La desigualdad del agua en el mundo es un hecho.

Montevideo | Todo El Campo | Aunque más del 70% de la superficie de la tierra está compuesta de agua, el 97% de ella es salada y, por lo tanto, no apta para el consumo. El 3% restante es agua dulce, pero alrededor de dos tercios es en forma de nieve, glaciares y capas de hielo.

Como fuente de suministro “fácil”, debe depender de la lluvia, los ríos, los lagos y los embalses, que representan solo el 1% del agua dulce mundial. Sin embargo, estos recursos hídricos se están agotando rápidamente. Hace un siglo, el consumo de agua dulce era seis veces menor que en los tiempos modernos. El aumento de la población y sus necesidades ha llevado a un aumento de la tensión (incluida la contaminación) por los recursos de agua dulce, incluidas las aguas subterráneas. Un gran problema, también porque la distribución del agua dulce es muy desigual en las diferentes regiones del planeta. Sin embargo, un hecho los une: tanto los países industrializados como los llamados países en desarrollo necesitan mucha agua dulce para diversas actividades, y la agricultura absorbe un total del 70% del total disponible.

En los países en desarrollo, la mayoría de los gravámenes se asignan a la agricultura. Por ejemplo, se estima que en Turkmenistán, un país ubicado en los áridos desiertos de Asia Central con la mayor extracción de agua per cápita, el 95% se utiliza para actividades agrícolas.

Incluso en los países industrializados, las extracciones de agua son altas y superan los 1.000 metros cúbicos por año por persona, pero sus usos son considerablemente diferentes. Por ejemplo, en los Estados Unidos más del 40% de las extracciones se utilizaron para la producción de energía termoeléctrica y el 37% para riego y ganado, mientras que en Finlandia, el 80% del agua se utilizó para la producción industrial.

Las extracciones de agua per cápita más bajas se concentran en África, donde países densamente poblados como Nigeria y Kenia han tomado alrededor de 75 metros cúbicos de agua por persona. Esto también pone de relieve los problemas de accesibilidad al agua y la infraestructura.

La desigualdad del agua en el mundo es un hecho, al igual que la brecha en el acceso al agua. De hecho, una quinta parte de la población mundial vive en zonas áridas. La humanidad siempre ha hecho esfuerzos para tener este bien vital en cantidades suficientes. A lo largo de los años, han surgido varias iniciativas para mitigar la brecha de desigualdad hídrica: prácticas de conservación del agua, sistemas de riego eficientes, mejora de la infraestructura hídrica en las regiones más afectadas por la escasez, plantas de desalinización para las naciones más ricas y con climas áridos.

Con el cambio climático, es cada vez más urgente adoptar estrategias adecuadas para lograr la seguridad hídrica. Siendo un bien vital pero, a diferencia del aire, presente en la tierra de manera desigual, entonces se vuelve esencial para garantizar el acceso a todos. Se habla mucho de seguridad alimentaria, pero tenemos que pensar en la seguridad hídrica para evitar hambrunas pero sobre todo conflictos que, dada la creciente escasez de agua, corren el riesgo de explotar.

Sólo una pequeña parte del agua existente en la Tierra tiene las características que llamamos agua dulce.

TESEO : Hacia una agricultura sostenible. (clal.it) | Fuente: visualcapitalist.com

Foto de portada: Indarte y Cía.

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