Todos tratan que el ambiente político sea bueno, correcto. Que ganadores y perdedores asuman sus roles sin escándalos. Sin embargo, el clima no es del todo normal.
Horacio Jaume | Montevideo | Todo El Campo | Terminaros las elecciones nacionales y faltan las departamentales.
Todos tratan que el ambiente político sea bueno, correcto. Que ganadores y perdedores asuman sus roles sin escándalos. Sin embargo, el clima no es del todo normal.
¿Por qué? No es común que la administración que pierde tenga una buena nota en su trabajo, tanto que el expresidente Luis Lacalle Pou goza del máximo de popularidad en lo que se refiere a su gestión.
El ganador percibe que la vara está muy alta y empiezan las diferencias: que los números están maquillados, que la forma de medir la pobreza es otra y eso indican otra cosa, o que hay contratos que no se tenían que haber firmado.
Por el otro lado se señala que hay un secretario de Presidencia que habla y que el presidente no lo hace; que Uruguay cambió su posición con relación a Venezuela, o que Brasil (Lula) pretende manar en el barrio.
En definitiva, demasiadas cosas para que el ambiente esté tranquilo y sea de concordia.
Frente a esa realidad es verdad que el presidente Yamandú Orsi habla poco y que el expresidente Lacalle Pou, actualmente líder del Partido Nacional, se fue al carnaval de Rio, y por si fuera poco el Directorio del Partido Nacional, debe elegirse y los candidatos a presidirlo son o Álvaro Delgado o Javier García.
Mienta tanto, en el Partido Colorado, Pedro Bordaberry y Andrés Ojeda miden fuerzas.
¿Cómo va a encaminarse todo esto?, esa es la otra pregunta.
Lo primero será las departamentales, posteriormente nombrarán los cargos que el Frente Amplio otorga a la oposición; y después será nombrado el presidente del Directorio del Partido Nacional.
Por otro lado tendremos a los ministros del Gobierno del Frente Amplio ya instalados en sus despachos y por fin sabremos, si Dios quiere, cuales son las prioridades de esta administración, pero ya sin la retórica de las elecciones, sino las prioridades reales, donde van a apuntar, porque para repartir hay que generar, o de lo contrario pedir prestado.
El problema es que el ministro Menoni, como Astori en 2018, presenta una lógica divisionista donde no debería haber más que unidad.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | El jueves 6 asumió el nuevo ministro de Turismo, Pablo Menoni, y la nueva subsecretaria, Ana Claudia Caram, que comparten ser del interior del país, de Salto y Rocha, respectivamente, por lo que podemos esperar que trabajen descentralizando una actividad que tiene un fuerte protagonismo en el interior.
Montevideo es una ciudad con un fuerte atractivo turístico, pero nadie duda que Maldonado, Rocha, Colonia, Salto, Paysandú, son también puntos centrales en esa actividad, aunque correspondería mencionar a los 19 departamentos ya que todos tienen sus atracciones y encantos.
En su discurso de asunción Menoni recordó la figura del exministro de Economía y exvicepresidente, Danilo Astori, cuyos aportes a la estabilidad nacional nadie puede negar. Pero la cita refiere a expresiones que realizó en 2018 sobre la importancia del turismo en Uruguay, colocando esa actividad por encima de la agropecuaria.
Menoni leyó textualmente las palabras de Astori sobre el turismo: “Es el principal productor de ingresos del país, y esta actividad para Uruguay es más importante que la carne, el arroz y la soja”.
Con la cita del exministro, Menoni repite un error que es fácilmente refutable apelando a los datos oficiales del Ministerio de Turismo y a Uruguay XXI.
En 2024 los ingresos generados por el turismo fueron US$ 1.750 millones. Ese mismo año, Uruguay XXI informó que las exportaciones de carne de vacuno fueron por US$ 2.026 millones y las de soja US$ 1.199 millones. Astori no mencionó a la celulosa, pero en 2024 ese producto tuvo exportaciones por US$ 2.545 millones.
MÁS ALLÁ DE LAS CIFRAS.
El error de Menoni no es solo cuestión de números, sino bastante más grave.
Cualquier mortal podría cometer una equivocación al citar cifras incorrectas y eso es fácilmente subsanable y de corrección rápida, alcanzaría con un comunicado al día siguiente aceptando la confusión.
El problema es que Menoni, como Astori en 2018, presenta en su afirmación una lógica divisionista donde no debería haber más que unidad. Seguramente ese no fue el objetivo buscado, pero es a donde nos lleva.
Uruguay es uno solo y todo lo que cada uno aporte va en beneficios de todos, por lo que es deseable que el turismo multiplique sus aportes, lo mismo vale para la agropecuaria y cada una de las actividades que se desarrollan en el país.
El principio básico aquí debería ser que a Uruguay lo sacamos adelante entre todos y si todos empujamos de la misma manera hacia adelante, si alguien cree que fraccionando puede lograr un país mejor, es porque no entendió nada.
Desde este lugar periodístico celebramos los discursos de Menoni y de Caram en prácticamente su totalidad, con la excepción de que no podemos dejar de observar el error cometido en 2018 y repetido nuevamente en la jornada de ayer.
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En la foto Menoni con el presidente Orsi y la vicepresidenta Cosse | Foto MTUR.
El 1° de marzo planteó la posibilidad “multiplicar los acuerdos con los grandes países de referencia de nuestro mundo en forma bilateral y multilateral” y se comprometió a trabajar en eso durante los próximos cinco años.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | En conferencia de prensa junto al mandatario alemán, Frank Walter Steinmeier, el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, fue categórico al decir el domingo 2 de marzo que el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea es una prioridad del Gobierno.
Los países, los mercados, los ciudadanos, necesitamos de definiciones clares para poder entender hacia dónde va el país, y por eso es importante estar atentos a lo que se dice, a lo que se insinúa, a lo que se hace, como a lo que se deja de hacer y de decir.
Lo peor que puede hacer un Gobierno es caer en contradicciones, porque de esa forma su accionar puede parecer errático o indefinido. Nadie quiere vivir en un país donde no sabe qué sucederá en el corto o largo plazo.
En su primer discurso frente al Parlamento Nacional, Orsi dio un mensaje contradictorio en materia de integración comercial. Dijo dijo que “el avance de las acciones y acuerdos del Mercosur, el reforzamiento de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), la participación cada vez más activa en la OEA (Organización de los Estados Americanos), la profundización de la cooperación Sur-Sur, la multiplicación de los acuerdos con los grandes países de referencia de nuestro mundo en forma bilateral y multilateral, serán algunas de las banderas que desplegaremos en estos cinco años”.
La frase merece al menos una explicación para que todos sepamos cuál es la prioridad del Gobierno. Hasta ahora todos los mensajes eran en favor de un Mercosur unido y asumiendo todas las acciones dentro del bloque y en concordancia con los demás países miembros. Pero el 1° de marzo el mandatario introdujo un concepto nuevo: “Multiplicación de los acuerdos con los grandes países de referencia de nuestro mundo en forma bilateral y multilateral”, con lo cual se acerca a la posición del Gobierno anterior que en cada oportunidad que tuvo reclamó por flexibilizar el Mercosur y permitir acuerdos por fuera del bloque.
Con esa frase, Orsi también se acerca a Javier Milei, que también el 1° de marzo pero en su país reclamó “flexibilizar” el Mercosur para poder avanzar en un acuerdo bilateral con Estados Unidos.
¿Estamos ante un cambio de postura? Es lo que necesitamos saber, y de ser así, se abren varias interrogantes: ¿qué lo hizo cambiar de posición?, ¿qué tendrá para decir el presidente brasileño Luiz I. Lula da Silva y cómo Uruguay abordará el tema con Brasil?, ¿Uruguay planteará a la interna del Mercosur una estrategia común con su socio argentino?
Además, ¿qué países están en el objetivo del Gobierno por un posible acuerdo comercial?, China seguro, Estados Unidos es probable, ¿también estará India?
Está claro que el grupo Brics nació con un perfil económico, pero con el tiempo ha evolucionado a posiciones políticas cada vez más definidas que no ayudan sino que agravan el fraccionamiento que muestra el mundo en la actualidad.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | El presidente Yamandú Orsi ha insistido sobre lo importante que es Brasil para Uruguay. Algo que todos sabemos pero que es bueno que los gobernantes lo revaloricen y expliciten con acciones y gestos. Brasil no solo es nuestro vecino directo, también es la mayor economía de la región y un cliente primordial de lo que Uruguay exporta.
El mandatario brasileño, Luiz I. Lula da Silva sabe que necesitamos de Brasil mucho más de lo que ellos de nosotros. También es consciente del papel de liderazgo que cumple su país en el Mercosur como en todo el continente latinoamericano, y en función de ese liderazgo es que actúa y se comporta.
Cuando Lula da Silva invita a Uruguay a la cumbre del grupo Brics que se realizará el 6 y 7 de julio en Río de Janeiro, lo primero que tiene que hacer Uruguay es preguntarse el por qué de esa invitación, y lo segundo es analizar todo el panorama regional y global para comprender cómo puede repercutir en el mundo, en nuestros socios comerciales.
Por ahora, lo que se ve, es que Brasil busca conformar una base latinoamericana fuerte en la cual poder apoyarse, y de ahí ese acercamiento con países ideológicamente amigos o cercanos, como México, Colombia y Uruguay.
Está claro que el grupo Brics nació con un perfil económico, pero con el tiempo ha evolucionado a posiciones políticas cada vez más definidas que no ayudan sino que agravan el fraccionamiento que muestra el mundo en la actualidad.
Ignacio Bartesaghi, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay, opinó que Uruguay debe tener “cuidado” y como país tenemos que “pensar bien qué nos favorece”.
Participar de un bloque como el Brics implica posicionarse en determinado lugar del mundo, y eso es leído e interpretado por los países que integran el bloque como los que no.
EL INTERÉS DE GUSTAVO PETRO.
En abril de 2024 el presidente colombiano, Gustavo Petro, visitó Brasil y allí manifestó el interés de Colombia de adherir al Brics como miembro pleno lo más pronto posible, lo que fue acogido por Brasil con beneplácito, y se comprometió a promover la candidatura de Colombia”.
Sin embargo, el sector exportador colombiano advirtió que ese puede ser un paso equivocado considerando la importancia de Estados Unidos en el comercio exterior del país.
LA PRUDENCIA DE MÉXICO.
Diferente es la posición de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, que aún no ha dado una respuesta definitiva.
Sheinbaum dijo que México “todavía está definiendo” la participación, pero ya descartó su presencia personal, lo que ya es todo un mensaje de prudencia: “Si va alguien, acudiría un funcionario de Cancillería que pudiera ir como invitado a escuchar”, expresó.
Qué hará Uruguay no lo sabemos aún, pero la prudencia mexicana debe ser una lección que debemos tomar para no apresurarnos en decisiones que pueden generar tensiones donde ahora no las hay, o están controladas.
El mundo cambia rápidamente y no parece hacerlo para bien. No podemos pedir que se detenga para bajarnos, como si fuéramos Mafalda, pero tenemos que actuar con inteligencia, y lo más inteligente es ser prudentes.
Los movimientos migratorios no tienen por qué ser malos para el país anfitrión, aunque sí son malos para el país que expulsa a su propia gente.
Montevideo | Todo El Campo | Salvo contadas excepciones, los migrantes están siendo observados en todo el mundo. En algunos países hasta son maltratados y vistos con recelo porque los lugareños los ven como competidores que llegan a robarles puestos de trabajo, o en casos más complejos como quienes imponen tradiciones, culturas y costumbres, en vez de adaptarse al lugar al que llegan.
Dentro de los migrantes hay de todo. Están los que efectivamente trasladan sus costumbres y culturas masivamente negándose a aceptar las del país que los recibe, y están los que arriban con la mejor disposición de integrarse, asumen las costumbres locales y aceptan trabajos que los del lugar no quieren hacer.
Un principio que parece cada vez más olvidado es que los movimientos migratorios no tienen por qué ser malos para el país anfitrión, aunque sí son malos para el país que expulsa a su propia gente.
Es Europa y Estados Unidos es común que los extranjeros realicen tareas que los locales, por prejuicio, cultura o comodidad no están dispuestos a hacer, aunque el trabajo sea digno y la paga buena. En esos casos el extranjero realiza una labor que suele ser de mucho valor, pero el ciudadano local elige ignorarlo, y aunque sabe que aquel cumple con una responsabilidad que él rechaza, no dejo de verlo con desdén y desprecio.
Angels Unawares.
Un informe de la BBC publicado hace un año se refirió al tema: En España, “tradicionalmente (los migrantes) se emplearon en los sectores menos apreciados por los españoles, como la hostelería, la agricultura o la atención a ancianos y enfermos, pero últimamente encuentran también su espacio en sectores en crecimiento donde habitualmente se requieren profesionales de mayor calificación, como los servicios de asesoría y los relacionados con las tecnologías de la información”.
El Economista (de España) en artículo más recientemente publicó: “Las razones por las que el número de trabajadores extranjeros crece más en la España despoblada y concretamente en el noroeste son complejas y no es fácil encontrar estudios recientes que hayan abordado este fenómeno, pero el proceso ha propiciado ya iniciativas que lo están aprovechando para revitalizar los entornos rurales, atraer a ellos población trabajadora y generar tejido económico”.
Quienes tienen conocidos o familiares en España saben que eso es así, aunque con nuestra visión de país agroexportador y de turismo abierto al mundo nos cueste entender por qué los españoles se niegan a dichos trabajos. No obstante, también hay que consignar que en Uruguay no es fácil obtener mano de obra para el medio rural nacional, y no deja de ser paradójico que muchos de los que no gustan o no se animan a trabajar en el sector agropecuario nacional sí lo hacen en países lejanos.
¿Es que estamos dispuestos a hacer allá lejos trabajos que rechazamos acá? Sería interesante y enriquecedor que nuestras universidades -Udelar y las privadas- investigaran ese fenómeno para comprender un comportamiento que parece ser contradictorio.
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Foto de portada monumento al Inmigrante en la plaza del Inmigrante en el Cerro de Montevideo, escultura del uruguayo Walter Aiello.
Foto interna, monumento Angels Unawares (Ángeles inconscientes), colocada en 2019 en la plaza de San Pedro (Roma), escultura de Timothy P. Schmalz (canadiense).
Esquemáticamente, en el imaginario izquierdista muchos creen que ser productor rural es sinónimo de mucho dinero y grandes extensiones de campo. También es verdad que el FA tiene dirigentes conscientes de lo que el agro es y vale, pero no han sabido o no han podido explicar a los suyos la realidad de las cosas.
Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | “Vélese, Cabildo, por la conservación de nuestra campaña, de lo contrario nos expondremos a mendigar”, dijo el Gral. José Artigas al Cabildo de Montevideo en agosto de 1815. Ya desde entonces los forjadores de nuestra orientalidad, incluso el más importante de ellos y el mejor de todos nosotros, eran conscientes de algo que ahora muchos parecen ignorar, la importancia del interior, del campo, del mundo rural y de la producción agropecuaria.
Es que el país tiene, desde antes de su formación una matriz rural y agropecuaria, está en nuestro ADN y difícilmente podamos escapar, aunque nos autopercibamos de manera diferente. No somos ni el mundo nos ve como un país de desarrollo minero, de grandes fábricas o industrias, tampoco de tipo tecnológico -aunque la tecnología sí está muy desarrollada en el sector agropecuario, pero eso es otro tema-. Somos y nos ven como un país productor de alimentos naturales, que es lo que más necesita la población mundial, y producir alimentos solo lo hacen los países con vocación agropecuaria.
Sin embargo, para una porción muy grande de uruguayos el agro no existe, e ignoran el peso y la importancia que tiene en la vida de todos nosotros, aunque nuestro modo de vida, tipo de trabajo, gustos y preferencias laborales, sociales o personales estén en el extremo opuesto.
Hace unos años, cuando el futuro ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Alfredo Fratti, presidía la Comisión de Ganadería de Diputados, me dijo que a la gente no le interesaba qué temas se discutían y votaban allí. “Cuando otras comisiones terminan y se abre la puerta afuera hay un montón de periodistas esperando para preguntar y pedir opiniones, pero cuando Ganadería termina, nunca hay nadie, y cuando hay ocurre a veces y son muy pocos”, expresó.
Más recientemente, en noviembre pasado, Fratti escribió en X: “Nosotros no nos damos cuenta en el país que vivimos, la importancia que tiene el agro. El 40% de la mano de obra industrial es del agro”.
La conclusión es que vivimos en una sociedad absurda, porque dependemos del campo, pero a la gente no le interesa.
Pero Fratti no dijo que donde se encuentra el mayor prejuicio contra el medio rural es en el Frente Amplio que él integra. Y es de allí, de sus militantes y también algunos de sus dirigentes, de donde salen los comentarios más mordaces y críticos con el medio rural, la mayoría de las veces sustentados en la ignorancia o la incomprensión de la ruralidad.
A grandes rasgos y esquemáticamente podemos decir que en el imaginario izquierdista muchos creen que ser productor rural es sinónimo de mucho dinero, grandes extensiones de campo y autoritarismo. Ni siquiera piensan que la mayoría son pequeños y familiares.
También hay que decir que no deja de ser verdad que el Frente Amplio también tiene dirigentes muy capaces y consciente de lo que el agro es y vale -Fratti es uno de ellos-, pero son la minoría, y no han sabido o no han podido explicar a los suyos la realidad de las cosas.
En la campaña electoral pasada los candidatos del Frente Amplio se excluyeron de muchas de las actividades rurales importantes que tiene el país. Podrán dar cualquier tipo de explicación y hasta decir que fue una “estrategia”, pero la realidad es que no asistieron. En política, esas ausencias son señales y actos simbólicos de significado profundo.
Afortunadamente, con el partido electoral ganado y con Yamanaú Orsi como presidente electo, esas señales de significado profundo comenzaron a cambiar. Hasta el futuro ministro de Trabajo, Juan Castillo, concurrió a una reunión con productores de leche en la sede de la Asociación de Nacional de Productores (ANPL).
Luego nos enteramos que el propio Orsi asistirá a la Expo Activa Nacional que comienza el 19 de marzo, otra señal que debe ser bien recibida.
Sería buena cosa que el 6 de marzo el flamante presidente de todos los uruguayos acompañara a Fratti a la Expo Durazno; o el 13 a la inauguración de la cosecha de arroz que organizan anualmente los productores, o el 3 de abril a la Expo Melilla, por solo mencionar algunos de los acontecimientos destacados que se realizarán próximamente.
Concurrir a esos eventos -si es acompañado de ministros y legisladores, mejor- no significa renunciar a ideas ni principios, tan solo es un acto de reconocimiento al trabajo de miles de uruguayos; es demostración de interés por la principal actividad económica del país; es acercamiento, conversación mano a mano, y comprender cabalmente el Uruguay que somos.