Además del peligro de una escalada bélica y cruenta -otra más en un mundo muy golpeado y violento-, se presenta un nuevo riesgo grave en lo comercial y de abastecimiento global.

Hébert Dell’Onte Larrosa | Montevideo | Todo El Campo | 2023 no fue un buen año para el comercio internacional, entre otras cosas por los problemas que ha tenido un eslabón fundamental: el traslado de mercancías.

Así como nuestro país no podría funcionar bien si no tuviera carreteras que permitan el tránsito ordenado y seguro, el mundo tampoco puede si las rutas en las que se mueve el comercio internacional están llenas de problemas de diversa índole, algunos humanos, como ocurre ahora con el mar Rojo, y otros naturales, como el canal de Panamá, donde la sequía ha generado retrasos importantes y encarecimientos millonarios.

La mala novedad de los últimos días es lo que sucede en el mar Rojo, una importantísima como antigua ruta comercial de casi 2.000 km de largo y apenas 300 Km en su parte más ancha, pero puede reducirse a 20 Km en su parte más angosta.

Según un informe de CNN publicado ayer, “el mar Rojo es uno de los cuerpos de agua más importantes del mundo para el comercio internacional, y baña las costas de Djibouti, Egipto, Jordania, Arabia Saudita, Etiopía, Eritrea, Sudán, Somalia, Israel y Yemen”.

Las dos partes más angostas son las de sus extremos: el estrecho Bab al-Mandab en el sur (con salida al mar Arábigo), y el canal de Suez (Egipto, que une los mares Mediterráneo y Rojo) al norte; este último también un sitio clave para el comercio que en 2021 fue noticia cuando el buque Ever Given, de gran porte, quedó cruzado en medio del canal impidiendo el paso de otros barcos, lo que causó distorsiones históricas.

El estrecho de Bab al-Mandab, entre Eritrea, Djibouti y Yemen, donde se afina el mar a escasos 20 kilómetros, es el lugar más vulnerable.

Es precisamente en esa zona, al sur del mar Rojo, donde se han dado incidentes graves que incluye el ataque y secuestro de buques de cargas originados o que se dirigen a Israel. Sucede que ahí está Yemen, lugar de acción de los rebeldes hutíes, un grupo vinculado a Irán y que declaró la guerra a los israelíes en el marco del conflicto Israel-Palestina.

Bajo el lema “Dios es el más grande, muerte para Estados Unidos, muerte para Israel, maldición para los judíos, victoria para el islam”, los hutíes establecieron un estricto orden islamista en el territorio que controlan en el norte de Yemen, combinando militancia religiosa con un estricto rumbo antioccidental y antiisraelí, según un reporte de la radio y televisión alemana (DW).

La acción de los terroristas hutíes -que incluye la toma de buques cargueros con el uso de helicópteros y armamento militar- agravó la belicosidad de la zona convirtiéndola en peligrosa. También ha puesto en peligro todo el comercio internacional ya que las empresas transportadoras de carga comenzaron a anunciar su retiro, lo que genera importantes perjuicios incluso a países que nada tienen que ver con el conflicto en Gaza.

LA RESPUESTA DE OCCIDENTE LIDERADO POR EE.UU.

Varios países occidentales, entre ellos Estados Unidos, hicieron un llamado a los hutíes para que no continúen los ataques, porque se arriesgan a una respuesta armada. Incluso se informó que Washington quiere formar un bloque marítimo “amplio”, e integrado por varios países, que tendría como finalidad proteger los buques que ingresan o quieren salir del mar Rojo. No se tolerarán los ataques hutíes, se ha advertido.

Pero el fanatismo religioso de los terroristas no les deja ver la realidad y continúan asegurando la continuidad de sus acciones armadas. El problema no es la religiosidad irracional, sino que una coalición occidental para controlar a los rebeldes de Yemen podría despertar una peligrosa solidaridad entre grupos, países o sectores afines.

La coalición liderada por Estados Unidos está conformada por Reino Unido, Francia, España, Italia, Países Bajos, Canadá, Noruega, Baréin y Seychelles, según informó en un comunicado el jefe del Pentágono, Lloyd J. Austin.

LA ALTERNATIVA PARA LOS BUQUES.

Como fue dicho, el mar Rojo está unido al Mediterráneo por el canal de Suez, y es la ruta marítima más corta entre Europa y Asia; por allí pasa el 12% del tráfico marítimo mundial. La opción es mucho más larga y por tanto más demorada y cara: el cabo de Buena Esperanza en el sur de África, subiendo por el océano Atlántico.

Ya algunas navieras han decidido tomar esa extensa ruta, priorizando la seguridad de su personal y de la mercadería que traslada, ellas son Hapag Lloyd, MSC y Maersk; también las petroleras BP y Frontline.

Además del peligro de una escalada bélica y cruenta -otra más en un mundo muy golpeado y violenta-, se presenta un peligro comercial y de abastecimiento grave. Veremos cómo sigue y si seremos capaces de mejorar en 2024.

Foto de portada de The Political Room, cuenta X @Political_Room

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