Se presentó el programa de cultivos no OGM.

Se presentó el programa de cultivos no OGM.

El programa abarca medidas de control para cultivos de colza, alfalfa, trigo y arroz.

Montevideo | Todo El Campo | La Dirección General de Bioseguridad e Inocuidad Alimentaria (Digebia) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) presentó el marte 29 de julio, el Programa de Control de Cultivos No OGM (Organismos Genéticamente Modificados) con el objetivo de reforzar las garantías de bioseguridad del país y cumplir con los requisitos que exigen los mercados internacionales.

En la oportunidad se informó que el programa abarca medidas de control para cultivos de colza, alfalfa, trigo y arroz.

Fue elaborado por los técnicos de la Dirección General de Bioseguridad e Inocuidad Alimentaria en conjunto con los sectores vinculados a estos cultivos.

Del evento participó el ministro Alfredo Fratti, que destacó la continuidad de la política pública iniciada en 2023 y firmada en 2024, y subrayó que el programa no está cerrado a los aportes que puedan generarse en el futuro.

Alfredo Fratti | MGAP.

Alejandra Ferenczi, gerenta de Bioseguridad, remarcó que el programa cuenta con el aporte de todos los actores de las cadenas de colza, alfalfa, trigo y arroz, con el fin de proteger el ambiente y la biodiversidad, además de atender las exigencias de los mercados que requieren de esa salvaguarda.

Alejandra Ferenczi | MGAP.

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Regadores Unidos: el mejor año para el maíz bajo riego.

Regadores Unidos: el mejor año para el maíz bajo riego.

El rendimiento promedio está en el eje de los 13.500 kilos, con el 10% de las chacras que rinden menos con 11.000 kilos, y el 10% de las chacras que rinden más con 16.300 kilos.

Montevideo | Todo El Campo | La semana pasada, en Soriano, Regadores Unidos realizó una jornada sobre el impacto del maíz bajo riego. La actividad fue oportuna para entrevistar al Ing. Agr. Santiago Arana, coordinador técnico de Regadores Unidos, quien explicó al programa Diario Rural (CX4 Rural) la dinámica de la jornada y algunas de las características del riego en Uruguay.

Regadores Unidos es la asociación que nuclea a productores que tienen riego. La jornada se realiza desde hace ocho años de forma anual.

Este año “se presentaron resultados de dos fuentes de información, por un lado los socios de regadores forman una base de datos con información de las chacras, donde surgen datos de rendimientos, ubicaciones, variables climáticas, y una cantidad importante de variables productivas como fertilización, híbridos, población, densidad, espaciamiento, etc. En ese primer bloque se busca intentar exponer la zafra y el rendimiento, con datos sobre los factores que dan razón al rendimiento concreto de la zafra”, dijo Arana.

Agregó que un segundo capítulo de la jornada consiste en trabajar con una base de “datos experimentales anual de 30 o 40 ensayos realizados en campos de productores, pero esta vez son manipulativos, se van variando los factores como híbridos, poblaciones, fertilizaciones, probamos distintos productos, intentando encontrar las tecnologías más adecuadas para el manejo del riego”.

En la primera parte de la jornada “se demostró que para el maíz de primera bajo riego, fue el mejor año de la serie, con un rendimiento promedio de los productores en el eje de los 13.500 kilos, con el 10% de las chacras que rinden menos con 11.000 kilos, y el 10% de las chacras que rinden más con 16.300 kilos”.

“Eso muestra una evolución”, subrayó, considerando que “en los últimos 7 años la Asociación pasó de 20.000 hectáreas bajo riego a unas 55.000”, y a pesar de ese aumento importante del área de riego, que siempre tiene una curva de aprendizaje y desajustes en los primeros años por el aumento del área, llevamos una trayectoria de aumento de rendimientos”, ahí también se ve el resultado por el “ajuste en el paquete tecnológico en el manejo”.

Arana agregó que en el caso de Regadores Unidos se trabaja con pivot central, y que en junio la institución realizó una jornada de “análisis de 80 sistemas de riego, siguiendo parámetros hidrológicos, si eran por toma, si eran por pozo, o si eran por represa. La enorme mayoría son de represa, y el crecimiento de futuro viene de ese lado”.

En la segunda parte de la jornada dedicada a los ensayos se apuntó a probar el comportamiento “de los distintos híbridos en distintas poblaciones y con distintos espaciamientos, probando básicamente la diferencia entre siembras a 38 y a 76, mostrando las ventajas de siembras a 38 en intercepción de luz temprana, en crecimiento inicial, y cuando los rendimientos superan los 13.000 kilos, esas diferencias de crecimiento inicial y de mejor captación de luz terminan traduciéndose en un mejor rendimiento final”.

PERÍODO DE SIEMBRA IDEAL.

Respecto a la época de siembra, sostuvo que se logró probar que “que hay un periodo que va desde el 15 de setiembre hasta el 15 de octubre, donde los rendimientos no cambian o cambian muy poco. Por lo tanto, los productores podrían sembrar en ese rango sin afectar con eso el potencial de rendimiento”.

Pero “eso tiene algunas implicancias: cuanto más temprano se siembre la temperatura de suelo será más baja, lo que hace que la implantación sea más lenta generando algunos problemas de uniformidad y algunos problemas por alguna lluvia importante; y cuanto más tarde sea la siembra dentro de ese mes, la temperatura de suelo es más alta y por lo tanto el cultivo crece más rápido y se implanta más fácil”.

Otro factor es si se poseen pivotes móviles, que son la enorme mayoría de los sistemas de riego, lo que quiere decir que una misma máquina, un mismo pivot, riega dos posiciones. Cuando eso ocurre, uno riega un cultivo cabeza de rotación, que es el que tiene el equipo en la primera etapa del verano, y otro la segunda que en general es soja. Y como se trata de sacar el pivot del maíz lo antes que se pueda sin afectar el rendimiento para llevarlo a la soja, “sembrar antes en setiembre hace que el maíz avance fenológicamente más y que a fines de enero se pueda pasar el pivot desde maíz hacia soja afectando mínimamente la producción” del primero. “En cambio, si uno siembra más tarde, en octubre, tiene que sacar más tarde, y si viene un año seco, la afectación de soja ya es mucho más importante”.

ENTREVISTA.

El riego es necesario para todos, pero hay una asimetría muy grande entre los que tributan Imeba o IRAE.

El riego es necesario para todos, pero hay una asimetría muy grande entre los que tributan Imeba o IRAE.

La ley de presupuesto es una instancia fundamental para que se puedan generar los instrumentos que permitan uniformizar, todo cuanto sea posible, el acceso al riego.

Montevideo | Todo El Campo | El riego es una tecnología que lleva “al crecimiento del área, porque el impacto económico da dos beneficios muy importantes: el aumento de la productividad y el aumento de la estabilidad, y con eso hay una mejora importante de los márgenes. O sea que se tienen mejores márgenes con menor riesgo, porque aumenta fuertemente la estabilidad de la producción”, dijo al programa Diario Rural (CX4 Rural) el Ing. Agr. Santiago Arana, coordinador técnico de Regadores Unidos.

Aclaró que de todas maneras, “el costo de la inversión de una hectárea con riego es importante, y hay una asimetría muy grande entre aquellos productores que tributan Imeba (Impuesto a la Enajenación de Bienes Agropecuarios) y no tienen beneficios fiscales para la adopción de riego, respecto a los productores que tributan IRAE (Impuesto a las rentas de las actividades económicas, y que cuánto más grande es la empresa, más IRAE tiene y mayores probabilidades de aprovechar ese beneficio fiscal”.

Por tanto, “el riego se está desarrollando, está creciendo a una tasa de entre el 10 y el 12% anual, acumulado, pero concentrado en una franja de productores medios, que tributan IRAE y que además tienen un tamaño del predio lo suficientemente grande como para tener la posibilidad, desde el punto de vista de la topografía, de poner una represa. Hay una restricción que tiene que ver con la forma, el padrón, la topografía del lugar donde esté, que si no tiene forma de represar es muy difícil poner riego. Cuanto más grande es el campo, más probabilidades tiene”.

EL RIEGO FUE TEMA DE CAMPAÑA.

Arana se refirió también a la presencia del riego en los discursos de todos los candidatos a la Presidencia, y que el presidente Yamandú Orsi hizo referencia luego de asumir. “Es un tema vigente, pero la Asociación no ha tenido novedades de cómo se va a implementar”, estando atentos a la ley de presupuesto que será fundamental en la materia.

“En algún momento va a haber anuncios”, estimó, porque “la participación del Estado es fundamental para romper las asimetrías en el desarrollo del riego y darle dinamismo, ya sea haciendo las obras o participando de alguna manera para viabilizar la construcción de represas multiprediales o acelerar los procesos”.

Otra forma de acción, puede ser “resolviendo la situación de que las empresas que tributan Imeva, que tengan algún tipo de beneficio que las asimile o empareje a las que tributan IRAE a través de la Comap” (Comisión de aplicación de la ley de inversiones).

EL RIEGO DETERMINA LOS RENDIMIENTOS.

“El agua es el factor que más determina los rendimientos de los cultivos”, eso quiere decir que “no es suficiente regar como variable cualitativa, sino que cuantitativamente, cuánto y cuándo se regó, determina los rendimientos de los cultivos mucho más que cualquier otro factor: mucho más que la densidad, el híbrido, la cantidad de nitrógeno”.

“Lo que más determina qué rinde un cultivo con riego es cómo se riega, o sea cuánta agua tiene” porque “el agua es el principal factor de productividad de todos los ecosistemas y agroecosistemas del mundo. No hay dudas”, enfatizó el técnico.

ENTREVISTA.

Santiago Arana | Diario Rural | CX4 Rural.
MGAP: Inspecciones de Trabajo mejoraron las condiciones de trabajo de los cañeros.

MGAP: Inspecciones de Trabajo mejoraron las condiciones de trabajo de los cañeros.

Se realizaron inspecciones en campo y seguimiento de intimaciones realizadas con anterioridad.

Bella Unión, Artigas | Todo El Campo | Desde mayo, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) ha realizado fiscalizaciones sobre las condiciones de trabajo en que se desempeñan los cañeros de Bella Unión, departamento de Artigas, lo que, según el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) resultó en “mejores condiciones laborales”, en lo referente al acceso al “agua potable, baños portátiles y vehículos para traslado de urgencias médicas”, esos son solo “algunos de los logros alcanzados”, publicó la Secretaría de Estado en su sitio web.

“Como resultado de las intervenciones de la Inspección General del Trabajo y de la Seguridad Social, los empleadores incorporaron mejoras concretas”, agrega, y menciona: “Disponibilidad de agua potable, instalación de baños portátiles, disposición de una camioneta destinada al traslado inmediato de trabajadores en caso de accidente o urgencia médica, operativos de control”.

“El objetivo de los controles, que incluyen inspecciones en campo y seguimiento de intimaciones realizadas con anterioridad, es mejorar las condiciones de trabajo, los aspectos de salud y la seguridad laboral en el medio rural”, continúa el comunicado del MGAP.

Estas acciones continuarán, anunció, anunció Luis Puig, director de Inspección del MTSSS y confirmó que existe voluntad por parte de los responsables e involucrados para que la normativa se cumpla.

UNA PRODUCCIÓN DE PUNTA.

A pesar de que por mucho tiempo la caña de azúcar estuvo en la lista de productos sin futuro, en los últimos tiempos se ha revelado con un gran potencial, al punto de que algunos operadores han considerado -con razón- que Bella Unión no existiría si no fuera por esa actividad.

En 2021se firmó reguló la actividad, lo que dio muy buenos resultados, rompiendo con el asistencialismo y eso hizo que la producción fuera en aumento.

En 2021 fueron unas 460.000 toneladas cosechadas; en 2022 se cosecharon 515.000 toneladas; en 2023 subió a 542.000 toneladas; y en 2024 fueron 470.000 toneladas.

La caída en la producción de 2024 era esperada por los diversos actores del sector, sean del eslabón productor o industria, asimismo fue de las cosechas más altas registradas históricamente.

El alto volumen cosechado y lo que de ese total resulta en la producción, siempre redunda en mayor fuente laboral para la región: unos 1.200 cortadores de caña, 600 trabajadores en la industria, 300 camioneros, graperos y tractoristas y un número no menor de trabajos indirectos. De ahí que Bella Unión no sería posible sin ese motor de desarrollo.

Preocupa la sostenibilidad ambiental y la seguridad alimentaria América Latina y el Caribe.

Preocupa la sostenibilidad ambiental y la seguridad alimentaria América Latina y el Caribe.

En la región se observa un patrón común: durante la última década, el crecimiento agrícola se ha fundamentado principalmente en un uso intensivo de insumos y capital, más que por mejoras en la eficiencia.

Montevideo | Todo El Campo | ¿Sabías que América Latina y el Caribe multiplicó por cinco su producción agrícola desde 1960?  Sin embargo, en los últimos años, gran parte de este crecimiento se ha sostenido más en el uso intensivo de insumos -tierra, trabajo y agroquímicos- que en mejoras reales de eficiencia o innovación tecnológica. De hecho, entre 2010 y 2020, la productividad total de los factores (PTF) se desaceleró de manera significativa.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) está analizando esas tendencias en 25 países, combinando datos y evidencia para repensar el futuro de la agricultura en la región. 

Uno de esos países es Uruguay, y el estudio realizado por el BID ofrece una evaluación que incluye nuestro país el cual muestra, entre 1995 y 2021, valores de PTF relativamente estables; desde 2008 sin grandes aumentos ni caídas, contrastando con el crecimiento sostenido de Brasil, Chile y Paraguay, que han mejorado su productividad agrícola.

Para Uruguay todos los índices coinciden en que ha habido poca variación, lo que refuerza la idea de una productividad estable, pero sin dinamismo. Eso se traduce en una madurez estructural de la agricultura uruguaya, pero también podría indicar falta de innovación tecnológica o inversión en eficiencia productiva.

Uruguay aparece con una posición conservadora en comparación con Paraguay o Perú en cuanto a mejoras en eficiencia y transformación estructural.

El siguiente artículo de la doctora en Economía PhD. Lina Salazar y la Ec. Diana Tadeo ayuda a contestar esa pregunta. Salazar es la economista líder de la División de Medio Ambiente, Desarrollo Rural y Gestión del Riesgo de Desastres del BID, en tanto que Toledo es consultora de la División de Agricultura y Desarrollo Rural del BID.

¿Por qué se desacelera la productividad agrícola en América Latina y el Caribe?

PhD. Lina Salazar y la Ec. Diana Tadeo | Durante las últimas seis décadas, la productividad agrícola ha sido un motor esencial del crecimiento económico en América Latina y el Caribe (ALC). En este período, la región multiplicó por más de cinco veces su producción agrícola (USDA, 2024). Sin embargo, en los últimos años, este aumento ha dependido cada vez más del uso intensivo de insumos -como tierra, trabajo y agroquímicos- en lugar de mejoras en eficiencia o innovación tecnológica. Esta tendencia genera preocupaciones sobre la sostenibilidad ambiental y pone en riesgo la seguridad alimentaria y los medios de vida de las poblaciones rurales a largo plazo.

Para apoyar a los países de la región a aumentar la productividad agrícola y, de esta manera, impulsar el sector agropecuario y mejorar la seguridad alimentaria, el BID está desarrollando una serie de estudios, tanto a nivel regional como nacional, que examinan cómo diversos factores inciden en el crecimiento de la productividad agrícola.

El primer estudio de la serie, Agricultural Productivity in the Latin America and Caribbean Region (1961-2021) (1), analiza las dinámicas y los factores determinantes del crecimiento de la producción y la productividad agrícolas en 25 países de la región durante seis décadas, a partir de datos de USDA, Faostat y la OIT. En un contexto de creciente vulnerabilidad ambiental, pobreza persistente e inseguridad alimentaria, comprender estos patrones es clave para el diseño de políticas públicas eficaces y sostenibles.

¿QUÉ ES LA PRODUCTIVIDAD TOTAL DE LOS FACTORES (PTF) EN LA AGRICULTURA?

La productividad total de los factores (PTF) utilizados en la producción agrícola es un indicador que permite evaluar qué tan eficientemente se utilizan los recursos en esta actividad. A diferencia de métricas más simples -como el rendimiento por hectárea o la productividad del trabajo-, la PTF considera de forma conjunta los principales insumos: tierra, trabajo, capital y materiales. Esto la convierte en una herramienta más integral para entender la eficiencia del sector agrícola.

Siguiendo la metodología propuesta por Fuglie (2012) (2), el estudio descompone el crecimiento de la producción agrícola para identificar la contribución específica de cada insumo (utilizando ponderaciones variables por década). La mejora en la eficiencia productiva se calcula por diferencia, como el residuo no explicado por el uso de insumos. Esta aproximación no solo facilita la evaluación del desempeño agregado del sector, sino que también permite comparaciones entre países y subregiones, algo fundamental dada la heterogeneidad de ALC.

A nivel regional, se observa que la expansión del uso de tierra para fines agrícolas y el empleo de mano de obra han perdido relevancia como factores que explican el crecimiento de la producción agropecuaria. En contraste, el aumento de capital (como maquinaria y activos ganaderos) y el uso de insumos (como fertilizantes y agroquímicos) han tenido un impacto positivo en dicho crecimiento.

REGIÓN HETEROGÉNEA, PERO DESAFÍOS COMPARTIDOS.

El análisis muestra que el crecimiento de la productividad en ALC ha registrado variaciones importantes a lo largo del tiempo. Entre 1961 y 1980, y nuevamente entre 1991 y 2010, la región experimentó aumentos significativos en la PTF, probablemente impulsados por la adopción de tecnologías agrícolas, y mayor inversión en investigación (Ludena, 2010) (3). En cambio, la década de 1980 -conocida como la “década perdida”- marcó una ruptura, ya que la crisis económica que afectó a la región redujo la inversión pública y privada, debilitando la capacidad de los países para sostener avances en productividad.

Sin embargo, lo más preocupante es la desaceleración observada en la década más reciente, entre 2010-2020. En este período, tanto el crecimiento de la producción agrícola como el de la PTF disminuyeron significativamente. De hecho, solo el 26,5% del crecimiento agrícola se explicó por mejoras en eficiencia, una proporción incluso menor a la registrada en los años ‘80. Esta caída fue generalizada en todas las subregiones.

Al mismo tiempo, el estudio revela una marcada heterogeneidad entre países. Mientras Chile, Brasil y Costa Rica lograron sostener un crecimiento constante en la productividad agrícola, otros han mostrado un desempeño más modesto. Estas diferencias refuerzan la necesidad de avanzar hacia estrategias diferenciadas, adaptadas a las condiciones y capacidades de cada país.

A pesar de las trayectorias contrastantes, se observa un patrón común en toda la región: durante la última década, el crecimiento agrícola se ha fundamentado principalmente en un uso intensivo de insumos y capital, más que por mejoras en la eficiencia. Esta dinámica no es sostenible en el largo plazo y podría intensificar los desafíos ambientales y sociales ya existentes.

CÓMO IMPULSAR LA PRODUCTIVIDAD AGRÍCOLA DE FORMA SOSTENIBLE.

El estancamiento reciente de la productividad agrícola en ALC ocurre en un contexto de creciente presión sobre los recursos naturales y mayores riesgos para la seguridad alimentaria. Aunque la producción total ha seguido en aumento, la creciente dependencia del uso de insumos y la caída en la eficiencia productiva son señales de alarma. Por ejemplo, se estima que cerca del 90% de la deforestación entre 2000 y 2018 estuvo vinculada a la expansión agrícola, siendo ALC una de las regiones más afectadas por esta tendencia (FAO, 2021) (4), comprometiendo la base natural para el desarrollo futuro del sector.

Frente a este panorama, es fundamental que ALC transite hacia un modelo agrícola más sostenible, resiliente y eficiente. Esto implica invertir en innovación, adoptar tecnologías limpias, fortalecer la asistencia técnica y mejorar la gestión de los recursos naturales. También será clave diseñar políticas públicas adaptadas a las realidades locales, que promuevan mejoras en productividad sin comprometer los ecosistemas, y que, al mismo tiempo, favorezcan la apertura a mercados internacionales y el aprovechamiento de oportunidades de inversión extranjera.

Este estudio ofrece una base sólida para repensar las estrategias de desarrollo agrícola en la región. Si bien hay señales preocupantes en la evolución reciente de la PTF, también hay una oportunidad. Con el diagnóstico adecuado, es posible redirigir los esfuerzos hacia un modelo de crecimiento agrícola más justo, equilibrado y sostenible.

Avanzar hacia una agenda de productividad con enfoque territorial y articulación público-privada permitirá adaptar las intervenciones a los distintos ecosistemas productivos de la región. El BID, a través de programas que promueven la adopción de tecnologías en la región -por ejemplo, las iniciativas implementadas en Argentina (Prodaf) (5), Bolivia (Criar) (6) y República Dominicana (Patca) (7)- puede contribuir a esa transformación desde el conocimiento técnico y la cooperación regional. Mejorar la productividad agrícola no es solo una opción: es una necesidad urgente para el presente y el futuro de América Latina y el Caribe.

Para profundizar la información, descarga el estudio (en inglés) Productividad agrícola en la región de América Latina y el Caribe (1961-2021).

(1) Agricultural Productivity in the Latin America and Caribbean Region (1961-2021)

(2) Crecimiento de la productividad y capital tecnológico en la economía agrícola mundial.

(3) Crecimiento de la productividad agrícola, cambio de eficiencia y progreso técnico en América Latina y el Caribe by Carlos E. Ludena :: SSRN

(4) COP26 – La expansión agrícola causa cerca del 90 % de la deforestación mundial

(5) El impacto de los subsidios inteligentes en la producción agrícola: evidencia innovadora de Argentina utilizando datos de encuestas y teledetección

(6) Efectos directos y secundarios de un programa de adopción de tecnología agrícola: evidencia de Bolivia

(7) Efectos directos y secundarios de los programas de adopción de tecnología agrícola: evidencia experimental de la República Dominicana

Por primera vez se detectó picudo negro de la soja; fue en Córdoba, Argentina.

Por primera vez se detectó picudo negro de la soja; fue en Córdoba, Argentina.

La plaga puede provocar pérdidas de hasta el 70% si no se controla a tiempo. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) activó un plan de monitoreo y contención para frenar su avance.

Juan Manuel Repetto | Argentina | INTA | | Todo El Campo | El picudo negro de la vaina de soja Rhyssomatus subtilis, una plaga que durante años causó graves daños en los cultivos del NOA (noroeste argentino que abarca las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero), fue detectado por primera vez en la provincia de Córdoba. Ante esta situación, el INTA activó un operativo de monitoreo articulado entre investigadores y extensionistas del NOA y del Centro Regional Córdoba de INTA, y empresas de monitoreo, con el objetivo de diseñar un plan de contención para frenar su avance y prevenir su impacto en los cultivos de la región.

“Tomamos conocimiento de la detección del picudo de la soja por parte de Roberto Peralta, de la empresa Halcón, constituyendo el primer registro que hay de esta plaga en territorio cordobés”, informó Eduardo Trumper, coordinador del Programa Nacional de Protección Vegetal del INTA.

La presencia se confirmó en un lote de soja en la zona de Montecristo, cercana a la ciudad de Córdoba. “El lugar del hallazgo llamó la atención porque hasta ahora no hay registros de la plaga en localidades intermedias entre Montecristo y el punto más austral de su detección en las provincias del norte, que es lo que cabe esperar en un escenario de dispersión gradual. De no encontrarse en el norte de Córdoba, la hipótesis sería que el picudo puede haber llegado tan cerca de la ciudad de Córdoba a través de transporte antrópico (causado por la acción humana), como maquinaria agrícola o camiones”, agregó.

El picudo negro de la vaina de soja afecta de forma directa el grano, ya que las hembras colocan huevos en el interior de las vainas y las larvas se alimentan de las semillas, causando daños parciales o totales.

Según Guillermina Socías, entomóloga de INTA Salta y especialista en el complejo de picudos asociados a la soja en el NOA, “en el norte es un problema muy importante porque afecta directamente el grano. Cuando se registran altas densidades del insecto, las pérdidas pueden ser muy importantes, ya que es una plaga difícil de manejar porque los adultos son de hábitos crepusculares y nocturnos y se refugian durante el día, y sus huevos y larvas se encuentran protegidos dentro de las vainas”.

En el NOA, donde la plaga se expandió en las últimas dos décadas, las pérdidas pueden llegar al 70-100% si no se realiza un control adecuado.

La especialista explicó que, en etapas vegetativas, el picudo negro ataca brotes tiernos para alimentarse, pudiendo secarlos y causar que las plantas queden petisas si daña el brote apical, con impactos en el potencial de rendimiento. Durante la fase de llenado de grano, el daño es crítico: las larvas consumen directamente el grano, mientras que las perforaciones realizadas por los adultos para colocar huevos facilitan el ingreso de agua y patógenos que terminan afectando la calidad de las semillas.

La primera detección en Córdoba fue realizada por la empresa Halcón Monitoreos. “Hacia el final de la campaña 2024/25, encontramos mucho daño en vainas que fueron atacadas por larvas en campos en Montecristo”, explicó Roberto Peralta, socio gerente de la firma. “Afectó aproximadamente el 70 % del lote, con fuertes pérdidas de rendimiento. Una soja con una expectativa de 32 quintales rindió 15”, lamentó.

Ante este hallazgo, en marzo de 2025 la empresa realizó un reporte ante el Sistema Nacional de Vigilancia y Monitoreo de Plagas (Sinavimo) del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de Argentina). “Luego comenzamos a rastrear la zona, para ver dónde más podíamos encontrar la plaga, pero la ubicamos únicamente en algunos lotes sobre la ruta que va de Córdoba a Montecristo. Hacemos muchos monitoreos en Jesús María y en otras localidades más hacia el norte, pero no encontramos absolutamente nada. Por ahora está localizada únicamente allí”, señaló.

“Ante estas apariciones, las instituciones nos suelen llamar, por nuestra actividad de asesoramiento privado. Como recorremos permanentemente los campos, buscan tener otra mirada y una información más completa de lo que va ocurriendo”, destacó, y recordó que, “en enero de 2024, cuando empezamos lotes de maíz afectados por la chicharrita, nos comunicamos con la Secretaría de Agricultura de Córdoba y, junto con el Grupo Río Seco, convocamos a otras instituciones, como el INTA, la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Católica de Córdoba, para armar una mesa de achaparramiento, y trabajar sobre la problemática de manera articulada”.

A partir de la reciente aparición del picudo, se está planteando la posibilidad de conformar una mesa técnica global de sanidad vegetal, con la Secretaría de Agricultura, el INTA, las universidades y actores privados, como Halcón Monitoreo, que abarquen la problemática desde diferentes ángulos, como la investigación, la extensión y el monitoreo. “La idea es facilitar la interrelación de trabajo institucional”, indicó Peralta.

RED DE MONITOREO Y CONTENCIÓN.

En el marco de la aparición del picudo en Córdoba, el INTA ya activó un plan de acción para determinar si se trata de un foco puntual o de una plaga ya instalada en otras zonas. “Nos visitó Guillermina Socías, de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) de Salta, quien es la profesional del INTA con más experiencia en la biología y ecología de este insecto. Ella recorrió el lote donde se detectó el picudo y compartió sus conocimientos con extensionistas de Río Primero y Jesús María, para conformar un equipo de trabajo que amplíe la capacidad de detección”, explicó Trumper.

La estrategia consiste en articular capacidades entre los Centros Regionales Salta – Jujuy, Tucumán – Santiago del Estero y Córdoba para construir una red de monitoreo y contención junto al sector privado. “Con Socías propusimos comenzar a construir una red, tomando como epicentro este campo en Córdoba, para realizar muestreos en lotes de soja vecinos y determinar si existe expansión. Se activará un anillo de monitoreo circundante para identificar focos y definir la mejor estrategia de manejo”, agregó.

El INTA también prepara recomendaciones de manejo para productores ya que el problema podría expandirse por el transporte de maquinaria. “Debemos generar capacidades con todos los actores para acompañar al sector con monitoreo y manejo, buscando evitar que esta plaga avance y cause pérdidas significativas en la provincia de Córdoba”, concluyó Trumper.

LA EXPERIENCIA DEL NOA

Socías, investigadora del Grupo Innovación Sistemas Agrícolas de la EEA INTA Salta, explicó que el picudo negro de la soja forma parte de un complejo de curculiónidos que tiene unos 30 años de presencia en el norte argentino. En los años 80 comenzó a detectarse Promecops sp., una especie defoliadora de brotes de soja, y hacia finales de esa década apareció Sternechus subsignatus, un picudo deshilachador de tallos, sumamente dañino, originario de Brasil.

“En 2006 detectamos por primera vez a Rhyssomatus subtilis en La Fragua, Santiago del Estero”, relató Socías, quien en ese momento era becaria doctoral del Conicet (Consejo Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología) con lugar de trabajo en la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, y participó en la identificación del insecto junto a investigadores de Brasil y Estados Unidos.

Esta especie fue descripta en 1937 en el municipio de Jataí, Estado de Goiás, Brasil, pero recién en Argentina se la asoció por primera vez a un cultivo de importancia económica como la soja, donde se convirtió en plaga. Socías señaló que se trata de un insecto univoltino (tiene una cría al año), con una sola generación anual, que divide su ciclo en una fase activa asociada al cultivo de soja y una fase hibernante en el suelo, donde permanece como larva durante el invierno a profundidades de entre 3 y 10 centímetros.

“Para setiembre u octubre comienza el período de metamorfosis, donde pasa a pupa y luego a adulto preemergente, hacia finales de octubre, que espera las precipitaciones de verano para salir del suelo y reiniciar el ciclo con alimentación, cópula y postura de huevos”, explicó, y subrayó que las lluvias juegan un rol clave al permitir la salida de los adultos y la continuidad de su ciclo.

El avance del picudo en el norte argentino fue gradual. Se expandió desde Santiago del Estero al este de Tucumán, el oeste de Santiago, Catamarca y luego hacia el norte salteño. En 2013 se reportó en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y en 2017 volvió a detectarse en Tartagal, Salta. En las últimas campañas, profesionales del INTA de Quimilí, Santiago del Estero, comenzaron a registrar su presencia y daño, hasta llegar recientemente a Córdoba.

Socías detalló que el insecto posee hábitos crepusculares, con mayor actividad durante la tarde, noche y primeras horas del día, y permanece oculto durante las horas de calor en rastrojos o dentro de brotes de soja. Este comportamiento dificulta su detección temprana. “Cuando te das cuenta de que está presente en el lote, es porque ya tenés una densidad poblacional elevada”, advirtió.

DAÑOS SEVEROS

Los daños que provoca el picudo negro de la soja dependen del momento en que ataca el cultivo. Durante la etapa vegetativa, el ataque a los brotes tiernos puede secarlos y dejar plantas más bajas y con menor potencial de rendimiento. En la etapa reproductiva, puede perforar vainas en formación y provocar su caída, mientras que si el ataque ocurre en la etapa de llenado de grano, las larvas consumen directamente los granos, generando pérdidas totales en la producción. “Una vez que el adulto pone huevos dentro de la vaina, ya no se puede controlar de ninguna manera”, explicó Socías.

Respecto a las estrategias de manejo, la investigadora señaló que en el norte del país se logró controlar la plaga, pero no erradicarla, utilizando curasemillas para proteger la implantación del cultivo y aplicaciones foliares sucesivas. “El problema es que las emergencias de adultos se producen en camadas, tras cada precipitación, por lo que un solo tratamiento químico no alcanza, ya que los productos actuales no tienen residualidad”, aclaró.

De no realizarse controles, los daños directos pueden alcanzar entre el 70 y el 100% del cultivo, debido al consumo de la larva del grano, sumado a un daño indirecto por la entrada de agua y patógenos a través de las perforaciones realizadas por el insecto, deteriorando la calidad del grano. “Muchas veces, todo termina siendo para descarte”, concluyó Socías.

Artículo de Juan Manuel Repetto. Fotos Guillermina Socías | INTA.

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