La claridad del rumbo fiscal y a la convicción transversal respecto de la estabilidad como objetivo de largo plazo, principios cruciales para entender el proceso antiinflacionario de Uruguay. Los errores y tropiezos no desarmaron la arquitectura general del programa.
Montevideo | Todo El Campo | El excanciller Ernesto Talvi se refirió a la inflación en Uruguay y Argentina, de cómo nuestro país logró estabilizarse y eso podría ser un ejemplo para nuestros vecinos; también realizó consideraciones sobre el acercamiento de Argentina con Estados Unidos y comentó que “es un error estratégico” no prestar atención a la Unión Europea.
Las declaraciones del economista fueron al diario argentino La Nación, la entrevista fue publicada en la edición del domingo 16 de junio.
Allí destaca dos conceptos claves en la estabilización del país: la paciencia estratégica y la continuidad política.
“PACIENCIA ESTRATÉGICA”.
Talvi analizó la experiencia uruguaya de baja inflacionario en los años 90 con la situación argentina actual bajo la conducción de Javier Milei y Luis Caputo, presidente y ministro de Economía, respectivamente.
Sostuvo que las similitudes entre ambos procesos son notables: ambos países iniciaron sus programas con déficits fiscales muy altos, inflación de tres dígitos, ausencia de reservas internacionales y un fuerte predominio del dólar en la vida económica. Uruguay ofrece un anticipo útil del camino que podría recorrer Argentina si preserva su programa y la continuidad política.
El plan de control inflacionario en Uruguay se lanzó en diciembre de 1990, recuerda Talvi, cuando el país tenía un índice cercano al 130% y un déficit fiscal del 7% del PBI.
En siete años y medio, Uruguay logró llevar la inflación a un dígito y consolidar una estabilidad que, salvo por la crisis de 2002, no volvió a romperse. Este proceso fue deliberadamente gradual y se apoyó en una idea clave: para construir estabilidad duradera era necesario acumular reservas propias.
Como en aquel momento no había acceso al crédito internacional, el Banco Central debió emitir para comprar dólares y reforzar sus reservas, lo cual implicó tolerar una inflación más alta durante varios años. Talvi llamó a esto “paciencia estratégica”: evitar apurar la desinflación para no caer en tasas de interés prohibitivas, atraso cambiario excesivo y pérdida de competitividad que pondrían en peligro la sostenibilidad del programa. Actualmente, Argentina enfrenta el mismo dilema.
A Uruguay, la corrección del déficit fiscal le llevó apenas dos años, pero no sin esfuerzo, porque hubo un recorte fuerte de los salarios públicos, lo que incluso provocó una huelga policial.
En el quinto año del plan, el país volvió a incurrir en un déficit del 3% del PBI, lo que llevó que muchos analistas anticiparan el fracaso del programa, pero eso no ocurrió el plan continuó gracias a la claridad del rumbo fiscal y a la convicción transversal respecto de la estabilidad como objetivo de largo plazo. Según Talvi, este punto es crucial para entender por qué Uruguay pudo persistir: los errores y tropiezos no desarmaban la arquitectura general del programa.
Consolidada la estabilidad fiscal y monetaria, y tras la reforma previsional de 1996, Uruguay recuperó el acceso a los mercados internacionales, obtuvo el grado de inversión y pudo pasar a un régimen de flotación cambiaria.
Las mejoras de fondo comenzaron a percibirse posteriormente: la inflación baja empezó a redefinir comportamientos, formar expectativas y permitir negociaciones salariales y ajustes regulados coherentes con un entorno estable. El crecimiento sostenido y la mejora relativa respecto de Argentina -el ingreso per cápita uruguayo creció un 50% más que el argentino entre 1990 y 2024- vinieron después de la estabilización duradera.
Otro eje fundamental de la entrevista es la continuidad política.
Talvi subraya que el plan se inició con Luis Alberto Lacalle del Partido Nacional (centroderecha liberal), continuó con el Partido Colorado de Sanguinetti (centroizquierda) sin alteraciones relevantes, y sobrevivió a la llegada al poder del Frente Amplio en 2005, una fuerza nacida en la izquierda marxista.
El Frente Amplio marcó sus énfasis en algunos temas, pero la figura de Danilo Astori esencialmente y, por supuesto, de Tabaré Vázquez, el presidente, y después de José Mujica, todos asumieron como propia la democracia liberal y el capitalismo, señaló.
Eso es semejante al debate argentino sobre un “peronismo racional”, porque “las sociedades maduras cambian evolutivamente; no se reinventan cada cuatro años. Es una construcción necesaria que Argentina se vaya poniendo de acuerdo en cuestiones básicas”.
ARGENTINA-UE-MERCOSUR.
En el final de la entrevista, Talvi es consultado sobre cómo analiza el vínculo de Argentina con Estados Unidos en función del Mercosur y la Unión Europea.
Contesta que “la Unión Europea no entra en el radar (de Argentina) y eso es un error estratégico. No digo que mantener relaciones cordiales con Estados Unidos y China no sea conveniente porque definitivamente son jugadores importantes. Pero para nosotros, estratégicamente, la Unión Europea en este momento es el bloque económico igual de grande que China y, en mi opinión, más importante”.
Pero además hay un factor cultural. El economista lo describe así: “Cuando mirás al mundo y pensás ‘¿qué me gustaría ser cuando fuera grande?’, al menos en América del Sur la respuesta es ‘me quiero parecer a Europa, me quiero parecer a España’. Europa representa lo que somos y lo que queremos ser, además de que, desde el punto de vista económico, somos complementarios y también estratégicamente complementarios. Con el mundo en el que vivimos, con los dos grandes que no respetan las normas, Europa es el tipo de sociedad que miramos y a donde tendríamos que estar mirando estratégicamente”.

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