El ovino constituye una de las mejores alternativas de producción para pequeños y medianos productores que, además de constituir al menos el 70% de quienes hacen ganadería en Uruguay, son quienes viven en la campaña ejerciendo soberanía en muchos rincones de este país.
Gianni Bianchi Olascoaga | Montevideo | Todo El Campo | Desde que asumió el Sr. ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Dr. Alfredo Fratti, he intentado infructuosamente conseguir una reunión de no más de media hora para entregarle en mano una propuesta para el desarrollo del rubro ovino y fundamentar el documento en el que estuve trabajando. No vale la pena mencionar la variedad de caminos recorridos para intentar ser escuchado, pero lo cierto es que no he tenido suerte. Los que me conocen saben que he dedicado mi trabajo a la especie, en la docencia y la investigación, y que estoy convencido que la oveja tiene y se merece un lugar. Lamentable y mayoritariamente por errores de quienes no estuvieron a la altura (y que paradojalmente parece que de nuevo se recurrirá a alguna de esas instituciones para que integren la nómina de quienes “nivelen” a los técnicos que se contratarán para el Programa PROCRIA que lanzó el MGAP hace unos días) hoy prácticamente ha desaparecido del país y de la agenda púbica. Estoy convencido de la propuesta en la que estuve trabajando y entiendo que al menos si se hace pública, quizás, digo quizás, tampoco soy demasiado optimista al respecto, pueda generar una discusión en diferentes ámbitos sobre qué hacer con las ovejas que vienen quedando. Se lo debemos a la especie.
Con este objetivo y gracias a la generosidad que la gente de Todo el Campo ha tenido para conmigo, en esta y otras oportunidades, iré presentando en una serie diaria y durante una semana los diferentes aspectos del trabajo realizado. Complementariamente al hacer público el documento, ya no se podrá esgrimir, como se hizo en la anterior administración y también en la actual, que nadie le hizo llegar a INAC o al MGAP una propuesta para desarrollar el rubro ovino.
Hoy ponemos a disposición del público en general el resumen ejecutivo de la propuesta. A partir de mañana y hasta el próximo sábado se publicarán -en este orden- los siguientes apartados: 1. Competitividad del ovino. 2. Problemas mayores del rubro en lana y carne. 3. Propuestas y líneas de acción para levantar las restricciones. Primera parte. 4. Propuestas y líneas de acción para levantar las restricciones. Segunda parte. 5. Propuestas y líneas de acción para levantar las restricciones. Tercera parte.
RESUMEN EJECUTIVO.
El ovino constituye una de las mejores alternativas de producción para pequeños y medianos productores que, además de constituir al menos el 70% de quienes hacen ganadería en Uruguay, son quienes viven en la campaña ejerciendo soberanía en muchos rincones de este país. Para ello resulta menester desarrollar eficientemente producciones que en pequeñas escalas pueden generar altísimas producciones y rápido retorno de la inversión, particularmente si se elige correctamente la raza. Para ello, el mensaje al sector primario debió y debe ser claro al respecto, se impone la especialización productiva tanto en lana, como en carne, por aquello de que las medias son para los pies. La única excepción que en Uruguay ha demostrado tener cabida en ambas producciones, es la raza doble propósito Dohne.
Tampoco se descarta estudiar la viabilidad de desarrollar la producción de leche ovina, pero considerando la comercialización, quizás uno de los puntos centrales de porqué fracasó el intento de desarrollar una cuenca lechera ovina a fines del siglo pasado.
Los indicadores productivos, cualquiera de ellos, son malos y están muy lejos no sólo del potencial de la especie, sino de lo que algunos productores exitosos han alcanzado localmente. El sistema de transferencia tradicional está en jaque. En el país no hay adopción tecnológica a pesar de que la investigación nacional generó un paquete de alternativas que permitirían -siendo conservador- mejorar al menos en 20 puntos porcentuales los magros procreos locales (de 70 a 90% de señalada) y a la vez incrementar en un 20% el peso de carcasa de la categoría de mayor valor que es el cordero, pasando de 17 a 20 kg de carne en 4ta balanza. Para revertir esta situación, resulta menester intervenir en 5 momentos estratégicos del año y muchas veces sólo sobre algunos animales con tecnologías básicamente de proceso. Para ello, medir en el animal y en la pastura sobre qué momentos y animales incidir resulta clave, no sólo para incentivar a los productores, sino para que la inversión en tiempo y eventualmente insumos, se vea recompensada. Por aquello de que lo que no se mide, no se conoce, lo que se conoce no se gestiona y lo que no se gestiona, no se puede mejorar. En buen romance gastar poco y bien, en vez de mucho y mal. Esto que resulta fácil de decir y, a la luz de los magros indicadores productivos, difícil de lograr, requiere un cambio drástico en la forma de llegarle al productor. Para lo cual necesariamente se tiene que actuar en el campo y con el productor y el personal a cargo, como protagonistas y repicadores de la tecnología adoptada. Por aquello de que la palabra convence, pero el ejemplo arrastra. Por supuesto que hay otros inconvenientes a solucionar porteras hacia adentro, pero sino todos, gran parte, son mitigables con la implementación de tecnologías también disponibles y muy poco adoptadas.
A pesar de lo expuesto, los verdaderos problemas que escapan al alcance del productor de carne ovina están porteras hacia afuera y pasan por la comercialización del producto, a diferencia de la lana, donde si bien las últimas zafras no han resultado alentadoras en lo que a precios se refiere, existe una industria que da señales claras liquidando los lotes por diámetro y calidad objetiva. Por desgracia, en el caso de la carne y salvo algunas experiencias del pasado a menor escala y sin todas las habilitaciones para exportar a los mercados abiertos para el país, no han existido industrias que trabajen el ovino todo el año y que discriminen por calidad. Por un lado, se mantiene un sistema de tipificación subjetivo que no transmite al productor -independientemente de la raza- qué características de peso, conformación y grado de engrasamiento deben tener sus canales. Por otro lado, prácticamente no existen diferencias de precios entre el cordero tipo SUL, constituido mayoritariamente por razas laneras o doble propósito y el cordero en base a cruzamientos con razas carniceras. Desarrollar a escala significativa este otro cordero que la investigación local hace más de 20 años demostró contundentemente sus ventajas, es relativamente sencillo de lograr, siempre y cuando existan señales claras de la industria, que no es otra cosa que pagar distinto productos diferentes. Quizás sea necesario estudiar el desarrollo de inversiones del exterior que trabajen exclusivamente con el ovino, habida cuenta de la mala experiencia que hasta el momento se ha tenido en el país con las industrias vaqueras que lideran la faena de ovinos localmente. Cambiar este aspecto resulta central y permitiría levantar, no sólo todas las restricciones que la propia industria y los resultados de las auditorías realizadas por INIA han sostenido (ejemplos: falta de cordero todo el año, sumado a la heterogeneidad en peso, conformación y grado de engrasamiento), sino competir mejor cuando existen opciones de mejor calidad (cordero australiano y neozelandés) en mercados de alto valor: EE.UU., Canadá, sud este asiático, Israel, UE con hueso, etc. Por supuesto que hay que trabajar en minimizar todo lo que se pueda las restricciones de tipo sanitario y arancelario que el país padece, pero existe otra limitante central, casi siempre soslayada, que tiene que ver precisamente con cómo se posiciona la carne ovina tradicional en mercados donde existen otras opciones de compra. Mejorar esto sólo depende de lo que haga el país, a diferencia de los logros que esta administración pueda tener en abrir más y mejores mercados para la carne ovina. En tren de posicionar el producto y a pesar de lo insignificante que representa el mercado interno, el consumo de carne ovina en las ciudades y centro metropolitano es casi nulo y en este aspecto hay también mucho para hacer.
Además de aspectos vinculados a la producción, transferencia, comercialización, marketing y mercados, se deja planteada la importancia y lo estratégico que resulta para cualquier país, cuando prevé desarrollar sus producciones, la investigación y formación de futuros profesionales, encontrándose, lamentablemente en ambas áreas, carencias importantes.
EL AUTOR. Gianni Bianchi Olascoaga:

Ing. Agr. Facultad de Agronomía. Udelar.
Maestría y Doctorado Calidad de Carme. Facultad de Veterinaria. Universidad de Zaragoza. España.
Profesor Agregado de Ovinos y Lanas (último cargo). EEMAC. Facultad de Agronomía. Udelar. 1987-2015.
Cursos internacionales de su disciplina en: IICA, Universidad de la Empresa y Consultora Plus Agro.
Integró: Colegio de Posgrado de la Facultad de Veterinaria y Agronomía de la Udelar y de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sistema Nacional de Investigadores (ANII)
Publicaciones: más de 300, incluyendo libros y capítulos de libros, artículos científicos, notas técnicas y periodísticas.
Consultorías, conferencias y capacitaciones en: Argentina, Brasil, Chile, México y Paraguay.
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