“Casi la mitad de la fuerza laboral del USDA, alrededor de 42.000 empleados, ahora están suspendidos. Si bien los servicios esenciales como las inspecciones de carne y aves de corral y las protecciones fronterizas continuarán, el trabajo que sustenta la innovación de semillas, el financiamiento agrícola y la conservación se ha detenido”.

Washington, Estados Unidos | Todo El Campo | No es la primera vez que leemos en los diarios o escuchamos en la radio que el gobierno de Estados Unidos está cerrado. ¿Qué significa eso?

Lo primero a precisar es que no es gobierno sin la administración la que cierra, lo que quiere decir que suspende todos sus servicios federales, salvo los esenciales, por falta de financiación. Los servicios que dependen de cada estado no se ven afectado directamente.

El cierre ocurrió a partir de la hora cero del martes 1° de octubre a raíz de que el parlamento se estacara sin avanzar sobre determinados financiamientos en los que demócratas y republicanos no se han puesto de acuerdo.

La situación puso al país en un punto de mucha incertidumbre porque nadie sabe hasta cuándo se extenderá. La última vez que ocurrió algo así fue a fines de 2018 y comienzos de 2019, con una extensión de casi 40 días.

Además, tiene consecuencias gravísimas para miles de personas con despidos masivos en agencias y oficinas federales, la toma de licencias temporales y sin salario, o quizá continuidad laboral pero sin recibir el pago hasta que se aprueben los dineros.

En la vida diaria del estadounidense común, el cierre de la administración significa trastornos que van desde el cierre de parques y museos nacionales hasta retrasos en los préstamos federales para pequeñas empresas y eventuales compradores de vivienda, hasta retrasos en los aeropuertos.

¿CÓMO AFECTA AL AGRO DE EE.UU?

Aimee Nielson, editora de Seed World Latin America explicó en una nota editorial (video en inglés al final del artículo), cómo y de qué forma el cierre de la administración afectará a la agropecuaria estadounidense, pudiendo causar daños de largo alcance.

“Para la agricultura, y la industria de semillas, el momento no podría ser peor”, dijo Nielson.

“Casi la mitad de la fuerza laboral del USDA, alrededor de 42.000 empleados, ahora están suspendidos. Si bien los servicios esenciales como las inspecciones de carne y aves de corral y las protecciones fronterizas continuarán, el trabajo que sustenta la innovación de semillas, el financiamiento agrícola y la conservación se ha detenido”.

“Las inspecciones de certificación de semillas y las aprobaciones regulatorias entraron en pausa”; “los ensayos federales de investigación se congelan a mitad de temporada, lo que amenaza con borrar meses de trabajo”; “ y los datos clave del USDA, como los informes del estado de los cultivos, las ventas de exportación y las estimaciones de oferta y demanda, se suspenderán, dejando a los mercados y productores sin información para la toma de decisiones”.

Eso impacta en las compañías y el mercado de semillas, con “retrasos en los lanzamientos de productos e incertidumbre regulatoria”, lo que se traduce en que los productores verán demoras en trámites burocráticos en momentos en que deben tomar decisiones de siembra y cosecha.

“Este cierre también choca con otra fecha límite de alto riesgo: la expiración de las autoridades de la ley agrícola. Si bien muchos programas de leyes agrícolas son obligatorios y continúan automáticamente, otros, incluidas las iniciativas de conservación y ciertos programas relacionados con las semillas, requieren autorización y asignaciones anuales. Sin la acción del Congreso, la capacidad del USDA para administrar algunos de esos programas también caducó” a partir del 1° de octubre.

Determinar qué malo es todo lo anterior, continuó Nielson, “dependerá de cuánto dure”, porque si la administración consigue el financiamiento y el país vuelve a activarse en pocos días, el daño es reversible y manejable. Sin embargo, en caso de extiende a semanas, -ya estamos a jueves 9- los retrasos aumentarán, los ensayos podrían perderse, las inscripciones de conservación no cumplirán con los plazos y los mercados sufrirán por la falta de datos”.

Aún puede ser peor: “Si se extiende más allá de un mes, el daño podría volverse estructural” con programas que “necesitarán correcciones graduales y las compañías de semillas y los agricultores pueden enfrentar reveses duraderos”.

“Las semillas no esperan a la política” y “los ciclos de reproducción, las ventanas de siembra y las presiones de plagas no se detienen porque Washington no puede ponerse de acuerdo”, reflexionó.

“Cuanto más dure el cierre, mayor será lo que está en juego para cada agricultor, cada investigador y cada compañía de semillas”, concluyó.

Los comentarios de Aimee Nielson, editora de Seed World en EE.UU., se pueden seguir aquí.

(Video en inglés).

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