Tenemos que generar mucha información científica y comunicar mejor. No pelear con quienes están avasallando y cambiando los hábitos de consumo en Europa, sino trazar una agenda de trabajo en la región y en el mundo.

Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | Con la organización del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y la Asociación Rural de Jóvenes del Uruguay (ARJU) se realizó el viernes 12, en la sala de Conferencias de la Expo Prado la conferencia “Bienestar animal como componente fundamental de la sostenibilidad en la producción ganadera”, con la Ing. Agr. Marcia del Campo (foto de portada) como única oradora.

La Ing. Del Campo es una referente del bienestar animal en Uruguay y fue la primera presidenta del Instituto Nacional de Bienestar Animal (INBA), sus conferencias y participaciones académicas son reconocidas en Uruguay como en el exterior, por la claridad de sus mensajes, como por el peso argumentativo que desarrolla.

El evento fue dirigido a los jóvenes, y eran jóvenes quienes poblaban mayoritariamente la sala, aunque también había un componente no menor de adultos de diversas edades interesados en la temática.

En la apertura de actividad, el Ing. Agr. Diego Sotelo (INIA) destacó la relevancia que para esa institución tiene la juventud, ya sea de ARJU como de otras organizaciones del agro. “La juventud es importante porque tiene que ver con el relevo generacional, pero también porque los jóvenes tienen una mirada diferente que enriquece”, dijo.

Diego Sotelo (INIA) y Manuel Figueroa (ARJU)

En ese vínculo INIA se propuso un ciclo de charlas, presenciales y virtuales, para contribuir a la formación de los jóvenes, vinculados a la producción y no, porque la agropecuaria no solo es pasto, campos, animales y árboles, sino también un trabajo de innovación que incluye un amplio abanico de posibilidades y áreas de acción.

Sotelo agregó que cuando INIA y ARJU decidieron el tema de la conferencia lo hicieron con el fin de generar conciencia sobre el impacto del bienestar animal en la productividad, la sanidad, el acceso a los mercados y la aplicación de sistemas más responsables.

Manuel Figueroa, presidente de ARJU comentó que es vital la formación de los jóvenes y el acceso a la información, que es uno de los pilares de la institución que preside. Por eso el trabajo junto a INIA, a través de un ciclo de charlas que se extenderá hasta fin de año.

“GENERAR MUCHA INFORMACIÓN CIENTÍFICA Y COMUNICARLA MEJOR”.

Del Campo repasó los cambios que ha experimentado el mundo a partir de la Agenda Global de Sostenibilidad y señaló el surgimiento de discursos contrarios a la ganadería y la carne, los cuales “tienen base científica, pero hay muchas cosas que no son sólidas, por lo que hay que generar información y rebatirlas”.

Una de las instituciones de mayor actividad contraria a la ganadería y el consumo es la Comisión Eat Lancet, cuyo objetivo “es terminar con la ganadería en dos décadas” en base a tres argumentos: “El impacto de la ganadería en el ambiente, la crueldad que indica el proceso y el impacto que tiene el consumo de carne en la salud humana”. El peso de cada uno de esos puntos varía según la región del mundo y del país que se analice, y en el caso concreto de Uruguay el ciudadano “está más preocupado por la crueldad que por el ambiente”.

Mientras instituciones como la Eat Lancet divulgan sus posturas sobre el tema, en el mundo surgen “proteínas alternativas de fuentes no tradicionales como insectos y carne de laboratorio”.

Ante esas nuevas tendencias, la ciencia de la agropecuaria ha reaccionado y “a partir de 2021, el Instituto Interamericano de Cooperación para las Américas (IICA) y el Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agroalimentario y Agroindustrial del Cono Sur (Procisur) que el INIA integra junto con otras organizaciones de investigación de Argentina, Brasil, Chile y Paraguay, se plantearon la inquietud de estudiar el discurso anticarne y antiganadería para determinar si era verdad todo lo que se dice.

La primera conclusión es que los países productores “somos parte de la solución” y para eso “tenemos que generar mucha información científica y comunicar mejor. No pelear con quienes están avasallando y cambiando los hábitos de consumo en Europa, sino trazar una agenda de trabajo en la región” y en el mundo. Con ese objetivo, “quienes trabajamos en carne ya nos hemos reunido en 2 oportunidades: en 2022 en Dublín (Irlanda) y en 2024 en Colorado (Estados Unidos) generando otra estrategia de comunicación científica para contrarrestar ese discurso”.

Se trata “simplemente de ser objetivos y decir ‘esto no es así, ofreciendo una contraoferta de todo lo que sale publicado”.

“No es una tarea fácil, porque quienes organizan estas actividades (de divulgación científica en respuesta a los críticos del consumo de carne) hasta han sido amenazados. Eso es algo que los uruguayos lo tenemos que saber”, enfatizó.

LA OPINIÓN DE LOS CIUDADANOS DE LA REGIÓN.

En todo ese debate “lo correcto es hablar también de bienestar animal, porque es lo correcto y porque si no lo hacemos quedamos fuera del sistema”.

En 2022, a instancias de la revista Meat Science Journal, que es una referencia científica para quienes trabajan en carne, se hizo un estudio para conocer la opinión de la gente sobre los temas vinculados al consumo.

En Uruguay, el resultado de ese estudio “confirma la importancia que tiene el consumo de carne, sin embargo el 37% de los ciudadanos redujo el consumo de carne y nos sorprendió que el 8,2% de los uruguayos fueran vegetarianos (5,2%), veganos (1%) o pescetarianos -vegetariano que solo consume carne de pescados y mariscos- (2%).

Cuando se le pregunta a la gente por qué de ese cambio, el motivo más importante es la crueldad animal, y los grupos que hacen la diferencia en son las mujeres y los jóvenes de 18 a 29 años.

Además, ante la consulta de cuál es el atributo de mayor valor y por el cual los ciudadanos uruguayos están dispuestos a pagar más, el bienestar animal está en primer lugar (65%) seguido por carne a pasto, orgánica, y la producción sostenible.

MÁS ACCESO A LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.

¿Qué ha hecho que la sociedad uruguaya e incluso global se haya sensibilizado con el tema del bienestar animal generando cambios trascendentales en su alimentación?, la respuesta es porque tiene más acceso a la información y el conocimiento científico.

Además “ha habido cambios sociales” en la relación de las personas con los animales, especialmente con los perros y los gatos, “estrechando vínculos humanos-animales incrementando la empatía”.

Volviendo a la ciencia, ésta “demuestra rigurosamente la capacidad que tienen los vertebrados de experimentar emociones positivas y negativas”, lo vemos en los perros y los gatos, “y biológicamente no existe ninguna diferencia entre el gato o el perro que duerme en tu cama con el novillo” que está en el campo.

A los animales de campo “le importa su dolor” y es algo que tenemos que pensar, sin que eso signifique que debemos tratarlo como humanos ni mucho menos, precisó.

Frente a esas nuevas realidades hay tres tipos de actitudes: quienes solo le dan al animal un valor instrumental y lo cuidan porque les es útil; quienes le dan un valor intrínseco y ejercen una producción respetuosa del bienestar animal; y aquellos que se oponen a la producción animal. “Para todo lo que está pasando en el mundo” con los cambios en las consideraciones de producción y consumo, el productor que pertenece al primer grupo “es una amenaza” por la actitud que asume, y “de a poco hay que convencerlo de que el mundo cambió y que hay que hacer las cosas bien”.

PÉRDIDAS ANUALES: US$ 29,7 MILLONES.

Cuando los animales son bien tratados y bien manejados, se genera “un impacto positivo en su temperamento, por lo tanto disminuye el riesgo de accidente laboral, también mejora la producción, los índices reproductivos y la calidad de la carne, la lana y la leche”.

Si se le da un trato inadecuado, las pérdidas son millonarias llegando a US$ 29,7 millones, lo que equivale a unos US$ 18 por animal. Muchas veces los productores ni se enteran de la pérdida que genera un hematoma, un absceso u otros conceptos vinculados al maltrato.

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