Dos modelos opuestos y dos realidades extremas.
Montevideo | TodoElCampo | India, el país más poblado del mundo, con una producción de 239 millones de toneladas, es el líder mundial indiscutible en producción de leche, orientada esencialmente al gran mercado interno. Nueva Zelanda, con solo 5 millones de habitantes y otras tantas vacas, es en cambio el líder indiscutible en exportaciones de leche y una referencia mundial de precios y expectativas.
India, con millones de pequeños agricultores protegidos por políticas públicas proteccionistas para mantener un sistema de producción generalizado en la miríada de aldeas rurales; Nueva Zelanda, con granjas lecheras altamente eficientes y un sistema liberalizado orientado al comercio mundial.
En India, la leche es mucho más que una materia prima. Es una parte central de la dieta diaria y una referencia cultural: durante las fiestas religiosas, la demanda de manteca y ghee (una especie de manteca india y pakistaní) aumenta drásticamente, desestabilizando los precios internos. La mejora de las infraestructuras y de la cadena de frío está ampliando los productos de valor añadido como el yogur, la mozzarella, las bebidas listas para beber (lassi, leche aromatizada) y los productos funcionales; busca exportar productos típicos como ghee y derivados de valor agregado a nichos de mercado, desde comunidades hindúes hasta consumidores de Medio Oriente.
En Nueva Zelanda, la isla verde, la reputación y la fiabilidad, o la sostenibilidad, son referencias esenciales. El clima es siempre un factor de riesgo, las emisiones están bajo la lupa, las pequeñas fluctuaciones de precios determinan los ingresos de miles de agricultores en el hemisferio sur o los costos para los importadores en Asia y África. Defiende su posición dominante en el sector de la leche desnatada en polvo y depende del mantenimiento de mercados abiertos a través de acuerdos de libre comercio.
El mercado mundial de productos lácteos no se trata solo de la producción de materias primas: es un tablero de ajedrez geopolítico en constante movimiento, donde además de las vacas, la leche y el queso, entran en juego el poder económico, la seguridad alimentaria, las políticas agrícolas, las medidas ambientales y sociales, y los valores culturales.
Dos sistemas opuestos, pero también complementarios por el papel fundamental de la cooperación, que debe observarse cada vez con más atención. Se podría concluir que el futuro del mercado lácteo no se decide ni en Bruselas ni en Washington, sino en los pueblos de Gujarat o en los verdes pastos de Auckland.
Artículo y gráfico de Clal.it, sitio especializado en información y análisis de lácteos.


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