Queserías paulistas diversifican la producción con ingredientes y técnicas de maduración poco comunes.

El Estado de São Paulo nunca ha sido reconocido por su tradición quesera. No es una cultura que se transmite de padres a hijos, como en Minas Gerais. Pero es precisamente esta característica peculiar la que está detrás de la notoriedad que han cobrado las queserías de São Paulo y que han conquistado adeptos dentro y fuera de Brasil. Como es un movimiento reciente, que no tiene más de diez años, los queseros de aquí tienen como característica común el atrevimiento y la creatividad.

Sin ataduras a recetas antiguas, constantemente inventan y proponen innovaciones que han impresionado incluso a la patria del queso.

Y es que, en la última edición del concurso Mondial du Fromage et des Produits Laitiers, realizado en Francia en septiembre de 2021, seis productores paulistas regresaron a casa con 15 medallas, entre ellas un Súper Oro, la más codiciado entre los galardones.

“Como no tenemos una legislación que cumplir ni un código cultural que nos frene, tenemos total libertad. Y estamos totalmente locos”, se ríe Heloísa Collins (foto), de Capril do Bosque, una quesería especializada en queso de cabra. Regresó de Francia con la medalla de plata por Dolce Bosco, queso de cabra azul inspirado en el dolce gorgonzola italiano —en el e-commerce de la marca, la unidad de 200 gramos cuesta R$ 49. (Foto interior y texto Folha de S.Paulo. Foto principal de Portal del Queso).

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