Según la Universidad de Wageningen (Países Bajos), hay 2.111 especies comestibles de insectos y arácnidos, sobre todo escarabajos, orugas, hormigas, abejas, avispas, saltamontes, langostas y grillos, pero también moscas, arañas y cucarachas; otros investigadores reducen la lista a algo más de 1.600.

Montevideo | Todo El Campo | Los insectos como alimento humano es una posibilidad de la que se habla desde hace muchos años. Los de mediana edad -o algo más- recordarán que cuando eran niños su uso como proveedores de proteína se limitaba a culturas africanas y tal vez algún país exótico de Asia, y las referencias llegaban principalmente a través del cine o las novelas. Pero lo veían como una cosa lejana de lo que solemos denominar como nuestra civilización occidental, por lo tanto, lejano de Europa y América.

Pero todo ha cambiado y las generaciones más jóvenes ya no ven el tema culturalmente tan lejano.

Se sabe y entiende que sigue habiendo distancias culturales, pero las resistencias son cada vez menores y pensar en insectos como alimentos no es un imposible.

Aunque la mayoría de los latinoamericanos nunca los probó, la verdad es que cada vez se habla más de los insectos como opción alimenticia posible.

Un artículo de BBVA Open Mind, escrito por el periodista científico Javier Yanez, doctor en Bioquímica y Biología Molecular, especializado en Inmunología, señala que en el mundo hay “más de 2.000 millones de personas en el 80% de los países del mundo” que ya consumen insectos, tratándose de una “fuente de nutrientes que podría ser la solución del futuro de la alimentación; siempre que seamos capaces de dejar de lado nuestra aversión a comer bichos”.

“Hay muchos que piensan que es posible salir de esta difícil encrucijada (de escasez de alimentos para los millones de personas que tiene el mundo) sin renunciar al alimento de origen animal; se trata simplemente de variar el menú de especies que comemos. En occidente ya estamos acostumbrados al consumo de artrópodos, pero sólo acuáticos, como cangrejos o langostas. En cambio, hasta 3.000 grupos étnicos de Latinoamérica, África, Asia y Oceanía incluyen los insectos como parte de su dieta”, escribió.

Según la Universidad de Wageningen (Países Bajos), hay “2.111 especies comestibles de insectos y arácnidos, sobre todo escarabajos, orugas, hormigas, abejas, avispas, saltamontes, langostas y grillos, pero también moscas, arañas y cucarachas; otros investigadores reducen la lista a algo más de 1.600”.

Sean 2.111 o 1.600, nadie discute “las virtudes nutritivas de estos animalitos”.

Los insectos son ricos en proteínas, ácidos grasos insaturados, aminoácidos y vitaminas, con una cantidad de hierro y otros minerales. Según Peter Alexander, experto en seguridad alimentaria global de la Universidad de Edimburgo, los grillos contienen un 65% de proteína en peso, frente a un 23% del vacuno y un 8% del tofu, escribió Yanez.

El informe de BBVA Open Mind señala que “en 2018 la Unión Europea introdujo los insectos en su nueva regulación como novel food o nuevo alimento, que comprende aquellos alimentos que no se consumían de forma habitual”.

“Estos alimentos están sujetos a aprobación individual, y desde entonces la Unión Europea ha autorizado seis alimentos de cuatro especies, la langosta (Locusta migratoria), el grillo (Acheta domesticus), el gusano de la harina (la larva del escarabajo Tenebrio molitor) y la larva de otro escarabajo, Alphitobius diaperinus, esta última aprobada en enero de 2023. Hay ocho solicitudes más en curso”. Por otra parte, “la Comisión Europea aclaró que a nadie se le va a obligar a comer insectos sin su conocimiento, ya que los alimentos que contengan estos productos irán claramente etiquetados”.

Hay otros países sin regulación específica: Estados Unidos, Canadá, Australia o Nueva Zelanda, pero también de muchas naciones de África, Asia y Sudamérica donde los insectos se han consumido tradicionalmente, finaliza el artículo de BBVA Open Mind.

Foto de portada FAO | Yasuyoshi Chiba.

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