financiamiento ligado al comportamiento ambiental. Para ello, hubo un largo trabajo de interacción con los inversores, indicó.
OBJETIVOS AMBIENTALES: REDUCCIÓN DE GASES DE EFECTO INVERNADERO Y CONSERVACIÓN DE BOSQUES.
La ministra explicó que el bono lanzado al mercado implica dos objetivos ambientales asociados. El primero de ellos es la reducción de gases de efecto invernadero y el segundo la conservación de bosques nativos. “El costo de la deuda tomada por Uruguay ayer estará ligado al cumplimiento de esos objetivos”, apuntó.
A su vez, esas dos metas adoptan los indicadores de los compromisos alcanzados en el Acuerdo de París y se medirán en 2025. Lo que está mostrando Uruguay con este producto innovador es que el ambiente importa y que tienen una consecuencia concreta si se cumplen o no, indicó.
Además, el instrumento permitirá al país disponer de una mayor información climática, con medición en una base anual, en el caso de los gases de efecto invernadero, y cada 4 años en lo que refiere a la forestación.
Consideró que es un instrumento importante porque, por un lado, alcanza al bienestar de los uruguayos, y por otro, porque el sello de calidad ambiental será cada vez más solicitado a la hora de concretar inversiones, productos y exportaciones.
AGENCIA RATING AND INVESTMENT INFORMATION, CALIFICACIÓN BBB+
En igual sentido, Arbeleche valoró como una señal de credibilidad y confianza en Uruguay, el aumento de la calificación crediticia a BBB+, realizado por la agencia japonesa Rating and Investment Information. Es importante porque hace que nuestro financiamiento sea más barato en términos relativos y permite destinar esos recursos en áreas prioritarias para el país, señaló.
La actividad contó con la participación de representantes del MGAP, los ministerios de Ambiente, Economía e Industria; también Inumet, INIA y la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República.
El jueves 16 de junio se realizó el taller de Ganadería y Mitigación, convocado por la Secretaría Nacional de Respuesta al Cambio Climático y el proyecto Ganadería y Clima. El objetivo del taller fue aportar insumos para el proceso de la elaboración de la segunda Contribución Nacional Determinada (NDC) que se está construyendo en el marco del acuerdo de París.
Al llegar, los asistentes explicaron por qué fueron invitados al taller, el objetivo de esa acción era poder elaborar un rápido perfil de quienes participaron. Enseguida, la coordinadora de la Unidad de Sostenibilidad y Cambio Climático del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca presentó como se construyó la primera NDC y cuáles son los avances en la construcción de la segunda NDC.
Luego el especialista Hyden Montgomery presentó cuáles son los avances a nivel mundial en cuanto a reducción de emisiones y captura de carbono en sistemas ganaderos.
Hyden centró su presentación en las oportunidades de secuestro de carbono en suelos de Latinoamérica y el Caribe.
A continuación, Verónica Ciganda, del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) presentó la situación de Uruguay y los aportes de esa prestigiosa institución para las estrategias de reducción de emisiones y la captura de carbono en ganadería.
Posteriormente se presentaron los resultados del proyecto ganadería y clima, donde se evidenció que mejorando la gestión del pastoreo se puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Seguidamente se trabajó en dos grupos donde los participantes se centraron en responder qué medidas se podían tomar para la reducción de emisiones y para la captura de carbono en la ganadería, en el marco de la segunda NDC.
Finalmente se realizó un intercambio entre ambos grupos. Para dar cierre a la actividad, se dio paso a Walter Baethgen de INIA quién valoró positivamente la instancia y agradeció a los participantes por sus aportes.
La actividad contó con la participación de representantes de los ministerios de Ganadería (MGAP), Ambiente (MA), Economía y Finanzas (MEF) y de Industria, Energía y Minería (MIEM), también del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet), INIA y la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República. (En base a reporte del MGAP).
Un estudio determinó que la región podría consolidarse como líder en el impulso de seguridad alimentaria y el avance hacia la sostenibilidad mediante buenas prácticas en el uso de los suelos.
Emplear las principales metodologías para medir las reservas de carbono del suelo y las emisiones de gases de efecto invernadero en el campo, el uso de la tierra y el secuestro potencial de carbono en el suelo al adoptar prácticas de manejo sostenible son clave en los esfuerzos para alcanzar la sostenibilidad.
Un estudio desarrollado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Centro de Manejo y Secuestro de Carbono de la Universidad Estatal de Ohio (C-MASC) titulado Secuestro de carbono en el suelo mediante la adopción de prácticas de manejo sostenible: potencial y oportunidad para los países de las Américas (*), proporciona una síntesis de conocimientos relacionados con el potencial de secuestro del carbono para los suelos de las Américas.
El trabajo fue desarrollado por un grupo de expertos liderados por Carlos Eduardo Cerri, de la Facultad de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (ESALQ/USP), Brasil, y Rattan Lal, director del Centro de Manejo y Secuestro de Carbono (C-MASC) de la Universidad Estatal de Ohio.
El estudio tiene como objetivo orientar los nuevos protocolos enfocados a frenar la degradación de las tierras, así como promover la salud del suelo y el secuestro de carbono en el suelo en el continente americano.
El uso intensivo de los suelos para satisfacer la creciente demanda de alimentos, fibra y energía ha ocasionado pérdidas de carbono del suelo y, en consecuencia, aumentado las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Por esta razón, es vital contar con prácticas sostenibles de secuestro de carbono en el suelo y agendas políticas bien encaminadas que deben elevarse hasta los niveles regionales y nacionales para ayudar a mitigar el cambio climático y contribuir a la seguridad alimentaria.
Parte de los hallazgos principales del documento son las prácticas de manejo sostenible prometedoras que se podrían adoptar en las Américas, tales como la labranza cero, los cultivos de cobertura, las enmiendas orgánicas, la restauración de pasturas mediante sistemas silvopastoriles y de cultivo-ganado-bosque integrados; y restauración de bosques, entre otros.
Al adoptar únicamente dos prácticas de manejo sostenible a gran escala, recuperación de pasturas y labranza de conservación, la acumulación potencial de carbono en el suelo de los países de las Américas se incrementaría durante 20 años en cerca de 2,68 Pg C (equivalente a 9,8 PgCO2). Este volumen representa cerca de 7.9 % de las emisiones anuales totales mundiales netas antropogénicas de gases de efecto invernadero debidas a la agricultura y el 4,1% de las emisiones globales debidas a la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra. En términos financieros, el potencial de secuestro de carbono estimado en la publicación corresponde de cientos de miles de millones a más de un trillón de dólares estadounidenses que podrían beneficiar a los productores y países de la región.
De acuerdo con el estudio, pequeños cambios en las reservas de carbono pueden tener impactos considerablemente positivos en la atmósfera y el cambio climático. Existen estimados recientes que muestran que el carbono del suelo representa el 25% del potencial de soluciones basadas en la naturaleza, del cual el 40% consiste en proteger el carbono existente en el suelo y el 60% es para reconstruir las reservas agotadas, que sitúa a los sistemas agroalimentarios como un punto fundamental para el mantenimiento de la seguridad alimentaria y climática global.
Otro hallazgo sustantivo del estudio radica en que la región de las Américas tiene un gran potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático y al establecimiento de estrategias de adaptación. Se han mostrado múltiples opciones para las prácticas de manejo sostenible que se podrían adoptar en la región para secuestrar el carbono y contribuir a mitigar el cambio climático, producir alimentos y otros beneficios ambientales, tomando en cuenta las diferentes preferencias sociales y los contextos económicos.
Para alcanzar este potencial secuestro de carbono en el suelo, se necesita establecer agendas técnicas y políticas nacionales e internacionales bien orientadas para fomentar y subvencionar la implementación de medidas prácticas y aplicables sobre la salud de los suelos y el secuestro de carbono. Además, las directrices para monitorear, verificar e informar los resultados son fundamentales para evaluar la eficacia de dichas medidas.
PROGRAMA SUELOS VIVOS PARA LAS AMÉRICAS.
El análisis es parte del programa Suelos vivos de las Américas; lanzado en 2020 por IICA y C-MASC, liderado por Rattan Lal y el director general de IICA Manuel Otero.
La coordinación estuvo a cargo del director de Cooperación Técnica de IICA, Federico Villarreal. Comparten la autoría del documento Mauricio Cherubin y Junior Damian, de la Universidad de São Paulo, y Francisco Mello, coordinador de la Secretaría Técnica de LiSAm, liderada por la Dirección de Cooperación Técnica del IICA.
El programa está conformado por una extensa red a la que pertenecen gobiernos, organizaciones internacionales, universidades, el sector privado y organizaciones de la sociedad civil que unirán esfuerzos para frenar la degradación de la tierra y, con ello, fomentar la salud del suelo y el secuestro de carbono, entre otros beneficios.
Los gobiernos de Brasil, Canadá, Chile, Colombia, El Salvador, México, Perú y Uruguay, así como las empresas Bayer, Syngenta y PepsiCo, como mecanismos de cooperación técnica y asociación de productores; ya se han unido a esta coalición que enfrenta la degradación de un recurso fundamental para la salud y la vida.
(IICA).
DESCARGUE EL DOCUMENTO.
A través del siguiente enlace se pude acceder al estudio (65 páginas) Secuestro de carbono en el suelo mediante la adopción de prácticas de manejo sostenible: potencial y oportunidad para los países de las Américas: BVE21128138e.pdf (iica.int)
Para luchar contra el cambio climático, una empresa de biotecnología ha modificado genéticamente un álamo, pero el árbol transgénico de rápido crecimiento se enfrenta a un largo camino hacia el uso en el mundo real.
En San Francisco, estado de California, Estados Unidos, una compañía de biotecnología trabaja en árboles de rápido crecimiento que puedan absorber rápidamente el dióxido de carbono atmosférico, y los primeros resultados experimentales ya se conocen. Son los álamos genéticamente mejorados que tuvieron un crecimiento 1,5 veces más rápido que los no modificados. La ciencia vegetal celebró la noticia, pero advirtieron que se necesita seguir investigando para que esos ejemplares puedan comenzar a trabajar en frenar el cambio climático.
Sophie Young, bióloga de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) que no participa del trabajo, dijo que sus colegas han dado “un gran primer paso”, pero hay que probar cómo resultan los álamos en la naturaleza: los árboles crecieron en un invernadero cuidadosamente controlado en lugar de al aire libre.
El artículo publicado en la revista científica Science explica que “científicos y ambientalistas promueven la plantación de árboles como una forma prometedora y fácilmente expandible de reducir los niveles atmosféricos de dióxido de carbono, la principal causa del calentamiento global. Los árboles, que son aproximadamente la mitad de carbono en peso seco, absorben el gas del aire y lo convierten en formas estables de carbono como la madera y las raíces”.
No hay dudas sobre el papel que cumplen los árboles en el cuidado del medio ambiente, pero el problema está en la rapidez con que pueden absorben carbono. “Una restricción clave es la tasa de fotosíntesis, el proceso bioquímico que utilizan los árboles para convertir el dióxido de carbono en azúcares y, en última instancia, en madera. Casi todos los árboles utilizan una forma relativamente ineficiente de fotosíntesis que produce un subproducto tóxico llamado fosfoglicolato, que las plantas deben eliminar a través de un proceso llamado fotorrespiración. Eso utiliza energía que de otra manera podría ir hacia el crecimiento”, dice el artículo fechado el 23 de febrero cuyo autor es Gabriel Popkin, periodista científico independiente.
Para atender ese problema y corregirlo, la compañía Living Carbon utilizó una bacteria para insertar genes de calabaza y algas verdes en álamos, esos genes extraños “permitieron a los árboles tener tasas de fotorrespiración más bajas y reciclar el carbono del fosfoglicolato en azúcares esenciales para el crecimiento”.
Stevee Strauss, genetista forestal de la Universidad Estatal de Oregón, Covallis, dijo que es la primera vez que ese mecanismo se aplica en árboles. Strauss integra el consejo asesor científico de Living Carbon y está colaborando con la compañía en la investigación.
Living Carbon, fundada en 2019, cultiva los álamos en lo que fue un estudio de grabación de música adaptado para el estudio científico, en San Francisco. Algunos de los árboles han crecido tanto que chocaron contra el techo.
Los ensayos duraron 4 meses, tiempo en el que los álamos incrementaron su peso 53% más que los árboles sin tratamiento genético.
Los datos son “alentadores, pero no son abrumadores”, opinó el biólogo de plantas Donald Ort de la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign, quien dirigió un proyecto similar de mejora del tabaco.
Pero Ort advierte que aunque los resultados de laboratorio son buenos, pueden fallar pruebas más realistas. “Los árboles mimados que crecen rápido en interiores pueden marchitarse en condiciones exteriores más duras o necesitar mucha agua y fertilizante para mantener altas tasas de crecimiento. Y una vez que los árboles cercanos comienzan a bloquear la luz solar, el crecimiento a menudo se ralentiza. Para probar la resistencia de los álamos de Living Carbon, Strauss ha comenzado a cultivar algunos en un campo en Oregón” y los resultados estarán en el próximo verano del norte (junio, julio, agosto).
En caso de que las pruebas de campo resulten como se desea, Living Carbon “podría enfrentar un largo proceso regulatorio para vender los árboles. En los Estados Unidos, los reguladores federales nunca han aprobado la liberación de un árbol diseñado para un crecimiento rápido”.
LOS INCONVENIENTES Y EL TIEMPO QUE NO TENEMOS.
Como ocurre siempre en estos casos, se han levantado voces contrarias a los árboles transgénicos. “Temen los impactos ecológicos no deseados”, además “la mayoría de los programas que certifican los productos forestales como sostenibles actualmente prohíben el uso de especies modificadas”, explica el artículo
Strauss dijo que esa situación crea “una prohibición de mercado casi de facto”; y considerando todas esas circunstancias y problemas, Ort estimó que el despliegue comercial de los árboles de Living Carbon puede estar a 10 o 15 años de distancia.
La urgencia de abordar la crisis climática supera los riesgos potenciales asociados con los árboles transgénicos, dijo Strauss: “No podemos darnos el lujo de esperar 30 años y asegurarnos de que nada pueda salir mal”, enfatizó.
El Fondo Verde del Clima y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) pondrán en marcha programa conjunto para mitigar aporte de ganadería de las Américas al cambio climático.
Según comunicó el IICA, trabajarán de manera conjunta en un proyecto tendiente a reducir las emisiones de metano de la ganadería de las Américas, que será financiado recursos del orden de los US$ 100 millones.
Aporte. El metano es uno de los principales gases de efecto invernadero (GEI). El primer paso de la iniciativa, que contribuirá al desarrollo de procesos productivos más eficientes y abrirá la oportunidad tanto al sector público como al privado de presentar sus proyectos, será la realización de estudios de factibilidad, gracias a un aporte que realizará el GCF de US$ 1,5 millones . Así lo anunció el Subdirector Ejecutivo del mayor fondo de financiamiento climático del mundo, Javier Manzanares, durante la ceremonia de toma asunción de Manuel Otero de su segundo mandato como Director General del IICA.
El GCF, con sede en la República de Corea, es un fondo creado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, con una cartera de aportes por US$ 20.000 millones.
Su misión es ayudar a países en desarrollo a desarrollar prácticas de adaptación al cambio climático y mitigación de sus efectos. El Fondo acreditó en julio pasado al IICA para implementar proyectos financiados por su cartera crediticia, lo que permite al organismo hemisférico acceder a recursos que apoyen iniciativas de adaptación y resiliencia climática de la agricultura y la ruralidad en los países de las Américas.
Dos meses más tarde, las dos instituciones firmaron un acuerdo para apoyar iniciativas de adaptación y resiliencia climática de la agricultura y la ruralidad en los países de las Américas.
Manzanares explicó que la agricultura es un sector crítico en la problemática del cambio climático, ya que es causante de un 25% de los GEI y, por otro lado, sufre sus consecuencias en forma de fenómenos meteorológicos extremos.
Recursos. “El IICA se ha convertido en un vehículo para atraer recursos del Fondo en materia de agricultura, bosques y otros usos de la tierra, ya que ha sido aprobada su acreditación y se firmó el documento legal para instrumentar este tipo de ayudas”, detalló el funcionario del organismo internacional.
Durante la última conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la COP 26 de Glasgow, el GCF se adhirió a la declaración que firmaron más de 100 países que se propone reducir en un 30% las emisiones globales de metano hacia 2030. “Si ese objetivo se consiguiese, el calentamiento global que está proyectado hoy se reduciría en 0,2 grados Celsius”, dijo Manzanares, quien consideró que el IICA tiene las atribuciones necesarias para ser un facilitador de la relación entre los ministros de Agricultura de las Américas y el GCF.
El funcionario también valoró el papel del IICA como puente entre el sector agropecuario de las Américas y los de otras regiones y, en ese sentido, elogió el establecimiento de relaciones con el continente africano por parte del Instituto.
“El IICA –añadió- también puede ser un socio relevante de los estados en los mercados de créditos de carbono, tanto obligatorios como voluntarios. Existen decenas de proyectos de calidad en el sector de agricultura, bosques y otros bosques de la tierra”.
Sostenibilidad. El Director General del IICA destacó la importancia de la noticia en el camino hacia una mayor sostenibilidad de la producción agropecuaria en las Américas. “El IICA –anunció- pondrá lo mejor de sus cuadros técnicos y su capacidad de diálogo para avanzar en una transformación, que solo puede ser sostenible, de los sistemas agroalimentarios de la región”.
Otero reafirmó el compromiso del IICA con los esfuerzos globales de mitigación del cambio climático y, especialmente, en el ámbito de la adaptación a sus consecuencias. “Con este proyecto –cerró- buscamos aumentar la eficiencia de los sistemas productivos en la cadena ganadera, que ha recibido muchas críticas y poca comprensión de los avances que se han realizado. Es un honor ser aliados del Fondo Verde del Clima”.