Este equilibrio entre rendimiento, calidad, adaptación y demanda internacional es lo que define el catálogo de cultivares en cada zafra. Se trata de una ecuación compleja, pero indispensable.
Melisa Cuadro y Constanza Tarán | Inase | Todo El Campo | Cada zafra de arroz, en Uruguay, comienza mucho antes de la siembra. Las empresas planifican cuidadosamente qué menú de cultivares utilizarán y ponderan múltiples factores: rendimiento esperado, calidad de grano, adaptación a distintos ambientes y las exigencias de los mercados internacionales.
Para conocer cómo abordan este desafío, desde el Instituto Nacional de la Semilla (Inase) consultamos a técnicos referentes de distintas empresas del sector, quienes compartieron su experiencia y sus criterios de decisión. Sus testimonios permiten visualizar no sólo las prioridades de las empresas al seleccionar variedades, sino también el rol que cumple la innovación tecnológica y, especialmente, el respaldo de nuestro sistema de certificación de semillas.
El sector arrocero uruguayo planifica cada zafra con mirada estratégica a largo plazo, en un contexto donde prácticamente toda la producción se destina a mercados internacionales y la competitividad depende de sostener altos estándares de calidad.
EQUILIBRIO EN LA PLANIFICACIÓN VARIETAL.
Uno de los puntos destacados es que la selección varietal no puede reducirse únicamente al potencial de rendimiento. Si bien la productividad es determinante para la rentabilidad de la empresa y la retribución a los productores, la calidad de grano ocupa un lugar central en el proceso de selección. Aspectos como el rendimiento industrial y las características culinarias se convierten en atributos decisivos para acceder a nichos de alto valor en los mercados de destino.
A ello se suma la adaptación ambiental. Cada cultivar muestra un comportamiento diferencial en función de la localidad y las condiciones climáticas y esa respuesta puede marcar la diferencia en años con escenarios adversos. La estrategia varietal, entonces, no se limita a elegir la mejor variedad, sino a construir un menú que asegure estabilidad frente a la variabilidad climática, escalone ciclos y ajuste fechas de siembra para minimizar riesgos y ordenar la cosecha.
Este equilibrio entre rendimiento, calidad, adaptación y demanda internacional es lo que define el catálogo de cultivares en cada zafra. Se trata de una ecuación compleja, pero indispensable para sostener la competitividad de Uruguay en el mercado mundial de arroz.
INNOVACIÓN COMO HERRAMIENTA A LARGO PLAZO.
Otro aspecto recurrente en las consultas fue el papel creciente de la innovación tecnológica. El sector arrocero uruguayo se caracteriza por la rápida adopción de nuevas herramientas, desde biotecnología y mejoramiento genético hasta sistemas digitales de gestión.
La incorporación de variedades con tolerancia a herbicidas específicas, resistencia a enfermedades y mayor plasticidad frente a distintos ambientes ha permitido estabilizar la producción en zonas con problemáticas históricas, como el arroz rojo o la pyricularia. Del mismo modo, el uso de imágenes satelitales, la agricultura de precisión y los sistemas de procesamiento de datos en tiempo real se han convertido en herramientas centrales para proyectar con mayor certeza el comportamiento de cada cultivar.
Estas innovaciones no sólo resuelven problemas del presente, sino que condicionan la planificación a mediano y largo plazo. La posibilidad de contar con información objetiva, anticipar tendencias y responder con agilidad a cambios en los mercados internacionales, transforma la innovación en un pilar estratégico que atraviesa tanto a la chacra como a la industria.
NUESTRO ROL EN LA ESTRATEGIA VARIETAL.
Si hay un punto en el que todas las visiones coinciden es en la importancia del sistema de certificación de semillas. Uruguay presenta una característica diferencial respecto a otros países productores de arroz: prácticamente el 100% de la semilla utilizada es certificada bajo nuestras normas.
Ello implica que cada lote que se siembra cuenta con garantías de identidad y pureza genética, así como trazabilidad desde la chacra hasta la comercialización. El resultado directo es la uniformidad en los cultivos, que se traduce en lotes homogéneos de arroz al momento de la cosecha y en un producto final que responde satisfactoriamente a las exigencias de los mercados internacionales.
Mencionan que esta base sólida, construida sobre la certificación de semillas, es uno de los pilares de la estrategia competitiva del arroz uruguayo. Se trata de una práctica que en otros países es excepcional, pero que en Uruguay se ha consolidado como una alianza estratégica y una carta de identidad para el sector. En este esquema, no sólo ejercemos un rol regulador, sino que también actuamos como sello de calidad y articulador en un sistema donde todos los actores deben avanzar alineados.
CONCLUSIÓN: LA SEMILLA NO ES UN INSUMO MÁS.
La definición del menú varietal, la incorporación de tecnología y la certificación de semillas forman un entramado estratégico en la planificación de cada zafra. Realizar esta consulta nos permitió revalorizar que detrás de cada grano de arroz exportado hay un proceso complejo que conjuga estrategia, ciencia y profesionalismo.
En un sector que exporta casi todo lo que produce y compite en base a la calidad, la semilla certificada no es un insumo más: es la base sobre la que se construye la competitividad del arroz uruguayo. El respaldo que damos garantiza que cada zafra comienza con la seguridad de sembrar identidad genética, pureza y trazabilidad, y que cada grano que llega a destino representa la confianza y seriedad de todo un país.
NOTA: los autores agradecen a Casarone, Coopar, Dambo y Saman por sus aportes a este material | Fuente: ACA.

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