La lechería, cualquiera que sea el país o la región del mundo que se quiera analizar, demuestra ser un sector altamente resiliente. Y Nueva Zelanda no podría ser la excepción.

Montevideo | Todo El Campo | El último informe de Estadísticas de Productos Lácteos de Nueva Zelanda pinta una imagen de menos tambos pero más grandes, un fenómeno mundial: la desaparición de establecimientos lecheros y la conservación o el aumento de la producción.

Para la mayoría o todos los países del mundo -entre ellos Uruguay-, la desaparición de tamberos es un problema social importante por lo que el tambo representa en el entramado social rural. Pero el fenómeno también muestra una suerte de selección natural (¿o de gestión comercial?) de los productores ya que van quedando los que logran producir de la mejor manera posible.

En el caso de Nueva Zelanda, “los ganaderos se centran en la cría de vacas de alta producción y con buena calidad de leche”, dice un artículo de análisis publicado en Dairy News.

Agrega que esa buena calidad se ve en “los porcentajes récord de grasa láctea y proteína en las vacas analizadas en el rebaño, junto con el recuento medio de células somáticas más bajo de la historia, de 161.000 células/ml en la temporada 2023-24”.

Que la producción se mantenga estable, a pesar de las condiciones económicas del sector lácteo, es una prueba de resiliencia. En Nueva Zelanda, en la zafra 2023-24 “las empresas lácteas procesaron 20.500 millones de litros de leche que contenían 1.880 millones de kgMS, en comparación con la temporada anterior, esto representó una disminución del 0,8% (161 millones de litros) en litros y un aumento del 0,5% (9 millones de kgMS) en kgMS procesados. Esto refleja una mayor proporción de sólidos lácteos en la leche procesada”.

Continúa: “La producción promedio de leche por vaca en todo el país fue de 400 kg de sólidos lácteos (compuesto por 225 kg de grasa láctea y 176 kg de proteína). El promedio de sólidos lácteos por hectárea efectiva (1.105 kg) se acercó a los niveles de 2020/21”.

En 2023-24 hubo un “aumento en el número de vacas, del 0,6% alcanzando los 4,7 millones, aunque todavía está un 2% por debajo de la media de los últimos cinco años, que es de 4,8 millones”.

“El tamaño promedio del rebaño aumentó y el número de rebaños disminuyó. Esta zafra hubo 10.485 rebaños, 116 menos que la anterior. El tamaño promedio nacional del rebaño fue de 448, que fue siete vacas más que la temporada anterior”.

La composición del rebaño evolucionó hacia “la genética cruzada” y la proporción “de cruces de Holstein-Frisón/Jersey ha aumentado significativamente, del 34% en 2005/06 al 60% en 2023/24”.

Todos los datos anteriores son el resultado de el buen manejo productivo que se resume en tres concetos básicos: “productividad, calidad y el desempeño sostenible”. Poner el foco en ellos es la actitud correcta.

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