El elevado nivel de desconfianza de las personas -hacia el gobierno, los medios, las élites o las instituciones- es resultado de escándalos públicos pasados, corrupción o un sentimiento generalizado de desilusión política.
Montevideo | Todo El Campo | El viernes 22 de noviembre de 1963 fue asesinado, en Dallas, a las 12.30, el entonces presidente de Estados Unidos, John F Kennedy. El hecho es conocido por todos gracias a los miles de artículos que se escrito desde entonces, a los libros publicados, sean novelas, ensayos, investigaciones o de alto rigor históricos, como también a las películas que el mundo del cine a realizado.
Muchos se preguntan si realmente actuó Lee Harvey Oswald, si lo hizo solo o si hubo otros tiradores; también se tejen teorías conspiratorias donde intervienen aisladamente o de forma coordinas los servicios de inteligencia estadounidenses (CIA), soviéticos (KGB), la masonería, anticastristas cubanos, la mafia, e incluso el propio vicepresidente Lyndon B. Johnson.
Un artículo de la Universidad de Rochester (Nueva York, Estados Unidos) aborda el tema frente al creciente fenómeno de las teorías conspirativas políticas. ¿Cómo empiezan, y se difunden; y por qué la gente las cree?, son las preguntas disparadoras de una temática que cada vez aparece como más preocupante, pues alcanza que alguien con un poco de imaginación sea capaz de embaucar a miles de incautos o desprevenidos.
El artículo de la citada Universidad afirma que “no son un fenómeno nuevo” y que hay algunas que “datan al menos de la Edad Media”.
Pero en los últimos años comenzaron a producirse cambios que agravan la situación, así lo advirtió Scott Tyson, profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad de Rochester, con una mayor “instrumentalización del conspiracismo entre políticos” estadounidenses, en ambos bandos políticos.
“Hemos superado con creces el punto de no retorno”, asegura Tyson, docente especialista y titular de una clase de grado sobre teorías conspirativas en la política estadounidense y cuya investigación se centra en la teoría política formal, las relaciones internacionales y las implicaciones teóricas de los modelos políticos empíricos.
¿QUÉ ES UNA TEORÍA CONSPIRATIVA?
Es clave saber de qué hablamos cuando se aborda el tema.
La Universidad de Rochester dice -citando a Tyson- que hay “tres ingredientes (que) conforman el llamado ecosistema de conspiraciones, explica Tyson:
Primero, está el contenido en sí, que a menudo pasa por varias instancias.
Luego está el emprendedor conspiranoico, la persona que lo empaqueta y lo dirige a una audiencia.
Y por último, está el público, o sea as personas que están dispuestas a creer ese contenido en particular.
La Comisión Europea (*) dice que una teoría conspirativa suele carecer de pruebas sólidas y públicamente verificables. Normalmente se centra en la creencia de una persona o grupo de que los eventos o situaciones son el resultado de un complot secreto y a menudo ilegal o dañino por parte de personas u organizaciones poderosas.
Para que una teoría conspirativa prospere, necesitan de entornos donde la incertidumbre, el miedo o la desconfianza están muy extendidos, explicó Tyson.
Frecuentemente, el elevado nivel de desconfianza de las personas -hacia el gobierno, los medios, las élites o las instituciones- es resultado de escándalos públicos pasados (como el caso Watergate o el estudio de la sífilis de Tuskegee), corrupción o un sentimiento generalizado de desilusión política.
Tyson llama “conspiracionismos” a las teorías conspirativas porque carecen de teorías rigurosas y científicamente probadas. Esos conspiracionismos son muy variados, pero hay 4 elementos que se combinan.
Uno, el secretismo. La creencia de que la supuesta conspiración está deliberadamente oculta al público.
Dos, el poder. La creencia de que están implicados grupos poderosos, como gobiernos, corporaciones o élites.
Tercero, sospecha. Una teoría conspirativa desafía la explicación principal u oficial de un evento o suceso.
Cuarto, falta de pruebas concluyentes. Las teorías conspirativas se basan en pruebas circunstanciales, anomalías o encubrimientos percibidos sin pruebas verificables.
INTERNET—Y ESPECIALMENTE LAS REDES SOCIALES—HAN CONTRIBUIDO A LA DIFUSIÓN DE TEORÍAS CONSPIRATIVAS.
El avance tecnológico ha generado la creación de muchas plataformas de redes sociales que se han convertido en cámaras de eco donde casi cualquiera puede encontrar fácilmente grupos que validan las creencias de uno, incluso las más extravagantes, continúa el artículo.
Además, advierte, los algoritmos online priorizan contenido emocionalmente atractivo de acuerdo a cada usuario, lo que significa que el contenido sensacionalista o conspirativo suele ser puesto en primer plano.
Según Tyson, la gente es más propensa a creer en estos (falsos) tópicos porque ya han escuchado variaciones de ellos muchas veces antes.
Investigaciones recientes (**) coautorías de James Druckman, profesor Martin Brewer Anderson de Ciencias Políticas en la Universidad de Rochester, subrayan el papel de las redes sociales y las redes sociales en la difusión de teorías conspirativas.
En encuestas realizadas tras el intento de asesinato de Donald Trump en julio de 2024 en un mitin de campaña presidencial en Pensilvania, las redes sociales fueron la fuente más comúnmente reportada de teorías conspirativas sobre el suceso. Sin embargo, sorprendentemente, los investigadores descubrieron que consumir información en redes sociales no se asociaba de forma constante con creencias conspirativas más fuertes. En cambio, la información recibida a través de redes personales estaba más estrechamente vinculada al respaldo tanto de narrativas conspirativas de izquierda como de derecha.
“Las redes sociales juegan un papel importante en la difusión de teorías conspirativas: son un mecanismo principal a través del cual la gente las conoce. También es importante, sin embargo, la red social de cada uno”, dice Druckman. “Cuando quienes están en la red social son más propensos a creer en una creencia conspirativa, también lo es esa persona. En ese sentido, las teorías conspirativas son fenómenos sociales”.
Estudiar las teorías conspirativas como fenómenos sociales mejorará nuestra comprensión de sus orígenes y consecuencias, según los investigadores.
La mayoría de las teorías conspirativas no conducen a la violencia, pero atención: sí pueden y lo hacen cuando se usan como herramienta de movilización y cuando son respaldadas por los líderes.
El profesor Tyson lo explica: “Hemos visto surgir violencia de conspiraciones de derechas porque el conspiracismo se ha puesto de moda en la derecha en los últimos 10 años”, dice Tyson. “Y la violencia política se ha puesto de moda en ambos lados del espectro político en los últimos 15 años”.
EL ANHELO A PERTENECER Y LA BÚSQUEDA DE PATRONES. LA SICOLOGÍA HUMANA BÁSICA SUSTENTA NUESTRA TENDENCIA CONSPIRANOICA.
Por su propia naturaleza, las teorías conspirativas responden con fuerza a las necesidades psicológicas humanas básicas (***). Según la teoría de la autodeterminación de la motivación humana, desarrollada por los psicólogos de Rochester Richard Ryan y Ed Deci, estas incluyen la necesidad de autonomía, competencia y relación.
Las conspiraciones explotan nuestro deseo fundamental de pertenecer a un grupo social y sentirnos conectados con otros. A menudo dividen el mundo en “nosotros” (los que conocemos la verdad) y “ellos” (las élites poderosas que ocultan la verdad). Esta división crea un sentido de pertenencia y solidaridad –es decir, de relación- con otros que comparten creencias similares.
De manera similar, creer en teorías conspirativas puede ayudar a crear un sentido de autonomía, o una sensación de control sobre las propias acciones y decisiones, de modo que una persona ya no sea impotente ante fuerzas desconocidas. Comprar el pensamiento conspiranoico también puede resultar gratificante porque fomenta un sentido de superioridad moral o intelectual por conocer la “verdadera” verdad.
A su vez, el conspiranoico activa nuestros sesgos cognitivos innatos: procesos mentales que pueden llevar a decisiones ilógicas e irracionales al proporcionar respuestas seductoramente simples y explicaciones aparentemente tranquilizadoras para nuestro mundo complejo y a menudo caótico. Un ejemplo es el sesgo de confirmación, en el que las personas tienden a favorecer información que respalde sus creencias preexistentes. Un emprendedor conspiranoico puede aprovechar estas tendencias naturales para sembrar pensamiento conspiranoico en el público. Además, estamos programados para detectar patrones, incluso donde no existen, un fenómeno conocido como percepción ilusoria de patrones. Esta percepción distorsionada puede hacer que los eventos aleatorios parezcan el resultado de conspiraciones deliberadas y secretas.
“Todos estos sesgos están bien documentados en la literatura psicológica, y tiene todo el sentido que sean aplicables a cuestiones tan importantes como las teorías conspirativas de nuestro tiempo”, dice Harry Reis, profesor del decano y profesor en el Departamento de Sicología de Rochester.
‘TODOS SOMOS SUSCEPTIBLES’ AL PENSAMIENTO CONSPIRANOICO.
Casi nadie es inmune. las teorías conspirativas: “Todos somos susceptibles a caer en agujeros negros de conspiración”, nos alerta Tyson. Es un mito, dice, que los humanos se dividan en dos categorías: quienes creen en teorías conspirativas y quienes no. En cambio, la mayoría de las personas son algo susceptibles a creer en el conspiracismo, aunque algunas son más propensas a ser seducidas que otras.
¿QUÉ HACER PARA LLEGAR A LA VERDAD?
En otro artículo, la Universidad de Rochester navega en cómo evitar que las noticias falas (dentro de las cuales entran las teorías conspiranoicas) nos afecten.
“La desinformación se basan en diversas formas de manipulación, incluyendo tergiversaciones digitales y apelaciones emocionales.
“Es muy fácil generar desinformación usando IA”, dijo el profesor e investigador de Rochester, Kevin Meuwissen. Pero la precisión por sí sola no es suficiente. Meuwissen suele remitir a profesores y estudiantes al método SIFT.
SIFT, un acrónimo que significa en inglés: Stop (alto), Investigate the source (investigar la fuente), Find better coverage (encontrar mejor cobertura) y Trace claims, quotes and media to the original contex (rastrear afirmaciones, citas y contenido mediático hasta el contexto original).
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En base a artículo de la Universidad de Rochester.
(*) Comisión Europea y teorías conspirativas: Identificación de teorías conspirativas – Comisión Europea
(**) Investigaciones recientes: La información de los vínculos sociales predice creencias conspiranoicas: Pruebas del intento de asesinato de Donald Trump | PNAS Nexus | Academias de Oxford
(***) Las teorías conspiranoicas responden a necesidades humanas básicas: Lo que realmente nos motiva
Además, “Teorías conspirativas: funciones evolutivas y mecanismos psicológicos”: Teorías conspirativas: funciones evoluídas y mecanismos psicológicos – Jan-Willem van Prooijen, Mark van Vugt, 2018

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